LA EFICACIA DEL
ESTADO
En su magistral obra “La Rebelión
de las Masa”, varias veces citado por este redactor, José Ortega y Gasset
advierte a los lectores sobre la sorprendente eficacia del Estado moderno. Nos
hemos acostumbrado en el día a día a críticas respecto la gestión del Estado,
pero damos como hecho y en consecuencia no valoramos la capacidad de este
órgano para ordenar y gestionar, una enorme cantidad de problemas y recursos.
Quizá no se pueda hacer la observación de manera genérica respecto de todas las
naciones del orbe, pero hay en el mundo muchas
naciones que poseen un Estado Nacional de gran eficacia y efectividad (incluyo
a Chile). El poder del Estado deviene de su potestad para obtener recursos de
las personas, administrar la fuerza coercitiva de manera exclusiva, y en los
días que corren –la era de la informática-, administrar una enorme cantidad de
datos sobre los individuos que integran la nación.
Hemos constatado una enfermedad recurrente
del modelo de mercado, que se caracteriza por el abuso que algunos poderosos
han hecho de su posición negociadora dominante en la sociedad. La labor del
Sernac es aplaudida desde la izquierda a la derecha, y básicamente consiste en
proteger a los débiles de la economía de mercado y moderar el poder de los
poderosos. Hasta ahí todo bien.
Sin embargo, a riesgo de ser
políticamente incorrecto quiero poner una nota discordante en el amplio
consenso que despierta la acción de Sernac. Creo que en términos estrictos, la
labor de Sernac no es una acción propia del
Estado. Creo que los abusos de los agentes económicos enormes y
concentrados, son posibles gracias a la total ineficacia de los consumidores en
defender sus derechos. Creo que la racionalidad de los consumidores es escasa y
que ello hace posible los abusos. Los grandes negocios funcionan en la medida
que existen enormes cantidades de consumidores que responden a conductas
típicas. Si esos consumidores son de mejor manera racionales, el poder de las
grandes empresas de consumo se modera y su capacidad para abusar de ese poder por
consecuencia disminuye o se elimina.
¿Por qué hago presente esto? Por
cuanto el poder enorme del Estado, en la medida que se legitima para
desarrollar actividades que no son propiamente acciones del rol propio del
Estado, permitirá que vaya creciendo hasta el límite que la libertad de los
individuos se vea comprometida. El fenómeno del incremento exhorbitante del
poder del Estado compromete la libertad del “hombre de la calle”. Y contra lo
que creen muchos socialistas teóricos, un Estado enorme no perturba el poder de
los poderosos porque el dinero es poder y quien lo tiene en grandes cantidades,
elude la acción del Estado. Los que viven
de su trabajo diario, como dice el Código Civil, esos si sufren el abuso
del poder estatal.
Vuelvo al tema de Sernac. Los
consumidores cuando sus derechos se ven conculcados por las mega-empresas de
retail, bancos, servicios básicos etc., tienen capacidad de maniobra (menor es
cierto) para neutralizar el poder de esos agentes económicos. Respecto al poder
del Estado, no tiene el individuo la capacidad de neutralizarlo.
Creo que la democracia se
potencia con mayor poder real para los individuos y sociedades intermedias. No
con un Estado semi totalitario. Digo semi totalitario porque el Estado
nacional, aunque se autoimponga límites, dados los medios de que dispone en la
práctica tiene capacidad para influir en todo, particularmente en la vida
cotidiana de los individuos.
Reconozco que el tema no es
pacífico, pero es urgente que los individuos y organizaciones básicas ejerzan
sus derechos con mayor eficacia, sin necesidad que las potestades del Estado se
incrementen.
La eficacia del Estado moderno,
deviene en poder y el poder en poder absoluto. Y como reza la famosa frase de
Lord Acton “El poder tiende a corromper y
el poder absoluto a corromper absolutamente”.
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