lunes, 26 de enero de 2015

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS, EL ESTUPOR Y LA ESTUPIDEZ

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS, EL ESTUPOR Y LA ESTUPIDEZ

La cultura dominante denomina “medios de comunicación de masas”, a la prensa escrita masiva, a la radio, a la televisión y otros medios tecnológicos por los cuales, ordinariamente y con honrosas excepciones, los propietarios y/o controladores de esos medios de comunicación, dan a conocer a los lectores auditores y espectadores, su visión del mundo, y la cronología de los fenómenos que ellos consideran relevantes. Muchos de los conceptos basales asociados a este fenómeno son ambiguos y equívocos. Se habla de la libertad de prensa como un valor absoluto y que beneficia a toda la humanidad por aquello de, “el derecho a estar informado”. Tras ambos conceptos están, por una parte la potestad de los controladores de los medios de prensa de difundir sus propios puntos de vista sobre la realidad y de tal manera influir en la conducta de los receptores, y la defensa de la condición de receptores pasivos de los receptores. Por ello encontramos que la prensa masiva, ordinariamente se encuentra relacionada con los centros de poder; y en una sociedad global como la que nos ha tocado vivir; más comúnmente con los centros de poder mundiales.
Compartimos todos los seres vivos, la potestad de percibir la realidad por los sentidos que el creador nos entregó. En el caso particular del hombre, aparte de las sensaciones y emociones, nos dotó de la inteligencia. Los animalistas nos dirán que la frontera humana-animal es difusa, pero hay evidencias que es el hombre la única criatura capaz de procesar información compleja, a través de la inteligencia.
Ahora bien, esta potestad propia y casi exclusivamente humana, no es automática y tampoco gratuita; exige un esfuerzo para su ejercicio. Ortega y Gasset en su ensayo sobre “Alteración y Ensimismamiento”, explica este proceso: La realidad exterior obliga al hombre salir de si para percibir la realidad. Pero no reacciona como el caballo, el perro o incluso el mono; de manera automática a los estímulos de esa realidad exterior. Tiene la potestad de “ensimismarse” y procesar esa información, y retornar entonces a la realidad exterior con un bagaje de medios que le permite reaccionar de manera propiamente humana. Insisto, sí y solo sí hace el proceso descrito: alterarse por el estímulo exterior, ensimismarse y finalmente reaccionar humanamente. Porque el hombre también puede quedarse en el proceso simplemente animal, de reaccionar puramente en forma emocional e instintivamente al estímulo.
El diccionario define la palabra Estupor, como la disminución de la actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto de asombro o indiferencia. La vaca pastando en el cerro escucha zumbar el tábano y no reacciona ni toma en cuenta al insecto; por el contrario, siente el estampido por el cual revienta el volcán Hudson, y sale corriendo despavoridamente abandonándose al sentimiento de pánico. Ambas conductas suponen estupor.
Sostengo que tal como está concebida la relación entre los medios de comunicación de masas y los receptores, su influencia deshumaniza al público receptor de las informaciones e imágenes. Y ello porque lo que ordinariamente pretende la información cotidiana y masiva, más que informar, es impactar emocionalmente al receptor. Lo que pretenden los mass media a través del hilo de la información, es mantener la atención de los receptores en un nivel pre humano, basado puramente en la emocionalidad.
¿Cómo puedo sostener tamaña acusación?; pues simplemente viendo la televisión, escuchando la radio o leyendo las noticias de actualidad del diario.  Lo que hacen los mass media es sostener ininterrumpidamente la excitación emocional de los receptores, fraguando como se puede sostener la atención y el ambiente de irreflexión que ello importa. Más que informar de los fenómenos, lo que nos brinda la cotidianeidad informativa es un show mediático excitante que pretende el estupor de la audiencia.
No hay tiempo para procesar la información; y pareciera que los medios, deliberadamente pretenden que ese procesamiento no se produzca. Interesa más, que el receptor se forme juicio; reacciones con estupor y se impacte emocionalmente. Tan cotidiano es lo anterior que ese proceso muchos receptores lo confunden con informarse.
¿Han reparado que las emisiones de radio van acompañadas de música violenta y frenética generalmente de percusión? ¿Han reparado que las emisiones de tv van acompañadas de un colage de imágenes y opiniones fraccionadas que impiden detenerse y pensar? ¿Han constatado que la prensa que está cuajada de pequeños recuadros donde se ordenan los distintos hechos e información, que por su tamaño y profundidad de su tratamiento, no alcanza para explicar los acontecimientos? Los entrevistadores no preguntan en la búsqueda del discernimiento o de la verdad de lo que ha sucedido, sino respuesta que provoquen impacto. Se mide el éxito del mass media, por la cantidad de receptores y se estima que ello dependerá de cuán rápido y generalizado sea el estupor que las noticias causan. Es lo que se llama el golpe noticioso
Ahora bien: La palabra estupor está relacionada con la palabra estupidez. La segunda es la consecuencia de la primera. La consecuencia del proceder de los mass media, es que el público receptor cada vez reacciona con menos inteligencia y con más estupidez a los acontecimientos colectivos.
El juicio crítico respecto de la posibilidad de veracidad de lo que se nos informa, es cada vez más limitado. Deprimiendo tal juicio crítico,  los mass media van “saltando” de un tema en otro, “informando” de manera sesgada y superficial,  dividiendo a los actores de las noticias entre “buenos” y “malos” tal como si se tratase de una novela moralista, más que acontecimientos de la realidad.
La democracia se suicida si se deja invadir por la mentira, el totalitarismo si se deja invadir por la verdad, sostiene Jean Francois Revel, en su libro El Conocimiento Inútil. Cabe preguntarse si es posible que estemos viviendo en un régimen democrático, cuando la democracia requiere de la verdad, como la navegación requiere del agua.
Yo diría que por el manejo asfixiantemente unívoco que los mass media hacen de la realidad, nuestro modelo real de sociedad más se acerca a lo podríamos llamar totalitarismo. El totalitarismo para ser tal, hoy no necesita de una Gestapo o de una KGB. Basta con el martilleo permanente de las “verdades oficiales” que pregonan los medios de comunicación social, controlados por los verdaderos poderes.
Quedaron atrás por demodé los métodos totalitarios del siglo XX. Hoy está el mecanismo de la mentira en los mass media para consolidar un poder total.