LOS MEDIOS
DE COMUNICACIÓN DE MASAS, EL ESTUPOR Y LA ESTUPIDEZ
La cultura dominante denomina “medios de comunicación de masas”, a la
prensa escrita masiva, a la radio, a la televisión y otros medios tecnológicos
por los cuales, ordinariamente y con honrosas excepciones, los propietarios y/o
controladores de esos medios de comunicación, dan a conocer a los lectores
auditores y espectadores, su visión del mundo, y la cronología de los fenómenos
que ellos consideran relevantes. Muchos de los conceptos basales asociados a
este fenómeno son ambiguos y equívocos. Se habla de la libertad de prensa como un valor absoluto y que beneficia a toda la
humanidad por aquello de, “el derecho a
estar informado”. Tras ambos conceptos están, por una parte la potestad de
los controladores de los medios de prensa de difundir sus propios puntos de
vista sobre la realidad y de tal manera influir en la conducta de los
receptores, y la defensa de la condición de receptores pasivos de los
receptores. Por ello encontramos que la prensa masiva, ordinariamente se
encuentra relacionada con los centros de poder; y en una sociedad global como
la que nos ha tocado vivir; más comúnmente con los centros de poder mundiales.
Compartimos todos los seres vivos,
la potestad de percibir la realidad por los sentidos que el creador nos
entregó. En el caso particular del hombre, aparte de las sensaciones y
emociones, nos dotó de la inteligencia. Los animalistas nos dirán que la
frontera humana-animal es difusa, pero hay evidencias que es el hombre la única
criatura capaz de procesar información compleja, a través de la inteligencia.
Ahora bien, esta potestad propia y
casi exclusivamente humana, no es automática y tampoco gratuita; exige un
esfuerzo para su ejercicio. Ortega y Gasset en su ensayo sobre “Alteración y
Ensimismamiento”, explica este proceso: La realidad exterior obliga al hombre
salir de si para percibir la realidad. Pero no reacciona como el caballo, el
perro o incluso el mono; de manera automática a los estímulos de esa realidad
exterior. Tiene la potestad de “ensimismarse” y procesar esa información, y
retornar entonces a la realidad exterior con un bagaje de medios que le permite
reaccionar de manera propiamente humana. Insisto, sí y solo sí hace el proceso
descrito: alterarse por el estímulo exterior, ensimismarse y finalmente
reaccionar humanamente. Porque el hombre también puede quedarse en el proceso
simplemente animal, de reaccionar puramente en forma emocional e
instintivamente al estímulo.
El diccionario define la palabra Estupor, como la disminución de la
actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto
de asombro o indiferencia. La vaca pastando en el cerro escucha zumbar el
tábano y no reacciona ni toma en cuenta al insecto; por el contrario, siente el
estampido por el cual revienta el volcán Hudson, y sale corriendo
despavoridamente abandonándose al sentimiento de pánico. Ambas conductas
suponen estupor.
Sostengo que tal como está
concebida la relación entre los medios de comunicación de masas y los
receptores, su influencia deshumaniza al público receptor de las informaciones
e imágenes. Y ello porque lo que ordinariamente pretende la información
cotidiana y masiva, más que informar, es impactar emocionalmente al receptor.
Lo que pretenden los mass media a través del hilo de la información, es
mantener la atención de los receptores en un nivel pre humano, basado puramente
en la emocionalidad.
¿Cómo puedo sostener tamaña
acusación?; pues simplemente viendo la televisión, escuchando la radio o leyendo
las noticias de actualidad del diario.
Lo que hacen los mass media es sostener ininterrumpidamente la
excitación emocional de los receptores, fraguando como se puede sostener la
atención y el ambiente de irreflexión que ello importa. Más que informar de los
fenómenos, lo que nos brinda la cotidianeidad informativa es un show mediático
excitante que pretende el estupor de la audiencia.
No hay tiempo para procesar la
información; y pareciera que los medios, deliberadamente pretenden que ese
procesamiento no se produzca. Interesa más, que el receptor se forme juicio; reacciones
con estupor y se impacte emocionalmente. Tan cotidiano es lo anterior que ese
proceso muchos receptores lo confunden con informarse.
¿Han reparado que las emisiones de
radio van acompañadas de música violenta y frenética generalmente de percusión?
¿Han reparado que las emisiones de tv van acompañadas de un colage de imágenes
y opiniones fraccionadas que impiden detenerse y pensar? ¿Han constatado que la
prensa que está cuajada de pequeños recuadros donde se ordenan los distintos
hechos e información, que por su tamaño y profundidad de su tratamiento, no
alcanza para explicar los acontecimientos? Los entrevistadores no preguntan en
la búsqueda del discernimiento o de la verdad de lo que ha sucedido, sino respuesta
que provoquen impacto. Se mide el éxito del mass media, por la cantidad de
receptores y se estima que ello dependerá de cuán rápido y generalizado sea el
estupor que las noticias causan. Es lo que se llama el golpe noticioso
Ahora bien: La palabra estupor está
relacionada con la palabra estupidez. La segunda es la consecuencia de la
primera. La consecuencia del proceder de los mass media, es que el público
receptor cada vez reacciona con menos inteligencia y con más estupidez a los
acontecimientos colectivos.
El juicio crítico respecto de la
posibilidad de veracidad de lo que se nos informa, es cada vez más limitado. Deprimiendo
tal juicio crítico, los mass media van “saltando”
de un tema en otro, “informando” de manera sesgada y superficial, dividiendo a los actores de las noticias entre
“buenos” y “malos” tal como si se tratase de una novela moralista, más que
acontecimientos de la realidad.
La democracia se suicida si se deja
invadir por la mentira, el totalitarismo si se deja invadir por la verdad,
sostiene Jean Francois Revel, en su libro El
Conocimiento Inútil. Cabe preguntarse si es posible que estemos viviendo en
un régimen democrático, cuando la democracia requiere de la verdad, como la
navegación requiere del agua.
Yo diría que por el manejo asfixiantemente
unívoco que los mass media hacen de la realidad, nuestro modelo real de
sociedad más se acerca a lo podríamos llamar totalitarismo. El totalitarismo
para ser tal, hoy no necesita de una Gestapo o de una KGB. Basta con el
martilleo permanente de las “verdades oficiales” que pregonan los medios de
comunicación social, controlados por los verdaderos poderes.
Quedaron atrás por demodé los métodos
totalitarios del siglo XX. Hoy está el mecanismo de la mentira en los mass
media para consolidar un poder total.