viernes, 25 de diciembre de 2020

LA AMENAZA DE LOS COMUNISTAS A LA CONVENCION CONSTITUYENTE

 A ningún hombre amenacen

 Porque naides se acobarda

 Poco en conocerlo tarda

Quien amenaza imprudente

Que hay un peligro presente

Y otro peligro que aguarda.

Martín Fierro

 


En una república democrática, los medios de acción política son la persuasión, la transacción y la coerción. Como sabemos el funcionario que ocupa el cargo de presidente de la República, ha renunciado al uso de la coerción; no ha sido capaz de persuadir -según encuestas – a más de a un 7% de los chilenos, y no ha podido convencer a una oposición tenaz y degradada de transigir en las más básicas iniciativas de gobierno. Eso en la escuela de derecho significaba tres bolitas negras y para la casa a volver a estudiar.

Y aquí viene el milagro que pudiera atribuirse a la Virgen del Carmen: no obstante estar sin gobierno y casi sin Estado, Chile funciona. Con pandemia, con los descerebrados que destruyen semanalmente de manera impune la propiedad pública y privada y tapizan de excrementos verbales las murallas; igual funciona.

Los incombustibles comunistas chilenos tuvieron su 26° congreso partidario de su historia. Lo escriben con número romanos para darle una solemnidad eclesiástica. En estas irritantemente aburridas reuniones, se renueva periódicamente su fe en la arcadia comunista que está por venir. Aprueban dos documentos finales; uno exotérico para la plebe y otro esotérico solo destinado al Komitern, que no conocerá el pueblo llano que somos nosotros. Son especies de encíclicas (pero de un nivel de abstracción ínfimo) que conforman la hoja de ruta de su religión laica y genocida. Esa fe que exige la negación ad infinitum de los crímenes cometidos por sus correligionarios en el pasado reciente. Hubo ahora sin embargo una novedad que sazonó su tedioso texto, con modalidades lingüísticas congruentes a la moda progre - light, que son ahora acompañantes de ruta para la ocasión. Repiten en el texto, decenas de veces pronombres y artículos femeninos y masculinos y saludos a los “compañeres”. Se cuelgan impúdicamente del éxito electoral del plebiscito que ellos calificaron hace pocos meses de traidor y entreguista. Lo más (o único) llamativo excluido del texto formal, es que han manifestado su intención de “rodear la Convención Constituyente para evitar las cocinas” y seguir avanzando hasta el pleno establecimiento de la arcadia comunista bolivariana.

Como decía Nicanor Parra; ¿No será mucho? Conforme con que el presidente Piñera les ha dado todas las facilidades a los delincuentes terroristas para operar impunemente. Conforme que un ministerio público integrado por la extrema izquierda hace un descarado abandono de sus funciones persecutorias del delito y del orden público que constitucionalmente les corresponde tutelar. De acuerdo que hay un poder judicial ideologizado con la premisa que los victimarios son más bien víctimas de esta sociedad injusta y patriarcal. Pero les insisto la pregunta a los compañeres: ¿se darán las condiciones objetivas para el anhelado asalto al palacio de invierno?

Yo diría que por primera vez en su larga historia de hemorragias verbales la ansiedad ha traicionado a los comunistas. Su arzobispo Secretario General (que hasta usa sombrerito de los jerarcas soviéticos) ha dicho socarronamente que era solo una metáfora. Pero seamos francos Compañere  Secretario General; una centena de flaites con molotov, la mayor parte de ellos remunerados – por Uds. mismos- que actúan libre e impunemente en base a la deliberada neutralización de las fuerzas de orden, instruidas taxativamente por nuestros valientes servidores públicos del ministerio del interior, son a mi juicio demasiado poco para asaltar el poder.

Y aquí viene el problema: amenazar tiene sus beneficios, pero también sus costos. ¿No habrá tenido, Compañere Secretario General, un delirio de creerse en la Rusia Soviética o en Checoslovaquia del año 68?  Como decía Julio Durán, las porfiadas cifras electorales dirán si Uds. tuvo un mal sueño, fruto de los excesos culinarios al cierre del XXVI Congreso.

Una pregunta final ¿Fue muy aburrido como siempre el congreso partidario; o las caras bonitas lo hicieron más llevadero?

Diciembre 2020

 

 

domingo, 20 de diciembre de 2020

LA DERECHA Y SUS CANDIDATOS; UNA RUTINA MACABRA

 LOCURA ES HACER LO MISMO UNA Y OTRA VEZ, Y ESPERAR RESULTADOS DIFERENTES (Albert Einstein)

El líder es quien tiene una idea sobre lo que el futuro debe ser y la voluntad de vanguardia en el afán de hacer realidad ese futuro.

En Chile, lo que desde el término del gobierno militar se llama La derecha, es una amalgama de personas más o menos bien intencionadas, que reaccionan con diferentes perspectivas a un mismo fenómeno que es La izquierda. Es la izquierda quien ha perfilado lo que es la derecha en las últimas décadas. Tras las caras visibles que representan la derecha, esta ha sido conducida por los hombres de negocio. Individuos exitosos y racionales, que han aportado al país en las últimas décadas, lo que el país no tenía: riqueza material. Se han beneficiado ellos, pero -con algunas excepciones- han beneficiado también al país. Este fenómeno es congruente con un síndrome que ha padecido la derecha a través de la historia: el espíritu de fronda. Aquel que definiera Edwards Vives. ¿Cómo se manifiesta este síndrome?: La derecha tiene alergia a los líderes. Estos hombres de negocios con la lógica del mercadeo que funciona en su oficio de empresarios, han definido los que nos deben conducir; y de esta forma han impedido que la derecha sea conducida por líderes reales.

En las postrimerías del gobierno militar, el líder natural de la derecha era Sergio Onofre Jarpa vanguardia de mil batallas que nos liberaron del comunismo, de una guerra con Perú y de una guerra con Argentina. Los conductores de la derecha se apuraron en neutralizarlo e inventaron una figura; Hernán Buchi Buc. Lo conocí precisamente en la campaña presidencial. Un tipo honesto, brillante ingeniero, experto en economía y super especialista; pero el antítesis de lo que es un líder político. Perdió.

Luego, dando por descontada la derrota y satisfechos que la izquierda gobernaba el país conforme a sus convicciones mercantiles, eligieron a una figura simbólica: Arturo Alessandri Besa, abogado simpatiquísimo, administrador del nombre de la familia, operático; pero líder en absoluto. Perdió.

En la siguiente elección aparece en el horizonte la figura del mercadeo por excelencia, el hasta hoy incombustible Joaco Lavín. Y es aquí donde – siguiendo el verbo tan manoseado de Vargas Llosa- se jodió Chile. ¿Por qué? Porque sucede que la receta del mercadeo político “casi” tuvo éxito. Lavin, quien no tenían mínimas ideas claras y precisas de lo que Chile es, y lo que debería ser,  analfabeto en historia, filosofía y humanidades; un ingeniero experto en economía y marketing; puso en jaque el triunfo del indiscutido y mundialmente reconocido mejor líder de la izquierda post Pinochet: Ricardo Lagos. ¿Por digo que se jodió Chile? Pues porque la izquierda se compró la lógica de las figuras marketeras. Los líderes políticos era parte del pasado. En lo sucesivo había que escoger figuras.

Surge entonces la figura. No importa que hubiese trabajado para la Stassi en Alemania comunista. La “limpiaron” con unos cursillos de seguridad nacional en EEUU, y ya está: tenemos figura. Con su pelo rubio de clase alta pero su cara redonda de mamá de pueblo, su título de medicina trucho, su sonrisa permanente, su nombre en francés que cualquiera madre de clase popular quisiera para su hija. De esta rock star disfrazada de tanquista o con estetoscopio al cuello emergió nuestra ruina. Doña Michelle, sin las mínimas aptitudes para ejercer la primera magistratura de la nación, pasó piola administrando (si es que lo hizo) un país que en su primer período era un fórmula 1.

Luego, nuestro segundo terremoto. La gran figura de la derecha aggiornada. Sebas: Hombre de negocio, billonario (hoy tri) en dólares, de padre y madre de fronda y nomenklatura democratacristiana, absolutamente ignorante en humanidades, arte, historia. Como le negaron el ingreso al partido de sus mayores por su obscuro curriculum comercial, opta por la derecha; se compra un curul en el senado y un partido político completo. Como don Chuma de Condorito: no se preocupe por gastos compadre.

Lo demás no es historia; es tragedia griega.  Y como sucede en ese género, todo espectador habiloso preveía el final, menos los chilenos que estaban en el escenario. Caos, ruina y demolición de una obra que había dado los mejores frutos de la historia de la República. Completaremos dieciséis años con el país desgobernado por personas que NUNCA tuvieron los mínimos méritos y talentos para ostentar el cargo.

Y aquí viene lo más espeluznante: ¡Los partidos de la coalición de derecha presentan nuevamente figuras de marketing! Esto ya no es tragedia, es una película de terror; es una rutina macabra.

El guapetón que vivió en una casa de cartón, que es de izquierda porque eso pega pero representa a la derecha (¿?), el demagogo que habla con las banderas de la izquierda y lidera un partido de derecha, el eterno Joaco con su cara de alumno mateo. Hay más: Falta el rubio lindo que se viste con el apellido de su padre. 

Y los hombres de negocios, con el desgastado expediente de las encuestas de opinión y control de los medios, desde la tramoya pretenden conducir esta danza macabra. Además siguiendo su espíritu de fronda, poniéndole palitos en los rayos al único líder que podría recomponer un orden político despedazado: José Antonio Kast.

Yo creo que las brujas de Macbeth no podrían haberlo hecho mejor.

Diciembre de 2020

martes, 1 de diciembre de 2020

MARADONA, PANTANI, VON MANSTEIN Y LOS NEURODERECHOS

 

La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño.

Federico Nietsche

Maradona se encuentra en el olimpo del futbol mundial gracias a su talento. Pero la mancha de su adicción a la cocaína siembra un manto de dudas sobre la integridad de ese talento. ¿Cuánto de su talento es atribuible a esa droga? La devoción que los argentinos le profesan no parece haber sido fracturada por esa sospecha. En Italia el ciclismo de ruta es un deporte muy popular. Marco Pantani; legendario pedalero de montaña, era ídolo. Pero cuando se supo de su adicción a las drogas (que le terminó costando la vida), el ídolo se cayó. Cuestión de idiosincrasia.

El mariscal Erick Von Manstein, fue el gestor de la invasión a Francia por parte del ejercito alemán. Su técnica estratégica fue conocida como la blitzkieg -guerra relámpago en castellano-. Sus soldados avanzaron sin descanso durante tres días y dos noches por los territorios de Bélgica y el norte de Francia, generando el estupor del mundo por la celeridad y eficacia de su desplazamiento, que provocó el colapso de las defensas y de la moral de los ejércitos francés y británico. Quienes nos aficionamos a la historia de la guerra, habíamos admirado la valía de esa ofensiva y la valentía y sagacidad de Von Manstein, quien debió enfrentarse al alto mando e incluso a Hitler, para imponer su victorioso criterio. Pero la dura realidad lo ha ensombrecido porque hoy es un hecho comprobado que sus unidades combatieron bajo los efectos de una metanfetamina llamada Pervitín que se le suministraba a todos los soldados y oficiales. Es verdad que fueron victoriosos, pero hicieron trampa. Al menos para mí, Von Manstein pasó de ser un héroe a ser un estafador.

Se anuncia por parte de parlamentarios de izquierda un proyecto de reforma constitucional para crear una nueva garantía constitucional: el neuro derecho. Se define la identidad mental como un derecho que no puede ser manipulado y que cualquier intervención, por motivos de salud, debe estar regulado legalmente. Es común que la izquierda vea siempre los fenómenos sociales desde el punto de vista de derechos, esto es, que alguien ajeno a mi persona me garantice algo. En este caso la respetable identidad neuronal.

Pero obviamente el problema es muchísimo más amplio que la intervención de deberes del Estado o de los prestadores de salud para con las personas. Se otea en el horizonte que las técnicas de “mejoramiento” de las condiciones físicas en general y neuronales en particular serán una mercadería que se podrá comprar como quien compra un celular con intervenciones químicas y de manipulación genética. ¿Cuál es nuestra respuesta como sociedad? La cuestión no es una cuestión de derechos como la izquierda nos quiere vender; es una cuestión de deberes de los individuos. Se trata de discutir límites, no del Estado ni de los prestadores de salud. Se trata de límites a las personas. Ahí la izquierda gusta de estar ausente. Se trata pues de garantizar la igualdad de talentos. Se trata de impedir a los Maradona, Pantani o Von Manstein. Se trata de no hacer (y hacerse) trampa en la vida. Menuda cuestión ¿no? Hoy que todo nos habla de victimismo, derechos y garantías; abrir un debate sobre deberes, no está en la agenda de esta izquierda generosa y dadivosa.

La metáfora del juego de la vida está presente. El ideal de la igualdad que la izquierda vocea mucho y entiende poco, aquí tiene su prueba de fuego ¿Quiénes son partidarios de valorar a los que meten el gol con la mano? ¿Quiénes de impedir que lo hagan?

Diciembre 2020

martes, 17 de noviembre de 2020

VIOLENCIA POLITICA, VIRTUD DE LA FORTALEZA Y RETORICA

 

En tiempos de gelatinosa inestabilidad, la política como el arte de la persuasión racional pierde espacio en manos de la violencia política. Esta es, un estadio anterior a la guerra. Su objetivo no es aniquilar al adversario físicamente sino quebrantar su voluntad de proceder conforme a su voluntad expresa. Solo es eficaz cuando el enemigo es débil y cobarde.

La virtud de la fortaleza es aquella que nos permite acometer nuestros fines y resistir las dificultades que se interponen. La retórica es el arte del bien decir, de dar al lenguaje hablado o escrito, eficacia para deleitar, persuadir o conmover.

Gobernar es dirigir un objeto desde un punto a otro. Chile desde octubre de 2019 ha sido gobernado por la subversión política. Una subversión que no tiene un relato explícito con el cual persuadir o conmover, o si lo tiene no lo ha hecho explícito. Su única tarea ha sido tapizar el espacio público de desolación, fealdad, grosería, insultos y rabia. Todo ello con un tufo a simulación forzada y artificial por cuanto hasta los insultos no son de origen criollo. La palabra bastardo hasta octubre del año pasado no era un insulto en Chile. La muralla -el papel del canalla- nos insulta ahora de forma globalizada.

¿Y qué aconteció con nuestros líderes? Pues sucumbieron al miedo. Así de simple. Su pretil de la fortaleza era muy débil. Ante una mínima acción vandálica ese pretil se desbordó. Y han entregado al País a la voluntad de los vándalos. Vimos al Intendente de Santiago para cuidar su pega, implorar y humillarse en la cámara de diputados diciendo que era culpa de los carabineros y no de él, haber defendido los bienes públicos y privados de la voluntad de quienes querían legítimamente protestar atacando a la población y a los bienes de la población; vimos al Jefe de Estado en foros internacionales, con una retórica que da vergüenza ajena, tratar de caerle simpático a los violentistas que destruían la ciudad; vimos al alcalde de Santiago obrar celosamente para reservar el espacio público a fin que se manifiesten los que han llenado de excrementos físicos y verbales la comuna cuyo orden y ornato le compete.

Pero el sainete más patético ha sido el de los diputados del 5% de aprobación ciudadana, buscando desesperadamente recuperar el favor perdido, han quebrado el chanchito de las jubilaciones invocando las urgentes necesidades de la gente. Todos sabemos -ellos también- que esta iniciativa fue de la extrema izquierda para destruir los mecanismos de capitalización, seguridad social y ahorro público que marcaban la diferencia entre Chile y el resto de Latinoamérica. Todos sabemos que aquellos ahorros irán desordenadamente a destinarse a gastos prescindibles y no solucionarán nada. Sus florituras retóricas para justificarse por esta desastrosa decisión son para llorar. Llorar porque se cargaron al País sin necesidad de haberlo hecho. Desacatando el mandato de quienes los eligieron y alineándose por MIEDO, con sus enemigos políticos, que no dejarán de ser sus enemigos por el solo hecho de haber cedido a su presión.

Honorables diputados de derecha y de centro izquierda que votaron por la destrucción del sistema previsional: Sabemos lo que ha hecho. No sacan nada con esconderlo tras retorica barata y ridícula. Como dijo el mejor líder que tuvo la República en el siglo XX, los tenemos a todos identificados. No solo sabemos lo que han hecho; sabemos por qué lo han hecho. Destruyeron o en el mejor de los casos dañaron gravemente, el mejor sistema previsional del mundo, que propendía al bien común general de Chile, por ninguna causa que no fuere el miedo. Y lo que es peor, el miedo a un enjambre de pililos que destruyeron todas las ciudades de Chile y que eran fácilmente neutralizables. Pasarán a la historia no por su retórica barata. Pasarán a la historia como un grupo de pusilánimes.

Noviembre de 2020

sábado, 7 de noviembre de 2020

EL DESPRESTIGIO DE LA POLITICA. POLITICA TEORICA Y POLITICA REAL

 

En la arena de la política se enfrentan posiciones diversas, sobre el que hacer con la colectividad que se pretende gobernar. El pólemos o enfrentamiento se da entre visiones del mundo aparentemente diversas y enemigas[1]. Pero esas polémicas muchas veces son asimétricas. Se enfrentan descripciones ontológicas de la realidad con descripciones éticas de la misma. Se enfrentan posiciones que polemizan entre el ser del mundo que nos rodea con el deber ser del mismo. Puede ser incluso que en esta polémica exista buena fe, es decir los polemistas no adviertan esa diferencia y se consideran enfrentándose lícitamente en una batalla simétrica. Desafortunadamente la energía que se consume y disipa en este quehacer, resulta completamente inútil. No hay conclusiones ni triunfos que sean capaces de alterar la realidad en lo más mínimo. Los individuos legos, esto es, las personas que buscan gobernar sus vidas pero que no están adiestradas en el ejercicio discursivo o reflexivo perciben que estos enfrentamientos no le empecen porque no dice relación con las disyuntivas reales de su caminar por la vida. Entonces nace una aversión hacia la polémica política.

No estoy diciendo que el plano descriptivo (ontológico) sea el correcto y el plano prescriptivo (ético o axiológico) no lo sea. Mi observación apunta a que, la asimetría de planos del discurso, conduce a la maximización de la polémica sin posibilidad alguna de confrontar perspectivas sobre una misma cosa. Esto tiene una gravedad que muchas veces no se pondera por cuanto, al ser imposible la conciliación, la política deviene en guerra donde lo que se busca es la supresión de la voluntad del contendor o incluso su eliminación física. All for nothing.

La vida se desarrolla en un devenir. La vida propiamente humana consiste en reflexionar sobre el mundo que nos rodea en el medio de un caminar por la vida a fin de decidir hacia donde dirigir el gobernalle. Ese reflexionar es útil y conducente, cuando identificamos claramente las disyuntivas que tenemos. Si abandonando la reflexión racional caemos en la ficción. En el plano de la poesía aquello es lícito. El poeta puede decir; Quisiera tener alas para volar/ cruzar por el espacio en libertad/ en libertad como los pajarillos en libertad[2]. Pero la reflexión filosófica no es poesía ni novela que nos permite salirnos de la realidad como lo hacía el caballero de la triste figura y cabalgar por los caminos desfaciendo entuertos. Las disyuntivas del mundo real son aquellas que facticamente están a nuestra disposición. Lo que Kant bautizó como las condiciones de posibilidad y Ortega como nuestras circunstancias. La vida humana es limitada. En términos de la realidad solo podemos desear, lo que está a nuestra disposición desear. Identificar nuestras reales circunstancias es vivir de verdad. Si no lo hacemos estaremos dentro de la caverna de Platón viendo sombras. La liberación de la caverna es la vita activa que nos recomienda la Arend y San Agustín.

La política (y la vida humana en general) tiene límites que solo son superables a través de la fantasía. La poesía y la novela son vehículos de esa fantasía. Pero la política debe fundarse en una realidad que respete esos límites. No da para más. No podemos tener alas para volar, ni cruzar los espacios como los pajarillos.

El discurso político contemporáneo transgrede estos límites. Para disfrazar que las propuestas son pura fantasía, se habla en un plano prescriptivo como si fuese del plano descriptivo. Tal como si lo deseable fuere por ese solo hecho, posible. Lo explico a través de metáforas; la primera de mala fe o demagógica: Si yo digo tenemos alas para volar, todo el mundo percibe que soy un imbécil; pero si digo deberíamos tener alas para volar porque volar es un derecho; me auto asigno un espíritu  generoso, soñador, ambicioso que desea el bien de la colectividad. Es este un grosero desapego de la realidad. Pero hay formas más sutiles de desapegarse del mundo. Un desapego que pudiera calificar de buena fe se podría ejemplificar con lo siguiente: Si yo digo los hombres son iguales; digo algo que cualquiera puede percibir que no es verdad. Pero si digo, el capitalismo es la causa de las profundas desigualdades que existen en la sociedad y debemos superar el “sistema” capitalista por uno que eliminará esas desigualdades porque la igualdad es un derecho; me auto asigno una sagacidad, capacidad de análisis, bondad moral y promesa cierta de un mundo mejor que confunde mi afirmación implícita – la igualdad de los hombres es algo posible-. Prescribo en ambos casos una realidad futura imposible. Ni podemos volar, ni habrá nunca igualdad entre los hombres

Cuando se ejercen estos malos hábitos de los políticos sobre la estulticia de las masas, tenemos un resultado explosivo: la política se transforma en una disputa de propuestas fantásticas y falsas que estimulan y perpetúan un permanente estado de ansiedad en los hombres masa. ¿Quiénes son los hombres masa? Quienes no desean recorrer el camino de la vida por un carril definido por ellos, sino por el que alguien les diga que deben recorrer. Desafortunadamente la gran mayoría de los hombres y mujeres de nuestro mundo contemporáneo.

Propongo entonces un ejercicio para resucitar el alicaído prestigio de la política, que se materializa en dos acciones:

·        Identificar nuestras disyuntivas reales como colectividad; esto es, nuestro presente.

·        Y proponer opciones a esas disyuntivas que sean posibles, es decir reales; esto es, nuestro futuro.

 

Noviembre 2020



[1] Hablan los hombres hoy, a toda hora, de la ley y del derecho, del Estado, de la nación y de lo internacional, de la opinión pública y del Poder público, de la política buena y de la mala, de pacifismo y belicismo, de la patria y de la humanidad, de justicia e injusticia social, de colectivismo y capitalismo, de socialización y de liberalismo, de autoritarismo, de individuo y colectividad, etc., etc. Y no solamente hablan en el periódico, en la tertulia, en el café, en la taberna, sino que, además de hablar, discuten. Y no sólo discuten, sino que combaten por las cosas que esos vocablos designan. Y en el combate acontece que los hombres llegan a matarse, los unos a los otros, a centenares, a miles, a millones. Se habla, se habla de todas esas cuestiones, pero lo que sobre ellas se dice carece de la claridad mínima, sin la cual la operación de hablar resulta nociva. José Ortega y Gasset; El Hombre y La Gente.

[2] Parte de la letra de una canción de Inti Illimani

viernes, 23 de octubre de 2020

PERSPECTIVAS Y SUPERIORIDAD MORAL

Dios es la perspectiva y la jerarquía: el pecado de Satán fue un error de perspectiva[1]. Su perspectiva es omnipresente y por consecuencia total. La nuestra limitada y local.

El 2020 es de esos años que las sociedades humanas entran en ebullición all over the world. Chile es parte de esa ebullición y por tanto nos cuenta procesar la perplejidad, tomar distancia y mirar serenamente los fenómenos que acontecen, sus causas mediatas e inmediatas, y las posibles consecuencias. Para mejor conocer y entender lo que nos embarga, con serena sabiduría debemos tomar distancia, no obstante que el fruto de nuestro esfuerzo será siempre limitado. Limitado por la perspectiva. Seremos capaces de mirar un solo lado de la naranja que Dios observa con su visión de trescientos sesenta grados y tridimensional.

Modestia intelectual aparte, he venido previendo hace casi 10 años que en occidente veníamos en un tren bala sin hacer caso a las luces rojas encendidas en la vía. La sensación de viajar con rumbo de colisión era para mí tan vívida y angustiante, que ahora, cuando las crisis sociales se han desencadenado y se desencadenarán en el corto plazo con más fuerza, siento un cierto alivio que su dimensión no sea peor. Es como cuando en el colegio te enfrentabas a una prueba de matemáticas esperando un 1 y te sacabas un 3,7. Al menos puedes sacar la cabeza fuera del agua después del naufragio.

El estruendo de la catarata de acontecimientos políticos indeseables es para alterar a los más templados: Masas irresponsables de sus actos que destruyen con total impunidad obras físicas y espirituales que son el fruto del esfuerzo de generaciones de chilenos; políticos cobardes, asustados de la praxis de esos “horcos”, en vez de honrar sus obligaciones, enfrentando la barbarie y sometiéndola al respeto del bien común, se pliegan a ella tratando de hacerse “amables”; dirigentes narcisistas delirantes que propician y aspiran a liderar el caos (como si el caos necesitase liderazgos); jueces de toda jerarquía en una danza narcisista autodestructiva, prevarican impúdicamente, buscando “hacer justicia” por vía directa y sin ley (como si para ello necesitásemos jueces); legisladores juramentados de respetar las reglas que hicieron posible que se sentaran en su curules, violando explícitamente esas reglas como niños traumados, que rayan las paredes para llamar la atención de sus progenitores.

Si tomamos distancia del estruendo, y sintonizamos la lente corrigiendo la dioptría, empezamos a ver algo más claro: personas vulgares y aburridas, habitando una megalópolis sin valores estéticos ni éticos que toquen su espíritu, y que les motiven al ejercicio de su libertad con respeto por la libertad de sus próximos. Dirigentes políticos que van desde oscuros mafiosos que pretenden explotar el trabajo y esfuerzo de todos en beneficio de sí mismo o de su clientela, a bobos que se ubicaron por ser besamanos o por la ausencia de mejores talentos, pasando por iluminados narcisistas; Resumen: liderazgo político de mala calidad por cooptación por ambición y egoísmo de los mismos y desinterés, egoísmo o cobardía de los talentosos, de los justos y de los buenos. Jueces burócratas trepadores en base los vicios propios de la burocracia; besamanos, lamebotas, mediocres, ignorantes del derecho. Ideales sociales disueltos en superficialidad, materialismo, consumismo bobo, publicidad comercial idiotizante. Prestigio social desorientado hacia profesiones que vindican el egoísmo y no el altruismo; profesores de aula mal pagados, humillados, mal formados y desinteresados en transmitir valores de una sociedad en la que no creen; sacerdotes corruptos, pederastas, homosexuales practicantes, mujeriegos adulterinos, narcisistas, apóstatas, cultores de la simonía. No he faltado a la verdad en este párrafo. Pero asumo que es mi perspectiva. Puede que otras perspectivas iluminen esta realidad desde otro ángulo.

Pero sucede que nos enfrentamos a hierofantes de la verdad rebelada por unos filosofillos franceses y alemanes del siglo XX que pretenden ser superiores moralmente ya que manejan un lenguaje abstruso en academias y cátedras. Filosofillos[2] que nos “inician” en fraseología oscura, pero que, no obstante su obscuridad, pretenden iluminar todos los entresijos de la realidad. Ya no se necesitan perspectivas. Ya está todo explicado. Los que discrepan de estas revelaciones hablan por boca de traumas de oprimidos u obsesiones de opresores.  Han “descubierto” que familia, sexo, patria, justicia, caridad, ciencia, arte, cortesía, religión, comercio; no son más que meros relatos. Nos torturan con explicaciones lingüísticamente incomprensibles (y por tanto estúpidas) para justificar esos absurdos que legitimen sus estados personales nihilistas. Odio y caos legitimados en aras de estas revelaciones. Y tras estos sacerdotes de lo políticamente correcto, están los iluminados que quieren llevar a la práctica estas ideas.

Curiosamente estos revolucionarios anti establishment son generosamente financiados por empresas que son el centro del establishment, y que amasan una capacidad financiera inédita en la historia económica de la humanidad en general y del capitalismo reciente en particular. ¿Cómo?: un aporte aquí; un aporte allá de foundation. Thiks Tanks, cátedras en universidades progre, generosos avisajes de a los mass media, becas, doctorados; todos hermanados por una endogamia ideológica. Las empresas de High Tech - todas ellas in excepción – suscriben esta agenda que traerá tanta felicidad a la tierra como maximización de sus utilidades. Su filantropía se manifiesta promoviendo el transexualismo, transhumanismo, el mítico calentamiento global; y por qué no: la pandemia. Papa Francisco de por medio, han hermanado la virtud de la caridad con el pecado de la codicia para hacer este mundo un planeta de borregos felices, asexuados, vegetarianos y ecológicos.

Hay un solo impedimento para plasmar esta arcadia transexual y ecológica: La libertad humana. Un valor por el cual, al decir de nuestro inmortal Cervantes, se debe dar la vida si acaso es necesario. En efecto; los recalcitrantes cultores de este viejo valor por el cual la vida humana tiene sentido, y sin la cual no lo tiene, no somos clientes de esta sociedad sin sexos, sin familia y sin Dios. Hasta ahí llega la tolerancia a las perspectivas diversas. Este milenarismo de borregos se enfrentará con la libertad humana, no solo como un imperativo ético, sino -y es lo que hará imposible su utopía igualitaria; la libertad como realidad ontológica humana. Todas las utopías anti libertarias históricamente han caído, barridos por el viento de lo que el ser humano es, y no puede dejar de ser: libre.

¿Saben estos sabiondos del calentamiento global y de otros desvaríos, cual es el límite de sus perspectivas? En concreto; ¿saben en qué se diferencia la política y la guerra? Es una frontera tenue. Solo en los medios. La imposición sin deliberación de su perspectiva nos aleja de la política y nos aproxima a la guerra. ¿Están preparados para cambiar de medios?

Les tengo una noticia: los que valoramos por sobre cualquier cosa la libertad, si sabemos cual es esa diferencia y aceptaremos el cambio de medios cuando la intolerancia que ellos cultivan se haga efectiva. Sin paternalismos ni patrocinios de la ONU, de la CNN, de Fecebook, de Google ni de la Comisión de derechos humanos.

No es este un desafío, ni un deseo que la sangre llegue al rio. Por el contrario, es una invitación a la moderación, y a la renovación del espíritu democrático. La historia demuestra que una mayoría de impotentes vitales, que no valoran su libertad personal, que acepan la esclavitud y la desean para todos, nunca ha de imponerse a una minoría de quienes, intransablemente, somos y seremos dueños de nuestras existencias y que aspiramos que todos los chilenos lo sean.

Octubre 2020

 

 

 

 



[1] De “Meditaciones del Quijote” José Ortega y Gasset.

[2] Término utilizado por Julián Marías para referirse a mucho de lo que se ha escrito en el siglo XX

viernes, 2 de octubre de 2020

EL PECADO DE CAIN, EL SOCIALISMO, EL FEMINISMO Y LA SOCIEDAD DE MASAS

 


La palabra Biblia quiere decir en griego, Libro. Es decir, La Biblia debería traducirse como El Libro. ¿Quién la escribió? Según la doctrina, alguien por inspiración divina. Es la palabra de Dios. Hay consenso entre filólogos, teólogos y estudiosos del texto que fue escribiéndose por distintos pueblos en distintas épocas. El atribuirle la voluntad y prescripciones del Dios único del monoteísmo no es un capricho. Analizado su contenido desde cualquier perspectiva intelectual, no se puede llegar a otra conclusión, que es una criba que seleccionó y puso por escrito, los rincones más ocultos de la naturaleza humana con una sapiencia, que a menudo la sicología moderna no ha descubierto.

Caín, hijo de los primeros padres, se mortifica por no estar dotado de las virtudes que su hermano Abel posee. Su resentimiento se incrementa porque el Dios padre, reconoce y premia las virtudes de su hermano. Entonces las causas de su resentimiento son dos; el verse privado de talentos y destrezas nativas, y el que Abel sea reconocido por ellas. Para superar esa mortificación, con premeditación y alevosía, planifica y ejecuta el crimen primordial.

La sabiduría ancestral, y el moderno sicoanálisis y sicología clínica, constata que desafortunadamente el síndrome de Caín se encuentra presente en todos los hijos de mujer. La cuestión se manifiesta de la manera que todos los lectores la reconocerán por propia experiencia: en momentos de debilidad vital – que para algunos son todo el tiempo de su existencia- nos lamentamos de no estar dotados de talentos que otros tienen. Si no somos capaces de procesar con sabiduría esa realidad, aflora como un absceso espiritual el pesar por el bien ajeno, llamada envidia. Y si ese pesar no es trabajado, es decir si se le deja libre, el corolario es el odio hacia quien ostenta ese talento, y más aun, hacia quienes reconocen la diferencia de ese talento. Cuando odiamos algo, ponemos entre ello y nuestra intimidad un fiero resorte de acero que impide la fusión, siquiera transitoria, de la cosa con nuestro espíritu[1]. El odio nos priva de razón. Lo que está a nuestro rededor se hace impenetrable.

Miguel de Unamuno nos invita a analizar los modelos filosóficos desde la perspectiva de quienes los formulan. ¿Quiénes son en su intimidad personal los filósofos que dicen cosas sobre el mundo? Encontraremos ahí la clave de su pensamiento. A la vanidad humana, especialmente a la de los filósofos, le repugna la idea de Unamuno. Queremos ser los que descubrimos verdades. Pero la cruda realidad es que, en nuestros juicios estamos involucrados emocionalmente y si no trabajamos nuestras emociones estas se desbocan. ¿Quién es Carlos Marx? Un individuo impotente para ganarse la vida al que se le murieron de hambre dos o tres hijos (la historia no se pone de acuerdo). ¡Blasfemo! me espetarán. ¡Es un genio que creo un sistema de pensamiento profundísimo! En efecto, Marx es hijo de su tiempo donde la filosofía solo tenía cabida si se era capaz de crear sistemas de pensamiento. El creo el sistema de pensamiento que le da sustento ideológico a la versión contemporánea del espíritu de Caín. ¿Quién es Juan Jacobo Rousseau? Un individuo que entregó a sus hijos en orfanatos, en una época que de tres expósitos que vivían en orfanatos, dos morían. ¿Cuánto de su sistema de pensamiento no habrá nacido al constatar que personas de su entorno poseían virtudes de orden familiar y moral que para él le eran inalcanzables? Foucauld inspirador de la ideología de género se abandonó en los shit hole de San Francisco a los más abyectos excesos homosexuales. El abandonarse a pulsiones sexuales desordenadas te hacen miembro de minorías que observan con rencor a quienes administran su sexualidad de modo ordenado y logran con ello una vida satisfactoria.

Hegel primero, Marx después y ahora la ideología de género promovida desde los centros de pensamiento más prestigiados de occidente, han hecho un descubrimiento macabro: la discordia construye. Más aun, solo a través de la discordia se puede construir una sociedad más justa. ¿Habrá un disparate más alejado de la realidad del mundo? ¿Cuál es su fundamento? Pues una supuesta mecánica que gobierna la historia. ¿Cuál es la prueba de que esa afirmación es verdadera? Su sistema de pensamiento. Pero esos sistemas no resisten la más mínima validación empírica. Sin embargo sobreviven pese a los crímenes y desatinos que ya han causado en la historia reciente. ¿Por qué?

¡Alguien es culpable de mis carencias! Es el desgarrador grito de Caín que resuena como un eco en toda la historia humana. Quienes alimentan esa potente emoción, reciben prosélitos. Ese a mi juicio es el espacio que ocupan las doctrinas de la discordia.

La sociedad de masas es aquella donde las mayorías orientan sus existencias conforme a la dinámica de las masas. ¿Qué caracteriza al hombre masa? Aquel que no desea cosas por si mismo, sino que es inducido a desear cosas según una pauta construida sin su voluntad. La sociedad de mercado masivo se acomoda a la dinámica de la sociedad de masas porque vive del crecimiento masivo del consumo. Entonces los hombres masa, desean cosas que provee la sociedad de mercado sin una pauta ni derrotero personal. Y como las necesidades económicas, según propia definición de la economía liberal, son infinitas, surgen las carencias. Y cuando los carenciados de cosas visibles y que existen, no trabajan y controlan esta emoción, surge el síndrome de Caín. Entonces, las ideologías de la discordia, cosechan prosélitos.

¿Cómo vencer esta dinámica? Superar la sociedad de masas retornando a la sociedad de individuos, y resucitar las ideologías de la concordia.

Octubre de 2020



[1] José Ortega y Gasset; Meditaciones del Quijote

miércoles, 23 de septiembre de 2020

APORIAS SOBRE LA TECNICA[1] EL TRANSHUMANISMO, LA POLITICA Y LA PANDEMIA

 

Del foco con que observamos los fenómenos depende si seremos capaces de entenderlos o de observar solo una nebulosa de acontecimientos. El episodio de la pandemia del covid 19 nos tiene a todos consternados. El martilleo de cerebros que hacen los gobiernos y los medios de comunicación se enfoca a impedir la reflexión sobre el mismo o al menos a no estimularla. Los foros parlamentarios democráticos en todo el mundo no debaten respecto de la existencia o no de la pandemia, ni la pertinencia de las impactantes medidas adoptadas. Por el contrario, existe una vehemente voluntad del poder formal de formar opinión rápida, certera, unívoca, no basada en razones sino en emociones. La consternación impide la reflexión. El sentido de estas letras es hacer un esfuerzo de retracción; retirarse para enfocar, tal como hacen los dibujantes y pintores con el espacio físico; mirar a distancia este episodio para poder entender como hemos llegado a un disparate como este. Pido a los que discrepan de esta calificación que hago tan tempranamente, y que aun confían que todo este episodio se funda en la racionalidad, que hagan el esfuerzo de leer estas reflexiones que partieron de doscientos caracteres y que en el ejercicio reflexivo de retraerse más y más para enfocar las causas y elementos que están en juego, ha terminado siendo un pequeño ensayo. No me referiré al cuestionamiento científico, normativo ni estadístico del episodio de la pandemia, sobre lo cual, basta abrir cientos de páginas y videos que circulan por la web que cuestionan todos estos aspectos científicos, formales y nominales de las decisiones de autoridad, recibiendo del poder formal, solo anatemas de toda índole y nulas refutaciones desde esas perspectivas. Mi esfuerzo se enfoca en comprender las causas de sumisión a una decisión de autoridad con tan poco fundamento, con tan grave afectación a la libertad y a la vida económica normal del planeta.

LA TECNICA

La niñez es un mundo paradisíaco que vivimos los que tuvimos la suerte de vivirla como tal. El mito edénico del génesis está replicado en miles de millones de vidas humanas a través de la historia del homo sapiens. Cuando abandonamos la niñez, somos sometidos a esta fatal expulsión de ese paraíso infantil, tal como Yahvé lo hizo con los primeros padres. Vernos sometidos a esa dolorosa experiencia de dejar atrás la niñez, es estar condenados a la temprana y desagradable obligación de ser libres. La experiencia de la adolescencia se podría ilustrar con una metáfora: se asemeja ser lanzados a un océano abisal donde debemos conectar todos nuestros talentos y fortalezas para poder vivir una vida propiamente humana -que es la de los hombres libres-. Se nos imponen radicales disyuntivas. Primero evitar hundirnos usando nuestras extremidades - metafóricamente nuestra inteligencia-. Y en seguida coger algún madero, bote o salvavidas para descansar en el – que representan las creencias sobre cómo funciona el mundo; creencias que ordinariamente estaban ahí cuando fuimos lanzados a la existencia[1]-. Y resueltas ambas iniciales disyuntivas, se nos impone una tercera; navegar o simplemente derivar. En este punto es donde claudica un porcentaje inmensamente mayoritario de la humanidad, y deciden simplemente derivar. Solo algunos pretendemos dar un curso a nuestras existencias. Cual argonautas en busca del país de los hiperbóreos, con dudas y temores al vacío existencial, nos abocamos a la ardua tarea de navegar, sabiendo que una derrota náutica importa descartar todas las demás. Algunos tienen la suerte de encontrar un capitán que resuelva por ellos y los conduzca. Otros, nos encontramos sometidos a la desolada experiencia de guiar nuestro timón sin más compañía que las estrellas. Lo que Unamuno denominó, el sentido trágico de la vida.

Por lo que sabemos hasta ahora, ninguna de las disyuntivas descritas, forman parte de la vida de los animales quienes simplemente viven una existencia edénica. Nuestros antepasados de las cavernas se distinguieron de la vida animal. Los simbolismos religiosos nos ofrecen relatos como el de Prometeo robando el fuego de los dioses o de nuestros primeros padres desobedeciendo a Yahvé y comiendo del árbol de la ciencia. En los albores de la humanidad, el hombre libre viene experimentando el imperativo de tener que decidir; y para poder hacerlo; para vivir de modo genuinamente humano inventó la técnica.

La técnica ha sido la cosa que le ha permitido al hombre descansar de sus penosas obligaciones de supervivencia animal para disponer de la vacancia, y así hacer posible vivir humanamente resolviendo las disyuntivas descritas precedentemente. Acosados por el hambre, el frio, las enfermedades, las discordias entre humanos, las pulsiones sexuales, el peligro de las fieras, la vulnerabilidad de sus cachorros; el hombre era incapaz de disponer de su libertad.  Fue creando a través de la historia, cosas que le han permitido descansar en ellas para poder ejercer esta singular potencia de dibujar un plano de su existencia futura y resolver sobre los caminos que le ofrece su vida. Digo cosas en un amplísimo sentido de la palabra, que involucra artefactos como el cuchillo, la penicilina, el automóvil, los computadores; e instituciones singularmente humanas como el matrimonio, el comercio y el estado. Ninguna de esas cosas existe en la vida de los animales.

Este - in crescendo - de la técnica habitualmente se le denomina progreso. Pero progreso es un concepto equívoco porque nos somete a una falsa creencia por asociación. Esta creencia es que el progreso necesariamente importa una elevación, desde lo bajo hacia lo alto. Cuestionando esta equívoca creencia se nos aparece el extraño y simbólico relato de la Torre de Babel, Génesis 11- 4 a 8. En él, se nos revela a un Dios creador indignado con sus creaturas porque construyen una torre con la cúspide en los cielos; y que, con la facilidad que les proporcionaba a esas creaturas usar una sola lengua, podían lograr eso y mucho más. Entonces el Dios creador reflexiona: Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Decide, a fin de evitar esta indeseada circunstancia, bajar y una vez allí embrollar[2] el lenguaje de todo el mundo y desperdigarlos por toda la faz de la tierra. ¿Por qué la Biblia da cuenta de esta esta extraña voluntad divina de evitar el progreso humano?

Cierto positivismo obtuso ha considerado con liviandad intelectual que la religión y los relatos religiosos son caprichos literarios de quienes quieren dominar a otros por la ignorancia. A las preguntas; ¿es este pasaje del Génesis un puro desvarío literario?; ¿da cuenta simplemente de una divinidad caprichosa y vengativa? Si ejercitamos la racionalidad conceptual ramplonamente como lo hace cierto pensamiento positivista, reduciendo la realidad a un limitado número de variables controlables por sus creaciones conceptuales, solo veremos una arbitraria conducta divina. Mi perspectiva ha migrado desde aquella visión positivista. He observado a través de la especulación filosófica que la identidad simbólica que demuestran esos relatos religiosos, da cuenta del profundo conocimiento de los rincones y pormenores de la naturaleza humana y ello me induce a ponderarlos como instrumentos para obtener respuestas racionales a aporías filosóficas.

El título de esta reflexión, Aporías[3] sobre la técnica, da cuenta de una dificultad lógica que presenta esta circunstancia omnipresente que denominamos la técnica; aporía que resulta de constatar que las cosas técnicas creadas por el hombre para su franquía y señorío sobre el mundo paradojalmente han devenido en su esclavitud.

Me refiero a la técnica, entendida en términos amplios, como el conjunto de cosas, materiales e inmateriales, ideadas y creadas por el hombre, para facilitar su franquía y disponibilidad del tiempo para desarrollar su humanidad propiamente, y para dotarse de certezas respecto de su futuro. El hombre crea cosas para descansar en las certezas que esas cosas le proporcionan. Es ese el nativo y basal sentido del quehacer técnico del hombre. La filosofía idealista le llamaría la naturaleza de la técnica. Porque el hombre vive irremediablemente prisionero del espacio y del tiempo, es vulnerable a esa radical circunstancia[4]. Su afán en consecuencia, es dotarse de un arsenal de cosas que le proporcionen certezas de que el espacio con sus peligros no lo aniquilará; y que el futuro estará discurriendo por carriles previsibles para él donde podrá cumplir con sus planes.

¿Qué sucede cuando el hombre en su incontinencia creadora rebasa ese sentido que tiene la técnica y crea cosas que están fuera de ese sentido radical? A mi juicio dos especies de desviaciones que la desnaturalizan. En el plano individual, lo que los estoicos le llamaron luxuria. Una circunstancia artificial que desconecta al hombre con su ser. Las cosas técnicas en el estado de luxuria ya no son para un fin. Son un fin en sí mismas. En el plano colectivo la técnica es usada por el poder como mecanismos de dominación a través de sustraer del individuo y de los colectivos intermedios entre él y el Estado la soberanía que les es propia. Lo que Osvaldo Spengler bautizó como el cesarismo.

Quienes leen superficialmente el Genesis 11 solo ven una divinidad primitiva que no se interesa en el bien de sus creaturas, sino en impedir que amaguen su condición de plenipotenciario del universo. Abriéndonos su sentido simbólico se nos devela la radicalidad de la naturaleza humana, y se nos manifiesta precisamente alumbrando la aporía mencionada. El creador no busca la simple sumisión de las creaturas. Mas bien pareciera velar por su bien y perfección según intentaré relacionar.

LAS CREENCIAS; EL PROGRESISMO Y EL TRANSHUMANISMO

Señalé que el hombre, para superar este vértigo abisal de estar rodeado de lo desconocido, se aferra a creencias y discurre su devenir en el mundo montado en esas creencias. Es menester explicar esta afirmación orteguiana que no se relaciona directamente con la kulturkampf o guerra cultural de los siglos XIX y XX entre los autoproclamados religiosos y librepensadores. Con una metáfora pretende el filósofo ilustrar esta afirmación ¿Qué sucedería si al abrir la puerta de nuestra casa nos encontrásemos, en vez de la calle con un abismo, el vacío, la nada? Simplemente no saldríamos de la casa; y no saldríamos de casa porque no sabríamos a qué atenernos. Porque creemos que al abrir la puerta de la casa nos encontraremos con la calle, la ciudad y el mundo, es que somos capaces de abrir esa puerta. La vida humana y su devenir en el espacio-tiempo requiere de certezas. El hombre asociativamente a través de la tradición ha compartido entre sí su representación del mundo. El perro no se pregunta ¿qué mundo hay tras la verja de mi casa? Al perro no le angustia no saberlo. El hombre si se pregunta; y aunque no conozca presencialmente lo que existe al otro lado de la verja de su casa, se da así mismo una representación de ese mundo, una respuesta a lo que su espíritu le demanda; una creencia de lo que es el mundo. Su capacidad de conocer presencialmente el universo es muy limitada, pero su espíritu no lo es (como lo es el del perro). Para superar esta limitación abraza las creencias. El hombre piensa montado en una creencia. No puede vivir humanamente si no lo hace. Creencia como señalé, es algo más radical, más basal que lo que se ha dado en llamar weltanschauung en alemán, o cosmovisión para el castellano. La cosmovisión es un desarrollo conceptual del mundo. Las creencias, en el sentido que Ortega les da, discurren debajo de las cosmovisiones. Son lo que las sostiene y en oportunidades lo que las inspira. Es, como en el ejemplo, aquella intima convicción que al abrir la puerta de la casa nos encontraremos con el mundo; no con la nada. Las conceptualizaciones se ordenan a las creencias que son las representaciones basales que nos damos del mundo.

Pero no se crea que las creencias o representaciones basales son un puro desvarío irracional. Ellas a su vez están montadas en descubrimientos[5]. Y son esos descubrimientos los que por lo general fracturan las creencias basales precedentes y abren espacio a nuevas representaciones del mundo[6]. Así sucedió con el cristianismo en el mundo romano, así sucedió cuando Galileo advirtió la falacia del geocentrismo y la mecánica de Newton creó las condiciones de posibilidad del positivismo científico y la ilustración. Así también en el siglo XX ha comenzado una irreversible fractura de las creencias ilustradas. Los descubrimientos del siglo XX de Albert Einstein, Max Planck y de Edwin Hubble[7] son causa de fractura del progresismo y del positivismo científico aun dominante. Los descubrimientos de esas mentes brillantes nos han abierto a la evidencia de la inconmensurable cantidad de variables que condicionan el universo. Las perplejidades del tiempo presente se fundan en el quiebre de los tiempos que vivimos. Es este quiebre quizá más profundo que el que gatilló Galileo al descubrir que la tierra no era el centro del universo. Lo que la física moderna ha fracturado, es el antropocentrismo con que hasta ahora a través de las creencias pretéritas nos habíamos representado el universo.

Dicho lo anterior es preciso señalar que las creencias no cambian como quien cambia el modelo de un automóvil. Esta metamorfosis de la perspectiva humana es lenta y a veces dolorosa. Las creencias superadas se defienden. Conviven y conflictúan con las creencias novedosas que quieren imponerse.

Es menester preguntarse entonces, cual es la creencia que sostiene al hombre moderno. Es notorio que la creencia en un Dios uno y trino, creador desde la nada y enjuiciador para después de la muerte que sostuvo a la generalidad de los occidentales hasta el siglo XVII, no es la creencia que sostiene a la humanidad del siglo XXI. La creencia del hombre moderno, aunque fracturada, es precisamente el mito del progreso. Este mito, si bien trizado y en proceso de descomposición, se resiste a retirarse y sus profetas adornan las creencias para mantenerlas con vida.

Yuval Noah Harari ensayista israelí ha vendido en los últimos cinco años, millones de libros haciendo la prospectiva que el hombre moderno desea escuchar al amparo del mito del progreso: Nada cuanto se proponga el hombre le será imposible es su apotegma. En los mismos años las reflexiones religiosas de colosos del pensamiento como Benedicto XVI, no tienen igual número de lectores. El hombre solo está abierto a leer y escuchar lo que reafirma sus creencias.

Pero las creencias tienen su ciclo, y los pretendidamente novedosos conceptos de Harari, nacen precisamente cuando el progresismo como creencia comienza su ocaso. Los órdenes de magnitud universales del número de variables develados por la astrofísica, nos permiten colegir que los órdenes de magnitud de los pormenores que influyen en el funcionamiento de los órganos biológicos en general y en los que influyen en el espíritu humano en particular, rebasan largamente los que pondera el positivismo científico que articula la prospectiva de Harari. Lo que inspira a Harari es el mismo concepto que inspira a un desarrollo tecnológico depredador del medio ambiente. Con el síndrome del Aprendiz de Brujo de Goethe, en base a prueba y error se degradan el medioambiente y el alma humana. ¿Por qué? Porque la ciencia contemporánea pondera para tomar sus decisiones las variables que puede manejar y le tiene alergia a lo desconocido. Su apertura a la realidad se ve opacada por el imperativo de alcanzar y formular las pequeñas verdades.

Desde las antípodas intelectuales de Harari reflexiono que, la frase de Yahveh en Genesis 11-6 adquiere actualidad, relevancia y sentido, en el escenario de la técnica moderna y su inédita magnitud sobre la vida colectiva y personal del hombre moderno. Digo sentido por cuanto conjeturo que Yahveh, lo que pretende con su proceder, no es una vendetta contra los progresistas de la edad de hierro sino precisamente el bien del hombre. El hombre en tanto estime que nada cuanto se proponga le será imposible, en vez de separarse de su animalidad, deteriora su humanidad. En vez de elevarse, se desnaturaliza y se degrada.

En este punto de la reflexión cabe refutar la asertividad y optimismo pueril, de Harari que nos habla del transhumanismo ad portas a través del desarrollo científico tecnológico. Basándose en la potencialidad de las computadoras cuánticas, serían las máquinas quienes gobernarán dada su mayor inteligencia. Los aparatos nos dirían que hacer, cuando hacerlo y como relacionarnos. Pueril no en el sentido que aquello no sea posible que lo es, sino referido a dos pronósticos infundados y erróneos: uno que esta tendencia es fatal; es decir se produciría de todas maneras. Y dos, que esta circunstancia redundará en un hombre mejor, más conectado a sus semejantes, caritativo y empático.

La pronosticada fatalidad del transhumanismo es una consecuencia de las ideas progresistas que la han parido. Uno de los dogmas del progresismo fundado por Augusto Comte, es que hay un necesario ascenso en el progreso que nada ni nadie puede detener. Basta profundizar en estudios arqueológicos para saber que civilizaciones completas, algunas con mayores méritos que la nuestra, se fueron como el agua por el desagüe de una bañera, a tal punto que han desaparecido hasta sus vestigios. Nuestra civilización es incluso más precaria e inestable que de ordinario, precisamente por ser más sofisticada e interdependiente. En un abrir y cerrar de ojos puede colapsar mañana, en un siglo o en dos mil años más.

Respecto al supuesto ascenso humano consecuencia de este fenómeno, el progresismo también sostiene el dogma de cambio es igual a mejora. Así el habitante de las megalópolis modernas sería un príncipe comparado con el villano (habitante de la villa) del medioevo. La extensión de la edad promedio de ambos tipos humanos le sirve al progresismo para reafirmar su idea; el citadino de las megalópolis de occidente vive en promedio 80 años y el villano medioeval 50 o 40. Pero la cuestión no es tan simple. Vivir más o menos tiempo es una variable; hacer algo realmente humano con el tiempo de vida que dispones es otra variable. No parece razonable ponderar la valía de una vida humana por extensión sino por intención. Ahora bien, el hombre rodeado por aparatos e instituciones que lo someten ¿es necesariamente una mejor persona que el campesino o villano medioeval? La cuestión es muy basta, discutible y tiene miles de pormenores sobre los que podría escribirse una enciclopedia. Lo que sí es posible de pronosticar es que, a mayor control de las máquinas sobre la vida humana, el señorío; esto es la potencia del hombre para definir su destino personal, se va angostando. Esta visión buenista del hombre más feliz en la sociedad trans humana, es simplemente una utopía sin sustento y una nueva manifestación del dogma; cambio=mejora. En este orden social pronosticado, que yo califico de distopía, es dable conjeturar que los espacios de libertad personal se verán reducidos. Federico Nietzsche, a mi juicio más poeta que filósofo, en su genial metáfora de El Último Hombre de su Zaratustra, refleja este estado mental de la modernidad contemporánea.

DESVIACIONES DE LA TECNICA

Como señalé, la técnica tiene dos tipos de desviaciones. En el plano de la vida singular, degenera en luxuria comprometiendo la libertad positiva del hombre[8]. La luxuria distrae al hombre de sus fines. Lo desentona de su plan vital. Lo compromete a una ramplonería vital que lo empobrece, su vitalidad languidece por estar rodeado de un mundo muelle y cómodo; la técnica en dicho estado deja de tener un sentido instrumental y pasa a tener un sentido en sí misma. En el plano colectivo, la técnica puede constituirse en un instrumento del poder para sustraer la libertad negativa del hombre[9]; el cesarismo. El Estado moderno y sofisticado, dotado de medios tecnológicos de control y coerción, se transforma en aquella jaula que pronosticó Max Weber. Estado que conculca nuestra libertad negativa, porque nos quiere cuidar. En base a su atávica incontinencia, el poder jamás deja de crecer y de capturar espacios que precedentemente le pertenecían al individuo hasta el siempre fatal colapso de las estructuras de control y dominación. El estado como medio al servicio de la colectividad básica y funcional al individuo, va degenerando imperceptiblemente en gigantismo que impone una red de dependencia, en que lo colectivo se va tragando espacios de soberanía individual.[10]

La política es el arte de gobierno. Este arte confiere la capacidad de una voluntad conductora para inducir a voluntades conducidas, ajenas a la voluntad conductora, a comportarse conforme al deseo de la voluntad conductora. En el desarrollo de la técnica y en el estadio que nos encontramos que yo denominaría de omnipresencia de la técnica, la política se vale de la técnica como mecanismo de dominación para el logro de sus pretensiones. Es este el segundo extravío de la técnica para su función radicalmente humanizadora que ilustrará el fenómeno analizado en esta reflexión; la pandemia.

El transhumanismo en política determina que la voluntad conductora podría llegar a ser la de las máquinas y la voluntad conducida la de los seres humanos. Se postula que esto sería más equitativo por cuanto las máquinas, carentes de pasiones y emociones, basan sus decisiones en estricta racionalidad. La cuestión no es un mero pasatiempo intelectual de ciencia ficción. Ni tampoco es un evento futuro remoto y eventualmente inalcanzable. La virtud del debate sobre la exacerbación del dominio de los computadores sobre los seres humanos es revelarnos que, en un grado menor aun, el transhumanismo de la técnica ya está entre nosotros. Las cuestiones a que nos somete este fenómeno son dos: En qué grado ese dominio de la técnica se ha impuesto sobre las voluntades humanas conculcando su libertad y señorío; y si esta sumisión enaltece o degrada la condición humana.

A mi juicio, la funcionalidad liberadora de la técnica sobre la libertad humana ha rebasado los límites funcionales y ha manifestado esa degradación que el estoico Séneca definió como luxuria; ello naturalmente matizado con la mayor complejidad que tienen los pormenores de la vida moderna. También se manifiesta la segunda degradación, el cesarismo; aquella que le permite al poder estatal y global, sustraer soberanía desde los individuos, aprovechándose de su condición de usuarios de la técnica, tal como los opiómanos lo son de ese alcaloide.

En el plano individual, la batalla por ser libre se reduce al desarrollo de la autoconciencia; disyuntiva a la cual el hombre ha estado sometido desde que es homo sapiens. Una educación que estimule el señorío ayudará, pero la decisión de sostener su conciencia personal libre de errores, pasiones y coerciones que perturben el camino que un individuo decide darle a su vida, siempre será una disyuntiva personal. ¿Algunas condiciones de posibilidad que orienten esta opción? A mi juicio en la educación humanista clásica que impone la necesidad que jóvenes y adultos conozcan esa batalla por la libertad que ha dado la humanidad, que Aristóteles, Platón, Kant y muchos otros, han liderado a través de los siglos. La libertad es como un órgano físico; si funciona mal o le falta algún insumo, todo el órgano espiritual funciona defectuosamente. La ausencia total de libertad negativa según la define Isahia Berlín, no suprime la libertad. Solzhenitzyn describe esa irreductible voluntad de libertad en su personaje, prisionero en Siberia, en su novela, Un Día en la Vida de Ivan Denisovich. Para ejercer la soberanía personal, la libertad positiva, invirtiendo aquel españolísimo adagio[11], Salamanca debe prestarnos lo que natura no nos da. Existe un arsenal de conocimientos teóricos, sin los cuales el poder opioso de la técnica moderna se tragará la libertad y soberanía personal de los individuos.

En el plano colectivo y en el uso de la técnica por parte de este Ogro Filantrópico[12], el peligro del trans humanismo es más complejo aún. El hombre, así como está condenado a ser libre, también está condenado a ser político. Es decir, miembro de una colectividad que está dotada de normas, sociales, morales y jurídicas. El problema a que nos somete el transhumanismo con el gobierno tecnológico y racional de las máquinas es que por definición es totalitario y obtuso. Es totalitario por cuanto las máquinas para adoptar decisiones utilizan un enorme número de variables, pero por muy extensa e intensa que sea su programación, su dotación es finita, y esa finitud no acepta pormenores ni matices que estén fuera de los datos que maneja. La máquina gobernante consideraría todas las variables involucradas en un problema; las ponderaría racionalmente y decidiría de una manera pura, sin contaminaciones emocionales. Pero carecerá siempre de una condición necesaria del gobierno de la res pública: la virtud de la prudencia. La política es un quehacer esencialmente prudente. Siempre abierto a lo desconocido, a lo que no se había ponderado inicialmente. El totalitarismo siempre parte de una visión total del mundo que no acepta matices. Las máquinas son por definición totalitarias.

En su obra Eichmann en Jerusalén o la Banalidad del Mal, Hannah Arendt nos explica cómo se articulaban las decisiones del régimen nazi que derivaron en lo que ella bautizó como matanzas administrativas. Todo sometido a un orden estrictamente racional, con variables prestablecidas. Eichmann incluso, personalmente estimaba a los dirigentes sionistas y dialogaba con ellos. Pero para él, la lógica burocrática estaba por sobre toda consideración humana. El comunismo soviético estuvo también sometido al mismo orden racional. Así testifica Alexander Solzhenitzyn en su escalofriante obra Archipiélago Gulag. Eran los protocolos de funcionamiento los que determinaron que las unidades de la Checka estalinista, debían producir cotidianamente flujos de condenados para alimentar las prisiones del Gulag y así justificarse ante el régimen y cumplir sus directrices.

Esta analogía con regímenes opresivos podría refutarse en razón que las super computadoras actuales serán alimentadas con datos racionales y de respeto a los derechos humanos. En consecuencia, esas monstruosidades no podrían ocurrir. Pero eso no es así. Hasta el irrestricto respeto de los derechos humanos puede llegar a ser inhumano, si no está gobernado por la prudencia, virtud exclusivamente humana que solo se puede ejercitar cuando el hombre no se encuentra sometido a las técnicas de envilecimiento[13] a que nos somete el totalitarismo. La iniquidad y la estupidez son primas hermanas; siempre son posibles cuando los negocios humanos no se encuentran sometidos a la ponderación prudencial del arte de la política.

Los dos últimos capítulos de la Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset se denominan; La Barbarie del Especialismo, y El Mayor peligro; El Estado. Hace casi un siglo Ortega sintetizó como se conjugarían estos dos fenómenos modernos para demoler el orden social. Sus prevenciones son de una sorprendente vigencia. En el fenómeno de la burocratización de la vida moderna se conjugan estos dos fenómenos perfilados por Ortega de manera nítida. El gigantismo burocrático importa un desplazamiento de la racionalidad de las decisiones inspirado por los expertos. Esos expertos son los especialistas a que se refiere Ortega. Es la esclerosis de la técnica.

EL FENOMENO DEL COVID 19 COMO MANIFESTACION DE LA DESVIACION DE LA TECNICA

A mí juicio, el ejemplo más evidente y palmario de lo que el gobierno trans humano ya está entre nosotros, es el episodio en curso de la supuesta pandemia, y del confinamiento mundial prescrito por las autoridades para su erradicación. En efecto; el gobierno trans humano con este episodio ha hecho su debut totalitario en gloria y majestad, con poderes totales e indiscutibles en la política global trans nacional y para estatal. Las máquinas, con sus protocolos han suprimido de un plumazo la libertad negativa de todos los habitantes del orbe, usando y abusando de la pulsión básicas de los hombres y mujeres de todo el orbe, el miedo a la muerte. Y los programadores de esas máquinas son los burócratas expertos que encarnan la super especialización moderna.

El escudo de armas del fundador de nuestra nacionalidad don Pedro de Valdivia contenía el lema La Muerte Menos Temida, Da Más Vida. A contrario sensu, la muerte más temida nos priva de la vida genuinamente humana. Es eso lo que han hecho de manera sistemática los protocolos operativos de la Organización Mundial de la Salud. A través de la campaña del terror funcional a los fines de los protocolos, se ha encantado a la humanidad como el flautista hiciera con los ratones de Hamelin, obstruyendo deliberadamente el discernimiento a la población del planeta. La mayoría han renunciado a su libertad positiva y negativa de buen talante. Los regímenes políticos mayoritariamente vigentes en occidente denominados democracia, se han paralizado y sometido a la omnipresente y autoritaria burocracia internacional orquestada por los medios de prensa generosamente subsidiados. Las mega burocracias de los órdenes políticos modernos representan al ogro filantrópico que nos quiere sanos y felices, pero a costa de nuestra libertad y discernimiento.

Estos órganos jurídicos creados por el hombre inicialmente para hacer posible la franquía y libertad de los hombres, son hoy los gestores de la supresión de la libertad personal más eficiente de la historia de la humanidad. Estos enormes órganos dotados de gigantescos recursos, qué por su misma complejidad y tamaño, viven sometidos a una cotidiana coerción: deben auto justificarse ante el mundo opulento que los alimenta. La cuestión es de una trivialidad patética, pero quien haya desempeñado funciones en la burocracia, entenderá emocionalmente lo que esto significa. El burócrata internacional vive encerrado en una jaula dorada acosado por el temor de la inanidad de su desempeño. Durante años los burócratas de la Organización Mundial de la Salud y de otras organizaciones burocráticas gubernamentales y no gubernamentales, han desarrollado modelos matemáticos a través del uso de computadoras, que les respondan cómo reaccionar ante surgimiento de enfermedades reales que puedan aniquilar a una parte de la humanidad, como ya ha sucedido históricamente. Es el síndrome de los bomberos o de los soldados de frontera retratados en la brillante novela de Dino Buzzati El Desierto de los Tártaros.

Nos resulta difícil representarnos que instituciones mega burocráticas, dotadas de funcionarios expertos, que han ascendido luego de estrictas pruebas de suficiencia de conocimientos y que manejan una nomenclatura compleja, equipamiento, reuniones en edificios elegantes; puedan cometer errores propios de un oligofrénico. Pero basta mirar la historia para darse cuenta qué esto ha sucedido, no una, sino varias veces. El alto mando alemán, conformado por brillantes especialistas estrategas, ascendidos en la jerarquía militar gracias a sus excepcionales dotes de inteligencia, el año 1914 conspiraron para desencadenar una guerra que en cosa de meses los haría dueños de todo Europa según todos los cálculos y prospectivas. El resultado de la sesuda decisión de estas mentes brillantes fue la demolición de Alemania, de la cultura alemana de la faz de la tierra, y de paso de la cultura y hegemonía de la cultura europea sobre el mundo. Su calculada decisión hizo además posible años después, que Alemania fuese gobernado por un individuo patético como Hitler que concluyó esa tarea demoledora. Hanna Arendt nos relata en su libro citado, como el exterminio de millones de seres humanos era adoptada por individuos que intelectualmente no podrían haber superado un test básico de inteligencia; circunstancia que bautizó como la sorprendente banalidad del mal.

Con respecto a la pandemia, ya se comienza a despejar una evidencia que causará estupor colectivo en los próximos meses, y que querrá ser silenciada por las burocracias y centros de poder mundiales: Ante la existencia de un supuesto virus supuestamente letal, se reaccionó conforme a estrictas pautas y protocolos de procedimiento, diseñados por complejos modelos matemáticos. Esta voluntad trans humana visualizó que el temor de la población a la muerte era el factor que aseguraría la eficacia. El resultado será desastroso. No solo habrá afectado la economía mundial. También destruirá las redes de convivencia e incluso la salud pública.

Nos despertaremos próximamente de una pesadilla y constataremos en la nueva vigilia que la estructura económica del mundo ha sido diezmada a causa de la decisión de burócratas que poseen una inteligencia prudencial muy limitada. Se comprobará que ni siquiera han podido constatar que existe el virus que combaten con todo su arsenal de protocolos y modelos matemáticos. Seremos sorprendidos al constatar que hemos enajenado nuestra soberanía nacional y nuestra libertad individual en manos de individuos de calificación intelectual menor solo adiestrados a manejar una problemática en base a un número sorprendentemente limitado de variables, soslayando todos los, colateral damages, que su obtusa conducta nos han causado y nos causarán. Y lo peor será constatar que su conducta no existe, sino que la conducta es la de los maxi computadores, modelos matemáticos, protocolos, reglas y procedimientos. Es decir, de nadie humano. Igual que Eichmann y sus matanzas administrativas.

Por la misma razón que los pronósticos de toda utopía revolucionaria han fallado, esta distopía sanitaria transhumanista estimo causará daños infinitamente mayores que toda su predicción de beneficios.

La razón de esta mega comedia (o tragedia) es sorprendentemente trivial: la respuesta la encontramos en un concepto matemático que nos habla de los órdenes de magnitud considerados en las estimaciones predictivas de esas utopías y distopías. La realidad en general y la vida humana en particular está condicionada por N circunstancias. Llevar N a un número real e identificar cada una de esas circunstancias, ha sido desde siempre la titánica tarea de físicos, filósofos, sicólogos, siquiatras, antropólogos, sociólogos etc. Las prospectivas ideológicas fundadas sobre el positivismo científico que dominan hoy la burocracia mundial de la salud han pecado de una irritante puerilidad en ese cálculo, considerando solamente las circunstancias que son capturadas por el relato racional desde una perspectiva limitada; y en el propósito atrevido de pretender abarcar la realidad en las estructuras conceptuales, obviando todas las demás variables que no coinciden con el modelo, la ideología o el sistema de pensamiento.        

Pero lo más obtuso, es el abandono del arte de la política como quehacer esencialmente prudencial. El verdadero político, el que cultiva la virtud de la prudencia intuye los órdenes de magnitud de la naturaleza humana. Intuye que las colectividades humanas son órganos vivos en desarrollo, sometidos a innumerables pormenores y variables. El político prudencial jamás abandonaría el periscopio de la prudencia en manos de un modelo matemático predictivo, porque sabe que ese modelo está alimentado de un número ínfimo de las variables que condicionan el destino humano.

Ese es el estado de descomposición de la política en el mundo contemporáneo: las democracias han degenerado en burocracias que operan con la arrogancia propia del burócrata que cumple ordenes, protocolos, instructivos etc.

Tengo la esperanza que este mega desatino de la pandemia del covid 19, tendrá un fruto. Y ese fruto debería ser recuperar la democracia de manos de la burocracia, recuperar la soberanía nacional delegada a órganos burocráticos transnacionales, recuperar la política como el quehacer prudencial que siempre ha sido, redefinir la tecnología al nivel funcional humano que requerimos. El gigantismo estatal, burocrático global, empresarial, militar etc. es un suicidio colectivo. Urge reducir las estructuras. Confiar y tolerar un caos controlable por los eternos principios de la prudencia y de la justicia. Así como los navegantes portugueses del siglo XV desterraron la creencia en monstruos marinos devoradores de navegantes allende el horizonte, así después de este experimento global del Covid 19 debiésemos desterrar definitivamente la fe en el transhumanismo de los modelos matemáticos para el gobierno de las colectividades humanas. Deberíamos enjuiciar la inconveniencia de la super especialidad que es promesa de barbarie.

Septiembre de 2020

 

 

 

 

 



[1] Las creencias son representaciones globales que abarcan el mundo que nos rodea. Sin las creencias nuestra inteligencia se paraliza hasta tanto no asumamos una determinada representación de la totalidad del mundo.

[2] La traducción Nacar Colunga usa esa palabra

[3] Dificultad lógica que presenta un problema especulativo

[4] Esta circunstancia; la imposibilidad radical de superar el espacio y el tiempo, es lo que reniega implícitamente el mito del progreso, contra toda evidencia científica.

[5] La palabra des-cubrimiento es la que constituye el lema de todo filosofar. Traducción precisa de la alétheia griega.

[6] El radical error del cristianismo medioeval y del positivismo científico es calificar las creencias precedentes como puro desvarío que es menester extirpar.

[7] La teoría de la relatividad particular de Einstein fractura conocimientos basales de la física hasta entonces. Los descubrimientos astronómicos de Hubble han dado pie a la astrofísica moderna y representado a la mente humana los órdenes de magnitud  del universo impensados precedentemente.

[8] Por libertad positiva debemos entender aquella que se ilustra con la siguiente expresión: Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mí mismo, y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean; (Isahia Berlin Dos Conceptos de Libertad)

[9] Por libertad negativa debemos entender aquella que se ilustra con la siguiente expresión: Soy libre en la medida en que ningún hombre ni ningún grupo de hombres interfieren en mi actividad; (Isahia Berlin ibidem)

[10] Esta afirmación aquí esbozada, requiere un desarrollo especial que excede a esta reflexión.

[11] Lo que natura non da, Salamanca non lo presta

[12] Título de la obra del premio Nobel de Literatura, Octavio Paz

[13] Concepto desarrollado por Julián Marías quien lo rescató del filósofo francés Gabriel Marcel. No solo referido a las monstruosidades totalitarias, sino también a las más sutiles de la publicidad comercial y propaganda política.