La cultura moderna nos ha dado a mamar desde la infancia, la idea que, el
abandono de la religiosidad es una evolución de la inteligencia humana. Pongo en cuestión aquella verdad inconcusa de
la modernidad.
El mito, el misterio, lo místico; a mi juicio, es una reacción del ser
humano ante la impotencia de la inteligencia racional de explicarse los
fenómenos del mundo. En la historia humana se abandonan los mitos y la religión,
cuando se cree haber encontrado un sistema filosófico que explique esa
realidad. Pero los sistemas filosóficos, y sus hijas más rústicas que son las
ideologías, son autos de fe muchas veces menos respetuosos de la verdad, que la
religión.
La religión, creo yo, contra la opinión culta moderna, es un
destilado de la inteligencia humana, mucho más profundo y refinado que la filosofía
y la ciencia. En otras palabras, se necesita mayor inteligencia para entender
lo místico que lo filosófico.
Y en esa involución estamos. Un escalón descendente más en el uso de la
inteligencia ha sido provocado por la omnipresencia de la técnica en la vida
humana cotidiana. El hombre buscó certezas, en el mito o en la comprensión
racional, para brindarse seguridades respecto del futuro desconocido. Y algunos
superdotados, en el afán de comprensión racional de la realidad, inventaron la
técnica sofisticada, que ha penetrado todos los entresijos de la vida humana en
el mundo entero.
Esta invasión de la vida cotidiana tiene indeseados efectos sobre la siquis
humana. Nos separa de la precariedad natural de lo desconocido. ¿Por qué habría
de ser un problema tener mayores seguridades, vivir en un mundo más limpio,
pulcro, predecible y cómodo? Que ya no necesita ni de la religión ni de la
certeza racional para vivir de manera cómoda y predecible. Respondo que de esa
manera el hombre ya no tiene necesidad de enfrentarse a la realidad
desconocida. ¿Y cuál podría ser el problema de aquello? Qué su inteligencia
ha involucionado.
El hombre social del siglo XXI ha perdido el hábito de dudar. El habito de
investigar. El hábito de imaginar que hay tras la apariencia de las cosas. Lo
pero de todo es que los poderosos, siempre ávidos de incrementar su poder, han
descubierto este fenómeno en las masas, y lo explotan hasta la náusea.
El llamado marketing o publicidad inductiva usa un método universalmente
presente en el mundo de las comunicaciones. Repetir. Repetir un absurdo, al
punto que deje de serlo. Por ejemplo, la mujer fea usa un determinado perfume y
pasa a imaginar que es la modelo de la foto del avisaje. El alfeñique ve a John
Wayne fumando marlboro, e imagina que fumando ese cigarrillo compartirá la
rutilante vida del héroe cinematográfico. Hitler convenció a los alemanes que
los judíos eran una raza inferior. Y tamaño absurdo lo creyeron en base a la
repetición constante y sistemática.
Si publicitariamente repites; los burros vuelan, los burros vuelan, los burros
vuelan; fácilmente podrás imponer una disyuntiva para el debate público tal
como: ¿De qué color son los burros que vuelan?
Pongo estas evidencias epistemológicas, para poder entender, hasta que
punto estamos en Chile dentro de un barril que flota rumbo a las cataratas del
Niágara.
Nuestra casta política, la peor de la historia de Chile - incluso peor que
la que gatilló la guerra civil de 1891 –, apanicada por una revuelta delictual
creyó (porque en su limitación radical creen cualquier cosa) que esa revuelta los
podría desalojar del poder y de sus privilegios. Para salir del paso, dándole el
punto a revolucionarios ñoños que deseaban cambiar la sociedad con recetas de
principios del siglo antepasado, impuso el siguiente silogismo: Primera
premisa) Tenemos problemas sociales y políticos; Segunda premisa) Tenemos una
constitución que redactaron cuatro generales entre cuatro paredes; Deducción)
la causa de los problemas sociales y políticos se soluciona cambiando la
constitución. El electorado se dio cuenta por que ya era demasiado, que los
burros no volaban. La casta política se encontró de bruces con qué, en un
intervalo lúcido el electorado decidió rechazar se cambiase la constitución,
quedando al desnudo la pobreza intelectual y moral de los líderes políticos.
Ese electorado captó que el verdadero silogismo era; Primera Premisa)
Tenemos problemas sociales y políticos; Segunda premisa) Tenemos la peor casta
política de oligarcas que se autoasignan remuneraciones millonarias y no
entienden de la realidad, no identifican los problemas porque la molicie del
poder los corrompió, y lo único que buscan es mantener sus privilegios;
Deducción) Debemos hacer tabula rasa con esa casta política, desalojarlos del
poder y generar un gobierno de unidad nacional, que disminuya drásticamente el
tamaño del estado y la influencia de los políticos.
Pero sucede que esa casta política (nuevamente aterrorizada con el
desalojo) tiene la manija y han vuelto con la segunda intentona de convencer al
país que los burros vuelan. Lo peor del caso es que quienes lúcidamente se opusieron
desde el día uno a este descomunal despropósito, mientras el país se cae a
pedazos, han dicho: Bueno; si total discutiendo del color del burro volador,
podemos ilustrar a la ciudadanía que los burros no vuelan. ¡Pero qué error
más garrafal!
En su libro, Diálogo; Trasbordo Ideológico Inadvertido, don Plinio
Correa de Oliveira hace más de cincuenta años describió como la sumisión de los
cuerdos a la estupidez de los estúpidos, a los únicos que hace ganar es a los
estúpidos.
El Partido Republicano que originalmente fue un proyecto político para reaccionar
a la estupidez que envuelve la totalidad del espectro político, ha decidido
jugar con las armas de la mentira y del error. ¿Cuál será el resultado? Terminará
siendo un equipito que estará peleando el descenso en una liga rasca que no
convoca espectadores. Nadie los irá a ver al estadio.
Damas y caballeros: Nos hemos quedado sin referentes, sin representantes y
sin nadie que pueda arreglar el espectro político desde dentro.
Mis amigos me responderán: Es que no hay opciones. Hay que cambiar desde
dentro a la política. No cambiarán nada, se mimetizarán con los imbéciles y
acelerarán al avión en picada. ¿Solución? Desobediencia civil y desalojo total.
NO A LA NUEVA CONSTITUCION SEA CUAL SEA. LOS BURROS NO VUELAN.
Febrero de 2023