viernes, 24 de diciembre de 2021

BORIC; LA REBELION DE LOS IMPOTENTES Y LA CULTURA DE LA FRAGILIDAD

 


Ha triunfado en el torneo para ocupar la primera magistratura de la nación, el portaestandarte de la llamada “izquierda” Gabriel Boric Font. En la historia democrática de nuestro país el evento así definido como “triunfo de la izquierda” había sucedido antes; el triunfo del Frente Popular en 1938 y de la Unidad Popular en 1970. En ambos eventos anteriores, la influencia en la elección y en el desenlace de ambos gobiernos estuvo íntimamente relacionado con eventos políticos mundiales. En el actual acontecimiento también, como pretendo acreditar. Pero los eventos del 38 y del 70 se diferencian grandemente por las expectativas cifradas por sus respectivos partidarios, y especialmente por el perfil de quienes los lideraron.

El año 1936 se forma el Frente Popular que llevaría al poder a Aguirre Cerda en 1938. Pedro Aguirre Cerda, quien falleció en la mitad de su mandato, era un brillante self made man poseedor de dos títulos académicos, profesor de estado y abogado, y de un curriculum que lo acreditaba como el mejor entre sus pares. Su breve pero prolífico mandato legó al país instituciones que han dejado huella en la historia institucional chilena. A pesar de ser huérfano de padre de una prolífica familia sumida en la extrema pobreza, su carrera profesional y política fue intensa y meteórica. Las tensiones que debió soportar en la primera magistratura hablan de un estado de precariedad y pobreza del país derivado dentro de otras cosas, de las guerras globales que se desencadenaron en esos años. Los eventos mundiales daban cuenta de una tensión derivada de los desequilibrios económicos y bélicos de todos conocidos que causaron estragos en la ya débil economía chilena. Murió de tuberculosis en medio de su mandato, enfermedad que entonces representaba la primera causa de muerte a nivel mundial.

Luego de tres intentos fallidos de acceder a la primera magistratura, Salvador Allende se impone en 1970 por estrecho margen. La vida de Allende algo más holgada que la de Aguirre, también está marcada por la tenacidad; lo que manifestó al perseverar frente a sucesivos fracasos políticos. Poseedor de una personalidad fáustica, su trágico final fue coherente con su vida. Como proponía el poeta italiano de su época, Gabriel Danunzio, hizo del lema vivire peligorosamente, una conducta de vida. Una famosa anécdota lo retrata: por diferencias insalvables con su correligionario de partido Raúl Rettig, se batió a duelo de pistolas. Sostienen los testigos que los duelistas no eran familiarizados con las armas de fuego y por ello ninguno acertó, pero ambos tiraron a matar.  Su mandato también está teñido por la conflagración mundial que casi nos llevó a la destrucción atómica global: la guerra fría. Su suicido no fue impulsivo; fue madurado y meditado. Así lo sugiere su monomanía de compararse con Balmaceda. Murió como vivió; al límite de sus capacidades.

Bastan estas ambas descripciones de las trayectorias de esos próceres para concluir que el liderazgo y las causas por las cuales Boric accede al poder, no tienen ninguna relación con la de sus congéneres izquierdistas. El curriculum de su líder y la holgura económica del país que le toca gobernar, dan cuenta de ello.

El curriculum de Boric nos habla de un joven protegido, hijo de una muy acomodada familia magallánica, que estudió en el mejor colegio de la plaza y que al trasladarse a Santiago lidera movimientos de protestas múltiples en la escuela de derecho de la Universidad de Chile, ex alma mater de las mejores mentes del país, hoy sumida en una mediocridad académica e intelectual, al parecer sin retorno. La decadencia de esa facultad se debe entre otras razones por la caótica convivencia de la comunidad universitaria, derivada de las tomas lideradas precisamente por Boric Font. En su estadía en la facultad nuestro joven líder no logró aprender las materias, fracasó académicamente, y hasta ahora no ha podido recibirse de abogado. Saltó al estrellato mediático por liderar desórdenes y protestas estudiantiles. Su aspecto desaliñado y contestatario dan cuenta de un estado mental y emocional, no solo de él, sino según pasaré a relacionar, de una generación completa.

Es así como, bajo el concepto “izquierdista” reconocemos fenómenos sociales de muy variada especie e incluso que entre ellos no podrían confundirse en un solo género. Estimo que, los fenómenos político-electorales del 38 y 70 difieren radicalmente del que estamos viviendo con la elección de Boric. Tanto el perfil de los líderes que los han encabezado, las circunstancias de los electores que por ellos han optado y los valores simbólicos o mitos que los acompañan.

Del perfil de los líderes ha quedado claro con la somera descripción de los personajes. Dos lideres que hicieron una carrera en un plano inclinado contra ellos, y que su empeño y tenacidad fue la condición necesaria de su éxito. Boric es un producto de un fenómeno que lo trasciende. En dos palabras; no es un líder propiamente tal; es un producto mediático, una imagen, un símbolo. Es lo que se llama, una figura. Es the right men in the right place.

Los fenómenos del 38 y del 70, son movimientos revolucionarios. Pretendieron cambiar un estado de cosas por otro aun inexistente; nos hablaban de una liberación pendiente de amplios sectores de la población que se sentían “oprimidos” por un sistema que los privaba de bienes y oportunidades. Aquí el lector me podría decir; pero si eso precisamente es lo que invoca Boric: liberación, superar opresiones.  En efecto eso es lo que se invoca, pero el elemento simbólico o mito discurre por otro lado. Lo que la revolución pingüina que lideró Boric y su generación buscan, es otra cosa, no es liberación; buscan protección.

La cuestión es muy paradójica; los revolucionarios del 38 y del 70 hablaban de sustituir el sistema capitalista para liberar a los oprimidos. Ambas palabras -liberación, opresión- nos conducen a imágenes de alguien que tiene potencias y voluntad que no puede ejercitar. El sistema capitalista sería una barrera o una losa sobre los oprimidos. Pero para nuestros actuales izquierdistas, la sensación de opresión proviene más que del sistema opresor, de la impotencia que el mismo sistema les inspira para encararlo. En efecto, la misma sociedad contemporánea ha deprimido las potencias de los individuos. Los individuos se sienten oprimidos, no porque exista una losa sobre sus cabezas, sino porque la ultra tecnología ha deprimido su fortaleza.

Es un hecho empírico: la población juvenil se alineó mayoritariamente con Boric. Pero hay elementos para pensar que la motivación generacional no pretende que elimine el sistema de mercado y consumo, sino que eligió a Boric para acceder fluidamente a estos llamados bienes del capitalismo de modo garantizado. Una generación que se auto percibe como impotente para encarar la realidad cruda de una sociedad libre. Una generación que necesita protección de un ente tutelar superior. Pretende un Estado protector, pero no coercitivo. Nada de dictaduras del proletariado. Nada de “opresiones” que prohíban la droga. Prohibido prohibir. Nada para las obligaciones. Todo para los derechos. Es esta la generación de la fragilidad.

¿Quién hizo posible estas expectativas de un mundo sin límites? Se podrán invocar “pensadores” de la escuela francesa post marxista. Pero no me refiero con la pregunta a los que teorizaron que esto era posible -que a mi juicio son iguales que los economistas teóricos; que te dicen lo que va a suceder y después te explican por qué no sucedió-. Me refiero a las condiciones de posibilidad fácticas y materiales, que ha hecho posible esta expectativa de gratuidad ante la vida. Y mi respuesta apunta paradojalmente a aquel gran demonio de estos mismos revolucionarios de la fragilidad: el satánico neoliberalismo. Yo por razones conceptuales no lo denomino así porque el concepto como tal, no tiene fronteras y por tanto no es un concepto. Yo lo denomino la sociedad de consumo sofisticado, la de las comunicaciones al instante, la de la comodidad doméstica y cotidiana, la de los viajes por el mundo sin límites, la del sexo sin límites, el de los automóviles y aeroplanos que no fallan, la de los smartphones que te permiten decir sin límites territoriales ni de número de receptores, lo que se te viene caprichosamente a la cabeza, sin consecuencia alguna. La de la sociedad sin costos. En resumen, la sociedad que se nos “apareció” hace muy pocos años, no más de 20, y que mantiene en constante perplejidad a occidente.

No; dice la generación de la fragilidad; no queremos eliminar el sistema que permite estos bienes. Solo queremos gozarlos sin límites. Esta generación acepta la sumisión al estado con tal de gozar de manera garantizada de esos bienes. No aspiran a la libertad positiva: aquella que reza -Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mí mismo, y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean-. Y no la quieren porque la libertad positiva demanda de quien la ejerce la aceptación del riesgo y la fortaleza para superar el miedo que ese riesgo produce en todos los corazones humanos. La generación de la fragilidad solo aspira a la libertad negativa, aquella que dice: Soy libre en la medida en que ningún hombre ni ningún grupo de hombres interfieren en mi actividad[1].

En consecuencia, si el líder que encabeza esta cruzada de la fragilidad es una persona sin trayectoria que acredite su fortaleza y su competencia para encarar los graves problemas que demanda la administración del Estado, no importa. Es mejor lidere uno de sus iguales; que no ha podido encarar y ha sido superado en sus circunstancias. Esa es su mejor carta de presentación. Es el hombre débil por definición. La imagen simbólica que se ofrece es la de un elegido tan víctima del sistema como los electores.

¿Cómo vencer esta rebelión de los impotentes? ¿Cómo seducir a las mayorías para que su demanda sea tanto por libertad positiva como negativa? ¿Cómo imponer la idea fuerza que deviene del sentido común, y que señala que, una colectividad solo funciona de manera justa cuando cada miembro está primeramente dispuesto a sacrificar una parte de su libertad negativa? En dos palabras; que la sociedad funciona como tal, en tanto se respeten los deberes antes que los derechos.

La derecha política, supuestamente la defensora de las ideas de la libertad positiva, ha pretendido hacerlo a través de ofrecer más y mejor protección. Aquello es completamente absurdo. Es como si él párroco del barrio ofrezca, para obtener mayor feligresía, abrir una discoteque o un bar con música en vivo.

Porque el dilema no es económico sino cultural, la cuestión que debería plantearse de manera binaria, es la actitud que adoptamos frente a este nuevo mundo de la técnica; lo que quiero encerrar bajo el concepto de la sociedad de consumo sofisticado. Sociedad tan inmensamente seductora y de la que la mayoría de los compañeros, compañeras y compañeres, partidarios del gobierno electo no quieren privarse. La actitud frente a los fácticos límites humanos, que la sociedad de consumo sofisticado nos ilusiona con disolver.

Nostálgicos de una revolución proletaria de verdad, han de estar comunistas que acompañan a Boric en su coalición. Querrán obviamente inclinar el proceso político hacia la “transformación de las estructuras económicas de producción”; motivación que hoy aparece avinagrada y retrógrada para la juventud que mayoritariamente ha marcado su opción por Boric. Comunistas retro que anhelan una réplica del Frente Popular del 38 o de la Unidad Popular del 70. Y la derecha, tan lerda en la comprensión de los procesos sociales, estaría también en “su salsa” al hacer una oposición parecida a la del 70 en que impuso los valores simbólicos del capitalismo. Pero estimo que, nada de eso sucederá. Incluso, parte relevante de la llamada derecha está actualmente permeada de los valores anticulturales que animan la rebelión de los impotentes, con pequeñas dosis de autonomía personal. Está contaminada de progresismo.

Por último, cabe hacerse la pregunta; ¿es este fenómeno de la rebelión de los impotentes, un fenómeno chileno o global? La respuesta es la misma que para los eventos del 38 y del 70. Somos nuevamente la nación laboratorio de prueba. El fenómeno es seguido e impulsado por fuerzas políticas globales. Así lo demuestra el enorme apoyo financiero que la candidatura de Gabriel Boric concitó. Fuerzas políticas que a nivel mundial impulsan la ideología de la post humanidad unlimited, de la que forma parte el apostolado LGTB y otros desvaríos globales como el veganismo, animalismo y ecologismo radical, por nombrar algunos.

El camino hacia la derrota política de esta rebelión de los impotentes es extremadamente compleja. Compleja porque la velocidad del cambio social nos tiene perplejos rastrojeando en los conocimientos filosóficos y religiosos acumulados por la humanidad desde que el homo sapiens se puso a pensar, y nos cuesta encontrar la fórmula y la respuesta. Complejo porque el miedo a quedarse en la berma del camino impulsa a muchos a respuestas reduccionistas y fáciles. Complejo porque quienes ocupan posiciones de poder en la llamada derecha política, ven como la solución para mantener el apoyo popular, ceder y conceder a la ideología progresista del post humanismo tildándola como irremediablemente instalada. Compleja porque no tenemos nítidos referentes intelectuales en nuestro hemisferio occidental que propongan una praxis de reacción. Complejo porque la capacidad financiera de nuestros contendores progresistas a nivel global es enorme y sin límites conocidos. Compran y controlan editoriales, consorcios de prensa, radio y televisión como quien se compra un paquete de cigarrillos.

Solo aspiro que esta batalla nos demande sudor y lágrimas, pero no sangre. El peligro existe porque no hay nada peor para la paz que los pacifistas. Y el pacifismo insustancial y superficial de los compañeres es un buen caldo de cultivo para la violencia.

Que Dios guarde a nuestra patria.

Diciembre de 2021

 



[1] Isaiha Berlin; Dos conceptos de Libertad

domingo, 5 de diciembre de 2021

LAS IDEAS, LAS CREENCIAS, LOS RELATOS Y LOS DATOS

 

La epistemología es la rama de la filosofía que explora la manera en que se genera el pensamiento humano. Uno de los enormes aportes filosóficos de José Ortega y Gasset – que la academia contemporánea no ha aquilatado suficientemente- es en esta área, es su breve pero fértil teoría sobre las ideas y las creencias. Sostiene Ortega que existe una nítida frontera entre estos dos conceptos. El hombre premunido de su inteligencia se enfrenta al mundo; ese mundo impacta su inteligencia, y entonces en su interioridad se forma una representación de la realidad. Esas son las ideas. Pero obviamente el hombre no es una gota de agua o una piedra. No es algo estático. El hombre nace en la completa inconciencia y se va fabricando. Pero no se fabrica solo. Lo hace en sociedad. Y dentro de los insumos que esa sociedad le entrega, se encuentran las creencias. El hombre piensa y se forma ideas, montado en sus creencias. Una metáfora útil para comprender esta dinámica es que el hombre al existir es lanzado a un océano desconocido. Sus brazos y piernas le resultan útiles para no hundirse. Esos brazos y piernas son su inteligencia. Las creencias son una balsa en medio de ese océano desde donde puede pensar. Montándose en la balsa puede recién pensar. Solo ahí, el hombre puede construir su representación del mundo. Lo que jamás hará el caballo o la rana cuya existencia es como la de nuestro personaje en el medio del océano manoteando para no hundirse. La vida del caballo consiste en seguir existiendo y lidiando de modo inmediato y urgente con las circunstancias, sin descanso. Sostenía Ortega que las ideas se tienen, pero en las creencias se está. Para ilustrar esta diferencia, pone el ejemplo de aquel hombre que decide salir a la calle desde su hogar. El hombre duda si hace fresco o calor afuera. Se cuestiona si sale con abrigo o sin él. Pero no se cuestiona que abrirá la puerta de su hogar y al trasponerla estará la calle y el mundo. Él tiene la idea que hace frio y por ello se pone el abrigo, y tiene la creencia que la calle sigue donde mismo. No se cuestiona que así no sea. Pero las certezas basales de nuestro pensamiento -las creencias- también pueden encontrarse cuestionadas. Así explicaba Ortega la causa de la conflictividad de su tiempo, precisamente por la fractura en las creencias basales sobre lo que el hombre es, y su misión en el existir. En su reemplazo se instalaba la duda que es una creencia también, pero no firme sino líquida, pantanosa e insubstancial.

Es esta una teoría. Solo eso. Las teorías son como los tenedores y cucharas. No son la comida. La misión de la filosofía es metafóricamente encontrar y comerse la comida -esto es, dar una explicación plausible de la realidad- premunida de las herramientas que nos proveen las teorías. Ortega nos legó la teoría, pero no una explicación nítida respecto sobre la frontera de estos dos conceptos. Nos dejó una ardua tarea de encontrar dicha frontera. Es ese el sentido de estas letras.

La sociedad contemporánea, sea por su complejidad o sea por vocación del poder político que la conduce, ha tendido a la masificación. La sociedad de masas se caracteriza, en la circunstancia que los individuos tienen una mayor porción de su vida de aspectos incuestionables que no necesitan pensar para darlos por solucionados. Se le reducen los dilemas. La vida del hombre masa discurre sobre un carril prefijado. El hombre masa puede vivir materialmente de modo cómodo y satisfactorio para sí mismo sin que sus fines personales los defina él mismo por cuanto si no cuestiona los carriles sociales – esto es, si no deja de ser hombre masa- puede vivir sin grandes altibajos. El hombre masa no se cuestiona cómo funciona un automóvil al conducirlo, o cómo funciona el suministro eléctrico, cómo es posible que exista el dinero como medio de intercambio, o cómo llega al escaparate del supermercado la comida. La masificación determina que es posible perder el hábito de usar la inteligencia para la sobrevida cotidiana. Nuestro antepasado de las cavernas, y de cuatro generaciones atrás de la nuestra, tenían muchos dilemas cotidianos y menos aspectos de su vida solucionados sin ejercitar el pensamiento y la reflexión; debía con mucho mayor intensidad y cotidianeidad, ejercitar su pensamiento para formarse una idea de las cosas. Se encontraba en la necesidad de escrutar cotidianamente la realidad para poder sobrevivir. Vivir en la sociedad tecnológica contemporánea, nos ofrece una gigantesca franquía – tiempo disponible- que nuestros antepasados no disponían para pensar el mundo, pero paradojalmente usamos menos la inteligencia. La sociedad de masas lo ha hecho posible, y este adverso fenómeno determina que las personas se conducen con una radical confusión de los bienes, creyendo que porciones mayores de esos bienes, son edénicos tal como el aire que respiramos o el agua que bebemos, y que por el solo existir, tenemos derecho a bienes artificiales, sin mediar acción nuestra alguna.

En lo atingente a la teoría de las ideas y las creencias, la sociedad de masas ha sido inductiva a desplazar una porción de la realidad desde las ideas a las creencias. Pensamos “desde” dar por edénicamente solucionados muchos aspectos de nuestras vidas que tienen una realidad social artificial y no natural. Es la sociedad – no la naturaleza – la que nos provee de ellos y son por ello mas precarios que los bienes de la naturaleza. En tal sentido es razonable creer que el sol saldrá por el oriente a una hora x del día, sin que medie acción alguna nuestra. Pero no parece tan razonable creer que nuestro automóvil arrancará en la mañana si o sí.

Este fenómeno – el de la masificación – es el que usa y abusa el poder político para “ordenar” al mundo social. Y como el hombre masa ha relajado y en el extremo ha atrofiado el hábito de pensar, sobreviene la tentación luciferina del totalitarismo: el poder puede, y así lo ha ido haciendo, sustraer aspectos de la vida del hombre masa desde el ámbito reflexivo, e inducir creencias irreflexivas sobre la realidad. El poder político desde el estado, la academia, la prensa y todos los centros de influencia; puede ocultar o adornar los datos y generar empaquetados relatos sobre la realidad que se le “aparecen” al hombre masa como una realidad sustituta. Los relatos, son ideas transformadas artificialmente en creencias. Creencias desde las cuales se debe leer la realidad y que normalmente son funcionales al poder con pretensiones de hegemonía.

La historiografía ha llamado “sistemas filosóficos¨ a una unidad estructurada de creencias acerca de la realidad que relacionan principios metafísicos, epistemológicos, científicos, éticos y políticos. Los relatos pueden tener la pretensión de sistemas filosóficos, pero pueden ser menos que aquello. Daré tres ejemplos. Uno remoto, el otro moderno y el otro casi contemporáneo, para ilustrar el fenómeno del “empaquetamiento” de los datos transmutados en relatos.

El primero escandalizará al ambiente académico y muchos “sabios” abandonarán la lectura de mis letras. La filosofía griega se relata como el puntapié inicial del pensamiento. En toda historiografía de la filosofía se pone como piedra basal de la construcción ideológica de nuestro pensar occidental. Algo habría pasado en las costas de Anatolia primero y luego en la Grecia europea, que el hombre se puso a pensar. Inventaron la Alethia. Inventaron la develación de la realidad a través de métodos racionales. Antes; nada. En otros hemisferios; nada. Hombres caucásicos pusieron “la pelota al piso” y por primera vez reflexionaron sobre la realidad. Los presocráticos serían los Juan Evangelista, de los Sócrates, Platón y Aristóteles. Filosofar desde entonces es lo que hicieron esos hombres. Ahí estuvo la Arcadia perdida que debemos recuperar. Los datos indican otra cosa. Fue el idioma y la escritura la condición de posibilidad que esos pensamientos llegasen a nosotros fragmentados, imprecisos, reconstruidos ex post y a veces ucrónicamente. En otras palabras; antes y después de Platón y Aristóteles existieron pensadores dentro y fuera de Grecia, sabios que no llegaron a nosotros. La sociedad griega fue tan humana o inhumana como muchas. Este relato es tan generalizado porque sirve de base y sustento al relato del progreso humano. Lo que nos indican los datos, es que, lo que ha progresado es la técnica. El idioma y la escritura es una técnica. No hay tal progreso humano del hombre en sociedad. Basta observar la conducta de las turbas contemporáneas para concluir aquello.

Un segundo ejemplo, que quizá también escandalizará: Hace pocos años se conmemoraba el bicentenario de la revolución francesa. Las autoridades francesas se vieron en la necesidad de resolver si conmemoraban los luctuosos acontecimientos de la toma de la bastilla y sus terribles consecuencias, o “celebraban” el acontecimiento. Las sucesivas repúblicas francesas se han fundado en un relato sobre lo que sucedió el 14 de julio de 1789 y sus consecuencias. Pero la historiografía ha dejado claro que ese relato es falso. Se funda en una ucronía del ancien regime y en una utopía de lo que sucedió después de la revolución. No hubo tal mejora, ni tal liberación, ni nada que se le parezca ni en Francia ni en el extranjero. Los episodios de la revolución lo único que causaron fue un desastroso régimen de terror, muerte y destrucción; y para concluir y deshacerse de la chusma homicida de los revolucionarios, advino un líder sanguinario que encabezó un régimen militarista que sembró la muerte y destrucción por toda Europa. Toda la inteligencia surgida en Europa y Francia en ese mismo período de explosión de la creación artística, la ciencia y los conocimientos humanos, no fue por causa de la revolución ni de Napoleón, sino a pesar de ellos. Pero el relato es contrario a esa realidad, y, como buenos franceses, en el bicentenario decidieron echarse al bolsillo la realidad y celebrar la gloriosa revolución francesa. Todos sabían los datos, pero se optó por el relato.

Otro ejemplo palmario y más próximo de este fenómeno fueron los totalitarismos del siglo XX donde la demagogia capturó la voluntad y la pasión del hombre masa induciendo el relato de la “lucha de clases” o de la “superioridad de la raza aria”, relatos en base a una realidad empaquetada, donde los datos se usan mañosamente y los datos que contradicen el relato se ocultan o desprecian. En base a estos relatos empaquetados se induce a las masas a la voluntades pasionales e irreflexivas.

Esta técnica totalitaria del poder político se ha sofisticado en nuestro siglo, elevada a la potencia. Se ha hecho más “soft” pero más eficaz. Una población masificada, desacostumbrada a la reflexión racional es adiestrada cotidianamente a asumir los relatos como verdades incuestionables. El espacio de la vida social contemporánea se va poblando de seudo creencias inducidas por relatos que rayan en la demencia (como es el caso del feminismo radical). Se habla del progreso de la ciencia confundiéndolo con el progreso de la técnica. El espacio lingüistico se va angostando. El idioma pierde los matices que la inteligencia humana le dotó a través de los siglos. Las palabras se usan como talismanes simbólicos de bien y de mal, más que como contenedoras de ideas.

Y el mejor ejemplo de esta sofisticación totalitaria de imposición de los relatos, la constituyen los neo relatos hoy en boga: La pandemia, el calentamiento global y la ideología de género.

Y esto no tiene que ver con el tipo de régimen político. La masificación y el totalitarismo de los relatos que en el siglo XX se asociaba a los regímenes totalitarios, hoy se utiliza en regímenes de democracia representativa, donde ni representantes ni representados ejercitan ordinariamente la reflexión racional y son vehiculizados por los relatos. Se instala la creencia que los habitantes del siglo XXI somos más elevados y sofisticados que los de los siglos pretéritos, solo porque en general hemos satisfecho las necesidades básicas y en general somos más prósperos y hasta opulentos. Es el relato del progreso y del desarrollo. Pero de verdad el hombre masa contemporáneo es más primitivo, menos humano y más cercano a nuestra animalidad que nuestros abuelos o bisabuelos.

No se trata de ignorancia versus sabiduría. Se ha dicho y repetido como un mantra: vivimos en el mundo de los datos. Todos los datos están a disposición del hombre a través de las tecnologías de las comunicaciones como nunca antes lo habían estado. Pero paradójicamente tantos más datos tenemos a nuestra disposición más demandantes están las masas de relatos que ordenen sus vidas. Si nos comparamos con tres generaciones precedentes, observamos como se ha ido reduciendo el ejercicio reflexivo para procesar esos datos; y así lograr que cada persona se forme una representación propia de la realidad y obre como individuo y como hombre político en una democracia real.

Y la causa de este fenómeno es dual. Efectivamente el poder político homogeniza la “opinión pública” y busca hacerla más sumisa, en base a los relatos con datos verdaderos o falsos – no importa. Presumo que tal avidez de angostar el espacio de soberanía individual es a fin de manejar una sociedad compleja con equilibrios precarios e imperativos difíciles de contener (alimentar y satisfacer las necesidades de 8000 millones de almas). Aquello parece plausible. Pero lo que no resulta plausible ni fácilmente explicable, es que también los sujetos pasivos de los relatos -la masa- demandan les provean de una representación de la realidad ya procesada. Demandan relatos.

En efecto, la falta de hábito de enfrentar la realidad hace que el hombre contemporáneo sea más precario e impotente para encarar sus circunstancias. Proveerse de bienes y servicios sofisticados y artificiales disponibles, se hace algo distante a sus potencias, pero a la vez indispensable. El hombre de siglos pretéritos pretendía bienes menos sofisticados, pero más susceptibles de obtenerse por sus propias potencias. El hombre masa contemporáneo se habitúa a la dependencia de esta torre de Babel contemporánea compuesta por los guías hegemónicos (Estado, medios de comunicación y poderes transnacionales) y por los bienes artificiales que han pasado a ser vitales para su subsistencia.

Hasta ahora, los estudiosos del totalitarismo asociaban el fenómeno a cierto tipo de regímenes políticos jurídicamente autoritarios como las dictaduras y monarquías. La democracia se estimaba era el remedio. Pero el fenómeno de la masificación es causa y efecto de potenciamiento de este fenómeno de dependencia del poder totalitario de un estado en cualquier tipo de régimen y en especial en las democracias representativas. La masa demanda un Estado que te diga que debes hacer, cuando lo debes hacer, que debes consumir, cuando, que sexo debes tener, de que modo debes manifestar tu sexualidad, como debes comportarte con tu mujer o marido, etc. etc.

¿Porque el individuo tolera este empobrecimiento de sus facultades propiamente humanas, de formarse un juicio propio de la realidad, y actúa progresivamente de manera bovina? Enorme pregunta cuya respuesta requeriría un tratado filosófico aun no escrito. Adelantaré una hipótesis cuya fundamentación excede la brevedad de estas letras.

La conciencia humana es un accidente evolutivo o un rol que le asignó al hombre la divina providencia. Para efectos de esta reflexión ambas creencias permiten la conclusión que propondré. Empíricamente, no tenemos datos que permitan estimar que hay conciencia en los animales por más evolucionados que se manifiesten. Tampoco existe ningún dato serio que nos acredite que existe en otros lugares de la galaxia vida, y menos seres inteligentes y conscientes de sí mismos. Hasta donde sabemos pues, somos los únicos dotados de esta singular aptitud de la inteligencia: el hombre se puede formar una visión de sí mismo, como una entidad distinta del mundo que le rodea y de sus compañeros de especie. También puede tener, lo que los animales no tienen; una dimensión del tiempo. Esta condición por trivial muchas veces no se pondera suficientemente; el hombre se sabe prisionero del tiempo. Percibe su finitud y reflexiona sobre ella. Como animal que es, mantiene de esa condición el instinto de supervivencia que le provee su sexualidad; perpetuarse como especie. Pero no le resulta suficiente. El hombre, o más precisamente, la conciencia del hombre tiene vocación de trascendencia; quiere creer que es parte de un plan que le de sentido a su existencia. Los animales carecen de esa volición. Y aquí viene mi tesis. El hombre no solo quiere creer; necesita creer. Es consustancial a su naturaleza tan singular. Consustancial al ser humano es la trascendencia. El hombre no se satisface con la inmanencia.

El positivismo científico ha invisibilizado esta condición. Se ha repetido como mantra que existencia es igual a inmanencia. Pero como el magma que se escapa de la corteza dura de un volcán, el apetito de trascendencia aflora en el ser humano. La cultura contemporánea efectúa un apostolado materialista para convencernos que progreso es igual a la pérdida de esa dimensión; que el hombre al “evolucionar” ha borrado de su radar lo que está más allá de la materia, más allá de su muerte. El positivismo filosófico ha instalado la inmanencia como una premisa incuestionable y sostiene que no hay nada más allá que la experiencia existencial.

La ciencia empírica paradojalmente nos ha enfrentado a la evidencia que la materia misma es un conglomerado de órdenes físicos y químicos. La materia en sí no existe por cuanto no hay una unidad basal que identifique su existencia. La palabra “ente” nos ha quedado pequeña para identificar la realidad física. La materia no tiene existencia sino consistencia. No existe, sino más bien fluye “desde”, a un “hacia”. Todo en un orden temporal.

Flota en el ambiente de las grandes cuestiones que no hay dios según el mantra positivista, pero tampoco hay materia, conforme nos lo demuestra la ciencia. Para mayor confusión algo o alguien gatilló una entidad que es más misteriosa aun: el tiempo. El hombre que consustancialmente quiere creer, no encuentra ningún flotador en este mar abisal de dudas y angustiosamente manotea en lo líquido e insubstancial para sostenerse. El hombre contemporáneo está ávido de relatos que den fundamento a una creencia sustituta de la fenecidas. Relatos que ordenen su existencia. Relatos desde donde pensar el mundo. Así lo exige su naturaleza. El hombre debe pensar para abordar su circunstancia. Pero solo puede formarse ideas montado sobre creencias sólidas. Las creencias sólidas han sido desterradas del mundo moderno. En su radar Dios es problemático y su cultura lo obliga a pensar que no existe. En su radar la materia es problemática y la ciencia le señala que no existe. Así, está ávido de relatos que substituyan sus pretéritas creencias.

Y amparado en esta demanda, el poder ha aflojado las clavijas de la lógica racional a la hora de elaborar los neo relatos. Ya no hay tanta pulcritud lógica en los relatos como en el siglo diecinueve y veinte. Estos pueden fundarse casi sin datos o derechamente contra lo que los datos públicamente y a disposición de todos, les indican. Basta repetir relaciones lógicas inexactas o falsas, para considerarlos eslabones. Goebbels, ministro de propaganda del nacional socialismo, no se lo habría podido creer. Estaría como “chancho en el barro”. Basta hablar de “consensos de expertos” para que la cerviz de la masa se incline para someterse a esos relatos. Las masas buscan ávidamente un Estado que los proteja; algo que los proteja[1]. Es esta una gigantesca tragedia contemporánea: la renuncia de las masas a la libertad, e implícitamente a su humanidad; a su condición humana. Es verdad que esto se venía perfilando hace dos siglos. Pero en la intensidad que se manifiesta hoy es a mi juicio, inédito.

Isaiah Berlín nos legó un ilustrativo concepto de la libertad como un bien que se percibe desde dos perspectivas: la libertad negativa “que nada ni nadie me impida ejecutar las voliciones de mi propia voluntad” y la libertad positiva “que nada ni nadie me impida buscar y ejecutar mi propio plan vital”. Las masas contemporáneas han renunciado a la libertad positiva y aspiran solo a la libertad negativa.

¿Cómo cortar este nudo gordiano? ¿Cómo recuperar la humanidad perdida del hombre? ¿Cómo aprovechar esta circunstancia maravillosa que nos proveen las tecnologías de la información, de tener a nuestra disposición los datos que nos permiten formarnos un juicio de realidad personal y propio?

Las futuras generaciones tienen la tarea.

Diciembre 2021

 

 

 

 

 



[1] Nosotros hemos inventado la felicidad -dicen los últi­mos hombres, y parpadean. Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino y se res­triega contra él, pues necesita calor. Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres! Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable. La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son de­masiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas. ¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio. “En otro tiempo todo el mundo desvariaba” -dicen los más sutiles, y parpadean. Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutien­do, más pronto se reconcilia; de lo contrario, ello estropea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últi­mos hombres, y parpadean. Discurso del último hombre en Así Hablaba Zaratustra. Federico Nietsche.

jueves, 18 de noviembre de 2021

LA MOSCA CONTRA EL CRISTAL

 

Una adicción es una inclinación o atracción extrema hacia algo o alguien. La adicción te priva de la tranquilidad y es por ello normalmente vista como algo vicioso e indeseable. Además, los adictos vivimos aislados de los demás humanos que no padecen la adicción. Por eso existen los clubes de alcohólicos, para acompañarse en su soledad. Me confieso. Padezco de una adicción. Me declaro adicto a la realidad. No puedo evitarla ni eludirla. Me persigue durante toda la vigilia y a veces en sueños.

No quiero con esta confesión presumir que posea mayor inteligencia respecto quienes no los afecta esta obsesión. Por el contrario. Entiendo por inteligencia la facultad para desentrañar los problemas que te opone el mundo. Pero los problemas que te opone el mundo están teñidos de subjetividad y perspectiva. Ser adicto a la realidad es contrario a ser inteligente desde cierta perspectiva.

Soy como la mosca prisionera del cristal de la ventana, que al contrario de sus hermanas que revolotean en el centro de la pieza volando con giros bruscos, y siguiendo su naturaleza mosquil que es simplemente volar y disfrutar del aire sin vientos y otras dificultades de la atmósfera exterior, disfrutan la pieza encerrada de la casa. Mi símil son aquellas moscas que se golpean contra la ventana y batallan contra el cristal para salir a volar al mundo exterior sin atinar a solucionar el problema que les opone ese cristal. Sus hermanas moscas normales y corientes, parecen disfrutar más de la vida que la porfiada, que se afana en la casi insoluble resistencia del vidrio. Con aguda inteligencia pensarán las moscas voladoras; “esta imbécil se afana en vano por salir de esta cálida pieza, para que el viento se lo lleve, quien sabe donde”.

Digo esto para ilustrar las razones de mi desazón sobre los términos en que se plantea el debate sobre las próximas elecciones. Se trata de elegir el gobierno del Estado que es la sociedad jurídicamente organizada. Se trata pues de elegir que hacer con ese Estado y como abordar los acontecimientos políticos. ¿Qué es un acontecimiento político? ¿Qué lo distingue de un acontecimiento no político? Un acontecimiento político es aquel que afecta y altera la convivencia dentro de una comunidad política, y una comunidad es política cuando está trazada en base a derechos y deberes que se nos imponen para que la convivencia sea posible. Lo que uno esperaría entonces que se debatiera en una “elección” son los hechos políticos mas relevantes y que nos afectan cotidianamente.

¿Cuál es el hecho más relevante políticamente hoy? Que duda puede caber: pues la llamada pandemia. Un poder coercitivo ha declarado que ha surgido de la noche a la mañana algo indeseable que no vemos, que se llama virus, que es letal, que mata o puede matar a mucha gente, que no puede controlarse sino colectivamente, y en razón de ello, la población del mundo debe ser privada de libertad, suspenderse el normal comercio humano, y para conservar la salud, la población masivamente sin reservas y por medios coercitivos, debe inocularse sustancias químicas externas y ajenas a nuestro cuerpo, cuyos efectos indeseados le son desconocidos.

Pero como la mosca que está pegada al cristal, constato de modo efectivo y conforme a los datos que existen para formarse un juicio razonado sobre el tema; que ese virus no es letal en términos que no mata al 99% o más de quienes lo padecen y que considerada la población total su letalidad es inferior al uno por mil; que se diagnostica la existencia del virus a través de un examen cuyo inventor declaró que no era útil ni idóneo para detectar virus; qué en base a ese diagnóstico -errado científicamente hablando- se adoptan decisiones coercitivas que afectan las libertades básicas; que como virus que es, no puede controlarse como tal -los virus son mutables y no existe capacidad humana para controlarlos-; que la inoculación de sustancias químicas no ha sido útil para controlar el virus, que la mayoría de casos fatales reportados luego de la inoculación, corresponde a personas inoculadas; que estadísticamente la inoculación produce efectos nocivos para la salud y finalmente; que el comercio humano mundial debido a esta decisión coercitivamente impuesta, se ha visto gravemente afectado, lo que provocará pobreza, caos, violencia y eventualmente guerras que, esas si, provocarán millones de muertos.

En dos palabras, el juicio racional señala que estamos privados de libertad ad portas de un caos de proporciones imposibles de calcular, debido a un error inducido por un poder trans estatal y trans nacional. Entonces ¿por qué razón el debate para elegir conductores del Estado no trata de esta cuestión?

Pero en el “debate” el tema no se toca. ¿Por qué el tema no se trata? ¿Por qué no se razona públicamente sobre un hecho político inducido por causas imposibles de justificar con argumentos racionales y que reporta múltiples efectos negativos para la comunidad política? Propongo una hipótesis: Porque el tema es místico. Se instaló socialmente como un hecho que toca la sensibilidad mística de las personas. Por místico me refiero a una representación de la realidad aceptada en nuestra siquis por causas misteriosas, imposibles de desentrañar racionalmente y que escarbar sobre ello nos genera una sensación de vértigo abisal. Después de instalado en la conciencia colectiva el coronavirus como un hecho místico, no es un acontecimiento susceptible de análisis racional. Es algo similar a un tabú. Nadie públicamente discutirá sus complejos de Edipo o de Electra porque son cuestiones que tocan la sensibilidad mística.

La moderna sicología de masas y los manipuladores de la conciencia colectiva, ha descubierto que, si tratas un tema místicamente, ese tema estará fuera del ámbito del análisis racional. Los intentos de racionalizar el hecho recibirán entonces, un repudio masivo. Es como para los católicos discutir y cuestionar la transubstanciación de la hostia. Si se plantea, todos mirarán molestos hacia un costado, buscando cambiar de tema.

Entonces los candidatos, cazadores de voluntades y votos, racionalmente lo estiman como algo incuestionable e inútil para conquistar esas voluntades. Incluso, el solo hecho de cuestionarlo necesariamente le reportará rechazo a quien lo haga.

Ahora bien; ¿Cómo se transforma un hecho susceptible de escrutinio racional, en un hecho místico, vedado socialmente a ese escrutinio? Propongo una segunda hipótesis: instalando en la siquis que un hecho nuevo o sobreviniente, tiene efectos insuperables para el individuo.

La amenaza debe ser sobreviniente. A nadie se le ocurre proponer cuarentenas y vacunaciones masivas por el peligro de muerte y preminencia de la hepatitis B, una enfermedad viral que provoca más muertes que el coronavirus y de diagnóstico mucho más preciso. Ello porque la hepatitis B no es un hecho sobreviniente. Convivíamos con ella de lo más bien. Imposible entonces de legitimar una parálisis colectiva como la que ha causado el coronavirus.

La amenaza debe ser insuperable. Se ha dicho que se siembra el temor a la muerte. Pero la representación de la muerte individual no alcanza a paralizar racionalmente a un colectivo. Es algo demasiado previsible la muerte individual. Lo que sí es insuperable intelectualmente, es representarnos la posibilidad de la muerte colectiva; aquello genera un terror atávico de tal magnitud, que paraliza la racionalidad. Existe en nosotros un atavismo animal; el terror de desaparecer como especie. Ese miedo es mucho más potente que el temor a la muerte individual. Es aquella la tecla que han tocado los ingenieros sociales del terror. Desaparecer como lo hicieron los dinosaurios.

La mosca del cristal si pudiera convencería a sus hermanas que revolotean volando insustancial e inútilmente hasta su próxima muerte, que afuera de la habitación, hay cadáveres, excrementos y pudriciones que les permitirían desarrollar de mejor manera su naturaleza mosquil y por ello deben atreverse a salir de la habitación o al menos intentarlo.

Algo así me gustaría inspirar a mis prójimos humanos: Vivimos en un mundo repleto de datos. Nunca en la historia de la humanidad conocida, el hombre había tenido a su disposición tamaña cantidad de datos susceptibles de procesarse racionalmente. Es pues posible liberarnos colectivamente de los atavismos místicos. Es posible hacerlo. Propongo empezar por apagar el televisor y dejar hablando solos a los hierofantes del terror atávico.

Noviembre de 2021

 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

EL NEOLIBERALISMO Y EL VICTIMISMO

Chile en el siglo XX, ha sido protagonista de sucesivas vanguardias o experimentos socio-políticos a los problemas sociales derivados del avance de la modernidad. Me explico: fue en Chile donde se pretendió imponer la utopía socialista por la vía democrática; fue en Chile donde se reinstaló (antes que la Sra. Tatcher y R. Reagan lo hicieran en naciones del primer mundo) un sistema que hoy se identifica como neoliberal, en que se liberaron los mercados de controles y proteccionismos para superar un empobrecimiento crónico que afectaba a occidente, pobreza que golpeaba con mayor rigor a las naciones más pobres.

Los experimentos como tales son azarosos; a veces tienen éxito, algún éxito, o ninguno. El experimento de la revolución con empanadas y vino tinto de Salvador Allende, terminó en tragedia. Obviamente no por culpa de unos militares perversos y caprichosos como nos pretende enseñar el Museo de la Memoria, sino por el frívolo utopismo de pretender destruir una de las bases de toda convivencia social; el derecho de propiedad, y de un modo absurdamente voluntarista; con las patas y con el buche. El experimento del gobierno militar, fue el que sus detractores llaman neoliberal, tuvo éxitos evidentes y palpables: el camino a la superación de la pobreza. Tanto fue su éxito que sus detractores y enemigos iniciales lo adoptaron a rajatabla[1] y Chile pasó a ser la joya de la corona de latino américa. Pero ese experimento generó también patologías como la precarización social, que los actores observan desde diferentes perspectivas y ofrecen soluciones diversas y opuestas para superarlas.

¿En qué consiste esa precarización de la vida social? Si bien no sufrimos hambrunas ni guerras, una parte de la población presumiblemente mayoritaria, adquiere expectativas de progreso personal que antes no existían, pero que ahora están formalmente a su disposición, tales como la educación superior formal, el consumo de bienes que hacen más grata la vida cotidiana, la conservación de la salud con procedimientos sofisticados; pero carecen de las suficientes herramientas para proveérselas lo que genera ansiedad y angustia. Y en parte también carecen de las aptitudes para lidiar con el sistema de mercado y proveérselas por su cuenta. Esto último – y aquí lo yo denomino patología de la modernidad- paradojalmente los avances tecnológicos y sus facilidades han deteriorado ciertas aptitudes para que cada uno asuma su vida y encare sus caminos. Recordando esa vieja metáfora del escultor, donde el cincel es la inteligencia y el martillo es la voluntad; la modernidad ha mejorado y sofisticado el cincel, pero ha deteriorado el martillo. Cuando el piloto de un barco se enfrenta a la borrasca, si solo le acompañan sus conocimientos náuticos teóricos, pero flaquea en la disposición para ponerlos en práctica, su nave fatalmente zozobrará.

Lo descrito en el párrafo precedente es un fenómeno global que afecta a casi todas las sociedades occidentales. Y nuevamente Chile, inducido esta vez por generosas ONG y otras influencias foráneas, se propone como laboratorio experimental. El programa del candidato a la presidencia de la república don Gabriel Boric representa a mi juicio un nuevo proyecto de experimento vanguardista para Chile cuyo éxito, en caso de triunfar su opción electoral, pronostico consecuencias fatalmente nefastas, por las razones que pretendo explicar a continuación.

El perspectivismo es una corriente filosófica que asimila la realidad a una naranja que cogemos con la mano: siempre y fatalmente la estaremos observando la naranja de un costado y nos resultará oculta desde otro; cuando la cambiemos de posición, nos resultará ajena la parte oculta. Por eso el eclecticismo que nos invita a ponderar la razonabilidad de cada una de las perspectivas, es una virtud y un imperativo para la convivencia democrática. Pero ese eclecticismo debe comparar manzanas con manzanas y peras con peras. No se puede valorar de un mismo modo una perspectiva de la realidad que nace de la reflexión racional a otra que nace de las pulsiones emocionales.

En la coalición de Boric conviven comunistas que aun creen en la arcadia socialista y colectivista de Lenin, Stalin y compañía, e inspiran en parte el programa. Pero la corriente principal es la del candidato Boric que, ¿cómo podríamos denominarla? Propongo un nombre que encierra con bastante precisión su perspectiva fundada más que en la reflexión, en la emoción: El Victimismo. El mundo según esta corriente está compuesto por dos tipos de seres humanos: opresores y oprimidos. Los oprimidos son víctimas de este sistema opresor que es el neoliberalismo. Se ofenden fácilmente. La cultura de la ofensa los induce a ser intolerantes con las ideas ajenas, y tal como su líder, nunca han sido capaces de salir al mundo y enfrentarse a él. Prefieren el fanal que los proteja. Un amigo me advirtió a propósito del movimiento del 18/10/2019; las revoluciones verdaderas buscan la liberación. Este movimiento busca el aborregamiento colectivo. Busca la protección y el amparo de un Estado amable y protector. Y lo busca porque la emoción que los inspira es la impotencia para lidiar con el mundo. No hay propiamente un bototo que los oprime. Simplemente el mundo se ha tornado para ellos en una entidad tan compleja que aquello les genera una perplejidad paralizante.

De tras de los deditos levantados y de la voz aguda de su líder, de su tono altisonante, se esconde pues una gran fragilidad colectiva de quienes aspiran a un mundo como el que propician las agencias de la ONU; “donde seremos más pobres, pero más felices”.

Así las cosas, que Boric llegue a ser presidente más que un sueño de construcción de un mundo más justo, pacífico y borreguil; es una pesadilla de falta de control sobre las consecuencias de los actos de este colectivo político que es el frente amplio y sus socios. “Le meteremos inestabilidad al sistema” fue la brillante idea de uno de sus colaboradores. Es como si el piloto del barco dijera le haremos un forado a la sentina del barco. Esa sola frase demuestra hasta que punto hay una dramática desconexión a la realidad.

Frente a esta candidatura inspirada en una especie de revolución de las flores de 1970 o del prohibido prohibir de París de 1968, la candidatura de José Antonio Kast, representa la figura del padre fundado en el sentido común; que no tiene respuestas para todas las dificultades porque reconoce en la realidad un margen de precariedad que es necesario encarar todos los días. Es decir, reconoce la vida y su realidad como ella es.

Dios guarde a nuestro país del desatino estridente del victimismo y que no seamos nuevamente probeta del laboratorio del mundo.

Noviembre 3 de 2021

 

 



[1] No se olvide el lector que Alejandro Foxley ministro de Aylwin y Ricardo Lagos protagonista privilegiado del Chile neoliberal, escribieron anteriormente libros que propiciaban las recetas colectivistas y socialistas.

viernes, 29 de octubre de 2021

BORIC, EL SOCIALISMO Y LA CLEPTOCRACIA

Cuando tenía trece años acompañaba a mi padre rumbo a Constitución. Un tórrido día domingo de verano, paramos a tomar algo liquido en San Javier. Mi padre al ver a un vendedor de diarios me pidió que le comprara el mercurio. El hombre de extracción muy modesta vestía, no obstante el calor, una raída chaqueta y usaba corbata. Lo interpelé pidiéndole El Mercurio. Me contestó que el solo vendía El Siglo. Me explicó que era militante del partido Comunista y que recorría las calles de San Javier por orden partidaria. Me atreví a preguntarle si vendía todos los ejemplares. Me contestó que no; que lograba vender a un muy bajo precio muy pocos ejemplares, pero que él cooperaba con la futura sociedad socialista de esta forma. Me quedé perplejo. Que tremenda convicción podía tener un hombre para salir a repartir un diario -que además era muy aburrido- con 38º centígrados para vender tan pocos diarios. Así funcionaba el comunismo en el año 1969.

 Mucha agua ha pasado bajo los puentes. El socialismo del siglo XXI es otra cosa. Somos testigos de una tendencia dominante en el socialismo latino americano: La cleptocracia. Demagogos que prometen reemplazar el infierno neoliberal llegan al poder en nuestras frágiles democracias latinoamericanas, y como por arte de magia se hacen ricos, con cuentas off shore y sociedades de inversión, veraneos en paraísos capitalistas -como nuestro alcalde de Recoleta- y discursos altisonantes contra el sistema opresor.  Los hermanos Castro, los Kichnner, los Lulas, los Correa los Maduro y algunos de los próceres de la ex concertación; milagrosamente son ricos; sin haber pagado empleados, formularios 29 y todas las ordinarieces a las que estamos sometidos quienes hemos vivido de nuestro trabajo diario.

En el 2013 en Coyhaique, conocí personalmente en una comida, al malogrado ex presidente de Perú Alan García. En el calor de los bajativos que se extendieron hasta las dos de la mañana, contó la anécdota de su asunción a la presidencia del Perú en 1985. Asistía dentro de otros, el ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez recordado cleptócrata de la izquierdista Acción Democrática. Ambos progresistas y socialistas.  Pérez, sin ambages le señaló “Alan usted cuando ejerce el poder en latino américa, debe disponer lo necesario para proveerse de una fortuna personal, sin la cual después lo pasará muy mal”. Alan García le respondió -lo contó sin ninguna vergüenza- No se preocupe presidente, dispondré de una fortuna de dos millones de dólares. Carlos Andrés Pérez le contestó; “Alan no me ha entendido, debe usted proveerse de una fortuna de al menos cuarenta millones de dólares -hoy más de cien-. Si no lo hace después se arrepentirá”. Parece que García no le hizo suficiente caso. Debió pegarse un tiro acosado por las requisitorias judiciales por delitos de corrupción.

Cuando aparecieron los jóvenes del Frente Amplio y de sus derivaciones; sus discursos altisonantes señalaban que renunciarían a sueldos, donarían sus dietas y por ningún motivo se contaminarían con el satánico neoliberalismo corruptor. La idea era mantenerse impolutos. Gabriel Boric era uno de ellos. Me acorde entonces del disciplinado militante comunista de San Javier.

En el ejercicio del cargo de diputado, alguna vez acusaron a Boric de haberse aprovechado de un barco fiscal para asistir a un paseo a la isla Lenox donde sus antepasados croatas habían hecho patria. La imputación me pareció un pecado menor porque la finalidad, a fin de cuentas, la encontré simbólica y patriota.

Pero al parecer el compañero Gabriel no era el continuador de esa pura moral revolucionaria de nuestro militante de San Javier. En el tráfago de la campaña presidencial se ha develado un obscuro “negocito” que implicaba a su padre, en sociedad con la cónyuge del ex alcalde socialista, y ¡eureka!; Gabriel había participado interponiendo sus buenos oficios para que el “proyecto” corriera aceitado: El Serviu de Punta Arenas le compraba la propiedad en un valor que multiplicaba por 100, el valor en que sus parientes habían tenido la “suerte” de comprar. Partícipe también era una señora o señorita llamada Doris González, la compañera Doris, quien actualmente es parte de su círculo de hierro, y que se hizo famosa por sus discursos emocionados en la asamblea chavista de Venezuela que le valió un cálido abrazo del compañero Nicolás Maduro. Esta inclaudicable anti neoliberal, era artífice del negocito, porque soliviantó a pobladores para que exigieran la compra del predio de Boric papá. Si para desgracia de Chile el compañero Gabriel llega a la presidencia, ya podemos imaginar lo que sucederá. Es muy posible que le hará caso al gran cleptócrata Carlos Andrés Pérez. Todo naturalmente por el bien de la revolución y del socialismo.

Octubre de 2021


martes, 19 de octubre de 2021

LA FRIVOLIDAD; PERVERSA CONDICION DE NUESTRA NACIONALIDAD

 


Francisco Antonio Encina, Edwards Vives, Gonzalo Vial Correa, Edwards Bello; lo denuncian en sus páginas: el gran defecto de la nacionalidad chilena es la frivolidad de sus élites. Esto es, una actitud frente a la vida y sus circunstancias, ligera, veleidosa y superficialmente sensual.

La revolución del 91 tiene como condición de posibilidad, la actitud veleidosa y liviana de toda la clase política, que entonces se confundía con una oligarquía sin suficientes méritos de riqueza. También la frivolidad de Balmaceda que busca, a lo bestia, romper con esa inercia, sin respetar las reglas básicas de la política. El resultado es una tragedia colosal. En el caso de Salvador Allende, a mi juicio su peor pecado no fue pretender una utopía socialista que probaría con el tiempo ser fracasada. Su gran pecado fue la frivolidad de pretender imponerla con los compañeros de viaje que tenía. El epítome del pije frívolo fue su camarada Altamirano, criado entre algodones y presumiéndose de guerrillero al estilo Mao. No los comparo; el uno dignamente se pegó un tiro; el otro huyó deshonrosamente dejando en la estacada a quienes seguían sus delirantes prescripciones.

En páginas económicas de El Mercurio un mercader ex supermercadista, pontifica de política diciendo que debemos hacer lo necesario para que gane Boric. Mientras su deseo se cumple, él se dedicará a navegar en yate por la antártica o jugará golf en otras latitudes fuera de la jurisdicción nacional.

Tenemos un presidente de la república, exitoso agiotista, que cuando la república es sometida a un ataque coordinado y planificado, él califica la asonada del 18 de octubre como la voluntad del pueblo donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario y abre grandes caminos de futuro y esperanza. ¿Apego a la realidad de los acontecimientos? No importa. La frasesita suena cool.

Tenemos un candidato a la presidencia de la república que nos ofrece un programa coloreado de rosado (no es un decir) con gráfica del movimiento hippie de los años 60, plagado de lugares comunes de la onda progre, proponiendo como base de la gobernabilidad del país que la población haga lo único que él ha hecho en su vida: la movilización y la protesta como motor del cambio social. Su programa -hoy retirado de la página web- es una oda a la frivolidad conceptual de cabo a rabo. ¿Cómo gobernará? No importa compañeros y compañeras; después se verá. Levantando los deditos con su voz atiplada, siempre encontrando un aburrido argumento sacado de la academia de moda.

No. No estamos hablando de la frivolidad afectada de un Wilde que pretende ocultar una profunda preocupación por la naturaleza humana trascendente y reírse de ella. No; es una frivolidad rasca, que oculta todos los defectos de la naturaleza humana y ninguna de sus virtudes: Cobardía, carencia de empatía y de caridad por el prójimo.

¿Por qué estamos en el abismo social y político en que nos encontramos? Si escarbamos un poco la encontraremos: la frivolidad de la solución fácil. La de la derecha política de acomodarse: que gobiernen ellos mientras nosotros ganamos plata. La de una oligarquía dada a lo superfluo que enterró en el olvido a cualquier idea de trascendencia. Aquella que fue emplazada por un Gonzalo Vial Correa cuando todos se festinaban del crecimiento económico, mientras la familia de sectores populares era pulverizada. ¿De donde salieron estos infelices que queman y llenan de excrementos verbales la ciudad? Pues de esas familias pulverizadas.

Los años locos de los 15 a los 30 del siglo pasado, pavimentaron la crisis social que hundió al país en la pobreza del segundo cuarto de siglo. Mientras una oligarquía desdeñosa se construía palacetes y hacia fiestas de amanecida, cundía la subalimentación en las clases populares. Hoy gracias a Dios, no hay hambre. Pero el crecimiento de la riqueza criolla ha ido acompañado con la destrucción de la familia, a causa de la promoción de un estilo de vida frívolo; un american way of life pero a la chilena; sin los valores de la honesty anglosajona; lo que ha sido condición de posibilidad de la actual generación nihilista que tiene en jaque el futuro de todos.

Empecé estas letras radicando en las élites el vicio de la frivolidad. Pero como el país ha cambiado su estructura social y se ha hecho posible la movilidad social, la frivolidad también ha sido permeada por toda la sociedad.

¿Qué representa el fenómeno de la candidatura de Gabriel Boric? Pues el de una generación ultra frívola hasta la demencia: Aceptan e incluso propician la guerra interna, pero rechazan y se escandalizan con las consecuencias de la guerra.

Dios salve a Chile.

Octubre de 2021

jueves, 14 de octubre de 2021

LOS COLEROS Y EL CUARTO RETIRO DE LOS FONDOS DE PENSIONES


Mi representación del mundo que formé en la niñez, se fijó en mis largas estadías veraniegas en la zona de Graneros en pleno campo de la zona central. Los huasos y vaqueros de los cerros, contaban fascinantes cuentos de bandidos, donde ellos eran los buenos y los portadores de la justicia. Al ladrón de ganado decían había que apalearlo; pero el hombre lo hacía por necesidad de modo que lo entregaban a los Carabineros. Pero había un tipo de delincuente que no tenía perdón de Dios: El colero. ¿Quién era el colero? Aquel que cortaba la cola a los caballos. ¿Para qué? Pues para robarse y vender la crin de caballo, que se mezclaba con lana y era la materia prima de los colchones y las almohadas de entonces. ¿Y por qué era tan grave su crimen? Pues porque el daño que causaba al dueño del caballo era muy superior al beneficio que le reportaba su delito. Por la crin de un caballo le pagaban en Rancagua menos que lo que costaba una coliza de pan. Pero el daño era la infamia y el deshonor para el jinete de montar un caballo chileno sin cola. Después de muchos años le crecía al pobre bruto, una cola hirsuta y nunca como la del original caballo chileno. ¿Qué hacían con el delincuente? Desaparecía el infeliz en los cerros de la cordillera de la costa en los altos del Cantillana. Algo similar leí en alguna novela costumbrista no me acuerdo si de Luis Durand o de Oscar Castro. Entonces no me hizo sentido ni de justicia ni de lógica. Adicionalmente, cuando estudié derecho penal en la universidad, no me parece haber escuchado ese criterio como política criminal.

Pero después de muchos años, de haber visto tantos pecados y pecadores en mi vida profesional de abogado, el criterio de gravedad de una conducta, medido por el cociente entre beneficio y daño me hace algún sentido. La historia del “cuarto retiro”, es un ejemplo palmario de este desequilibrio.

Leo en el diario la discusión en el Senado sobre el “cuarto retiro” o cuarto fraude constitucional perpetrado por los honorables violando el artículo 7 de nuestra vilipendiada carta magna. No tengo que explicar a los lectores el detalle de lo que se ha discutido hasta la náusea. Todos los honorables saben de economía. Todos saben lo que está en juego. Todos saben que el desequilibrio macroeconómico que han causado a través de este fraude constitucional, no tiene grado de comparación con el beneficio que le ha reportado a algunos disponer de una liquidez que no les correspondía legalmente disponer. Todos los honorables entienden de ahorro interno, inversión, crecimiento económico, ingreso per cápita etc. etc. etc. Todos saben que, sin equilibrio y solidez macroeconómica, no hay microeconomía. Todos saben el daño que le están causando en el mediano plazo a la familias y persona de menores recursos del país. Eso no se discute porque eso lo saben TODOS.

¿Qué están en juego entonces? ¿Cuál es la disyuntiva de los honorables? Pues su beneficio personal. ¿Cuál? Ser reelegidos y seguir disfrutando de su dieta de 9 millones de pesos mensuales que ninguno de ellos se puede ganar fuera de la burocracia parlamentaria.

La sumatoria de los daños que la medida causará a la sociedad toda, sin ninguna posibilidad de error, es infinitamente superior a los beneficios que le reportará. La cuestión está en que los beneficiados más seguros son los diputados y los senadores que hayan votado a su favor. ¿Cómo puede ser así? A través del viejo vicio de la demagogia. Mintiendo, escondiendo la verdad, torciendo la realidad al punto de verla distorsionada.

Cuando todos seamos más pobres, cuando esa joven pareja no acceda al crédito hipotecario y a la casa propia que accedieron sus mayores, cuando los pobres se conviertan en miserables; cuando ese joven de vueltas y vueltas buscando un empleo y no lo encuentre, cuando ese jefe de hogar llegue a la casa sin el puchero diario, cuando veamos destruida esa débil urdiembre social que son los despreciados equilibrios económicos; entonces nos recordaremos de los chascarros de los senadores Urresti, Juan Pablo Letelier,  Yasna Provoste, Huenchumilla; que con guasa frivolidad explicaron la cuadratura del círculo y para entonces estarán disfrutando de su riqueza acumulada en base a su astucia. De seguro no tendrán la misma suerte que los huasos cuenteros le asignaban a los pobres coleros.

octubre de 2021

miércoles, 6 de octubre de 2021

¿ES EL PODER CAUSA DE ESTUPIDEZ, O LA ESTUPIDEZ FUENTE DE PODER?

 


 

El poder a través de la historia tiene buena prensa. Nos emocionamos y tendemos a admirar a los poderosos históricos. Julio Cesar tenía su Twitter propio. Gustaba de decir frases para el bronce; Vini vidi vinci; Alea Jacta Est; Vade Vinci; etc. Napoleón algo parecido. Pero el fenómeno del poder está también lleno de contradicciones no suficientemente estudiadas por los historiadores y filósofos de la historia. Alejandro murió en una borrachera sin sentido. Hernando de Magallanes ahogado por hacerse el valiente frente a sus inferiores y después de un almuerzo regado. Hegel – a mi juicio mayormente un charlatán – sostenía que había una inteligencia histórica que conducía al mundo del espíritu. Yo desde mi humilde punto de vista creo lo contrario que Hegel; hay una estupidez que guía la historia de los poderosos. Ojo que digo de los poderosos, no de la humanidad. En la administración del poder la necedad es la regla; la excepción es la inteligencia. La humanidad está compuesta de pequeños grandes hombres que construyen: el que inventó las herraduras de los caballos, el agua corriente y el escusado, la rueda, los microchips, el derecho romano, etc.; y grandes hombres que se aprovechan de lo que construyen los pequeños y normalmente (hay excepciones) con su ambición lo deterioran o en el extremo lo destruyen.

El hombre necio del evangelio es calificado de tal solo por llenar sus graneros. Pregunto al lector: ¿De qué sirve poseer un patrimonio superior a los 100 millones de dólares después de los 60 años de edad? Si razonamos correctamente llegaremos a la respuesta: De absolutamente nada. La pregunta está formulada en el título de estas letras: ¿El poder causa estupidez, o la estupidez es fuente de poder con su avidez insana?

Su Excelencia el presidente de la República, parece darnos una pista para su caso; el poder sería la causa de su estupidez. Piñera da una conferencia de prensa, entero, vigilante, asertivo, despierto, sagaz; para explicarnos según él, la evidente cuadratura del círculo. El no tienen nada que ver ni ninguna relación, con el hecho que de un acto de gobierno que él preside se derivaría una ganancia para su familia – es decir para él mismo- de 157 millones de dólares. No lo habíamos visto así hace muchos meses. Para referirse a los actos del gobierno del Estado se le notaba afectado, dubitativo, deteriorado físicamente y casi siempre con mascarilla. Aquí, a rostro descubierto nos da su “verdad” categórico y rejuvenecido.

¿Puede ser fruto de la inteligencia querer ganar 157 millones de dólares más, cuando se tienen entre dos mil y tres mil millones, y aquella ganancia le reporte necesariamente su ruina moral? No. No lo es. Como abogado he asistido a cierres de negocios donde las partes disputan minucias hasta altas horas de la madrugada, solo para sentirse ganadores. Mi profesor de derecho procesal don Juan Pomés contaba que, oficiando de juez partidor de una herencia, una comunera hereditaria cogió a la fuerza el anillo de brillante de su madre, y le amenazó con lanzarse por la ventana de su oficina si él, como juez partidor, no se lo adjudicaba.

La avidez de dinero y el poder por sobre las capacidades humanas, genera estupidez. No hay duda. En el caso de Piñera, su estupidez no solamente lo daña a él mismo. Daña a todo el país; al Estado del que es jefe; a la juventud de Chile; a sus parciales y a sus contendores.

Las óperas wagnerianas nos emocionan con la caída de los héroes. Sigfrido muere como héroe y la música de su funeral nos conmueve. La caída de Piñera será como una cumbia villera: rasca, fea, de mal gusto. No nos dejará ninguna enseñanza y mucho daño.

Que pena por Chile.

Octubre de 2021

sábado, 11 de septiembre de 2021

LA BUROCRACIA, EL INFIERNO CHINO, EL SERVEL Y LOS PROTOCOLOS ADMINISTRATIVOS

Existe una antigua y popular obra de teatro y opera china intitulada “Mulián Rescata a su Madre del Infierno”. Esta obra dio lugar a la imagen del inframundo que tiene la cultura china. Aquella se ve reflejada en ilustraciones en jarrones y múltiples expresiones gráficas del gran país de oriente. Así como la Divina Comedia de Dante generó en el imaginario occidental nuestra visión el infierno; el igualmente indeseable infierno de los chinos, se lo imaginaron plagado de burócratas custodios privilegiados de ese averno. Mulián en el relato, podrá rescatar finalmente a su madre, pero luego de cumplir un sinfín de trámites burocráticos; hacer filas, rellenar formularios y ganarse la voluntad de los hostiles burócratas chinos, que le ponen todo tipo de trabas. Es muy posible que la cultura china, amante del equilibrio y la armonía, reconozca en la burocracia la antípoda de aquello.

Cuando estudiaba mi primer año de derecho en la Universidad de Chile, en las tardes trabajaba de procurador-suche en un estudio de abogados. Mientras los estudiantes de segundo y tercer año a quienes consideraba privilegiados e importantes, tramitaban causas judiciales en los tribunales, el suche de primer año – que era yo-, tramitaba la obtención de pasaportes haciendo cola en las oficinas de General Mackenna al costado de Investigaciones, revisaba los libros de marcas comerciales en el húmedo y fétido subsuelo del Ministerio de Economía, y efectuaba otras tareas oscuras y despreciadas por mis importantes colegas mayores. Había que sonreír empáticamente a hostiles funcionarios, obsequiar chocolates a señoras mayores, adherir ruidosamente a las preferencias futbolísticas de algunos funcionarios; todo en aras de que; “saliera el trámite”. Era mi infierno chino que lo soportaba estoicamente para hacer méritos y ser considerado en el bufete, para ejercer roles forenses más dignos de mi futura profesión de abogado.

Si me hiciera un sicoanálisis con toda seguridad esa experiencia explicaría la aversión que profeso por la burocracia, entendiendo por tal, aquellos ritualismos oficinescos cuya causa y cuyo objeto nunca están del todo claros. La declaración de impuestos de abril de cada año, aparte de ser un agravio a mi pobre patrimonio, tiene ese componente amargo de llenar formularios y más formularios, los que ante cualquiera pequeña equivocación, se deja caer la guillotina: Multa en unidades tributarias mensuales. ¿Por qué? ¿A quién lesioné? A nadie. Simplemente el recuadro está mal llenado.

El surgimiento de la electrónica, se suponía que dejaría en el pasado este infierno chino. Pero los candidatos a cargos de elección popular han constatado que ese infierno está plenamente vigente. La democracia representativa, la voluntad popular y hasta la soberanía; pueden verse trastocadas porque el recuadro XX del formulario YY no ha sido completado adecuadamente. El Servel, órgano público compuesto por funcionarios formalmente inteligentes, con estudios universitarios y de post grado, son incapaces de razonar. Para ellos los “protocolos” son los “protocolos”.

Cuando en nuestro País se legislaba con la recta razón, se dictó la ley 18.575 (que ahora luego de sucesivas y desordenadas modificaciones parece queso suizo), norma de rango constitucional que se denomina, “Bases de la Administración del Estado”. En ella se prescribe: La Administración del Estado está al servicio de la persona humana; su finalidad es promover el bien común atendiendo las necesidades públicas en forma continua y permanente. Del mismo modo cuando aún el legislador se apegaba a la razón y a la adecuada sintaxis, se dictó la ley 19.880 sobre la formalidad de los actos de la administración que manda lo siguiente: El procedimiento debe desarrollarse con sencillez y eficacia, de modo que las formalidades que se exijan sean aquéllas indispensables para dejar constancia indubitada de lo actuado, y evitar perjuicios a los particulares.

El Estado de Chile ha perdido la brújula hace rato. Vivimos prisioneros de protocolos sin sentido exigidos perentoriamente por burócratas cada vez más numerosos, más alejados de la realidad fáctica y menos eficaces para el logro de los fines para lo que se les paga. El País dilapida toneladas de energía creativa en montañas de trámites inútiles como el que tiene rechazadas las candidaturas por el Servel. Para presentar una candidatura, abrir un kiosco para vender empanadas, cruzar con una cañería una calle, levantar un edificio, etc. estamos tapizados de exigencias inútiles.

Salvemos a Chile de este Gulag de la burocracia.

 

Septiembre de 2021

 

 

 

 

  

martes, 7 de septiembre de 2021

LAS ABEJAS, LOS HOMBRES, EL MUNDO ARTIFICIAL Y EL CORONAVIRUS

 


Soy apicultor aficionado. Tengo colmenas y he estudiado a estas maravillosas criaturas, más que por afán productivo, por el placer de sorprenderme con su organización. Cuando despunta el verano, luego de una primavera pródiga en flores, se produce un cambio de conducta en las abejas que los apicultores describimos como “fiebre de enjambre”. La abeja reina acelera su secuencia de postura, y las abejas nodrizas empiezan a alimentar mayor número de larvas con jalea real, alimento que permite a esas larvas desarrollarse como abejas reinas. Lo que su adaptación de millones y millones[1] de años les ha enseñado, es que cuando la naturaleza es pródiga deben expandirse. Es la oportunidad de crecer y hay que prepararse para esa opción. El apicultor debe estar atento a este fenómeno para crear con nuevas reinas y abundante población de abejas obreras, nuevos núcleos. Si no lo hace pierde las abejas y estas se van al bosque a vivir en colmenas naturales inaprovechables para el hombre. A la inversa, si la primavera ha sido seca y pobre en floración, esa conducta no se manifiesta. Conservan su población y no se expanden. Las abejas viven en función de las expectativas, tal como enseña la ciencia económica.

La modernísima agricultura ha creado cultivos artificiales como el rap, insumo para aceites comestibles. ¿Han visto los cultivos de rap en flor? Es algo maravilloso: una explosión de flores amarillas que se puede observar desde los satélites del espacio. La sorprendente inteligencia humana ha creado esta realidad artificial que le permite obtener decálitros de aceite vegetal en extensiones relativamente pequeñas de cultivo, gracias a las semillas genéticamente adaptadas y a procedimiento de cultivo sofisticados. Los productores de rap contratan apicultores para que instalen colmenas en los contornos de la siembra. Las abejas, a través de su trabajo, aceleran y homogenizan la floración de las plantas; ambos, requisitos para el éxito del cultivo. Pero para los apicultores, esta prestación de servicios ha sido un quebradero de cabeza. ¿Por qué? Sucede que las abejas ven esta floración exuberante y procesan que la naturaleza toda, ha sido pródiga en la temporada. Su condicionamiento milenario, no les permite entender que es este un cultivo artificial. Y se produce la fiebre de enjambre elevada a la potencia, lo que genera graves pérdidas para los apicultores, porque no hay capacidad posterior para alimentar a la gran cantidad de nuevos núcleos que se podrían formar. Incluso las abejas se distraen de su trabajo ordinario en su equivocado afán de reproducirse.

Con el hombre y las colectividades humanas está sucediendo, desde hace cuatro siglos, un fenómeno similar; y en el mundo contemporáneo este fenómeno se ha acelerado exponencialmente. La técnica humana ha generado un mundo artificial que ha beneficiado a toda la humanidad, pero paradojalmente a consecuencia de ello el hombre padece, una crónica desadaptación. El vértigo de la capacidad creadora del hombre fruto de la racionalidad humana, no ha ido acompañado de una aceleración de su capacidad racional de adaptación a esas realidades artificiales. En efecto, el hombre se comporta como si las creaciones de la técnica fuesen parte de la naturaleza, y olvidando su precariedad existencial desordena su vida lo que genera angustias personales y crisis colectivas.

Hemos pagado en el transcurso de estos cuatro siglos un alto precio cuando el poder político confunde el mundo artificial de la técnica con el mundo real. Aristóteles hace muchos siglos hizo saber que la virtud de la prudencia era la que debe primar en el arte de la política, esto es en el arte del buen gobierno. Este mundo artificial deprime esa virtud.

La reacción del poder político con la llamada pandemia covid 19 es un ejemplo de este fenómeno de confusión de planos de la realidad. Esa reacción ha causado un grave daño colateral por las consecuencias que ha tenido y tendrá en el futuro en la sociedad occidental. La secuencia de acontecimientos es la siguiente: 1) El aparato burocrático del sistema mundial de salud -que generan un gasto corriente de billones y billones de dólares- se auto legitima como los guardianes de los peligros de la salud mundial y se manifiesta capaz de vencer a la muerte por enfermedad; 2) Crean una serie de protocolos[2] de reacción ante el surgimiento de una pandemia mundial. 3) Para legitimar su presencia y gastos incrementales, por protocolo bajaron la definición de pandemia hace 6 años atrás, quitándole el requisito como causante de una “mortalidad significativa”. 4) Apareció un presunto nuevo virus[3] – como la naturaleza los viene creando desde que apareció la vida en el planeta- que enferma a un porcentaje muy menor de la población mundial, con un compromiso respiratorio que es difícil de identificar de otros virus que generan ese mismo síntoma. Además de enfermar efectivamente a un ínfimo porcentaje de la humanidad, su letalidad es aun menor y hasta ahora no supera las muertes anuales por tuberculosis, sin que se haya declarado la tuberculosis como pandemia. 5) Como el porcentaje es muy menor, la burocracia sanitaria para legitimar su proceder considera infectados, a quienes dan positivo con un examen – el PCR- cuyo inventor reconoció que no es idóneo para identificar virus. El resultado es que el numero de supuestos infectados que no están enfermos es calificado de tales en condición de asintomáticos[4] y se les obliga a obrar como apestados. 6) Se autoriza la aplicación masiva de vacunas en condición de prueba, sin control estadístico y con carácter obligatorio, violando el derecho internacional civilizado contenido en la declaración de Nuremberg sobre la aplicación de medicinas y vacunas de prueba. 7) Se somete a la población a una ingeniería social de concientización a través del terror, en la operación de propaganda política más extensa e intensa que se tenga registro. Se les obliga a llevar mascarilla, un artilugio que científicamente no sirve para nada fuera de un quirófano. 8) Se ocultan y tergiversan datos estadísticos para ocultar el monstruoso fracaso de la campaña de inoculación de vacunas. Hasta ahí vamos.

Nuestra estructura neuronal, fruto de un largo proceso de adaptación, está conformado por tres capas responsables de los mecanismos de reacción ante los estímulos del medio: la arquicorteza, responsable de las respuestas automáticas y reacciones fisiológicas que hacen posible la supervivencia; la paleocorteza, responsable de las reacciones sensitivas y emocionales; y por último la neocorteza responsable del pensamiento racional, mecanismo este último, que los humanos han desarrollado como ninguna otra especie lo ha hecho.

Tenemos la racionalidad que suponemos no tienen las abejas, pero en esta maraña de protocolos sanitarios casi nadie es capaz de ejercitar esa racionalidad. El resultado será el mismo de las abejas: sufriremos un deterioro poblacional y de salud pública incalculable de momento. Sufriremos un empobrecimiento también imposible de calcular. El endeudamiento mundial ha llegado a límites que ponen en jaque el orden económico mundial. El tren sigue veloz y el abismo está ahí; a unos pocos kilómetros de distancia. La creencia de los líderes, al igual que Greespan antes de la crisis sub prime, es que las cosas se arreglarán solas y por último, nadie de los responsables estará ahí cuando llegue la hora de pagar la cuenta.

Hombres libres y racionales: ¡Despertemos!

Septiembre 2021

 

 

 



[1] Se estima que las abejas son 100 veces más antiguas que el homo sapiens. Los ápidos existirían hace 30 millones de años y el homo sapiens hace 300 mil años

[2] Esta palabreja en política es la negación per se, de la virtud de la prudencia, aquella que obliga a ponderar TODAS las consecuencias de nuestros actos. Las abejas tienen como señalé un protocolo; abundante floración=incremento en la postura y la población de abejas reinas.

[3] Digo presunto porque hasta la fecha de hoy, el Sars 2 cov19, no ha podido ser aislado tal como la virología exige para ser identificado como tal.

[4] Este es un concepto casi delirante porque los asintomáticos son enfermos que no están enfermos y es el fundamento de esta febril fantasía tendrá devastadoras consecuencias en el mundo.