martes, 19 de noviembre de 2024

LOS BIENPENSANTES Y LA RENUNCIA AL JUICIO

 


El hombre se forma una representación del mundo conforme a la experiencia que le ha tocado vivir que impacta en su ser íntimo. Ese ser íntimo es un complejísimo universo conformado de fortalezas y debilidades nativas, sean estas físicas, afectivas, intelectuales e incluso endocrinas. Para quienes creemos ser criaturas del Dios creador del universo, existe, una especie de código de barras divino que nos inscribe una misión en el mundo y una especie de combo divino u oferta de fin de temporada: el cultivo de las llamadas virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) reservado para quienes obtienen suficientes puntos en la prueba de aptitud humana, que consiste en el cultivo perseverante y consciente de las virtudes cardinales: justicia, prudencia, fortaleza y templanza.

No hay duda de que el individuo es libre de abrirse o cerrarse a estímulos diversos. – El conductismo es hoy una doctrina ñoña y pasada de moda-. Libre de abrirse o cerrarse, a lo que, por antonomasia, es el máximo misterio de la existencia humana: el bien y el mal. El Génesis nos relata a través de Caín y Abel, los primeros hijos de mujer, aquella disyuntiva eterna del género humano.

Y en este complejo proceso que es el vivir, nuestro tiempo histórico nos va nivelando con características singulares. Tenemos un sesgo o sello histórico conforme a la circunstancia o entorno que nos ha tocado vivir. Es lo que algunos filósofos o ensayistas han llamado las generaciones. Reaccionamos de forma relativamente similar con nuestros pares generacionales, cuando iguales son nuestras circunstancias.

Hoy, vivimos en un mundo ultra tecnológico que nos priva de algunas vivencias, que otras generaciones tuvieron al verse sometidas a resistencias y dificultades, que para nosotros resultan pueriles o inexistentes. Ejemplo evidente; la sexualidad: Nuestras abuelas repetían un mantra moralista muy criollo a los jóvenes y jovencitas, impetuosos por ceder a los encantos del amor erótico: Entre santo y santa, pared de calicanto. Muchos encontrarán hoy ridícula aquella prescripción, en un mundo liberado de ataduras sobre el sexo y otras prescripciones de moderación moral. Pero en verdad esa liberación de las costumbres sexuales no viene, como repite el relato modernista, de haber entrado en razón que dichas prescripciones eran ataduras sin sentido. Lo real es que el individuo de hoy, especialmente la mujer, no percibe en las relaciones sexuales algo que tenga consecuencias fatales en la construcción de la personalidad; equivocadamente desde luego, porque precisamente así sucede. Y ello por la circunstancia que existen métodos anticonceptivos que ofrece el mundo tecnológico. Este ejemplo, es extrapolable a muchos otros que sería largo enumerar.

Y de este modo es como se ha deteriorado la percepción de la realidad, cuando la tecnología nos ofrece la ilusión que somos de una naturaleza superior a lo genuinamente humano, despreciando modos, usos, costumbres y normas de nuestros antepasados. Algunos más audaces ya suscriben el credo que Dios está obsoleto porque somos pequeños dioses. Es lo que Roger Scrutton bautizó como la falacia del mejor escenario posible.[1] Pero la poética de Calderón refuta aquello cuando dice, En el mundo en conclusión/ todos sueñan lo que son/ aunque ninguno lo entiende[2].

La actitud sabia para vivir humanamente es la vigilia prudente. La vida de los santos y de los héroes es la historia de esa vigilia prudente y permanente. Estar con las luces encendidas para enjuiciar las circunstancias que la vida nos ofrece. Lo recomienda Krishna al príncipe Arjuna en el dialogo inicial del Baghavad-Gita, texto que es el pilar fundamental de la sabiduría hindú. El daño colateral que causa en el alma humana el llamado por los economistas, pleno desarrollo, es que se baja la guardia frente a las circunstancias de la vida y te tragas sapos que, de seguro, te caerán muy mal.

Tuve de visita un compañero de curso del colegio, que migró hace muchos años a los Estados Unidos y es hoy un pudiente ciudadano norteamericano. Profesional exitoso ha hecho su américa en California, donde goza de una calidad de vida de “país desarrollado”. Él, como muchos californianos adinerados votó por Kamala Harris, fundamentalmente para que un energúmeno como Trump no llegase al poder. No ponderó que la candidata demócrata afectaría directamente sus intereses económicos al punto de trastornar su cómoda existencia. Tampoco ponderó que afectaría sus convicciones morales sobre la intangibilidad de la familia como base de la estructura social norteamericana. Simplemente quería impedir que un hombre safio que despreciaba explícitamente la manera de ser del rico norteamericano sofisticado, accediera al poder. Para él, Trump había ganado porque la mayoría de sus ahora compatriotas norteamericanos, son como él, grotescamente rústicos y no piensan más allá de sus narices. ¿No será acaso que representan la sabiduría ancestral del pueblo norteamericano, de la familia, el trabajo, el sacrificio, la religión como guía de vida; sin la cual esa nación se precipitaría a la disolución y el caos?

Pero no veamos la paja en el ojo ajeno. Nuestras élites que han alcanzado el pleno desarrollo las de los guetos del bienestar, marcan preferencia para las próximas presidenciales por la señora Evelyn Matthei, quien siendo senadora, presentó junto a Fulvio Rossi un proyecto de ley para liberalizar el aborto, que suscribe la ideología de género e iza la bandera LGBT junto a la que sirvió de mortaja a nuestros héroes; una señora que dice ser de la UDI solo porque la expulsaron de Renovación Nacional, que se dedicó al espionaje político y para trepar en su partido, y que en entrevista televisada sostuvo que en realidad, su pensamiento es de izquierda; una gobernante de la ex comuna estrella de la capital, Providencia, que mientras se cae a pedazos, ella circula entre programas de farándula y entrevistas con La Fiera, Pamela Díaz. Más sobre su prontuario relatado por Francisco Cancino, en el link al pie de página[3] .

¿Qué moviliza esa preferencia por quien a todas luces es una lápida sobre el ataúd de la República? Alguien que ha sido incapaz de gobernar adecuadamente la comuna de Chile más fácil de gobernar, ¿podrá gobernar un país devastado por la izquierda revolucionaria?

Estas letras no son para enjuiciar a la Matthei, sino para enjuiciar a quienes la prefieren para ocupar el cargo de Presidente de Chile. Más específicamente de aquellas personas que por cultura formal tienen elementos de juicio, pero, como mi amigo californiano, se niegan a ejercer el juicio. Mi hipótesis es que será difícil que cambien de opinión porque han adoptado ya una decisión: no quieren tener juicio.

Quienes por aversiones a otros o para que nadie los mueva de sus espacios de comodidad y poder, votan por Kamala Harris o lo harán por Evelyn Matthei, representan una subcultura: la de los bien pensantes. Aquellos a quienes las bondades del bienestar les obnubilan y bloquean el juicio. Aquellos que no se quieren hacer responsables de la consecuencia adversas de sus actos, no solo respecto de sus prójimos, sino, he aquí lo más azorante, tampoco de la consecuencias adversas respecto de ellos mismos, de sus hijos, de sus nietos, de sus pares en los guetos de bienestar.

Con Matthei seguirán las persecuciones judiciales de la izquierda a Carabineros -pieza fundamental de la revolución legal en curso- que es la causa suficiente y necesaria del caos del orden público y criminalidad que campea en las calles. Eso es evidente porque para girar el timón de la revolución por avante y dirigirse en sentido inverso, se necesitan convicciones y talentos que evidente y manifiestamente carece la Matthei. Pero a los bien pensantes no les preocupa: volveremos al crecimiento económico y todo seguirá funcionando, porque siempre funciona.

Afortunadamente son minoría, como en Estados Unidos, y conforme surjan liderazgos reales, esas figuras serán desplazadas haciendo trizas, una vez más, las encuestas de opinión.

noviembre de 2024



[1] En “Las Bondades del Pesimismo” R, Srutton.

[2] Pedro Calderón de la Barca en “La Vida es Sueño” Jornada 3, escena 19 verso tercero

sábado, 16 de noviembre de 2024

INTELIGENCIA CREATIVA E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 


Inteligencia es la capacidad de entender o comprender. La etimología de la palabra nos lleva a la capacidad para leer – metafóricamente - dentro de los fenómenos con que nos enfrentamos y obtener una conclusión de dicha lectura. Algoritmo, es un conjunto ordenado y finito de operaciones lógicas que nos permiten inferir una solución o conclusión.

La llamada inteligencia artificial, es para muchos un fenómeno novísimo y del todo inédito en la historia de la humanidad. Discutible. En lo que sí, pareciera haber absoluto consenso, es que lo genuinamente inédito, es la capacidad de la tecnología electrónica para procesar a una velocidad vertiginosa, muchísima información. En los últimos años, en virtud de la sofisticación de los hardware, mientras un computador de hace diez años, infería conclusiones por datos que se le aportaban, las super computadoras contemporáneas de la llamada inteligencia artificial, hacen lo mismo, pero adicionando los datos que le proveen las inferencias que ellas mismas producen, con lo cual adicionan sin cesar, nuevos y nuevos datos. Por consecuencia esa mayor capacidad de inferencias, podría superar los límites que la inteligencia humana tiene o podría llegar a tener, para inferir algoritmos. Literariamente, el relato optimista o progresista señala que las computadoras razonan. Más preciso sería decir que se auto proveen de datos nuevos, fruto de sus propias inferencias algorítmicas. Como fuere, el fenómeno es azorante porque en términos teóricos y con una mirada superficial, podríamos concluir que las máquinas podrían llegar a dominar el mundo.

Soy un incondicional fans del Chavo del Ocho. Tengo cientos de discos compactos -tecnológicamente pasados de moda- con decenas de capítulos que periódicamente me repito y me vuelvo a reír una y mil veces de las peripecias de aquel tierno infante que representaba Gómez Bolaños. Los libretistas de esa serie cómica demostraban conocer profundamente la sicología infantil. Todos se recordarán cuando eran niños la pasión que abrumaba la imaginación infantil cuando planificábamos como sería el juego que efectuaríamos. El Chavo del Ocho salta entusiasmado moviendo pies y brazos, diciendo saz que íbamos y saz que veníamos entonces tu eras estos yo era esto otro. Me recuerdo de verdaderas epifanías infantiles con un primo, cuando planificábamos las características de los caballos que cada estaca de palo representaba y que montábamos a horcajas de esos maderos. Unos caballos serían overos, otros negros, unos yeguas, otros potros, etc.

Al analizar el fenómeno de la inteligencia artificial, algunos han caído en cierto entusiasmo fantasioso como el del Chavo del Ocho cuando imagina juegos futuros con sus camaradas. Coopera a aquellas visiones utópicas o distópicas que se proyectan por entusiastas analistas -algunas descabelladas-, cierta falta de formación filosófica y epistemológica básica, y siendo más crudos para enjuiciarlos, alguna estupidez deliberada pour epate le bourgueois.

No obstante, los chorros de tinta que han motivado el tema, y las horas de videos que circulan por la web para su exégesis, no hay consenso unívoco en la definición del concepto inteligencia artificial. La Real Academia de nuestra lengua la ha definido de una manera conservadora: Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. Wikipedia reúne un conjunto de síntesis escritas al respecto, y ofrece una definición algo más amplia: Disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales, expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos, cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilen información. Es decir, para algunos es el proceso, y para otros el proceso y el resultado del proceso en conjunto.

Con seguridad, algunos pacientes lectores de estas letras dirán a estas alturas que éste no conoce los avances de la computación y habla de ignorante. Y ello porque el tema ha despertado un apasionamiento, creo yo, como consecuencia de verse la humanidad caminando sobre un vidrio transparente que cruza un abismo. Así, muchos radicalizan sus visiones en función del terror vacui que el tema produce al aceptar como necesarias (ni siquiera como posibles), las hipótesis de las consecuencias de este fenómeno, que desplazaría a los seres humanos de su hogar, que es el mundo.

Kant metió dentro de un saco negro para arrojar a la basura de lo que él llamó la ciencia, el conocimiento excluido de toda experiencia. Así lo hace saber al lector en la introducción de su Crítica a la Razón Pura. Quizá sin proponérselo, con esa premisa, sometió a un capitis diminucio a una principalísima facultad de la inteligencia que es la imaginación. Y es principalísima, porque la cantidad y cualidad de las variables con que la realidad nos enfrenta, son inabarcables a través de la experiencia. Es preciso pues, imaginar una porción de la realidad sin capacidad para experimentarla, a fin de poder representarnos explicaciones completas de esa realidad. Los textos religiosos por ejemplo y la metafísica nos hablan de ello. Aquello, para Kant no es ciencia. Y al decir el pequeño prusiano “no es ciencia” nos está diciendo, “no es conocimiento de verdad”.

De aquella poda arbitraria y por consecuencia deformación con que Kant refiérese a la ciencia y al conocimiento, surgen los fantasmas de la llamada inteligencia artificial. Y son estos mismos fantasmas las condiciones de posibilidad de las confusiones a que nos ha sometido la modernidad. Me explico:

Cuando Kant cerró el paso con una barrera, a la metafísica e incluso a la religión, reduciendo a esta última a un conjunto de prescripciones de conducta moral, la humanidad en el occidente cristiano, comenzó paulatinamente a quedar vacía de una creencia y explicación global del mundo.  El vértigo azorante a que nos somete no saber bien de donde venimos ni hacia donde vamos, dio pábulo para la formulación de principios explicativos de la realidad, que fueron mutando en estructuras de ideas totalizadoras, que encerraban el mundo en lo inmanente y conocido, dejando fuera lo demás[1]. Mucho más que explicaciones racionales coherentes y empíricas. Se infería de algunas experiencias, explicaciones totalizadoras de la realidad. Esos cuerpos de ideas son las ideologías que dieron lugar a la mística revolucionaria que animó al mundo desde fines del siglo XVII: el mundo es susceptible de ser transformado por el hombre en base a principios coherentes y utopías futuras entendidas como consecuencias necesarias. El liberalismo con su mitología del progreso, el marxismo con su mitología del comunismo, la emancipación del individuo, la liberación de la mujer; han dado pie a la existencia de sustantivos fuertes llamados a converger en la historia humana, hacia un futuro esplendor utópico. La religión, la metafísica, la poesía, la tragedia; conforme a estos relatos, pasaron a ser atavismos primitivos.

Pero la pesada carga de la realidad ha generado un actual estado de letargia intelectual que sucede a la euforia y optimismo inicial. Aquellos relatos ideológicos, al someterse a la realidad han probado empíricamente sus falsías y errores. Sin embargo, la estructura mental que les dio vida, aun sobrevive entre nosotros. Aún, el mito del progreso, el mito comunista y el mito progresista, apolillados y algo desencajados de modo manifiesto con la realidad, sobreviven y tienen sus adeptos.

¿Pero que tiene que ver esta genealogía del devenir del pensamiento humano, con la llamada inteligencia artificial? Pues todo. Desde el nombre hacia adelante.

Porque, ¿a qué queda reducida la inteligencia humana cuando se le excluye o desvaloriza la imaginación? A datos. A inferencias. A inteligencia algorítmica. Qué aquella porción de la inteligencia humana es importante, sin duda; pero no es “la inteligencia” íntegramente comprendida.

De ahí que el nombre “inteligencia artificial” envuelva en sí mismo un relato algo ñoño y desvencijado ya por la historia. Responde al primitivismo kantiano de excluir de la ciencia, todo aquello que excede a la experiencia.

En efecto, la inteligencia creativa, supone la imaginación. La inteligencia creativa está en general fuera de la experiencia. Tampoco es necesariamente fruto de inferencias. Es fruto de la pura actividad teorética y aquello, al contrario de lo que nos ordena Kant autoritariamente, es parte fundamental de la inteligencia.

A mi juicio resulta urgente, para no profundizar las confusiones de la modernidad, rebautizar la llamada “inteligencia artificial” a “procesamiento acelerado y creativo de datos a través de inferencias algorítmicas”. Porque eso y solo eso lo que las máquinas efectúan. No existe posibilidad alguna que las máquinas imaginen desde la nada. Todo su producto es fruto de inferencias.

Y a los agoreros del “gran reemplazo” del hombre por las máquinas, les sugeriría la lectura de libros sobre introducción a la filosofía y a la epistemología. Ello permitirá matar fantasmas y sus escatologías distópicas.

noviembre de 2024



[1] La profesión de fe que significa decir “soy ateo” es una manifestación de ello. La palabra “ateo” quiere decir etimológicamente “no me ocupo de Dios”.

CATHY BARRIGA Y EVELYN MATHEI ¿FIGURAS O LIDERES?

 

Aprieta un poco a esta mina, y en diez minutos cambiará diez veces de opinión. La frase corresponde al expresidente Sebastián Piñera para referirse a su contendora electoral de entonces, Evelyn Mathei. Fue el famoso Kiotazo o Piñeragate, ocurrido en agosto de 1992 cuando Ricardo Claro filtró una grabación de una conversación privada entre Piñera y el prócer del periodismo de entonces Pedro Pablo Díaz. La obscena inmoralidad de la conducta de Piñera expresada en el lenguaje y en la ilicitud de traficar influencias, no quita la precisión, asertividad y verdad de su juicio, respecto de quién, la maquinaria de las encuestas ha elevado a figura preferida por la ciudadanía para terciarse la banda presidencial. Precisamente en un período en que el elegido, deberá encarar la responsabilidad de desmontar el desastre moral, ideológico y práctico con el que la izquierda política ha devastado al Estado y a la sociedad chilena.

La derecha no tiene ideas y si las tiene no cree en ellas. Por eso privilegia a las figuras por sobre los liderazgos para conquistar el poder político e impedir que la izquierda, qué si las tiene, las manifiesta y persigue imponerlas, continue con su tarea de demolición revolucionaria de la sociedad y del Estado. Incluso la derecha ha estado dispuesta a aceptar las ideas de la izquierda y ejecutar sus políticas, a cambio que la dejen gestionar el gobierno. Piñera es el ejemplo más palmario: gobernó y aplicó políticas de izquierda con mayor eficacia que la misma izquierda, ejemplos los menciono a pie de página para no aburrir.[1] José Antonio Kast, que se vendió como el gran restaurador de las “ideas de derecha”, cuando vio colgada la salchicha del poder se le hizo agua la boca y no tuvo problemas para traicionar a su electorado, que votó por su partido para rechazar un proyecto constitucional revolucionario de izquierda, y, dándose vuelta la chaqueta, propició el voto a favor, demostrando con ello no solo inmoralidad, sino carencia absoluta de talento político al dinamitar un liderazgo, que a todas luces, era más aparente que real.

La ex alcaldesa del partido que fundó Jaime Guzmán, Cathy Barriga, ha sido formalizada por gravísimos delitos de fraude al fisco y se encuentra privada de libertad, luego que le “arrastrara el poncho” al juzgado de garantía, explotando su figura femenina sensual en programas para voyeristas, mientras cumplía una medida cautelar privativa de libertad en su propia casa. El episodio es como aquellas películas de Luciano Visconti o de Dino Rissi, en que el público comenzaba riéndose y finalmente salía del cine abatido por el dramatismo de la tragedia. Catherine Barriga Guerra hija de una peluquera y de un funcionario de laboratorio, ascendió de su condición social a los más altos estratos del poder social y político. Comenzó como vedete en el canal Rock and Pop bailando con poca ropa bajo la chapa artística de Robotina. Continuó en el Canal Mega quien la coronó como Miss Lava Autos por su performance lavando automóviles en paños menores. Ampliamente conocida y amada por el público de la TV, en calidad de militante de la UDI conoció a Joaquín Lavín León, su futuro marido, y fue transformada a través de los procedimientos de comunicación social de manual, en figura política. Al igual que la expresidenta Bachelet, obtuvo un título universitario entre gallos y medianoche para completar un falso currículo que la acreditaba como capacitada para ejercer el cargo de conductora, no ya de un programa de variedades, sino de la segunda comuna más populosas de Chile: Maipú. Incluso sonó en su partido como candidata presidencial, por su arrolladora popularidad y simpatía. Su caída es como la letra del tango de Julio Sosa, Los Muchachos de Antes, donde se describe la decadencia de la Rubia Mireya: literalmente, dan ganas de llorar.

Pero ¿qué relación tiene Mathei con Cathy Barriga? Aunque ambas son militantes de la UDI, ambas provienen de estratos sociales radicalmente diferentes. Matthei nunca ha bailado música pop con poca ropa para cimentar su popularidad. Es de gustos sofisticados: cultivó el piano en su juventud y pertenece, a diferencia de su correligionaria, a lo que en Chile se le llama la clase alta. Asumiendo el cargo de Alcaldesa de Providencia, primero se querelló, pero luego tapó barriendo bajo la alfombra (¿?) los latrocinios de su predecesora del Frente Amplio Josefa Errázuriz. Aparte de eso, a Matthei no se le imputan irregularidades o manejos financieros que excedan sus atribuciones legales. Convengamos eso sí, que la municipalidad de Providencia es como esos autos de Elon Musk: se manejan solos. Una comuna sin grandes problemas y con grandes recursos. Es difícil meter las patas y las manos. Nada comparable en tal sentido con la Barriga. Pero hay una identidad común evidente: ambas militantes de la UDI han ascendido al estrellato político sin ostentar ningún atributo de liderazgo. ¿Cómo lo han hecho? Oficiando de figuras.

¿Qué es un líder? Es un conductor que arrastra voluntades, no meramente por concitar simpatías. Alguien que tiene un diagnóstico de la realidad. Quien reconoce las carencias y sufrimientos de los gobernados y expresa su voluntad clara de acometer hacia un destino mejor para esos gobernados. Dispone, además, del talento para resistir las adversidades que comprometan esa voluntad. No es maniquí ni muñeco de algún ventrílocuo o agendas de moda. El líder se percibe por carácter. Es difícil no reconocerlo.

La derecha, desde que eligió a Hernán Buchi en 1989 para que le representara, se compró la idea que los candidatos debiesen ser un producto atractivo para la clientela electoral. Desde entonces, el liderazgo lo estima secundario y a veces incómodo. Los poderes fácticos, que abundan en la derecha, demandan personalidades con la plasticidad suficiente para no comprometer sus intereses. Administran esos poderes, máquinas de formación de opinión pública. Esas son las empresas de encuestas. Se martillea al público en la cabeza con un clavo para que penetre, un nombre de una figura, impostando un supuesto liderazgo y se le asigna el carácter de elegido espontáneamente por la opinión pública. La figura por cierto debe ser funcional a sus intereses. Así se le transforma imaginariamente en supuesto líder. Ojalá no rinda ningún examen de suficiencia. El ejemplo clásico lo da la reciente experiencia en EE. UU. Se llegó al extremo de promover a un individuo con demencia senil evidente como Biden, a quien las encuestas le daban ganador por un “amplio margen”. Cuando los televidentes vieron al pobre anciano balbuceando incoherencias frente a las cámaras, reconocieron que habían ido demasiado lejos, y los poderes fácticos cambiaron entonces de líder, por la que también atribuyeron la calidad de ganadora por “amplio margen”.

Cuando el mar es calmo, el timón lo puede tomar cualquiera y esa fórmula quizá funciona. Pero cuando a la embarcación la abate un temporal se requiere alguien que sea realmente navegante para no zozobrar. Justamente cuando el país lo que mayormente necesita es liderazgo, puntea en las encuestas una señora que es el estereotipo de la carencia de esa condición, y que ha llegado a ser figura, por ser hija de un miembro de la Junta de Gobierno, antaño por su agradable figura femenina, y desde entonces por una extraordinaria capacidad de cambiar de opiniones y puntos de vista (tal como auguraba Piñera) para lograr lo que le apasiona de una manera, diría yo, casi enfermiza: el poder.

La típica respuesta tan propia de la bobería de la derecha al objetar sus debilidades tan manifiestas es, “pero si no hay otra y las encuestas demuestran que va a ganar”. No señor; así como el demente Biden debió desnudar frente a la ciudadanía su incapacidad absoluta, así también esta ungida deberá hacerlo y demostrará frente a la ciudadanía que Piñera tenía razón: en diez minutos cambiará diez veces de opinión. Sostengo, como que el agua está mojada: si el próximo presidente de Chile se elige por voto popular, Matthei no será presidenta[2].

La doctrina UDI para elegir a sus líderes, ha demostrado con el episodio Barriga sus trágicas consecuencias: simpatía, caras alegres, pelos rubios, decir lo que el interlocutor quiere escuchar; aquello que los sicólogos llaman habilidades blandas, han demostrado que para liderar grandes misiones no sirven. Esperemos no se consume un nuevo trágico desatino con otra Rubia Mireya.



[1] 1) Abortó ilegalmente proyecto Hidroaysén; 2) Propició y legisló sobre el matrimonio homosexual; 3) Abortó ilegalmente proyecto de energía térmica; 3) Consagró legalmente el desatino de la descarbonización energética; 4) Legisló a favor de la transición de sexo aceptando la ideología de genero autopercibido; 5) Declaró muerta la constitución del 80 la gran bestia de la izquierda; y un largo etcétera

[2] Respecto de pronósticos electorales del suscrito, ver https://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2023/10/la-derrota-de-la-casta.html anticipando resultados de plebiscito sobre la nueva y buena constitución con cuatro meses de antelación.