GOBERNABILIDAD
MARKETING POLITICO Y CAMBIO
La
estrepitosa caída en los niveles de popularidad de la líder del Partido de los
Trabajadores, ex guerrillera y ahora Presidenta del Brasil doña Dilma Rouseff,
dan cuenta de lo precaria que es la adhesión de los gobernados a los
gobernantes en la sociedad contemporánea. Desde luego, nada indica que en
nuestra sociedad esa constante de la inconstancia, vaya a ser diferente de la
que ha expresado nuestro enorme vecino latinoamericano.
La Cofa en
un barco a vela, era un pequeño compartimento ubicado casi al tope del palo
mayor. Ahí se ubicaban los vigías para poder vocear al piloto cualquier
accidente que pudiese afectar el derrotero del barco.
Imaginemos
a la sociedad chilena como un barco a vela. En la cofa están los gobernantes.
En la cubierta del barco los gobernados. Siguiendo esta analogía, cuando hay
buen tiempo se dan condiciones materiales de paz, concordia y prosperidad.
Cuando hay mal tiempo, crisis, guerra, conflicto y pobreza.
Existe un
manifiesto entusiasmo reformista de algunos que quieren escribir en el “blanco papel de la revolución” cuando se produzca, el
por ellos ansiado cambio de coalición gobernante. Quienes se encontrarán en las
alturas del poder tratan de moderar tal entusiasmo porque cuando el mar azote
el barco con el “surazo” de las crisis que están por venir, abajo se moverán
mucho; pero los que quieren escribir a la sociedad en ese papel blanco, ni se
imaginan como se zarandean los de arriba.
La paradoja
es que la misma izquierda moderada, requiere urgentemente que la derecha se
encuentre en buena forma física, a fin que le ayuden a neutralizar a sus
propias fuerzas que pretenden el aniquilamiento del orden público económico,
del orden social y familiar y hasta el orden sexual de las familias. Esta
situación resulta casi cómica diría yo, si no fuera porque lo que está en juego
es el destino de la República.
En
cualquier caso quienes no profesamos un gran entusiasmo por el actual estado de
cosas en la sociedad contemporánea de la que Chile forma parte, ya no nos sorprende
ni afecta demasiado que se dispare sobre los restos humeantes de los valores
tradicionales de justicia, autoridad, respeto al derecho, la jerarquía y
autoridad familiar. Restos humeantes que la derecha política hace ya rato que
abandonó su defensa por ser tener “mala prensa”.
¿La verdad
histórica? Ya no interesa a nadie. Bastan los slogan idóneos para capturar
voluntad de consumistas del buen gobierno. Se puede contar cualquier historia, ya
que nadie lee sobre la historia y todos se tragan las crónicas digeridas por
los ingenieros sociales, respecto de que es lo que ha sucedido en Chile y en
mundo en el último siglo. Las fuerzas “del mercado” en política, dan resultados
más rápidos e instantáneos, que invocar a la historia, a la tradición o a los
principios.
Ejemplo
palmario de lo anterior es la novísima popularidad del Partido Comunista. De
representar el anquilosado y avergonzante marxismo leninismo, pasa hoy a ser una
buena “marca”; acondiciona sus símbolos históricos para que no le confundan y
asocien con Stalin y otros carcamales
genocidas; invoca a valores “pegadores” como el empoderamiento del “homo
festivus” moderno. El partido no es más representado por rostros torvos y
odiosos. Ahora jovencitas angelicales que más parecen presentadoras de
televisión que revolucionarias, representan a este “relanzado” producto mediático.
Así pretende ser votado por quienes no tienen ni la menor idea qué es y que ha
hecho el comunismo en la historia reciente. ¿Cien millones de personas
asesinadas en aras de la revolución? ¡Mentiras
de Pinochet y punto! Hay que refrescar
la marca “Comunismo” tal como se hace con una marca de dentífrico.
¿Y que hay
con la gobernabilidad? Aquella condición que permite que el bus llegue al
paradero en la mañana, que encienda la luz del velador cuando me levanto, que
con lo que gano como fruto de mi trabajo pueda pagar los bienes y servicios que
requiero para la vida cotidiana, que halla con que pagarles a los sueldos a los
carabineros y a los empleados públicos en general. Respuesta: Todo el que
amenace que esto está en peligro, profesa la campaña del terror; son los fascistas de siempre que quieren poner
término a este ideal moderno del hombre festivo.
Ahora
relaciono estos dos conceptos: Esta manera de tratar a “las masas” como ellos le dicen al electorado, tiene su contrapunto;
En cualquier momento se da una vuelta de carnero la inestable voluntad popular.
Y esto tiene su razón: Como de lo único que se trata en los debates es respecto
de los medios, las llamadas “masas”
perciben la enorme carencia de no ser guiadas hacia fines ciertos y
determinados.
¿Pesimista?
Nada. Por el contrario tengo una proposición optimista: ¿Qué tal si hacemos
todos política en serio? Eso permitiría confesarnos y decirnos lo que pensamos
sobre el devenir del hombre, el futuro que aspiramos, sobre el sentido del
hombre en la vida, sobre el sentido de la sociedad política, de la familia, de
la libertad, de la propiedad. Así sabremos quién es quién, sin importar
demasiado las herramientas y los medios que es sobre lo único que se discute,
pero sin decir para que fines.
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