Cuando se habla de la revolución francesa, muchos creen que
entre la toma de la bastilla y la ejecución del monarca depuesto Luis XVI,
pasaron pocas semanas. No fue así. La revolución tiene una larga retahíla de
crímenes y devastaciones, que van desde junio de 1788, hasta el 9 de noviembre
de 1799, fecha conocida como 18 brumario, porque los revolucionarios habían
reemplazado el calendario juliano por uno propio, con meses y años distintos. El
rey Luis XVI recién es guillotinado el 21 de enero de 1793. Antes ese
desatinado y desafortunado monarca fungió de facilitador de las violaciones y transgresiones
a la ley. La vieja lógica de ceder y conceder para no perder. El golpe
de estado de Napoleón pone fin a la devastación producida por la guerra interna
permanente y abre una nueva devastación europea con guerras que consumieron la
energía de toda Europa. Hemos bebido desde la cuna empero, que la revolución
francesa fue un enorme progreso que se alumbró las tinieblas medioevales que
aun restaban en Francia. Un relato ridículo que los datos contradicen pero que
a base de su repetición se transforma en verdad inconcusa.[1]
La revolución rusa también discurre durante cinco años de violencia y sangre.
Tampoco fue un paseo corto de los bolcheviques. Fue larga y sangrienta
Es más pertinente pues hablar de procesos revolucionario. Los
que se señalan en el párrafo anterior tuvieron éxito (éxito que significó el vía
crucis de dos pueblos cultos). Otros no, como aquellos varios en Europa en
1848, o el pretendido por los estudiantes franceses en 1968. Las
revoluciones tienen o no éxito dependiendo de la fuerza y energía de los contrarrevolucionarios.
Edmundo Burke, escritor inglés, escribió una larga carta a un
amigo francés en los últimos meses de 1789 con comentarios sobre lo que, a su
juicio, sucedía y sucedería en Francia. No se habían producido aun muchos
acontecimientos que Burke los anuncia como consecuencias necesarias de lo que
ya había acontecido. Se ha publicado como libro bajo el título “Reflexiones
sobre la Revolución Francesa”. Sorprende
al lector la lucidez y asertividad de sus juicios, pero, sobre todo, la validez
universal de ellos, aplicables a todos los procesos revolucionarios, hayan o no
tenido éxito. Su lectura me ha permitido entender lo que ha sucedido desde el
inicio del gobierno de Bachelet en 2014 hasta diciembre de 2023. Desde
entonces estimado lector, Chile sufre un proceso revolucionario.
Desde entonces una vanguardia de personas, chilenos y extranjeros
vinculados a la burocracia de naciones unidas, se han sentido llamadas por
el destino para hacer la revolución, y han dispuesto lo
necesario para conquistar el poder o administrarlo cuando formalmente no lo
poseen. Inicialmente han afanado para conseguir su principal logro: el
embrutecimiento de las élites potencialmente reaccionarias. Fue así como, en la
fase de desencadenamiento, que partió en octubre de 2019, esa élite ya “achanchada”
cayó fácilmente en el garlito que el miedo produce, a quienes no tienen la
lucidez para entender los acontecimientos y defender, lo que sustenta su propio
modo de vida. ¿Cómo reacciona esa élite ante esa perplejidad apanicada? de la
forma que Plinio Correa de Oliveira describe brillantemente[2]:
Cede y concede para no perder.
¿Cuál es la principal causa de ese miedo? El dinero y los
privilegios. Los políticos y la clase económicamente más favorecida, por exceso
de comodidad y pereza de décadas, no han sido capaces de ilustrarse en historia
y humanidades. Ceder y conceder lo que los revolucionarios primero exigen como
cabeza de playa, resulta para ellos menos azaroso e incómodo, que defender los
principios que sustentaron su mundo e incluso sus comodidades materiales,
porque, al parecer, no se ven expuestas. Así lo hizo Luis XVI y gran parte de
la alta burguesía rusa. La historia es conocida, fueron aniquilados. Es una
constante que las revoluciones tienen éxito gracias a la dejadez de quienes
debiesen oficiar de líderes contrarrevolucionarios. Las revoluciones tienen éxito
no debido a los pobres (que generalmente no tienen arte ni parte) sino a los
ricos.
No vamos a hacer una genealogía de lo sucedido entre 2019 a
la fecha porque es demasiado conocida. La pregunta central es: ¿Que rol cumple
la propuesta de la “nueva y buena constitución” que se plebiscitará en
diciembre en este proceso revolucionario?
La respuesta es categórica: Si se llega a aprobar el texto de
la constitución tal como está planteado, la revolución se irá como por un tubo.
Será pues como cuando el 28 de junio de 1789, el soberano Luis XVI, reconoce y
en consecuencia cede el poder, a la Asamblea Nacional de Francia y está inicia
su sanguinaria tarea. Aquí el soberano, que es la Nación chilena, cederá el
poder a una burocracia y casta política que podrá hacer y deshacer a su
regalado gusto con su libertad, propiedad y familia.
Dirá el lector después de escuchar los jingles como de
promoción de pasta de dientes que promueve el partido de José Antonio Kast, que
me he vuelto loco. ¿¡De donde saca eso si son los republicanos los que invitan
a aprobar y son de extrema derecha!?
Haga el favor el lector de leer el artículo 23 de la
propuesta: Con una
ley simple (que ya la tienen sin siquiera exigir el concurso de sus socios de
UDI-RN-Evopoli, pueden restringir hasta hacer letra muerta, la totalidad de las
garantías constitucionales.
Haga el favor de leer el artículo 24 que obliga al Estado a “remover obstáculos”
para hacer efectivos los derechos sociales que deben beneficiar a chilenos y
especialmente a inmigrantes, conforme a las interpretaciones del sistema de
naciones unidas.
¿Tenía usted una parcela, un fundo un sitio? Olvídese de él:
cualquiera tiene el derecho humano de tomárselo para sí, en ejercicio de
su derecho a la vivienda digna especialmente si es inmigrante. El Estado, en
vez de hacer respetar su derecho, deberá remover los obstáculos para que
el usurpador pueda gozar de su derecho humano. Y si usted molesta mucho,
le dictarán una ley especial de simple mayoría, para restringir su derecho.
En mi exégesis del texto llevo hasta ahora 58 razones para
votar en contra y 1 razón para votar a favor. Los aburriría. Baste con decir
que esta no es una norma fundamental y supralegal como son las constituciones.
De facto es igual a la ley y está bajo la jerarquía de los tratados
internacionales e interpretaciones de estos que hace el Sistema de Naciones
Unidas.
Resulta azorante comprobar a que nivel ha llegado la ausencia
de inteligencia de las élites locales, al escuchar al presidente de uno de los
principales conglomerados empresariales, diciendo que, resulta razonable aprobar
el texto constitucional. Me pregunto ¿no tendrá a nadie que pueda ilustrarlo
del contenido de la propuesta?
Doy gracias a Dios que en Chile los políticos son menos del
0,3% de la población y los ricos son muy pocos. Es reconfortante pensar que la
gran mayoría son las personas que viven de su trabajo diario y se les va la
vida si no reflexionan en una decisión tan fundamental. Ellos se informarán y sin
lugar a duda terminarán dándole la mayoría al rechazo del nuevo ariete de la
revolución globalista socialista.
¿Qué eso significa que debemos seguir luchando contra los
revolucionarios? La vida es así. Cuando uno se decide vivirla, solo se descansa
en la tumba.
Octubre 2023