miércoles, 15 de octubre de 2025

DEL OCASO DE LA (SEUDO) REVOLUCION OCTUBRISTA Y A LA ORFANDAD DE PRETENCIONES

 

Ortega dentro de su abrumadoramente prolífica e inacabada obra, nos ofrece un opúsculo o monografía intitulada “El Ocaso de las Revoluciones”. En ella propone que la era de las revoluciones había sucumbido en Europa de post guerra y lo que irrumpía era la era del aburrimiento, de la desconfianza en los valores y principios, y del individualismo. Las revoluciones nos señala, no son los estallidos de violencia, tomas de la bastilla o asaltos al palacio de invierno. Aquellos son la consecuencia de estas. Las revoluciones no se dirigen ni sostienen cuando la causa de esos estallidos de violencia, son los abusos. Dice Ortega, las revoluciones se dirigen contra los usos, no contra los abusos. Y se dirigen contra los usos porque son los usos la base, el suelo sólido desde donde se sostiene un concepto de mundo. Por ejemplo, los ilustrados liberales y positivistas creen estar pisando un suelo sólido de creencias y de ahí se proponen destruir el antiguo régimen de la tradición europea. Algo similar sucede con el hijo tarado del liberalismo, que fue la revolución marxista.

Pero el ímpetu revolucionario se va desinflando, va perdiendo confianza porque la realidad se le viene encima desnudando sus contradicciones, errores y sinsentidos. El desengaño en la fe revolucionaria va a producir el desgano, aburrimiento de sus monsergas, la desconfianza en los valores predicados y finalmente el encierro de los individuos en un ensimismamiento que de mantenerse por varias generaciones va resultando corrosivo para la convivencia.

Conjeturo que ante esa realidad post 1945 que retrató Ortega, hubo un intento de darle oxígeno o esteroides a la revolución marxista anquilosada, pretendiendo recrear una revolución a través del movimiento de la primavera de París de 1968 o lo que se predica o relata de ella. Amparados en un refrito de comida recalentada reciclaban una ideología basada en un materialismo dialéctico seudo científico, justo cuando Einstein y Planck nos develaron que la materia no es más que energía en movimiento. Así el inmanentismo materialista de los Erick Fromm, Marcuse, Foucault, escuela de Frankfurt, Sartre, Beauvoir etc. nace como la fe que tenían los milenaristas[1] en el año mil, predicando que el fin del mundo se produciría el año mil, y éste – todos se daban cuenta - no se produjo. Entonces, para sostener la fe en sus creencias, el materialismo contemporáneo ha debido progresivamente apartarse más y más del foro, del debate, del ejercicio crítico y del alegre intercambio de experiencias vitales, encerrándose en ostracismo de violencia verbal y física. Su enseña ha sido la cancelación, la violencia y en el extremo, como Marco Vinicio en la novela Quo Vadis, asesinar al mensajero.

¿Qué queda del delirante proyecto milenarista de la tía picachu y de la falsa doctora y falsa mapuche señora Loncón, rechazado por el pueblo soberano? Bueno, sucede que el insano que ocupa el sillón de O´Higgins dictaminó que el pueblo soberano no estaba preparado para entender tamaño portento solo comprensible para intelectos poderosos como el de vuecencia. ¡No hay salud! diría mi madre.

Sostengo que, la batalla más importante se da en el relato – lo he sostenido antes en estas columnas-. Y el peor enemigo para levantar las banderas de un nuevo orden de justicia que no es más que la paz del orden, es el hastío, el aburrimiento, el señorito satisfecho de las redes sociales que aspira a ser auditor espectador y disparar likes sin arriesgar nada. Nietzsche lo retrató dramáticamente en el discurso de El Último Hombre en su Zaratustra.

Chile, esta creación dura, difícil que ha costado sangre sudor y lágrimas de conquistadores que se abrieron paso a sangre y espada para someter a los demonios del caos, colonos que resistieron tres levantamientos generales de indios, de emancipadores republicanos que resistieron la soberbia de la burocracia borbónica durante la reconquista, de agresiones foráneas sofocadas en dos guerras que trajeron los pabellones ensangrentados y victoriosos, de agricultores que resistieron la reforma agraria inicua y destructora, de hombres y mujeres que resistieron el intento mutilador de la Unidad Popular: Ahora, desde hace cinco años hemos estado bajo ataque por demonios que pretenden su destrucción para fundar una entelequia inhumana e inmoral.

En esas batallas pretéritas tuvimos referentes culturales y morales. Ya no tenemos a la Iglesia Universal salvífica ordenando y orientando las conductas. Los referentes culturales de Europa y de Estados Unidos de Norteamérica declinan sin retorno. Occidente se asfixia en un inmanentismo suicida. ¿Qué tenemos para orientarnos? Chile es una entidad huérfana de pretensiones que movilicen los espíritus. Estamos obligados a escarbar en la tradición de occidente para construir la convivencia de espíritus libres. Un nuevo acuerdo social que ponga el énfasis en la calidad de las conductas de los miembros de nuestra comunidad, en las obligaciones, en la bondad de las intenciones y actos, en la belleza de las obras. Insisto: no tenemos referentes.

Tenemos la historia como magister vitae. Debemos nosotros construirlo todo, como lo hicieron un puñado de patricios romanos que luego del colapso del imperio se congregaron en un delta barroso del Véneto, para levantar una ciudad Estado que duró ochocientos años: la Serenísima República de Venecia. Ahí hay un ejemplo.

Pero la historia es solo eso, historia. Entonces, ¿cuál es el remedio o más bien el tónico para despertar esa energía? Quizá una dosis de sufrimiento le vendría bien a un Chile de masas saturadas de comodidades y de gratuidades. Lo decía San Alberto Hurtado: El dolor es una forma de visita del Señor.

Octubre 2025

 

 



[1] El verdadero milenarismo – no el que describe torcidamente la irreligiosidad contemporánea que le confunde con escatología trascendental- es la fe que tenían quienes creían que el año mil sobrevendría la segunda venida de El Mesías.

LA RECETA DEL MIEDO, Y LA ELECCION PRESIDENCIAL

 


Mel Gibson es uno de los pocos cineastas contemporáneos que a través de sus obras de arte inspira emociones constructivas. En su película Apocalypto reserva una escena para retratar lo que representa el miedo. Al pie de este escrito dejo el enlace con el fragmento de la obra cinematográfica para quienes quieran escuchar este magnífico discurso[1] que relato en pocas palabras: Un padre aborigen, en una selva de Mesoamérica va a cazar con sus hijos y parientes. Lo han hecho por generaciones en ese mismo territorio selvático. De pronto se encuentran con una tribu miserable que camina buscando “un nuevo comienzo” porque sus tierras han sido arrasadas. El padre les advierte que deben salir de esas, sus tierras, pero impide a sus jóvenes que los agredan. El hijo expresa a través de la mirada sin palabras, todas las emociones negativas que son hijas del miedo. Al final de la jornada, le expresa a su hijo un magnífico discurso sobre lo que es el miedo, y lo exhorta a limpiar su corazón de esa emoción podrida y contagiosa.

El Evangelio en Mateo 26:69 a 75 nos conmueve con la negación de Pedro poseído por el miedo. Pedro nos dice la escritura, llora después de ver los ojos de su Señor, pero no nos dice que supere su miedo. Al contrario, era tan profundo su miedo que nada dice el evangelista que lo haya acompañado en el calvario, y solo su Madre, Juan y María acuden a los pies de la cruz. Debemos entender que el arrepentimiento de Pedro fue moral, es decir, de repugnancia a su propia debilidad, pero siguió dominado por esa emoción contagiosa. Pedro, símbolo y padre de la iglesia tuvo miedo y no lo superó en ese episodio.

La tarea de reconstrucción de la convivencia es la tarea más relevante para el mandato presidencial que sucederá a esta administración. Ésta parece gobernada en prácticamente todos los aspectos y estamentos por las fuerzas del mal. Palabras, ideas, frases, obras, proyectos; casi nada es rescatable como algo positivo para la paz, la justicia, la verdad o la belleza. Sus partidarios, activistas de la calle, sabiendo lo imposible de retener el poder en el próximo período, amenazan larvadamente con retomar la senda de la violencia demoledora de la convivencia pacífica y seguir sembrando las ciudades de Chile con sus excrementos verbales, buscando víctimas ojalá jóvenes para después escalar a la violencia homicida. El mensaje va dirigido como advertencia a los votantes que votarán por el desalojo de esta impúdica casta de revolucionarios cleptócratas. Conocemos la receta del miedo. La conocen los afectos y desafectos del actual gobierno, políticos, jueces, sacerdotes, obispos, hombres de negocios, miembros de las fuerzas armadas y de orden. La idea de la propaganda es que lo sepan los votantes y que, sin van a votar por el desalojo, lo hagan poseídos por el miedo y en consecuencia, elijan el mandatario más pusilánime u obsecuente con la violencia y el caos.

Ante esta evidencia ¿Cuál es la actitud de cada uno de los candidatos presidenciales serios?[2] 

La señora Jara busca un posicionamiento personal. Como política fogueada, sabe que no puede ganar la elección en el balotaje. No tiene plan ni programa. Para qué quemarse con dimes y diretes si sabe que no ejercerá, por ahora, el cargo.

La señora Mathei anhela un milagro y un electorado atorado por el miedo, ojalá el terror, a fin de desarrollar un gobierno de continuidad del expresidente Piñera. Sus abanderados son la oligarquía que coopta las organizaciones de grandes empresarios cuya insignia es que todo cambie para que todo siga igual. Administraría la violencia revolucionaria como un dolor de muelas de una pieza dental imposible de erradicar, cediendo y concediendo para que no se desborde, con analgésicos y barbitúricos si es necesario. Tiene como experto en seguridad, al ex subsecretario de interior, el señor Galli, que sentó una doctrina de replegarse y contener a los violentistas a fin de no tocarlos con el pétalo de una rosa. En los ojos de la candidata no veo el miedo porque está segura de que no opondrá resistencia a los enemigos de sus electores y también porque sus talentos prudenciales son discretos. Ella, ni siquiera se representa los costos personales y perjuicios para Chile, que su desordenada ambición puede causar. La cuestión para ella es extraordinariamente simple: llegar a su sueño de terciarse la tricolor.

El señor Kast sube este palo ensebado para alcanzar la piñata que le permita sentarse, por fin, en el sillón de O´Higgins. ¿Cómo? Con un mensaje críptico con publicidad de dentífrico, buscando a toda costa decir las menos cosas posibles para no derramar el vaso pletórico de las encuestas que lo dan por ganador. ¿Qué hacer con la subversión revolucionaria de las calles?: ya se verá. ¿Qué hacer con los cien mil delincuentes extranjeros que asolan la convivencia?: mensajes genéricos, crípticos. No referirse a ello en detalle. El que mucho habla mucho puede equivocarse. ¿Será está táctica sustituta de una estrategia inexistente? ¿Será quizá por causa de aquella emoción podrida y contagiosa que es el miedo?

El señor Kaiser ha dejado por establecido que es el único líder que encarna un mando, que sabe cuáles son los medios para ejercitar ese mando, y cuál es la misión. Tiene principios. Pone los principios por, sobre todo. Tiene una estrategia clara y tácticas coherentes con aquella. Sabe que hay enemigos políticos potencialmente homicidas – el terrorismo – que deberá resistir, sabe que se enfrentará a una burocracia judicial plagada de activistas políticos y de jueces pusilánimes, sabe que se enfrentará a un sector del parlamento que buscará destruirlo personal y moralmente. 

El electorado dirá si se deja gobernar por aquella emoción podrida y contagiosa. Quienes voten por Johannes y sus parlamentarios, habrán superado esa parálisis que produce el miedo. En noviembre sabremos cuantos somos los chilenos que honramos aquello que les gritó O´Higgins a sus soldados en Rancagua: O vivir con honor o morir con gloria.

Viva Chile. Viva Kaiser.

octubre de 2025



[2] Por serios me refiero a aquellos que se postulan para ser presidente de la república, no para testimoniar o ganar dinero en base a los vacíos legales de la ley de financiamiento de las elecciones. No me refiero pues, ni a Parisi, ni a Enríquez, ni los otros dos cuyos nombres ni me recuerdo.