viernes, 22 de diciembre de 2023

EL MAL MENOR; ANTIDOTO DEL MIEDO

 El miedo es una emoción primaria provocada por la percepción de un peligro real o supuesto, presente, futuro e incluso pasado. Desde un punto de vista de la conservación de la especie, es un mecanismo que nos protege de la adversidad y de la muerte. Surge nativamente en el individuo y fisiológicamente gatilla mecanismos hormonales de defensa. En nuestra vida social, en nuestra relación con nuestros prójimos, usamos del miedo para inducir conductas. Desde que existe la colectividad humana – que es desde que existe el hombre-, se ha usado el miedo en la pedagogía, en la religión, en la milicia y en la política. Es una fórmula básica, elemental y de bajo costo, para obtener resultados rápidos, normalmente no reflexivos, en las conductas ajenas que pretendemos inducir y controlar. Como impulso instintivo básico, el miedo bloquea el juicio, lo que en determinadas circunstancias es positivo, pero que, cuando el miedo es inducido por un peligro supuesto e irreal, ese bloqueo nos hace más bestias y menos humanos sin ningún beneficio. Su consecuencia es negativa desde todo punto de vista.

Cuando estaba próximo a egresar del colegio, un profesor que oficiaba de orientador, exasperado de no obtener conductas disciplinadas para inducirnos a superarnos en el estudio, nos advertía: el que no obtiene un puntaje adecuado en la Prueba de Aptitud Académica, no entrará a la Universidad, y el que no entra a la Universidad, está sonado. Claramente no era una actitud muy orientadora ni pedagógica, pero el pobre hombre quería obtener resultados prácticos rápidos: que aquellos energúmenos repletos de desordenada hiperactividad hormonal, a través de miedo, reprimieran sus impulsos frontalizados y se abocaran de una vez por todas a estudiar y aprender las materias de estudio.

Mel Gibson, a mi juicio el más grande genio del cine contemporáneo, dirigió una película titulada Apocalypto. Retrata la precaria vida cotidiana de tribus de Mesoamérica precolombina. Al inicio de la película, un padre de una tribu primitiva alecciona y recrimina a su hijo por dejarse arrastrar por el miedo[1]. Grosso modo la trama del filme consiste en las peripecias de ese mismo joven para salvar su vida y la de su familia, del acoso de la tribu hegemónica, lo que consigue gracias a derrotar en su corazón el miedo y ejercer el luminoso coraje.

En su proceso adaptativo al medio, el hombre desarrolla conductas tendientes a su conservación u obtención de un estado deseado de bienestar futuro. La existencia humana desde sus orígenes ha estado ligada a la técnica como medio para mitigar la precariedad y los peligros que nos impone el medio. El hombre, a diferencia de sus hermanos del reino animal, colectivamente inventa, descubre, desarrolla y usa de la técnica para hacer de su existencia más cómoda, segura y disponer de mejor manera de su tiempo en el corto período que es su vida. La explosiva evolución de la técnica ha determinado en la modernidad un cambio significativo de la circunstancia que nos rodea; la proporción de esa circunstancia determinada por la naturaleza, ha disminuido en favor de aquellas circunstancias artificiales que nos proporciona la técnica. Nuestros mecanismos adaptativos se encuentran en transición y aun no asumen esta enorme mutación. Este hecho insuficientemente advertido por la antropología, tiene sus efectos positivos y otros negativos.

El más nefasto de estos efectos, es que, comparados con nuestros antepasados, los habitantes desde mediados del siglo XX hasta la fecha, somos más proclives a bloquear nuestro juicio a causa del miedo. La técnica nos ha hecho más dependientes de cosas cuya carencia nos angustia. Y el poder político ha descubierto que esta es la gran llave de la dominación total. En la medida que los individuos no tomemos conciencia de este hecho, el plato está servido para la hegemonía política totalitaria.

A raíz del patético y aun no reconocido fraude de la pandemia del Covid 19, Fernando del Pino Calvo-Sotelo[2], postula que el nivel de sumisión y autoengaño que ese experimento social provocó, se hizo posible al haberse asentado previamente lo que él denomina La Cultura del Miedo. Siguiendo aquel adagio de, quien puede lo más, puede lo menos, los agentes del poder, de la manipulación de la opinión y de la publicidad de masas, que convencieron a la población a inocularse vacunas génicas eventualmente dañinas para su salud, y someterse al científicamente comprobadamente inútil, encierro que alteró y deterioró sus vidas, se han cebado con este mecanismo de dominación, que no conoce límites.  El miedo ha sido la llave maestra que quiebra las voluntades y las somete.

En esta modernidad tardía, la política ha devenido en una tramoya de soberanía popular que consiste en someter periódicamente a la comunidad al ritual de elecciones por sufragio universal. Adicionalmente, en las últimas décadas, se ha agregado el ritual de encuestas supuestamente de opinión, con las cuales se pretende inducir a las masas al concepto de El Mal Menor.

Cuál es la llave maestra para que las masas acepten un mal como algo aceptable: el miedo. El mal menor sería aquel antídoto a un hecho futuro y angustioso. En el plebiscito del 17 de diciembre, tuvimos un resultado electoral que es imposible de explicar sin la presencia de este mecanismo de cazamariposas electoral. Me explicaré, pero previamente debemos hacer una síntesis del significado del proyecto.

Existe diversos interesados en reformular institucionalmente la república con distintas propuestas utopistas. Unos porque quieren abrir los espacios para un proceso revolucionario socialista de viejo cuño, otros porque quieren alinear a Chile como provincia de un gobierno mundial, pensado desde los centros de poder financiero mundial y articulado a través de la agenda 20-30 de la burocracia de Naciones Unidas, y otros simples comparsas interesados en mantener e incrementar sus privilegios como administradores del sistema.

Intentaron un proyecto con el tejo pasado y atribuyeron la derrota de aquel proyecto, a la rústica grosería de su formulación. Intentaron un segundo, pero esta vez sin correr el riesgo que el voto popular le diera en las narices, violaron impunemente la constitución y la ley para proponer una estructura institucional que tenía doce bases intocables. La docilidad de las masas demostrada para la pandemia, y el apoyo de toda la máquina comunicacional de diarios, radios canales de TV, auguraban esta vez, éxito. Expertos nacionales, expertos importados[3], alineamiento de todas las universidades, ávidas de financiamientos a través de Foundation, se dispusieron a poner término al proceso. Incluso alinearon a un partido díscolo como el Partido Republicano que acaparó la mayoría electoral de quienes rechazaban el proceso, a través de fichar a su líder a Foundation Conservadoras.[4] Como voceaban los antiguos organilleros, por plata baila el mono. Total, hay Foundations para todos los gustos y colores: para homosexuales, heterosexuales, de derechas, de izquierdas, ecologistas etc. etc.

Parecía que esta vez tendrían éxito a pesar de la pertinacia de las encuestas que demostraban que el soberano vomitaba el proceso. Y finalmente fracasaron, pero de una manera inesperada. ¿Cómo se cuajó la derrota?: Mayoritariamente por el voto miedo.

Del 56% de votos en contra de la constitución solo entre un 17 a 25% de la llamada ultraderecha, votó sin miedo y por convicción. No quería la derogación de la constitución de 1980. El saldo, que representaría a la izquierda, lo hizo para que no triunfara el Partido Republicano[5]. Seamos generosos y desagreguemos a los comunistas, que votan disciplinadamente de manera táctica y no por miedo.

Del 44% que votó a favor de una constitución que era un evidente proyecto institucional de la revolución globalista, sectores de amarillos y democratacristianos descolgados, lo hicieron por genuina convicción de que esa constitución feminista, indigenista y colectivista, se ajustaba a su ideario político. Podríamos estimar que es un 10%. El saldo, lo hizo por miedo, salvo evidentemente un ínfima proporción de los articuladores de ese miedo cuyo único interés es detentar el poder. Algo sumamente preocupante fue, que muchos miembros de las FFAA en retiro – que pueden deliberar- se manifestaron a favor bajo los mismos argumentos de quienes articulaban el miedo como factor de cohesión. Si eso se replica en los miembros en servicio activo, quiere decir que tenemos FFAA poseídas por el miedo. Bien preocupante, ¿no?

El suscriptor de estas letras desde hace cuatro años viene sosteniendo los mismos argumentos y debería por consecuencia estar muy conforme con el resultado electoral. Sin embargo, la motivación de esta elección en particular, me deja anonadado y francamente pesimista de que, a través de la democracia electoral representativa, Chile recupere la senda de la justicia y la prosperidad.

Esa senda solo se obtiene cuando, al menos una élite, se conduzca bajo los cánones de la virtud de la prudencia, es decir racionalmente en función del bien común general. Esta elección ha demostrado que esa élite no existe institucionalmente organizada. Es verdad que con el 20% del electorado y algunos líderes que se perfilan en el horizonte, se puede constituir no uno sino dos o tres partidos políticos que obtengan representación popular. Pero aquello demandará un esfuerzo titánico porque el poder del dinero internacional, que es enorme, ocupará toda la batería de medios para hostilizarlo, denostarlos y destruirlos.

Invocaremos pues, para sacar Chile de este atolladero, la ayuda de quien hasta aquí no nos ha fallado: la voluntad del altísimo.

Diciembre de 2023



[1] Se te ha metido un miedo profundo y podrido. El miedo es una enfermedad. Se mete en el alma a cualquiera que lidia con él. Ha contaminado tu paz. No te crie para vivir con miedo. Sácalo de tu corazón. No lo lleves a nuestra aldea. https://www.youtube.com/watch?v=DSfTk_FzOOQ&t=1s

[2] https://www.fpcs.es/el-covid-y-la-cultura-del-miedo/

[3] La Comisión Venecia ¿De donde salió? ¿Quién le dio autoridad? ¿Quién la convocó? Solo se nos advirtió que eran superexpertos. Algo así como los expertos de los expertos.

[4] Al fin resultó que convencer a su líder era más fácil que la tabla del uno

[5] Es tan evidente aquello, que rechazaron en la convención el texto, a pesar que Luis Silva, vocero del Partido Republicano en la convención, retiró todas las mociones que contravenían la voluntad de la izquierda, en un afán de que la izquierda aprobara el texto que de suyo era la derogación de un régimen de libertades política y económicas, subsidiariedad estatal y control monetario por parte del Banco Central. Es decir: no hay una decisión racional de la izquierda que no fuese el miedo a que los republicanos aparecieran como los ganadores del proceso.

lunes, 4 de diciembre de 2023

LA CONDUCTA DEL ABC1 ANTE LA PROPUESTA CONSTITUCIONAL Y LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO

 Siempre he desconfiado de los sistemas filosóficos que pretenciosamente intentan explicar la totalidad de la realidad. Con mucho mayor razón de las ideologías, que son la expresión práctica de algún sistema filosófico. Ambas creaciones conceptuales, se les engloba hoy sintéticamente bajo el rótulo de, relatos. Viviríamos en el mundo contemporáneo, según los analistas de moda, la era del fin de los relatos, explicación que me parece bastante amanerada para reconocer derechamente, que las ideologías y sistemas filosóficos que parió la ilustración, están y han estado siempre equivocados, lo que la evidencia histórica contemporánea ha delatado.

Descartadas las ideologías, los analistas tientan con lo que se denominan, los principios explicativos. Con ellos abordan un fenómeno social complejo, bajo el análisis de una explicación conceptual. Lo que, en lenguaje epistemológico clásico, deberían denominarse simplemente, tesis. Pero hay que estar a la moda y sostener, que los principios explicativos son el intento conceptual de relatar un fenómeno social, ordenando causalidades de estas, sin pretensiones prescriptivas sobre lo que se debe ser o hacer. Por eso, los principios explicativos no son muy populares, porque el hombre masa que abandonó la fe viva en la religión, lo que busca en una ideología, sistema filosófico o relato, es un camino al cielo mullido y sin espinas, en contradicción a la cualidad que nuestros profesores de catequesis nos enseñaron que tenía ese camino.

En un mundo perplejo, donde los relatos, se dice, han muerto, se hacen populares analistas que ofrecen algunos principios explicativos que parecen plausibles. Uno de ellos es Byung-Chul Han, filósofo coreano alemán, muy leído en los tiempos que corren. Una de sus tesis es que, como subproducto del capitalismo tardío, que pone su foco en la maximización de las utilidades y rendimientos crecientes de las personas, la explotación del hombre por el hombre que animara ese capitalismo[1], ha mudado en una explotación del hombre hacia si mismo. Este fenómeno determinaría que vivimos en una sociedad permanentemente cansada. No hay energía disponible para que los individuos se relacionen entre sí en su comunidad política. Incluso en las relaciones de pareja existiría según el autor, el colapso de lo erótico por causa de este fatal ensimismamiento que nos impondría el sistema.  

Frente a la decisión a que la ciudadanía ha sido sometida imperativamente y contra su voluntad por la clase política, de pronunciarnos por una nueva y buena constitución[2], la respuesta del espectro político ha sido sorprendente, y diría yo, demencial. Frente a un proyecto, cuya exégesis elemental no puede sino llevarnos a la conclusión que el régimen propuesto es colectivista, indigenista, feminista, socialista y estatista; la izquierda que propicia ese tipo de regímenes, votaría en contra, y la derecha supuestamente partidaria del individualismo, del capitalismo y de la disminución del tamaño del Estado, votaría a favor. Independiente de si lo señalado es verdad o no, y si en el secreto de la urna, cada uno vote reflexivamente, cabe preguntarse, ¿cómo es posible tamaño desaguisado?

La primera explicación es evidente: la clase política que hoy nos gobierna es inmoral y proclama principios en los que no cree. Lo hace para quedarse con el botín de incautos votantes que sí profesan los principios de conducta invocados. La diferencia entre derechas e izquierdas, sería meramente una pintura del rostro como el de los payasos del circo, que se pintan alegres o tristes para provocar emociones de esa índole. Si fue “la derecha” la que sacó adelante el proyecto en la convención, la izquierda se debe oponer a ello para quedarse con el triunfo de el rechazo a la propuesta. La derecha a su vez, quiere “adueñarse” de la nueva y buena constitución, por razones electorales de corto plazo, sin importarle su contenido. Total – es su reflexión – ¡quien respeta la constitución en los tiempos que corren! Me parece plausible esta explicación, pero solo de la clase política. Lo azorante es que el llamado ABC1, los ricos, los adinerados, los de derecha, a los que habitualmente se les adjudica la mayor capacidad reflexiva; les crean a sus políticos y caminen como corderos al matadero, a proclamar de forma vehemente, que están por aprobar la constitución, colectivista, socialista, ecologista, feminista y estatista; todos principios que rechazan. ¿Cuál es la razón que se esgrime con insistencia?: Que se acabe la pelea, la discusión. Que se cierre el proceso. Que volvamos a tener tranquilidad para trabajar, para producir; que vuelva el anhelado crecimiento económico. Que volvamos a la normalidad.

La explicación de esta conducta nos la ofrece la tesis de Byung-Chul Han: En Chile, el llamado ABC1[3] está dominado por el cansancio. Representan a la sociedad del cansancio relatada por el coreano. Son aquel segmento de la sociedad chilena que se encuentra involucrado en la sociedad del rendimiento[4]. Lo peor que les puede suceder, es que alguien los distraiga de discurrir en esta gigantesca rueda de hamster en que se ha transformado el capitalismo tardío. ¿Oponerse al colectivismo que destruye la libertad, al feminismo que destruye a la familia, al estatismo que expropia el esfuerzo individual? Aquello representa un afán insalvable para quienes todo su esfuerzo está concentrado que las cosas sigan igual y volvamos a la normalidad. Normalidad que importa una persistente decadencia de la sociedad en que vivimos.  ¿Cómo hacer para salvar a la familia de su degradación gracias a ideologías disolventes, a la destrucción sistemática que el terrorismo urbano ha provocado en sus ciudades, a la expansión sin freno de la violencia delictual? No sé cómo hacerlo. No puedo. No tengo tiempo. No me interesa. No es mi especialidad; pareciera ser la respuesta de nuestro ABC1.

La historia humana no la mueve el cansancio. La mueve la voluntad. Nada en el mundo de las creaturas se detiene. Todo fluye, todo corre, solo el imperecedero ser permanece, dijo Heráclito hace dos mil quinientos años atrás.

Invito pues a la gente económicamente más acomodada pero pensante, a superar ese cansancio que los agobia, a leer el texto propuesto y a formarse un juicio, no permeado por una casta política, que ha dado muestras suficientes de su decaimiento moral y la corrupción de sus motivaciones. Su conclusión será a no dudar, votar en contra si profesa la fe en la libertad humana y en el libre albedrío de las creaturas.

diciembre de 2023

 

 



[1] Según él; no según mi parecer.

[2] Así reza el majadero marketing de pasta dentífrica con que se promueve.

[3] Nomenclatura de economistas y publicistas, que, a pesar de su superficialidad, identifica una subcultura

[4] Byung-Chul Han generaliza su tesis, porque en Corea del Sur el fenómeno abarca a todas las clases sociales. En Chile a mi juicio la disciplina capitalista solo abarca a la clase social económicamente más exitosa.