sábado, 11 de septiembre de 2021

LA BUROCRACIA, EL INFIERNO CHINO, EL SERVEL Y LOS PROTOCOLOS ADMINISTRATIVOS

Existe una antigua y popular obra de teatro y opera china intitulada “Mulián Rescata a su Madre del Infierno”. Esta obra dio lugar a la imagen del inframundo que tiene la cultura china. Aquella se ve reflejada en ilustraciones en jarrones y múltiples expresiones gráficas del gran país de oriente. Así como la Divina Comedia de Dante generó en el imaginario occidental nuestra visión el infierno; el igualmente indeseable infierno de los chinos, se lo imaginaron plagado de burócratas custodios privilegiados de ese averno. Mulián en el relato, podrá rescatar finalmente a su madre, pero luego de cumplir un sinfín de trámites burocráticos; hacer filas, rellenar formularios y ganarse la voluntad de los hostiles burócratas chinos, que le ponen todo tipo de trabas. Es muy posible que la cultura china, amante del equilibrio y la armonía, reconozca en la burocracia la antípoda de aquello.

Cuando estudiaba mi primer año de derecho en la Universidad de Chile, en las tardes trabajaba de procurador-suche en un estudio de abogados. Mientras los estudiantes de segundo y tercer año a quienes consideraba privilegiados e importantes, tramitaban causas judiciales en los tribunales, el suche de primer año – que era yo-, tramitaba la obtención de pasaportes haciendo cola en las oficinas de General Mackenna al costado de Investigaciones, revisaba los libros de marcas comerciales en el húmedo y fétido subsuelo del Ministerio de Economía, y efectuaba otras tareas oscuras y despreciadas por mis importantes colegas mayores. Había que sonreír empáticamente a hostiles funcionarios, obsequiar chocolates a señoras mayores, adherir ruidosamente a las preferencias futbolísticas de algunos funcionarios; todo en aras de que; “saliera el trámite”. Era mi infierno chino que lo soportaba estoicamente para hacer méritos y ser considerado en el bufete, para ejercer roles forenses más dignos de mi futura profesión de abogado.

Si me hiciera un sicoanálisis con toda seguridad esa experiencia explicaría la aversión que profeso por la burocracia, entendiendo por tal, aquellos ritualismos oficinescos cuya causa y cuyo objeto nunca están del todo claros. La declaración de impuestos de abril de cada año, aparte de ser un agravio a mi pobre patrimonio, tiene ese componente amargo de llenar formularios y más formularios, los que ante cualquiera pequeña equivocación, se deja caer la guillotina: Multa en unidades tributarias mensuales. ¿Por qué? ¿A quién lesioné? A nadie. Simplemente el recuadro está mal llenado.

El surgimiento de la electrónica, se suponía que dejaría en el pasado este infierno chino. Pero los candidatos a cargos de elección popular han constatado que ese infierno está plenamente vigente. La democracia representativa, la voluntad popular y hasta la soberanía; pueden verse trastocadas porque el recuadro XX del formulario YY no ha sido completado adecuadamente. El Servel, órgano público compuesto por funcionarios formalmente inteligentes, con estudios universitarios y de post grado, son incapaces de razonar. Para ellos los “protocolos” son los “protocolos”.

Cuando en nuestro País se legislaba con la recta razón, se dictó la ley 18.575 (que ahora luego de sucesivas y desordenadas modificaciones parece queso suizo), norma de rango constitucional que se denomina, “Bases de la Administración del Estado”. En ella se prescribe: La Administración del Estado está al servicio de la persona humana; su finalidad es promover el bien común atendiendo las necesidades públicas en forma continua y permanente. Del mismo modo cuando aún el legislador se apegaba a la razón y a la adecuada sintaxis, se dictó la ley 19.880 sobre la formalidad de los actos de la administración que manda lo siguiente: El procedimiento debe desarrollarse con sencillez y eficacia, de modo que las formalidades que se exijan sean aquéllas indispensables para dejar constancia indubitada de lo actuado, y evitar perjuicios a los particulares.

El Estado de Chile ha perdido la brújula hace rato. Vivimos prisioneros de protocolos sin sentido exigidos perentoriamente por burócratas cada vez más numerosos, más alejados de la realidad fáctica y menos eficaces para el logro de los fines para lo que se les paga. El País dilapida toneladas de energía creativa en montañas de trámites inútiles como el que tiene rechazadas las candidaturas por el Servel. Para presentar una candidatura, abrir un kiosco para vender empanadas, cruzar con una cañería una calle, levantar un edificio, etc. estamos tapizados de exigencias inútiles.

Salvemos a Chile de este Gulag de la burocracia.

 

Septiembre de 2021

 

 

 

 

  

martes, 7 de septiembre de 2021

LAS ABEJAS, LOS HOMBRES, EL MUNDO ARTIFICIAL Y EL CORONAVIRUS

 


Soy apicultor aficionado. Tengo colmenas y he estudiado a estas maravillosas criaturas, más que por afán productivo, por el placer de sorprenderme con su organización. Cuando despunta el verano, luego de una primavera pródiga en flores, se produce un cambio de conducta en las abejas que los apicultores describimos como “fiebre de enjambre”. La abeja reina acelera su secuencia de postura, y las abejas nodrizas empiezan a alimentar mayor número de larvas con jalea real, alimento que permite a esas larvas desarrollarse como abejas reinas. Lo que su adaptación de millones y millones[1] de años les ha enseñado, es que cuando la naturaleza es pródiga deben expandirse. Es la oportunidad de crecer y hay que prepararse para esa opción. El apicultor debe estar atento a este fenómeno para crear con nuevas reinas y abundante población de abejas obreras, nuevos núcleos. Si no lo hace pierde las abejas y estas se van al bosque a vivir en colmenas naturales inaprovechables para el hombre. A la inversa, si la primavera ha sido seca y pobre en floración, esa conducta no se manifiesta. Conservan su población y no se expanden. Las abejas viven en función de las expectativas, tal como enseña la ciencia económica.

La modernísima agricultura ha creado cultivos artificiales como el rap, insumo para aceites comestibles. ¿Han visto los cultivos de rap en flor? Es algo maravilloso: una explosión de flores amarillas que se puede observar desde los satélites del espacio. La sorprendente inteligencia humana ha creado esta realidad artificial que le permite obtener decálitros de aceite vegetal en extensiones relativamente pequeñas de cultivo, gracias a las semillas genéticamente adaptadas y a procedimiento de cultivo sofisticados. Los productores de rap contratan apicultores para que instalen colmenas en los contornos de la siembra. Las abejas, a través de su trabajo, aceleran y homogenizan la floración de las plantas; ambos, requisitos para el éxito del cultivo. Pero para los apicultores, esta prestación de servicios ha sido un quebradero de cabeza. ¿Por qué? Sucede que las abejas ven esta floración exuberante y procesan que la naturaleza toda, ha sido pródiga en la temporada. Su condicionamiento milenario, no les permite entender que es este un cultivo artificial. Y se produce la fiebre de enjambre elevada a la potencia, lo que genera graves pérdidas para los apicultores, porque no hay capacidad posterior para alimentar a la gran cantidad de nuevos núcleos que se podrían formar. Incluso las abejas se distraen de su trabajo ordinario en su equivocado afán de reproducirse.

Con el hombre y las colectividades humanas está sucediendo, desde hace cuatro siglos, un fenómeno similar; y en el mundo contemporáneo este fenómeno se ha acelerado exponencialmente. La técnica humana ha generado un mundo artificial que ha beneficiado a toda la humanidad, pero paradojalmente a consecuencia de ello el hombre padece, una crónica desadaptación. El vértigo de la capacidad creadora del hombre fruto de la racionalidad humana, no ha ido acompañado de una aceleración de su capacidad racional de adaptación a esas realidades artificiales. En efecto, el hombre se comporta como si las creaciones de la técnica fuesen parte de la naturaleza, y olvidando su precariedad existencial desordena su vida lo que genera angustias personales y crisis colectivas.

Hemos pagado en el transcurso de estos cuatro siglos un alto precio cuando el poder político confunde el mundo artificial de la técnica con el mundo real. Aristóteles hace muchos siglos hizo saber que la virtud de la prudencia era la que debe primar en el arte de la política, esto es en el arte del buen gobierno. Este mundo artificial deprime esa virtud.

La reacción del poder político con la llamada pandemia covid 19 es un ejemplo de este fenómeno de confusión de planos de la realidad. Esa reacción ha causado un grave daño colateral por las consecuencias que ha tenido y tendrá en el futuro en la sociedad occidental. La secuencia de acontecimientos es la siguiente: 1) El aparato burocrático del sistema mundial de salud -que generan un gasto corriente de billones y billones de dólares- se auto legitima como los guardianes de los peligros de la salud mundial y se manifiesta capaz de vencer a la muerte por enfermedad; 2) Crean una serie de protocolos[2] de reacción ante el surgimiento de una pandemia mundial. 3) Para legitimar su presencia y gastos incrementales, por protocolo bajaron la definición de pandemia hace 6 años atrás, quitándole el requisito como causante de una “mortalidad significativa”. 4) Apareció un presunto nuevo virus[3] – como la naturaleza los viene creando desde que apareció la vida en el planeta- que enferma a un porcentaje muy menor de la población mundial, con un compromiso respiratorio que es difícil de identificar de otros virus que generan ese mismo síntoma. Además de enfermar efectivamente a un ínfimo porcentaje de la humanidad, su letalidad es aun menor y hasta ahora no supera las muertes anuales por tuberculosis, sin que se haya declarado la tuberculosis como pandemia. 5) Como el porcentaje es muy menor, la burocracia sanitaria para legitimar su proceder considera infectados, a quienes dan positivo con un examen – el PCR- cuyo inventor reconoció que no es idóneo para identificar virus. El resultado es que el numero de supuestos infectados que no están enfermos es calificado de tales en condición de asintomáticos[4] y se les obliga a obrar como apestados. 6) Se autoriza la aplicación masiva de vacunas en condición de prueba, sin control estadístico y con carácter obligatorio, violando el derecho internacional civilizado contenido en la declaración de Nuremberg sobre la aplicación de medicinas y vacunas de prueba. 7) Se somete a la población a una ingeniería social de concientización a través del terror, en la operación de propaganda política más extensa e intensa que se tenga registro. Se les obliga a llevar mascarilla, un artilugio que científicamente no sirve para nada fuera de un quirófano. 8) Se ocultan y tergiversan datos estadísticos para ocultar el monstruoso fracaso de la campaña de inoculación de vacunas. Hasta ahí vamos.

Nuestra estructura neuronal, fruto de un largo proceso de adaptación, está conformado por tres capas responsables de los mecanismos de reacción ante los estímulos del medio: la arquicorteza, responsable de las respuestas automáticas y reacciones fisiológicas que hacen posible la supervivencia; la paleocorteza, responsable de las reacciones sensitivas y emocionales; y por último la neocorteza responsable del pensamiento racional, mecanismo este último, que los humanos han desarrollado como ninguna otra especie lo ha hecho.

Tenemos la racionalidad que suponemos no tienen las abejas, pero en esta maraña de protocolos sanitarios casi nadie es capaz de ejercitar esa racionalidad. El resultado será el mismo de las abejas: sufriremos un deterioro poblacional y de salud pública incalculable de momento. Sufriremos un empobrecimiento también imposible de calcular. El endeudamiento mundial ha llegado a límites que ponen en jaque el orden económico mundial. El tren sigue veloz y el abismo está ahí; a unos pocos kilómetros de distancia. La creencia de los líderes, al igual que Greespan antes de la crisis sub prime, es que las cosas se arreglarán solas y por último, nadie de los responsables estará ahí cuando llegue la hora de pagar la cuenta.

Hombres libres y racionales: ¡Despertemos!

Septiembre 2021

 

 

 



[1] Se estima que las abejas son 100 veces más antiguas que el homo sapiens. Los ápidos existirían hace 30 millones de años y el homo sapiens hace 300 mil años

[2] Esta palabreja en política es la negación per se, de la virtud de la prudencia, aquella que obliga a ponderar TODAS las consecuencias de nuestros actos. Las abejas tienen como señalé un protocolo; abundante floración=incremento en la postura y la población de abejas reinas.

[3] Digo presunto porque hasta la fecha de hoy, el Sars 2 cov19, no ha podido ser aislado tal como la virología exige para ser identificado como tal.

[4] Este es un concepto casi delirante porque los asintomáticos son enfermos que no están enfermos y es el fundamento de esta febril fantasía tendrá devastadoras consecuencias en el mundo.