lunes, 20 de noviembre de 2023

EL OPTIMISMO INESCRUPULOSO EN LA PROPUESTA CONSTITUCIONAL

 

Uno de los más brillantes filósofos contemporáneos, recientemente fallecido, es el británico Sir Roger Scruton. Con fina pluma y usando aquel refinado sarcasmo de los británicos elegantes, que no trasgrede los límites del respeto al prójimo, escribió un breve opúsculo denominado, Las Bondades del Pesimismo o los Peligros de la Falsa Esperanza. Desarrolla en esa amena obra, siete falacias y cuatro tesis.

Es tal el nivel de nuestras élites, que el debate sobre la fisonomía que debería ordenar nuestra nacionalidad futura y la vida de nuestros hijos y nietos, mayormente se ha centrado en, si se puede votar la misma opción de los comunistas, o quien es verdaderamente derechista, o quien es traidor de quien. Por allá anda el texto de la propuesta, al cual pocos se refieren y menos leen, por ilustrados que pretendan ser. En estos brillantes análisis de coyuntura, un ex “catedrático” tilda de sonsos a sus detractores que no se pliegan a sus opciones “tácticas”, y, cual si fuese un excelso Erwin Rommel, se vanagloria en negarse a debatir, porque su luminosa inteligencia no está para ser derrochada en nimiedades, tales como el contenido de la propuesta constitucional. Como no tengo los talentos tácticos de aquel excelso catedrático, me referiré al contenido de la propuesta al amparo de mis apuntes sobre la referida obra de Scruton.

La palabra escrúpulo, según el diccionario de la Real Academia, es la duda o recelo inquietantes para la conciencia, sobre si algo es bueno o se debe hacer desde un punto de vista moral; o bien, exactitud o rigor en el cumplimiento del deber o en la realización de algo. Al respecto transcribo literalmente fragmentos de la obra mencionada, porque el razonamiento de autor no demanda comentarios: Ser de derecha se refería antaño, a mirar con recelo toda novedad y muestra de entusiasmo, y a ser respetuoso con la jerarquía, la tradición y las leyes establecidas. Cuando atañe a nuestras propias vidas, a las cosas que conocemos y que hemos conseguido gracias a nuestra capacidad y comprensión, adoptamos un punto de vista mesurado”. Continúa Scruton desarrollando sus ideas, a través de la descripción de falacias que confunden al hombre contemporáneo. La “falacia del mejor caso posible (que mejor traducida sería la falacia del mejor escenario posible), ha incitado a elegir bajo condiciones inciertas, se imagina el mejor resultado y asume que no necesita considerar otros. Hay un tipo de adicción a lo irreal que alimenta a las formas más destructivas del optimismo: un deseo de suprimir la realidad como premisa desde la cual debe partir la racionalidad práctica, para ser reemplazarla por un sistema de ilusiones serviciales. Es una especie de adicción a la irrealidad[1].

Cuando escucho a gente que reunía las cualidades descritas por Roger Scruton como, de “derecha”, argumentar a favor de una propuesta constitucional que consagra un régimen socialista de asistencialismo estatal, y propone la sumisión de la soberanía nacional a núcleos de poder hostiles, a toda visión de “derechas”, cuando los escucho esgrimiendo todo género de razones tácticas, para aprobarla; me resisto a estimar que es puramente falta de juicio crítico. Es una razón más compleja y opaca. No los tildo de sonsos, como aquel luminoso catedrático. Me pregunto ¿por qué toleran lo que será, sin duda razonable, un peor país para sus hijos?. Cuando escucho a exmilitares que han sufrido en carne propia o  en las de sus camaradas, las torcidas interpretaciones jurisprudenciales, que hasta ahora están al borde del prevaricato, y que conforme al texto constitucional se harán perfectamente legítimas, me pregunto igualmente ¿cómo es posible aquello?

La respuesta nos la ofrece Scruton: hay un optimismo inescrupuloso. Optimismo que nada tiene de positivo ni nada que ver con la virtud teologal de la esperanza. Optimismo que nace de un vicio: Eludir la realidad. ¿Por pereza? ¿por falta de entereza moral? ¿por desinterés hacia lo público, es decir, por egoísmo individualista?

Es verdad que en política hay razones tácticas. Pero cuando se trata de diseñar el futuro del país, ¿no será demasiado? Mucha gente de derecha votó dos veces (yo no) por Sebastián Piñera, sabiendo que era un agiotista con un currículo de latrocinios por todos conocidos. Entonces la "razón táctica" la comprendí e incluso me consideré casi en falta cuando en la urna voté en blanco. Lo confesé solo a mis cercanos, la mayoría de los cuales me vapulearon por tal conducta. Pero votar en favor de la instalación de un régimen que nos condenará a la mediocridad y decadencia como nación, es muy distinto, y por eso, voceo a los cuatro vientos que la opción de votar apruebo patrocinada por esta llamada “derecha”, es un gigantesco error de la élite.

El clasismo tradicional de las opciones políticas (los ricos por la derecha, la clase media por el centro y los pobres por la izquierda) se ha disuelto. El pueblo llano es ahora el portaestandarte del sentido común. Y es razonable: sufren en carne propia las políticas socialistas. Los ricos viven en un fanal que confiere el dinero. De nada les servirá a la izquierda (esa si que sabe de táctica, no como el catedrático devenido en general de división) apropiarse de la voluntad de la clase más pobre. Ese pueblo llano, del que la izquierda quiere colgarse, votará en contra de la opción socialista, y según las encuestas será difícil doblegarlo.

La opción socialista y globalista seguramente vencerá en La Dehesa, Vitacura y Las Condes, pero Dios mediante no se impondrá, gracias a los fachos pobres. ¿Raro, no…?

noviembre de 2023

 

 

 

 



[1] Obra citada

sábado, 11 de noviembre de 2023

LA MALA FE QUE RODEA LA PROPUESTA CONSTITUCIONAL

 La política es un arte de conducir voluntades de los gobernados hacia un objetivo que el político o líder proyecta. El recto político es el que trasparenta permanentemente y sin simulaciones, los objetivos a los que desea conducir a los gobernados, y sostiene esos objetivos a través del tiempo.

La vida individual es un complejo de dificultades y facilidades. La vida colectiva del mismo modo. La comunidad política siempre, enfrenta dificultades que hacen difícil la vida de los gobernados y posee fortalezas, hábitos y destrezas para hacer posible a vida en común. Muchas veces la solución de las dificultades comportan disyuntivas, es decir, solucionar una dificultad supone la no solución de otras. La más característica de estas disyuntivas las ofrece la seguridad plena para todos, versus la libertad plena para todos.

Todos quisiéramos tener el futuro asegurado en términos materiales, conforme a las expectativas de bienestar material de cada uno. Y todos quisiéramos disponer de el mayor margen posible de libertad sin que el poder público, la polis, la comunidad, nos restringiese o perturbase nuestras expectativas y por consecuencia, de nuestros objetivos individuales.

El político honesto es aquel capaz de comunicar con claridad este dilema y ofrecer una ecuación que suponga, un determinado margen de seguridad y un determinado margen de libertad, compatibles entre sí. Pero como la gente quiere escuchar soluciones y no dificultades, cuando de democracia representativa se trata, los políticos se mueven en un viscoso margen en que exageran las soluciones y minimizan las dificultades.

Y es cuestión de observar, el amplio énfasis, que esos políticos necesitados de la voluntad popular, confieren a los derechos, y el pequeño énfasis, cuando no, el más estricto silencio, a los deberes de los ciudadanos.

La conexión lógica entre un objetivo, con la fuerza de voluntad y el ejercicio de los talentos y recursos para obtenerlo, es la mayor conquista de la inteligencia humana. Prever el futuro con sus costos y consecuencias. La desconexión entre una expectativa y el costo para hacerla realidad, conlleva el combustible del conflicto social.

En la última década, en Chile se produjo una expansión descontrolada de las expectativas de logros individuales, sin una expansión correlativa de las capacidades y talentos para conseguirlas. El fenómeno entró en colapso en 2019: se acumularon expectativas por amplios sectores de la población que se percibieron impotentes, para satisfacerlas por sí. Entonces, acicateados por demagogos, creyeron encontrar culpables de esas frustraciones en la comunidad política. Alguien es culpable de la insatisfacción de mis expectativas, clamaban. El neoliberalismo, los privilegiados de siempre, los adultos, los policías, las normas, las restricciones sociales etc. A pesar del festival de imputaciones equívocas, a muy pocos se les ocurrió culpar a la constitución (según encuestas, a menos del 3%).

La grotesca comedia que ofrecieron, políticos, periodistas, opinólogos de alta y baja ralea aquellos meses de fines de 2019, quedará para la historia, como una conducta vergonzosa, donde una masa emocionada por la fuerza que da la muchedumbre, era dignificada como si se tratase de héroes de la libertad humana, y, a todos quienes diesen una opinión de cordura y sentido común, se les criticaba ferozmente y eran cancelados y denostados.

Las fuerzas revolucionarias disolventes, siempre preparadas y atentas para desencadenar la destrucción, se desplegaron coordinadamente para hacer colapsar la sociedad. Devastación urbana, incendios de bosques en el sur, violencia coordinada, tuvieron la virtud de sembrar el miedo en los espíritus debilitados por la abundancia económica y por años de paz aparente.

Y fue aquí donde la subcultura de los políticos que ocupan cargos de representación popular y privilegios descomedidos a su aporte a la sociedad, se transmutaron en una dañina casta y echaron mano a un chivo expiatorio para calmar a la chusma: la constitución. La constitución era la culpable de la cólera popular. Manejar ese descontento bajo esa falsa causa, les permitía, estimaron, controlar el fenómeno.

Con poco talento e improvisación diseñaron un desastroso proceso para que hubiese calma en las multitudes. Un circo pobre que terminó alineando al electorado en el sentido común, y rechazando la payasada que les ofrecían como constitución.

Pero ya los revolucionarios y utopistas le habían tomado el sabor a la sangre y se autosugestionaron que, a través de una nueva constitución, podían cambiar esta sociedad tan llena de egoísmos por una sociedad de derechos para todos, que, de paso, les permitiría tener cautivo al electorado en clientelismo electoral puro y duro.

Entonces, a lo bestia no más, diseñaron un segundo proceso que pisoteó las mismas normas que se habían dado para el primer proceso. Estimaron, como decía Nicanor Parra, que la derecha e izquierda unidas, jamás serán vencidas. Para su desazón, en la única manifestación de la voluntad popular que permitieron -la elección de los consejeros que debían poner el pulgar hacia arriba o hacia abajo del proyecto utopista-, sufrieron una nueva flagrante derrota: los nulos y blancos, más el único partido, el republicano, que se manifestaba en contra del proceso, obtuvieron la mayoría.

Pero como el líder de ese partido José Antonio Kast, pertenece a la subcultura de los políticos, decidió darle la espalda a su electorado e incorporarse a la casta. El proyecto era sueño dorado para los políticos: potenciaba el poder de los partidos políticos, y a las cúpulas clientelistas de cada partido les aseguraba una cuota de poder mayor que la que tendría incluso el Jefe de Estado.  Todos los principios contra los que el partido republicano se fundó para combatirlos y que hace suyo el proyecto (derechos sociales, hegemonía de los organismos internacionales, agendas climáticas absurdas, imposición de las teorías de género) se solucionará según Kast y su peón en el Consejo, Luis Silva, como dicen en Brasil: falando, falando.

¿Será posible que tamaña impostura, falsedad, falta de sentido patriótico pueda ser vendido a un electorado harto de este ejercicio inútil para el país? Kast, refiriéndose a las encuestas adversas, eufórico pronosticó: "daremos vuelta las encuestas". ¿Cómo? A través de una nueva impostura que Kast, como zorro correteado en estas lides, sabe que es una flagrante mentira: La seguridad que este es el fin del proceso y el miedo a la opción contraria.

Es verdad que las elecciones se ganan casi siempre con mentiras e imposturas. La pregunta es ¿con tamañas mentiras e imposturas? Mi impresión es que el nivel de mala fe de la casta política, ha rebalsado los límites de la tolerancia, y por frágil que sea el juicio del electorado, el próximo 17 de diciembre la casta sufrirá una nueva derrota.

noviembre de 2023

 

 

 

sábado, 4 de noviembre de 2023

LA REALIDAD, LA TECNICA, LA CULTURA WOK Y LA CUESTION CONSTITUCIONAL

 

El siglo XVIII, en occidente se promociona como el siglo de las luces y de la razón. Entonces se dio inicio a la llamada ilustración. Aquella corriente de pensamiento que embriagó al hombre occidental inicialmente, y a todo el orbe hacia el siglo XX, bajo la premisa que, las ideas cambiarían el mundo; era cuestión de seguir una receta, una prescripción; y el hombre y su cultura progresarían. Abandonarían las tinieblas a que nos había sometido la cultura oscurantista tradicional, y bajo la luz de la razón daríamos inicio al progreso sin fin.

Todas las desgracias que nos acaecen en los tiempos que corren, tienen por causa esta desafortunada impertinencia. ¿Dónde está el error de esta premisa? Pues en lo siguiente:

La realidad que nos circunda - nuestra circuns-tancia[1] -, está compuesta de hechos materiales; algunos que dependen del hombre y otros que son dados por la naturaleza. Los más importantes que nos impone la naturaleza, son el tiempo y el espacio. Pero hay muchos más como el clima, el sexo, las emociones, la capacidades y limitaciones físicas de cada especie, etc.

Algunos, creemos que fuimos creados por Dios a su imagen y semejanza y el hombre por tanto no es un animal más. Pero incluso concediéndole a los ateos que somos animales, habremos de coincidir que somos unos animales muy especiales. Y ello porque se le ocurrió al hombre una conducta única en el universo: ideó y creó la técnica.

¿Qué es la técnica? Es una enorme cantidad de cosas que van desde el idioma, la escritura, la música, el fuego, el control de la fuerza motriz, el fluido eléctrico, la electrónica, los vehículos físicos y un larguísimo etcétera. ¿Y para qué esta criatura extravagante creó la técnica? Para darse la franquía en el tiempo, esto es, para disponer de su tiempo, y que las cosas técnicas hicieren por él, lo que sin la técnica él debía hacer por sí mismo, sea para sobrevivir o para su bienestar. Vivir sin la técnica es vivir como lo hacen los animales cotidianamente. El hombre quiere vivir, igual que los animales y las plantas. Pero a diferencia de estos, quiere disponer del tiempo para sí. Quiere vivir mejor. No solo quiere estar en el mundo, quiere su bienestar[2]. La técnica le permitió al hombre el tiempo para sí, en el cual se ensimisma, y ese ensimismamiento le permite acumular inteligencia y mejorar el control de la circunstancia.

Al aislar ese componente -la técnica- de la vida humana y de su historia, podemos constatar que el progreso no le acaece al hombre en sí. El hombre sigue siendo básicamente el mismo desde tiempos inmemoriales. Lo único que ha progresado en nuestro mundo a través de la historia humana, es el control de las circunstancia que el hombre ha conquistado, a través de la técnica.[3]

Pero volvamos a las ideas. ¿Qué son las ideas? Las ideas las crea el hombre a través del idioma, de la palabra y del concepto, para poder ordenar abstractamente la realidad. Son una construcción humana que pretende interpretar y reflejar la realidad, componerla, ordenarla. ¿Qué interés tiene en ordenar y entender la realidad? Lo hace con la intención no siempre cumplida, de gobernarla y dominarla.

Y he aquí el primer error del idealismo que nos persigue históricamente desde Platón y del Patriarca Abraham, que permearon la tradición cristiana y, por último, con la ilustración y sus hijuelos[4] intelectuales: el materialismo dialéctico y las ideologías revolucionarias de nuestra modernidad tardía. Desde entonces se han invertido el orden de los factores. Se estima que son las ideas las que orientan al mundo, en circunstancias que es el mundo bajo el prisma de la emocionalidad e inteligencia humana, el que formula las ideas. Esto no es subjetivismo. Al contrario; la realidad objetiva permanece y fluye allá afuera de la conciencia humana, bajo la mano de Dios, y más o menos desconocida, por esa conciencia construida esforzadamente a través de siglos.

De lo anterior, se deriva el segundo error del idealismo: al creer que el mundo es gobernado por las ideas, luciferinamente se ha creído capaz de cambiar el mundo, ideando utopías futuristas y recetas para llegar a ellas. La realidad sería, según ellos, plástica, a la voluntad de los ideólogos.

Y he aquí el núcleo de la profundísima confusión que padece nuestra cultura occidental, donde se disputan “ideales” o concepciones de lo que el mundo debe ser, conforme a recetas. El bien estaría en la concreción de esas ideas transformadoras, donde reinaría un futuro de paz, bondad, fraternidad. Esto, en un escenario caeteris paribus[5] no resulta ilógico. Yo intervengo sobre una realidad estática y la moldeo a mi amaño. Pero es que la realidad no es así.

¿Se acuerdan del juego del luche, que consistía en saltar sobre cuadrículas dibujadas en el suelo? Cada uno tenía una fórmula distinta para llegar a la meta con los dos pies plantados al mismo tiempo. En este juego del luche, el piso se nos va moviendo bajo nuestros pies. No ganaremos jamás. Por eso las revoluciones, siempre fracasan. El cambio social en la modernidad es permanente y vertiginoso y los cambios sociales no los inducen nuevas ideas sobre el hombre. Las circunstancias cambian, impulsadas por el progreso de la técnica y el hombre tiene que ajustar su representación de la realidad periódicamente, lo que induce al cambio de las ideas dominantes. De tal modo, la premisa utópica revolucionaria de “construir” una realidad futura, se aplica siempre sobre un mundo que ya cambió, impulsado por el vértigo caótico de la realidad social. Por eso siempre fracasa.

¿Con qué se encuentran los ilustrados en el siglo XVIII? Con que las ideas que supuestamente hacían bueno al hombre, no funcionaban: el hombre siguía siendo cruel, avaro, lujurioso, egoísta etcétera. Siguiendo la tradición rabínica y platónica, ¿cuál sería la solución?: reemplazar las ideas vigentes por otro cuerpo de ideas que asegurarían el progreso.

 Y en esta embriaguez idealista, Carlos Marx expresa la frase que gatilla el nihilismo que consumirá a la ilustración y al progresismo: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero ahora de lo que se trata es de transformarlo[6]. No se trata pues de interpretar el mundo. El mundo no interesa. Deberá en adelante discurrir a las prescripciones de las ideas. La realidad deberá someterse obedientemente a las ideas. Nieto de rabino, seguía Marx, tal vez sin imaginarlo, la tradición idealista rabínica llevándola a su paroxismo. ¿Dónde está el bien? ¿Dónde está la virtud? ¿Dónde está el amor? ¿Dónde está la muerte? ¿Cuál es nuestro propósito de vida? Nada de ello interesa. La misión es, a través del pensamiento, cambiar al mundo. No es solo el comunismo, el mal desencadenado por esa frase. Al cabo Marx solo formula algo que está en el núcleo del pensamiento ilustrado, liberal y progresista.

Debido a esta confusión llevada al extremo por Marx, el prestigio de la filosofía académica occidental y de las ciencias sociales en general, se arrastra por los suelos. Las academias se llenan de diletantes que deben inventar nuevas ideas para darle continuidad al progreso. En el arte sucede algo similar. El progresismo obliga a producir ideas nuevas, estéticas nuevas, cada cual más delirante que la anterior. Cambia todo cambia, dice una canción progresista, que es el himno de los que pretenden hacer avanzar a la humanidad por la tabla del pirata, en nombre del progreso, hacia el abismo marino infestado de tiburones.

Siguiendo el razonamiento del título de esta columna reflexiono, ¿y qué es la cultura? La cultura, es una interpretación colectiva del mundo que inspira una manera de instalarse individualmente en ese mundo, para discurrir en aquel corto período que es la vida humana. ¿Qué se puede esperar de un mundo que sigue el apotegma marxista de olvidarse de interpretar al mundo? ¿Qué se puede esperar de un mundo que además de renunciar a interpretarse, se formatea masivamente[7] a través de los medios difusos y poderosos de formación de opinión? ¿Qué puede esperarse de esta actitud de olvidarse del ser del mundo y del ser del hombre y de su condición de creatura, en un narcisismo colectivo suicida?

Solo se puede esperar la no cultura. No sabemos de dónde venimos y no nos interesa; no sabemos a dónde vamos y no nos interesa; no nos interesa, no nos interesa, no nos interesa. Lo importante es vivir rico, vivir bien, sin dolor, sonrientes, sin compromisos personales, hacia un mundo más justo, más humano, mas cool, sin nadie que nos cuestione y para eso somos canceladores de las opiniones distintas, porque esas opiniones nos ofenden[8]. Todas las ideas tolerables para el mainstreem[9] , las que son promovidas y permitidas por los medios de comunicación de masas, deben respetar el mundo de cada uno, sin relatos, sin estereotipos (menos si son de héroes o de santos), sin esfuerzos, siempre en busca del placer individual. Los promotores de esta actitud frente al mundo, la han bautizado con un nombre que le confiere una dignidad que no merece: La cultura wok. Y no la merece por partida doble porque no es una cultura sino la negación de toda cultura y, sobre todo, no es un despertar[10], ya que induce a una conducta opiácea, adormilada, laxa y floja.

La revolución que los progresistas pretenden, no es la comunista proletaria. Honrando las desafortunadas premisas idealistas, los poderosos del mundo financiero, de la alta tecnología, de la industria alimentaria global, de las farmacéuticas y otros núcleos de acumulación de capital, se aliaron con la burocracia de naciones unidas para dibujar una sociedad futura wok. Es una colosal ingeniería social, que pretende formatear una sociedad de pacíficos andróginos, que permitan que se materialice la voluntad de los poderes financieros globales: queremos que todo siga como está, y para eso es necesario que todo cambie[11]. Debemos reconocer su absoluta transparencia. La página web formula sus fines y sus medios. Hay si, que leerla con prudencia y sagacidad. La agenda 2030 es un plan político que busca cambiar al mundo bajo la égida, batuta y control del llamado Sistema de Naciones Unidas, prolíficamente financiado por los poderosos del capitalismo global. Un pecado antiguo con nuevo rostro: idear una sociedad futura en base a un plan prestablecido.

Todos quienes somos conscientemente contra revolucionarios, lo somos porque bien sabemos los costos que la historia ha cobrado a las víctimas de estos planes globales de reordenamiento de la sociedad: violencia, caos, pobreza, hambre y muchos, muchos, muchos muertos, la mayoría inocentes. ¿Ignorancia de los efectos devastadores de las ingenierías sociales? ¿O, it doesn´t matter a los poderosos instalados en sus lejanas cumbres alpinas de Davos? Los emperadores chinos eran así, les importaba un pepino que murieran sus súbditos. Mao los copió en su manera de conducirse en El Gran Salto Adelante[12]. Su razonamiento luciferino es, no reparar en detalles.

Para instalar la nueva sociedad wok pretendida por la Agenda 2030 en Chile, la constitución política debe cambiarse, para hacer mas plástica la sociedad a los cambios que se inducirán. Ese ha sido la sentencia del Sistema de Naciones Unidas.

Lo intentó Michel Bachelet con su proyecto ¿Se acuerdan de los conversatorios y cabildos donde se quemó una gran cantidad de dinero de sus impuestos?; fracasó.

Lo intentaron por segunda vez a machamartillo a través del voceado estallido social, con la pistola en la sien y por medio de un cuerpo colegiado que más parecía un circo del señor Jurifa. También todo a costo de su bolsillo señor lector; fracasaron.

Con una pertinacia digna de objetivos nobles que no tienen, la clase política, confabulada y servil a poderes foráneos, manu militari, ideó un tercer proceso, ilegal, inconstitucional, ilegítimo e inmoral. Nuevamente con cargo a su bolsillo señor lector, por un nuevo intento de cambiar a Chile.

Preocupados estaban cuando se eligieron mayoritariamente, a quienes se les excluyó: el partido republicano. El pueblo chileno apoyó mayoritariamente a los republicanos quienes decían ser los portaestandartes del sentido común y prometían abortar el proceso.

Yo al igual que muchos chilenos, confiamos en ellos. Pero como el cuento de la rana y del alacrán, los políticos de profesión que integran sus cerrados cuadros dirigentes y cuyo único interés es la mantención de sus prebendas, cual alacranes montados sobre la rana, cedieron a su naturaleza, le asestaron el veneno a la rana, y se hundirán en medio del rio con la pobre rana.

Pero la rana es anfibia y es chilena, porfiada de tomo y lomo. Creo que se salvará. Y el pueblo chileno, dotado de sentido común, dará al traste con el nuevo intento revolucionario de los idealistas de turno.

Noviembre de 2023

 

 

 



[1] Etimología: Del prefijo latino circum (al rededor); del verbo stare (estar estaciona, colocado o parado) y la raíz sta (estar de pie); del sufijo nt (que indica agente); y del sufijo ia que indica cualidad. (https://etimologias.dechile.net/?circunstancia)

[2] Palabra compuesta de dos deseos copulativos que nos regala nuestro maravilloso idioma

[3] Que es la Técnica. José Ortega y Gasset

[4] Retoño de planta. (DRAE)

[5] En ciencias se llama así al método en el que se mantienen constantes todas las variables de una situación, menos aquella cuya influencia se desea estudiar. (Wikipedia)

[6] Tesis sobre Feuerbach

[7] Masivamente, entendido no numeroso sino sin conciencia individual

[8] Hace 140 años, Federico Nietzsche profetizó el surgimiento de este tipo humano en el discurso del último hombre en Así Hablaba Zaratustra.

[9] Tendencia mayoritaria. Conforme a los parámetros de la sociedad de masas, tendencia dominante.

[10] Woke se traduce como “desperté”

[11] La frase, es del Príncipe de Salina, en la novela de El Gatopardo en el contexto de la caída del mundo tradicional en ascenso de la sociedad liberal promovida por los revolucionarios

[12] Delirante plan económico que mató a millones de chinos de hambre.