miércoles, 15 de octubre de 2025

LA RECETA DEL MIEDO, Y LA ELECCION PRESIDENCIAL

 


Mel Gibson es uno de los pocos cineastas contemporáneos que a través de sus obras de arte inspira emociones constructivas. En su película Apocalypto reserva una escena para retratar lo que representa el miedo. Al pie de este escrito dejo el enlace con el fragmento de la obra cinematográfica para quienes quieran escuchar este magnífico discurso[1] que relato en pocas palabras: Un padre aborigen, en una selva de Mesoamérica va a cazar con sus hijos y parientes. Lo han hecho por generaciones en ese mismo territorio selvático. De pronto se encuentran con una tribu miserable que camina buscando “un nuevo comienzo” porque sus tierras han sido arrasadas. El padre les advierte que deben salir de esas, sus tierras, pero impide a sus jóvenes que los agredan. El hijo expresa a través de la mirada sin palabras, todas las emociones negativas que son hijas del miedo. Al final de la jornada, le expresa a su hijo un magnífico discurso sobre lo que es el miedo, y lo exhorta a limpiar su corazón de esa emoción podrida y contagiosa.

El Evangelio en Mateo 26:69 a 75 nos conmueve con la negación de Pedro poseído por el miedo. Pedro nos dice la escritura, llora después de ver los ojos de su Señor, pero no nos dice que supere su miedo. Al contrario, era tan profundo su miedo que nada dice el evangelista que lo haya acompañado en el calvario, y solo su Madre, Juan y María acuden a los pies de la cruz. Debemos entender que el arrepentimiento de Pedro fue moral, es decir, de repugnancia a su propia debilidad, pero siguió dominado por esa emoción contagiosa. Pedro, símbolo y padre de la iglesia tuvo miedo y no lo superó en ese episodio.

La tarea de reconstrucción de la convivencia es la tarea más relevante para el mandato presidencial que sucederá a esta administración. Ésta parece gobernada en prácticamente todos los aspectos y estamentos por las fuerzas del mal. Palabras, ideas, frases, obras, proyectos; casi nada es rescatable como algo positivo para la paz, la justicia, la verdad o la belleza. Sus partidarios, activistas de la calle, sabiendo lo imposible de retener el poder en el próximo período, amenazan larvadamente con retomar la senda de la violencia demoledora de la convivencia pacífica y seguir sembrando las ciudades de Chile con sus excrementos verbales, buscando víctimas ojalá jóvenes para después escalar a la violencia homicida. El mensaje va dirigido como advertencia a los votantes que votarán por el desalojo de esta impúdica casta de revolucionarios cleptócratas. Conocemos la receta del miedo. La conocen los afectos y desafectos del actual gobierno, políticos, jueces, sacerdotes, obispos, hombres de negocios, miembros de las fuerzas armadas y de orden. La idea de la propaganda es que lo sepan los votantes y que, sin van a votar por el desalojo, lo hagan poseídos por el miedo y en consecuencia, elijan el mandatario más pusilánime u obsecuente con la violencia y el caos.

Ante esta evidencia ¿Cuál es la actitud de cada uno de los candidatos presidenciales serios?[2] 

La señora Jara busca un posicionamiento personal. Como política fogueada, sabe que no puede ganar la elección en el balotaje. No tiene plan ni programa. Para qué quemarse con dimes y diretes si sabe que no ejercerá, por ahora, el cargo.

La señora Mathei anhela un milagro y un electorado atorado por el miedo, ojalá el terror, a fin de desarrollar un gobierno de continuidad del expresidente Piñera. Sus abanderados son la oligarquía que coopta las organizaciones de grandes empresarios cuya insignia es que todo cambie para que todo siga igual. Administraría la violencia revolucionaria como un dolor de muelas de una pieza dental imposible de erradicar, cediendo y concediendo para que no se desborde, con analgésicos y barbitúricos si es necesario. Tiene como experto en seguridad, al ex subsecretario de interior, el señor Galli, que sentó una doctrina de replegarse y contener a los violentistas a fin de no tocarlos con el pétalo de una rosa. En los ojos de la candidata no veo el miedo porque está segura de que no opondrá resistencia a los enemigos de sus electores y también porque sus talentos prudenciales son discretos. Ella, ni siquiera se representa los costos personales y perjuicios para Chile, que su desordenada ambición puede causar. La cuestión para ella es extraordinariamente simple: llegar a su sueño de terciarse la tricolor.

El señor Kast sube este palo ensebado para alcanzar la piñata que le permita sentarse, por fin, en el sillón de O´Higgins. ¿Cómo? Con un mensaje críptico con publicidad de dentífrico, buscando a toda costa decir las menos cosas posibles para no derramar el vaso pletórico de las encuestas que lo dan por ganador. ¿Qué hacer con la subversión revolucionaria de las calles?: ya se verá. ¿Qué hacer con los cien mil delincuentes extranjeros que asolan la convivencia?: mensajes genéricos, crípticos. No referirse a ello en detalle. El que mucho habla mucho puede equivocarse. ¿Será está táctica sustituta de una estrategia inexistente? ¿Será quizá por causa de aquella emoción podrida y contagiosa que es el miedo?

El señor Kaiser ha dejado por establecido que es el único líder que encarna un mando, que sabe cuáles son los medios para ejercitar ese mando, y cuál es la misión. Tiene principios. Pone los principios por, sobre todo. Tiene una estrategia clara y tácticas coherentes con aquella. Sabe que hay enemigos políticos potencialmente homicidas – el terrorismo – que deberá resistir, sabe que se enfrentará a una burocracia judicial plagada de activistas políticos y de jueces pusilánimes, sabe que se enfrentará a un sector del parlamento que buscará destruirlo personal y moralmente. 

El electorado dirá si se deja gobernar por aquella emoción podrida y contagiosa. Quienes voten por Johannes y sus parlamentarios, habrán superado esa parálisis que produce el miedo. En noviembre sabremos cuantos somos los chilenos que honramos aquello que les gritó O´Higgins a sus soldados en Rancagua: O vivir con honor o morir con gloria.

Viva Chile. Viva Kaiser.

octubre de 2025



[2] Por serios me refiero a aquellos que se postulan para ser presidente de la república, no para testimoniar o ganar dinero en base a los vacíos legales de la ley de financiamiento de las elecciones. No me refiero pues, ni a Parisi, ni a Enríquez, ni los otros dos cuyos nombres ni me recuerdo.

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