viernes, 30 de agosto de 2024

LA CORRUPCION CRIOLLA: VERSION LIGHT DEL MAL EN EL MUNDO

 

Escuché una interesante entrevista a un abogado de nombre Benigno Blanco, quien fuera ministro en el primer mandato del ex presidente del gobierno español José María Aznar. Sostiene Blanco, lo que muchos a través de la historia han dicho: para ser bueno, es necesario conocer el bien.

Hemos visto en los medios de prensa un amanerado exorcismo de políticos, autoridades, periodistas (sobre todo periodistas) por la formalización y aplicación de medida cautelar de prisión preventiva, en contra de un “conocido y prestigiado abogado de la plaza”. Se dan palos de ciego a trocha y mocha para ahuyentar de su cercanía, los humos pestilentes de este sacrificio ritual, donde a través de personificar unívocamente el mal en un tipo de quinta calaña moral, pretenden los elocuentes condenadores, sustraerse de todo juicio moral hacia sus respectivas personitas.

Pero analicemos de profundis el caso y no mediante grandilocuencias o palabras talismán -como corrupción-, que abundan en las redes sociales: ¿cuál es el pecado o falta moral de fondo implícito en el delito que pareciera haber cometido Luis Hermosilla? Porque tráfico de influencias no es en sí un mal. Yo puedo traficar influencias – qué es lo que periodistas, abogados, políticos etc. hacen todos los días – con fines de bien común general. Incluso – y esto podrá escandalizar – para eludir un mandato legal o judicial injusto. La ponzoñosa conducta de Hermosilla no está en su ilegalidad solamente, sino en el objetivo que dicha ilegalidad ha tenido: la avaricia y la codicia. Lo miserable de la conducta es obrar para obtener para sus clientes y para sí, lo que no les corresponde gozar conforme a las reglas de la justicia – dar a cada uno lo suyo. No son grandes males y pecados que recordaba con nostalgia Escrútopo, en la obra de C.S. Lewis, Cartas del Diablo a su Sobrino, los perseguidos por Hermosilla y sus clientes.

Una de las acepciones de la palabra miserable, es tacaño. Lo que el caso Hermosilla ha dejado al desnudo y es la causa de este generalizado exorcismo, no es la ilegalidad de la conducta suya y de sus clientes. La gran mayoría de los presos políticos militares actualmente condenados lo han sido por sentencias que violan taxativamente la ley y la constitución, y nadie se tira ceniza en la cabeza por la conducta de dichos jueces y clama por la libertad inmediata de los condenados. Lo que revuelve las entrañas de la elite chilena de todo género en el caso Hermosilla, es que deja al desnudo una conducta que a todos implica: la tacañería, la codicia, la avaricia.

Hermosilla era un prestigiado abogado de la plaza, porque se movía como pez en el agua en el ambiente de tacañería de esa élite, interesada en trepar por el palo ensebado del poder y del dinero, ofreciendo sus servicios mayormente para sostener esa tacañería.

¡Debemos purgar la corrupción de nuestras élites!, claman los Savonarola criollos. Si. Esta bien. Pero ¿cómo empezar? ¿acaso con condenas taxativas y grandilocuentes?

Aquí viene al caso la frase citada: para ser bueno, es necesario conocer el bien. Yo diría que el gran mal que afecta a nuestra sociedad es la parálisis intelectual que impide conocer el bien. Por eso la publicidad comercial es tan estúpida en Chile; porque está hecha para paralíticos intelectuales. Por eso es por lo que es tan fácil manipular en Chile a las masas. Por eso es por lo que hemos elegido democráticamente el presidente y los parlamentarios que nos gobiernan. Por eso un abogado tan mediocre intelectualmente como Luis Hermosilla, ha sido un prestigiado abogado de la plaza.

En mi carrera profesional de abogado, conocí a muchos Hermosillas que eran como zorrones forenses. Siempre diestros en conocer las teclas del poder judicial, político, legislativo o empresarial, que abrieran las grandes alamedas del poder. Cuando había un dilema jurídico que demandase estudios concienzudos, disponían de algún nerd para que se los solucionase. Y estoy hablando de las más altas esferas, incluido el Consejo de Defensa del Estado. ¿Por qué sucede esto? Porque la gente lo pide. Porque es lo que se lleva.

Estimado lector: lo que hoy se denuncia en términos genéricos como corrupción no es ni más ni menos que un pecado light despreciado por Escrútopo, propio de una sociedad intelectualmente paralítica: la avaricia y la codicia.

¿Cómo disipar esta nube asfixiante? Conociendo el bien; valorando el buen deseo; practicando la elegancia, cuya raíz es la eligentia; saber elegir. Basta de zorrones light. Basta de revolucionarios de piscola. El poder para los que reflexionan y para los que piensan en el bien común.

Agosto 2024

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