sábado, 13 de julio de 2024

MAO ZDEDONG Y LAS NUEVAS IDEOLOGIAS DE LA DISCORDIA

 

Siendo el hombre un animal político, esto es, un ser al que solo le es posible vivir en comunidad, la forma de hacer posible la vida es aunar[1] voluntades. Y es preciso que esas voluntades no apunten hacia cualquier fin. Deben apuntar al fin de hacer posible la vida y la necesaria convivencia donde cada uno pueda apuntar hacia su propio bien sin frustrar el bien del resto de la comunidad. Es una ecuación compleja. Conducir el barco de la historia en ese sentido, exige el cultivar las virtudes políticas: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. El extravío que sufrimos en el mundo contemporáneo se relaciona con el olvido de esta idea.

El materialismo dialéctico es una doctrina cuyo nombre le adjudicó el pensador ruso Gueorgui Plejanov y encierra en ella y desarrolla con mayor amplitud, el pensamiento de Carlos Marx y Federico Engels. Nuestra compatriota Marta Hanecker adquirió fama continental, al escribir un opúsculo bajo el título Conceptos elementales de Materialismo Histórico, donde desarrolla los conceptos de Plejanov. Leí a la Hanecker en mi lejana juventud y me sedujo su contundente lógica. En la juventud domina la pasión por sobre la racionalidad, y estas ideas, por su superficialidad son fácilmente digeribles por los jóvenes ávidos de un sentido del mundo. La dinámica moderna demanda ideas simples y cortas, a través de las cuales podamos ordenar en nuestra mente el caos de la realidad contingente que cambia a gran velocidad. Estas ideas, que parten de premisas muy simples e intelectualmente muy primitivas[2], cubren esa demanda por claridad, y tienen para el joven la ventaja de no exigirle moderar sus pasiones, lo que sí demanda la ética tradicional. El cultivo de las virtudes sería así, un atavismo burgués disfuncional a esa arcadia que es la revolución, palabra usada cual talismán mágico para justificar toda conducta. Por el contrario de las virtudes, es el resentimiento, una pasión perversa, la que esa ideología debe estimular porque es el combustible para hace rodar la historia.

Los autores mencionados no son muy citados hoy por los “ismos en boga”: feminismo, ideología de género, animalismo, LGBTQ+ etc. Hacerlo supone develar la íntima raíz genealógica común con el comunismo y sus conocidos fracasos. Pero basta escarbar un poco para darse cuenta que, es el materialismo dialéctico el sustento teórico del progresismo contemporáneo. Así, estos ismos de nuevo cuño tiene en común con las ideologías del siglo XX, la peregrina idea que es el conflicto el partero de la historia, y que, gracias al conflicto y la discordia, las sociedades “progresan”, sin señalarnos taxativa o aproximadamente siquiera, hacia donde progresan.

Aparte de todas sus premisas refutables, la arcadia del comunismo teórico según su propia ideología basal, el materialismo dialéctico, es imposible. La ecualización de los conflictos, equilibrio o paz social, sería imposible porque si el conflicto genera una nueva síntesis, aquella es la fuente de un nuevo conflicto. En términos empíricos, el resultado práctico de esta aberrante idea, campeona en el siglo XX y lo que va del actual, han sido al menos, ciento cincuenta millones de muertos causados por su praxis sin contar los millones de criaturas asesinadas antes de nacer a través del aborto “civilizado”.

Mao Zedong fue un ejecutor riguroso hasta la náusea de esta receta y no se compró aquello del fin de la historia con la conquista o síntesis dialéctica. Su apuesta teórica es el conflicto permanente. Cuando se consolidaba la revolución comunista en China, él quebró el jarrón chino atacando y enseñando a los jóvenes a odiar aquella teórica síntesis y ecualización social comunista. No contento con asesinar a 45 millones de inocentes de hambre con su programa “El Gran Salto Adelante”, ideó la satánica Revolución Cultural, fenómeno que aún no ha sido demasiado estudiado por el bloqueo y manto de silencio con que el régimen comunista actual lo cubre, seguramente para cubrirle las espaldas a miles de genocidas que hoy se sientan en los curules del Partido Comunista chino.

¿Por qué es importante estudiar este satánico fenómeno social? Porque sí se analiza en detalle, encontraremos en el ideario maoísta, un enorme parecido con la ideología de género en boga: el Estado ya no debe estar interesado en reformar las estructuras productivas. La nueva fase del conflicto se materializa invadiendo las esferas más concéntricas: la ciencia y la familia.  Se trata de introducir en esas esferas cuñas verticales y horizontales. En el caso de la familia conflicto hombre/mujer y conflictos padres/hijos. En el caso de la ciencia, transformar las evidencias científicas fácticas en cuestiones susceptibles de deliberación como el sexo, para lo cual se le ha cambiado el nombre por género, y así hacerlo un sustantivo maleable.

El aderezo con que se acompaña esta nueva aplicación práctica del materialismo dialéctico que violenta los espíritus, es el pacifismo buenista. Una falacia que conculca como violación a los derechos humanos la ira justa contra las aberraciones que nos involucionan a niveles subhumanos y que echan por la borda las conquistas de la civilización. Es el buenismo el que irrumpe en el horizonte sosteniendo la enseña de los derechos humanos funcional a la revolución maoísta en curso.

Julio 2024



[1] Poner juntas, armonizar (Diccionario de la Real Academia)

[2] Dentro de otros “cabos sueltos”, el materialismo dialéctico nunca definió que es materia. Hoy la ciencia empírica ha desfondado ese concepto.

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