miércoles, 12 de noviembre de 2014

LOS HEREJES CONTEMPORANEOS

LOS HEREJES CONTEMPORANEOS

En la España de los siglos XV al XVIII los herejes eran procesados por la Santa Inquisición; organismo investigador y sentenciador de las faltas a la pureza de la fe católica. Hoy nos causa entre hilaridad y horror los motivos y procedimientos que utilizaba ese Tribunal eclesiástico. La Iglesia  post conciliar de hoy, definitivamente no condena a los herejes, los cuales no eran más que detractores de la fe cristiana católica. Recientemente el Arzobispo de Santiago, antes de expresar su punto de vista sobre el aborto, les pedía perdón a los que pensaban que el aborto debiera de ser lícito. En el siglo XV en vez de pedirles perdón, los habría enviado a la hoguera. Son otros tiempos se entiende.

Los procesos de la Inquisición terminaban con un Auto de Fe, que era una especie de conciliación para evitar una sanción más grave, en la cual el hereje confesaba su herejía, expresaba su contrición, manifestaba su arrepentimiento y el deseo de no perseverar en el error del pecado, y finalmente aceptaba la sanción. No es verdad que las sanciones eran siempre la hoguera. Las penas de menor gradación eran mucho más comunes. La hoguera era para los pecados gordos.

La realidad del siglo XV a XVIII, tiene una extraordinaria similitud con los procesos de “auto crítica”  que propiciaba el comunismo soviético y el régimen de la Revolución Cultural de Mao en China. En estos verdaderos  autos de fe del siglo XX, los disidentes, desviacionistas, contrarrevolucionarios, y otros pecadores, debían expresar su arrepentimiento en documentos explícitos que al leerlos hoy día nos parecen ridículos. Más ridículo aun nos resulta constatar que contemporáneos nuestros hayan defendido y practicado esa inquisición, y que existan quienes hasta hoy se sienten orgullosos de llamarse comunistas. Precisamente esa es el arma del comunismo: el sopor intelectual; que ha permitido el olvido de sus perversos procedimientos.

Pero no vaya a creer el lector que el reino del totalitarismo y de la intolerancia ha sido erradicado de nuestra cultura. No señor; solo han cambiado las herejías. A nadie se le ocurre quemar a quienes sacan la suerte con naipes ni pedir autocríticas al estilo soviético. Pero ante nuestros ojos vemos a muchos que consideran moralmente bueno el destruir y aniquilar a quien piense distinto sobre alguno de los dogmas de la modernidad.

Pregúntense: ¿Por qué están presos y humillados militares a quienes se les ha imputado violaciones a los derechos humanos durante el gobierno militar? ¿Por violar derechos humanos de sus víctimas acreditadas judicialmente? si así fuere ¿por qué no están presos otros violadores a derechos humanos que han sido de signo político distinto, tales como los asesinos de Jaime Guzmán quienes algunos de los cuales son incluso remunerados con fondos del estado? ¿Se recuerdan ustedes que el gobierno del gran inquisidor, y autor intelectual de la figura delictual mítica del secuestro permanente, Patricio Aylwin Azocar, concedió asilo por razones “humanitarias” a Erich Hoencker, tirano perverso que violó los derechos humanos y oprimió a millones de alemanes en la desaparecida Alemania del este? ¿Se recuerda algún chileno que la también violadora de derechos humanos que fue su asistente, jerarca del régimen, amante y posterior esposa, Margot, quien está viva, vive en Chile y aún mantiene dicho estatus de asilada política por razones humanitarias? ¿Alguien es capaz de sostener seriamente que están presos esos militares por lo que hicieron u omitieron? ¿No es posible hablar de perdón por razones humanitarias para ellos?

La verdad se nos viene encima y nos aplasta: No están presos por lo que hicieron, lo cual es completamente secundario y las convicciones judiciales que los condenaron, por decir lo menos, espurias. Están presos por lo que representan. Ellos son los modernos herejes. La personificación del mal. Cualquier acto de humanitarismo para con ello hace peligrar la certeza de las verdades rebeladas de la democracia versión actual. Si fuera posible habría silicio, garrote y hoguera en contra de ellos. Lamentablemente para los gestores de la vindicta solo pueden estar presos.

Su presencia y su existencia, sus convicciones, deben ser borradas y suprimidas. Su libertad comprometería aquello. Su imagen humillada cotidianamente.

Confesaré mi herejía: La existencia de este verdadero tumor pestilente de la Patria, que representan los militares presos por causa de las violaciones a los derechos humanos, me hace avergonzarme de mí mismo, de mi patria, de mis jueces y de mis gobernantes.

Y como esta declaración hereje nace de convicciones y de verdades, no estaré disponible para autos de fe ni para  procesos de autocrítica.

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