jueves, 18 de noviembre de 2021

LA MOSCA CONTRA EL CRISTAL

 

Una adicción es una inclinación o atracción extrema hacia algo o alguien. La adicción te priva de la tranquilidad y es por ello normalmente vista como algo vicioso e indeseable. Además, los adictos vivimos aislados de los demás humanos que no padecen la adicción. Por eso existen los clubes de alcohólicos, para acompañarse en su soledad. Me confieso. Padezco de una adicción. Me declaro adicto a la realidad. No puedo evitarla ni eludirla. Me persigue durante toda la vigilia y a veces en sueños.

No quiero con esta confesión presumir que posea mayor inteligencia respecto quienes no los afecta esta obsesión. Por el contrario. Entiendo por inteligencia la facultad para desentrañar los problemas que te opone el mundo. Pero los problemas que te opone el mundo están teñidos de subjetividad y perspectiva. Ser adicto a la realidad es contrario a ser inteligente desde cierta perspectiva.

Soy como la mosca prisionera del cristal de la ventana, que al contrario de sus hermanas que revolotean en el centro de la pieza volando con giros bruscos, y siguiendo su naturaleza mosquil que es simplemente volar y disfrutar del aire sin vientos y otras dificultades de la atmósfera exterior, disfrutan la pieza encerrada de la casa. Mi símil son aquellas moscas que se golpean contra la ventana y batallan contra el cristal para salir a volar al mundo exterior sin atinar a solucionar el problema que les opone ese cristal. Sus hermanas moscas normales y corientes, parecen disfrutar más de la vida que la porfiada, que se afana en la casi insoluble resistencia del vidrio. Con aguda inteligencia pensarán las moscas voladoras; “esta imbécil se afana en vano por salir de esta cálida pieza, para que el viento se lo lleve, quien sabe donde”.

Digo esto para ilustrar las razones de mi desazón sobre los términos en que se plantea el debate sobre las próximas elecciones. Se trata de elegir el gobierno del Estado que es la sociedad jurídicamente organizada. Se trata pues de elegir que hacer con ese Estado y como abordar los acontecimientos políticos. ¿Qué es un acontecimiento político? ¿Qué lo distingue de un acontecimiento no político? Un acontecimiento político es aquel que afecta y altera la convivencia dentro de una comunidad política, y una comunidad es política cuando está trazada en base a derechos y deberes que se nos imponen para que la convivencia sea posible. Lo que uno esperaría entonces que se debatiera en una “elección” son los hechos políticos mas relevantes y que nos afectan cotidianamente.

¿Cuál es el hecho más relevante políticamente hoy? Que duda puede caber: pues la llamada pandemia. Un poder coercitivo ha declarado que ha surgido de la noche a la mañana algo indeseable que no vemos, que se llama virus, que es letal, que mata o puede matar a mucha gente, que no puede controlarse sino colectivamente, y en razón de ello, la población del mundo debe ser privada de libertad, suspenderse el normal comercio humano, y para conservar la salud, la población masivamente sin reservas y por medios coercitivos, debe inocularse sustancias químicas externas y ajenas a nuestro cuerpo, cuyos efectos indeseados le son desconocidos.

Pero como la mosca que está pegada al cristal, constato de modo efectivo y conforme a los datos que existen para formarse un juicio razonado sobre el tema; que ese virus no es letal en términos que no mata al 99% o más de quienes lo padecen y que considerada la población total su letalidad es inferior al uno por mil; que se diagnostica la existencia del virus a través de un examen cuyo inventor declaró que no era útil ni idóneo para detectar virus; qué en base a ese diagnóstico -errado científicamente hablando- se adoptan decisiones coercitivas que afectan las libertades básicas; que como virus que es, no puede controlarse como tal -los virus son mutables y no existe capacidad humana para controlarlos-; que la inoculación de sustancias químicas no ha sido útil para controlar el virus, que la mayoría de casos fatales reportados luego de la inoculación, corresponde a personas inoculadas; que estadísticamente la inoculación produce efectos nocivos para la salud y finalmente; que el comercio humano mundial debido a esta decisión coercitivamente impuesta, se ha visto gravemente afectado, lo que provocará pobreza, caos, violencia y eventualmente guerras que, esas si, provocarán millones de muertos.

En dos palabras, el juicio racional señala que estamos privados de libertad ad portas de un caos de proporciones imposibles de calcular, debido a un error inducido por un poder trans estatal y trans nacional. Entonces ¿por qué razón el debate para elegir conductores del Estado no trata de esta cuestión?

Pero en el “debate” el tema no se toca. ¿Por qué el tema no se trata? ¿Por qué no se razona públicamente sobre un hecho político inducido por causas imposibles de justificar con argumentos racionales y que reporta múltiples efectos negativos para la comunidad política? Propongo una hipótesis: Porque el tema es místico. Se instaló socialmente como un hecho que toca la sensibilidad mística de las personas. Por místico me refiero a una representación de la realidad aceptada en nuestra siquis por causas misteriosas, imposibles de desentrañar racionalmente y que escarbar sobre ello nos genera una sensación de vértigo abisal. Después de instalado en la conciencia colectiva el coronavirus como un hecho místico, no es un acontecimiento susceptible de análisis racional. Es algo similar a un tabú. Nadie públicamente discutirá sus complejos de Edipo o de Electra porque son cuestiones que tocan la sensibilidad mística.

La moderna sicología de masas y los manipuladores de la conciencia colectiva, ha descubierto que, si tratas un tema místicamente, ese tema estará fuera del ámbito del análisis racional. Los intentos de racionalizar el hecho recibirán entonces, un repudio masivo. Es como para los católicos discutir y cuestionar la transubstanciación de la hostia. Si se plantea, todos mirarán molestos hacia un costado, buscando cambiar de tema.

Entonces los candidatos, cazadores de voluntades y votos, racionalmente lo estiman como algo incuestionable e inútil para conquistar esas voluntades. Incluso, el solo hecho de cuestionarlo necesariamente le reportará rechazo a quien lo haga.

Ahora bien; ¿Cómo se transforma un hecho susceptible de escrutinio racional, en un hecho místico, vedado socialmente a ese escrutinio? Propongo una segunda hipótesis: instalando en la siquis que un hecho nuevo o sobreviniente, tiene efectos insuperables para el individuo.

La amenaza debe ser sobreviniente. A nadie se le ocurre proponer cuarentenas y vacunaciones masivas por el peligro de muerte y preminencia de la hepatitis B, una enfermedad viral que provoca más muertes que el coronavirus y de diagnóstico mucho más preciso. Ello porque la hepatitis B no es un hecho sobreviniente. Convivíamos con ella de lo más bien. Imposible entonces de legitimar una parálisis colectiva como la que ha causado el coronavirus.

La amenaza debe ser insuperable. Se ha dicho que se siembra el temor a la muerte. Pero la representación de la muerte individual no alcanza a paralizar racionalmente a un colectivo. Es algo demasiado previsible la muerte individual. Lo que sí es insuperable intelectualmente, es representarnos la posibilidad de la muerte colectiva; aquello genera un terror atávico de tal magnitud, que paraliza la racionalidad. Existe en nosotros un atavismo animal; el terror de desaparecer como especie. Ese miedo es mucho más potente que el temor a la muerte individual. Es aquella la tecla que han tocado los ingenieros sociales del terror. Desaparecer como lo hicieron los dinosaurios.

La mosca del cristal si pudiera convencería a sus hermanas que revolotean volando insustancial e inútilmente hasta su próxima muerte, que afuera de la habitación, hay cadáveres, excrementos y pudriciones que les permitirían desarrollar de mejor manera su naturaleza mosquil y por ello deben atreverse a salir de la habitación o al menos intentarlo.

Algo así me gustaría inspirar a mis prójimos humanos: Vivimos en un mundo repleto de datos. Nunca en la historia de la humanidad conocida, el hombre había tenido a su disposición tamaña cantidad de datos susceptibles de procesarse racionalmente. Es pues posible liberarnos colectivamente de los atavismos místicos. Es posible hacerlo. Propongo empezar por apagar el televisor y dejar hablando solos a los hierofantes del terror atávico.

Noviembre de 2021

 

miércoles, 3 de noviembre de 2021

EL NEOLIBERALISMO Y EL VICTIMISMO

Chile en el siglo XX, ha sido protagonista de sucesivas vanguardias o experimentos socio-políticos a los problemas sociales derivados del avance de la modernidad. Me explico: fue en Chile donde se pretendió imponer la utopía socialista por la vía democrática; fue en Chile donde se reinstaló (antes que la Sra. Tatcher y R. Reagan lo hicieran en naciones del primer mundo) un sistema que hoy se identifica como neoliberal, en que se liberaron los mercados de controles y proteccionismos para superar un empobrecimiento crónico que afectaba a occidente, pobreza que golpeaba con mayor rigor a las naciones más pobres.

Los experimentos como tales son azarosos; a veces tienen éxito, algún éxito, o ninguno. El experimento de la revolución con empanadas y vino tinto de Salvador Allende, terminó en tragedia. Obviamente no por culpa de unos militares perversos y caprichosos como nos pretende enseñar el Museo de la Memoria, sino por el frívolo utopismo de pretender destruir una de las bases de toda convivencia social; el derecho de propiedad, y de un modo absurdamente voluntarista; con las patas y con el buche. El experimento del gobierno militar, fue el que sus detractores llaman neoliberal, tuvo éxitos evidentes y palpables: el camino a la superación de la pobreza. Tanto fue su éxito que sus detractores y enemigos iniciales lo adoptaron a rajatabla[1] y Chile pasó a ser la joya de la corona de latino américa. Pero ese experimento generó también patologías como la precarización social, que los actores observan desde diferentes perspectivas y ofrecen soluciones diversas y opuestas para superarlas.

¿En qué consiste esa precarización de la vida social? Si bien no sufrimos hambrunas ni guerras, una parte de la población presumiblemente mayoritaria, adquiere expectativas de progreso personal que antes no existían, pero que ahora están formalmente a su disposición, tales como la educación superior formal, el consumo de bienes que hacen más grata la vida cotidiana, la conservación de la salud con procedimientos sofisticados; pero carecen de las suficientes herramientas para proveérselas lo que genera ansiedad y angustia. Y en parte también carecen de las aptitudes para lidiar con el sistema de mercado y proveérselas por su cuenta. Esto último – y aquí lo yo denomino patología de la modernidad- paradojalmente los avances tecnológicos y sus facilidades han deteriorado ciertas aptitudes para que cada uno asuma su vida y encare sus caminos. Recordando esa vieja metáfora del escultor, donde el cincel es la inteligencia y el martillo es la voluntad; la modernidad ha mejorado y sofisticado el cincel, pero ha deteriorado el martillo. Cuando el piloto de un barco se enfrenta a la borrasca, si solo le acompañan sus conocimientos náuticos teóricos, pero flaquea en la disposición para ponerlos en práctica, su nave fatalmente zozobrará.

Lo descrito en el párrafo precedente es un fenómeno global que afecta a casi todas las sociedades occidentales. Y nuevamente Chile, inducido esta vez por generosas ONG y otras influencias foráneas, se propone como laboratorio experimental. El programa del candidato a la presidencia de la república don Gabriel Boric representa a mi juicio un nuevo proyecto de experimento vanguardista para Chile cuyo éxito, en caso de triunfar su opción electoral, pronostico consecuencias fatalmente nefastas, por las razones que pretendo explicar a continuación.

El perspectivismo es una corriente filosófica que asimila la realidad a una naranja que cogemos con la mano: siempre y fatalmente la estaremos observando la naranja de un costado y nos resultará oculta desde otro; cuando la cambiemos de posición, nos resultará ajena la parte oculta. Por eso el eclecticismo que nos invita a ponderar la razonabilidad de cada una de las perspectivas, es una virtud y un imperativo para la convivencia democrática. Pero ese eclecticismo debe comparar manzanas con manzanas y peras con peras. No se puede valorar de un mismo modo una perspectiva de la realidad que nace de la reflexión racional a otra que nace de las pulsiones emocionales.

En la coalición de Boric conviven comunistas que aun creen en la arcadia socialista y colectivista de Lenin, Stalin y compañía, e inspiran en parte el programa. Pero la corriente principal es la del candidato Boric que, ¿cómo podríamos denominarla? Propongo un nombre que encierra con bastante precisión su perspectiva fundada más que en la reflexión, en la emoción: El Victimismo. El mundo según esta corriente está compuesto por dos tipos de seres humanos: opresores y oprimidos. Los oprimidos son víctimas de este sistema opresor que es el neoliberalismo. Se ofenden fácilmente. La cultura de la ofensa los induce a ser intolerantes con las ideas ajenas, y tal como su líder, nunca han sido capaces de salir al mundo y enfrentarse a él. Prefieren el fanal que los proteja. Un amigo me advirtió a propósito del movimiento del 18/10/2019; las revoluciones verdaderas buscan la liberación. Este movimiento busca el aborregamiento colectivo. Busca la protección y el amparo de un Estado amable y protector. Y lo busca porque la emoción que los inspira es la impotencia para lidiar con el mundo. No hay propiamente un bototo que los oprime. Simplemente el mundo se ha tornado para ellos en una entidad tan compleja que aquello les genera una perplejidad paralizante.

De tras de los deditos levantados y de la voz aguda de su líder, de su tono altisonante, se esconde pues una gran fragilidad colectiva de quienes aspiran a un mundo como el que propician las agencias de la ONU; “donde seremos más pobres, pero más felices”.

Así las cosas, que Boric llegue a ser presidente más que un sueño de construcción de un mundo más justo, pacífico y borreguil; es una pesadilla de falta de control sobre las consecuencias de los actos de este colectivo político que es el frente amplio y sus socios. “Le meteremos inestabilidad al sistema” fue la brillante idea de uno de sus colaboradores. Es como si el piloto del barco dijera le haremos un forado a la sentina del barco. Esa sola frase demuestra hasta que punto hay una dramática desconexión a la realidad.

Frente a esta candidatura inspirada en una especie de revolución de las flores de 1970 o del prohibido prohibir de París de 1968, la candidatura de José Antonio Kast, representa la figura del padre fundado en el sentido común; que no tiene respuestas para todas las dificultades porque reconoce en la realidad un margen de precariedad que es necesario encarar todos los días. Es decir, reconoce la vida y su realidad como ella es.

Dios guarde a nuestro país del desatino estridente del victimismo y que no seamos nuevamente probeta del laboratorio del mundo.

Noviembre 3 de 2021

 

 



[1] No se olvide el lector que Alejandro Foxley ministro de Aylwin y Ricardo Lagos protagonista privilegiado del Chile neoliberal, escribieron anteriormente libros que propiciaban las recetas colectivistas y socialistas.