miércoles, 12 de noviembre de 2014

POLITICA INCLUSIVA Y LOS LIMITES DE LA TOLERANCIA

POLITICA INCLUSIVA Y LOS LIMITES DE LA TOLERANCIA

Una de los pocos conceptos que expresa de manera reiterada y clara la presidenta Michel Bachelet, es que ella opta por una política “inclusiva”, concepto que no ha sido muy analizado respecto lo cual he de reflexionar.
Es inclusivo, quien incluye o tiene virtud y capacidad para incluir algo. Se opone a quien es excluyente, esto es, quien excluye, deja fuera o rechaza. El ser inclusivo nos habla de alguien “abierto”, positivo, buena onda, simpático. Ser excluyente, por el contrario, nos habla de quien es cerrado, fundamentalista, autoritario. Más simple: el excluyente es el malo; el inclusivo el bueno.
El ser inclusivo nos aproxima a la virtud de la tolerancia, que es el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Es verdad que en un mundo diverso, repleto de guetos ideológicos, es valioso ser tolerante porque habla de un respeto a quien es distinto. Sin embargo no podemos olvidar que cada virtud es funcional a algo. Por ejemplo; es una virtud para una mujer ser bella y de bonita figura. Pero a la hora de escoger a alguien para un trabajo específico, por ejemplo conducir un tren; si tomamos en cuenta su bonita figura para elegirla, claramente estamos equivocando el camino.
Cuando tenemos que elegir Presidente de la República, no estamos escogiendo a un relacionador público. Estamos eligiendo al futuro Jefe de Estado cuyas funciones se encuentran definidas en la Constitución y que lo obligarán a la conservación del orden público en el interior y la seguridad externa de la República. De tal manera debemos reflexionar la pertinencia y conveniencia de que ese pretendidamente futuro Jefe de Estado, ponga por delante una conducta de tal especie.
Alguien puede pensar, ¿pero éste viene llegando de marte o de la luna? ¿No sabe acaso que los políticos siempre están tratando de caerle simpáticos a sus electores? Mi reflexión sería pueril sino fuera porque a la presidenta le creo. La señora es creíble, qué duda cabe. Y ahí precisamente está el problema. Por tal razón cuando la presidenta nos notifica que será inclusiva, nos está diciendo que ella cree que aquello es una virtud funcional a un Jefe de Estado y que esa conducta la pretende efectivamente materializar en el caso de ejercer la jefatura del Estado. La prueba de su honestidad está en otra declaración que hizo, cuando le preguntaron de qué se arrepentía en su anterior gobierno. Todos pensamos en su pasividad después del terremoto. Pero no. Señaló que se arrepentía de haber aplicado la ley antiterrorista. ¿Querrá decir con esto, que en caso de ser presidenta, será “inclusiva” con el terrorismo y comprensiva de sus conductas? ¿Qué cuando a alguien como el matrimonio Luchsinger, sea asesinado e incendiada su casa, su gobierno no interpondrá querella por la ley antiterrorista ante la evidencia de los móviles de los delincuentes?
Tal como para escoger al conductor de un tren, no se podría atender a la bonita figura de la postulante, así tampoco me satisface un lider que ponga por delante la tolerancia como conducta que animará su quehacer como Presidenta, por ser tal conducta sino incompatible al menos no funcional al cargo de Jefe de Estado, el cual debe velar por el orden público de la República y su seguridad exterior.
Cuando todos los actores en política actúan guiados por la buena fe, la tolerancia, son eclécticos, son empáticos con sus conciudadanos, aspiran al bien común, no son codiciosos etc. etc. ser inclusivo es la receta para gobernar esa nación llamada Utopía. Pero la realidad no es así. O al menos la nuestra. Los chilenos, desde que Michimalonco sitió e incendió Santiago, tienen un carácter y conducta harto previsible y reiterada a lo largo de su historia. Desafortunadamente hoy no tenemos de presidenta a doña Inés de Suarez que tendría muchas virtudes, pero inclusiva no era.
Ser inclusivo nos lleva pues al concepto de tolerancia, concepto de gran dificultad y confusión semántica. Chorros de tinta han corrido para vindicarla y desacreditarla. Santo Tomás señala que tolerar es permitir la existencia de ciertos males para no provocar otros y para no impedir ciertos bienes. Supone pues una clara conciencia del bien y el mal. Michel Foucault filósofo neo-marxista francés es de una opinión diversa al Aquino cuando señala que la voluntad de verdad es una maquinaria destinada a excluir. Por su parte Joseph Ratzinger, el papa dimisionario, en su libro verdad valores y poder, se hace cargo de esta contradicción señalando que los derechos humanos no están sujetos al mandamiento del pluralismo y la tolerancia sino que son, precisamente el contenido de la tolerancia y la libertad. En otras palabras: no a la tolerancia cuando ello afecta la observancia de los derechos fundamentales.

¿Debemos ser entonces inclusivos con los intolerantes y con el terrorismo y con lo que la mayoría y el sentido común reconoce como, lo malo? ¿Inclusivos con Evo Morales y su pretensión de cercenar nuestra soberanía?

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