lunes, 21 de agosto de 2023

DIÁLOGO, DISCUSIÓN Y POLÉMICA EN POLITICA; ¿PÚBLICA O SOTTOVOCE?

 


El Irenismo fue una doctrina que nació en el seno de la iglesia de los primeros padres, que buscaba, en base al diálogo y la concordia, superar las diferencias doctrinarias. La filosofía absorbió dicho concepto, y según la enciclopedia Herder, en el contexto filosófico el irenismo es la tesis que sostiene que la paz, es el estado normal de la sociedad, y que, por tanto, las guerras son fruto, bien de desórdenes irracionales, bien de la malignidad de los políticos.

El pensamiento racional se forma desde las emociones. Montados en nuestros deseos, motivados por afecciones o desafecciones, ordenamos racionalmente la realidad para formarnos un juicio de ella. Resumen: Pensamos y enjuiciamos lo que “queremos” pensar o enjuiciar. Quizá escandalice este aserto a quien funge de racionalista a todo evento. Debería para convencerlo desarrollar la idea, lo que no es posible en estas breves reflexiones. Pero para efectos de este discurso, sírvase el lector aceptar en principio esta proposición.

Si fuésemos habitantes de las cavernas y lo normal fuese la hambruna y la escasez de mujeres con quienes perpetuar la especie, obviamente la tesis filosófica transcrita por el diccionario Herder, sería una completa falsedad: el estado normal sería la guerra. Ahora bien, en el mundo moderno, la cuestión es más discutible. En cualquier caso, aquello que el estado normal de la sociedad sea la paz, a la luz del análisis histórico, es harto discutible.

Pero como señalé, nos formamos un juicio según lo que queremos, y de ahí que sea tan usual entre analistas y personas comunes, confundir lo que el mundo es, con lo que el mundo debe ser, conforme a nuestro parecer. Porque cuando concebimos un deber ser de las cosas, inmediatamente queremos que las cosas sean así. Queremos que la paz sea el estado normal de la sociedad y pasamos, por debilidad, por pereza o por cobardía, a creer que eso es así. ¿Por qué? Porque en general quienes, gracias a Dios, tenemos un bienestar satisfactorio, familia y armonía en nuestro entorno, vivimos infinitamente mejor que los hombres de las cavernas, y queremos conservar esa condición.

Pero alguien que ostenta cargos de representación popular y responsabilidades republicanas debe manejar capacidades de abstracción y análisis que estén por sobre su apreciación personal. Un diputado, un senador, un consejero constitucional, un ministro o presidente de la república, debe distinguir lo que quiere que sea la realidad, con lo que la realidad efectivamente es. Y en esto, estimado lector, los que hacen la pega en Chile, son los representantes de la izquierda revolucionaria. El centro izquierda y la derecha no hacen esta diferencia. Confunden cotidianamente la realidad, con lo que ellos quisieran que fuese la realidad. Ven paz y buenas intenciones en sus contendores políticos, en circunstancias que esa es una realidad ilusoria y es el reflejo de sus deseos. A diferencia de ellos, el revolucionario de izquierda, quiere transformar la sociedad, sea como el Partido Comunista porque la odia, o sea como otros revolucionarios más light, porque están imbuidos de un optimismo normalmente utópico y creen que pueden hacerlo. Entonces deben estudiar, y trabajar para hacer su tarea de zapa y destrucción eficientemente conforme a sus doctrinas. Siempre la izquierda revolucionaria está más despierta a la realidad que la derecha.

Y como la izquierda sabe de esta crónica falencia de la derecha y el centro político, le llaman a dialogar, usan la apostura, la simulación, la mentira, el engaño, la amenaza implícita o explícita y casi siempre ganan. La derecha estimado lector, es fatalmente irenista[1]. Y lo es porque sus representantes, en general y en promedio son perezosos, cobardes o fatalmente optimistas[2].

El presidente Boric llama a la oposición a dialogar para sacar a flote su gobierno que se está hundiendo en la ineficacia y en la inanidad. Se hunde no por culpa de la oposición sino porque él, con su incontinencia verbal expresa ideas contradictorias, proyectos irrealizables y objetivos que con los medios que propone son imposibles. Dialoguemos y seamos amigos. Alegres y sonrientes salen los políticos haciendo mención que fue un diálogo franco y respetuoso.

Del mismo modo, el oficialismo en la convención constituyente, donde son la inmensa minoría llama a dialogar a la derecha. Pero la inmensa mayoría de derecha, que no necesita conciliar, sino solo votar en el hemiciclo para que el texto de la constitución que sus electores quieren, sea el que los chilenos podrían aprobar en el plebiscito de diciembre, no lo hace. Con su utopía irenista a cuestas, la derecha, acepta contenta y feliz esta invitación. El jefe de la bancada republicana Luis Silva, que según declaró a la prensa, estimaba que la constitución que actualmente nos rige es mejor que la propuesta, declara que está dispuesto a ceder y conceder ante los dialogantes a pesar de tener mayoría. ¿Se entiende?

Ambas partes dialogantes optan por desarrollar este diálogo sottovoce; es decir, en sordina, en la completa opacidad, callampin bombin, a espaldas del pueblo elector. No en el debate público del hemiciclo como ordena la norma que los eligió. ¡No! ¡Como se te ocurre! Podrían pensar que somos intransigentes y que queremos pasar la aplanadora. Somos demócratas dialogantes. Además se aduce que dialogar pa´callao, es una mejor forma de limar asperezas. Hoy por mí, mañana por ti, pareciera ser el lema.

La palabra elegida: diálogo, está mal empleada. Esconde una maña, y pretende dar a entender que existe una cordialidad y comunidad de fines. La política, es la continuación de la guerra por otros medios. Es el enfrentamiento de voluntades conciliables, a diferencia de la guerra que son inconciliables. La conciliación debiese ser el fruto de la comprensión de las mejores razones, siempre y cuando existe comunión con los fines y estos fines apunten al bien común general. ¿Qué pasa cuando no es así? ¿Qué pasa cuando una de las partes quiere cambiar los pilares fundamentales de la sociedad? ¿Qué pasa cuando una de las partes no respeta la propiedad privada? ¿Cuándo una de las partes no respeta el derecho excluyente de los padres a educar a sus hijos? ¿Cuándo una de las partes no respeta la vida en el vientre materno? ¿Cuándo una de las partes no respeta el principio de igualdad ante la ley, proponiendo privilegios por sexo o por raza? ¿Es posible un diálogo?

Lo que sí es posible, y más que posible, obligatorio y vinculante para los constituyentes, es que, en el hemiciclo, de cara ante los ciudadanos, exista, no un diálogo, que aquello es para los amigos y los miembros de camarillas; digo, exista una discusión para mostrar y fundamentar sus razones en función de los principios declarados ante quienes los eligieron. Y ante la contradicción de fines encontrados, como por ejemplo el derecho a la vida del que está por nacer, versus los partidarios de legalizar el aborto, exista la polémica, la batalla de las ideas. Eso es la política. No acuerdos sottovoce entre chirigotas y sonrisas, hoy por mí mañana por ti.

Estimados señores políticos electos: Aparte de la injusticia en los beneficios pecuniarios que ustedes mismos se han fijado, ¿por qué razón creen ustedes que el 98% de la población no los estiman confiables?

Justamente por esto: porque los políticos desde la centro izquierda hasta la derecha son en general irenistas, aman la paz, utópicamente la asumen como una realidad, y deliberadamente no enfrentan a los revolucionarios. Aman la paz, no como una condición del bien común, sino por pereza, ignorancia, cobardía o corruptela. La paz es un valor, pero no es una realidad gratuita y por defecto, menos cuando el contendor te ha declarado explícitamente la destrucción de tus valores más caros. La política es resistir y acometer. La política es solo para valientes. Si se condujesen de tal forma les aseguro que la aprobación de la ciudadanía subiría del 2% actual.

Agosto 2023

 

 

 



[1] Tesis sostenida por Plinio Correa de Oliveira en su ensayo, “Diálogo: Trasbordo ideológico Inadvertido”.

[2] Roger Scruton tiene un libro intitulado “Las Bondades del Pesimismo” donde relata precisamente este fenómeno.

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