martes, 21 de enero de 2025

LOS GENTILES Y LOS CHANTAS EN EL DEBATE SOBRE PREVISION SOCIAL

 

La palabra gentileza como adjetivo, nos describe la actitud del locutor para con el auditor. La gentileza es la conducta virtuosa del locutor porque es condición necesaria para dar luz a sus palabras y por consecuencia al entendimiento del auditor. En un oficio como la política, la filosofía o la ciencia, resulta importante el darse a entender hacia los auditores. La gentileza entonces es lo que distingue al político, filósofo o científico virtuoso, del demagogo o vendedor de pomada. Lo que la cultura popular ha estigmatizado como el chanta.

En el debate sobre la reforma al sistema previsional lo que ha faltado es gentileza y lo que ha sobrado es chanterío. Me explico:

El dinero es el fruto de una técnica inventada por el hombre en sociedad. Pretende ser un reflejo de valor para el intercambio de bienes y servicios. Pero la pretensión más problemática de este invento de la técnica, es ser reservorio de valor, es decir que la acumulación de dinero en el tiempo nos sirva para conservar valor para las necesidades de bienes y servicios que tendremos en el futuro. Supone pues una estabilidad de ese reflejo de valor. En términos simples: si ganamos dinero con el cual comprarnos un kilo de carne de vacuno en 1980 cuando teníamos 20 años y lo conservamos en el tiempo, aspiraríamos que ese dinero nos sirviera para comprar un kilo de carne de vacuno el año 2040, cuando nos falten las fuerzas para trabajar.

Como eso nunca ha sucedido, por cuanto el dinero es un muy imperfecto reservorio de valor por razones históricamente muy complejas y heterogéneas, se han inventado técnicas de ahorro, que van desde el otorgamiento de un valor ficticio objetivo a alguna sustancia como el oro, a la inversión del dinero que obtenemos en actividades productivas que generen valor.

La palabra previsión nos habla de una visión previa. Una anticipación del futuro que nos permita prever hoy lo que probablemente sucederá mañana. Hay culturas previsoras y ahorrativas donde el individuo es autovalente por sí mismo para prever el futuro, ahorrar, invertir y conservar valor de su trabajo para su futuro. Nuestra cultura mediterránea no se caracteriza por tener esa fortaleza de espíritu. El Estado, es decir la nación jurídicamente organizada, crea pues sistemas previsionales para inducir coercitivamente a la población a ahorrar para la vejez o para los eventos en que el individuo no pueda costear sus gastos de vida. Es llamado por ello ahorro forzoso. Es algo parecido lo que sucede con la educación obligatoria. Los padres debiesen ocuparse de ello, pero si no se ocupan el Estado a través de la subsidiariedad positiva, obra coercitivamente para alcanzar así el bien común.

El tema previsional es muy complejo y por eso se valora tanto a los políticos y técnicos expertos, cuando tienen la gentileza de dejar claro cuales son los dilemas reales que debe soportar un sistema previsional. Del mismo modo, resulta muy repulsivo que tengan autoridad y opinión sobre este complejo problema los ignorantes y los demagogos que opinan sin saber o que sabiendo eludan referirse a lo que realmente persiguen con sus opiniones y propuestas legislativas. Hemos escuchado un desfile de opiniones vagarosas de los políticos quienes se manifiestan urgidos para que mejoren las pensiones. Para ello señalan que han llegado a acuerdos que serían el vehículo para alcanzar dicho fin. Un escrutinio de aquellas aparatosas declaraciones deja a la clase política una vez más al desnudo en su obscena demagogia.

¿Cuáles son los dilemas principales para que un sistema previsional exista y cumpla con el objetivo de asegurar, de la mejor forma posible, que el que trabaja conserve ahorros que le permitan, cuando ya no pueda hacerlo por ancianidad o incapacidad, tener recursos para sus gastos de vida?

1.       Que este sistema esté referido exclusivamente para los que trabajan productivamente y ahorran sea forzosamente y/o voluntariamente. Aquí se florean los demagogos chantas. Confunden deliberadamente el sistema previsional de seguridad social, con la asistencia social para los desamparados. Se habla del Derecho Humano a la Previsión social que no es otra cosa que la caridad pública que los políticos pretenden hacer con el dinero ajeno, a fin de que se les gratifique con el voto y la preferencia electoral.

¿Quieren gobernantes y gobernados que los que no han trabajado productivamente, o no han ahorrado lo suficiente tengan una pensión asignada graciosamente y a todo evento? Pues díganlo con exacta claridad. Y transparenten cuales son las condiciones para ello: edad, situación social de los beneficiarios y cuánto le costará aquello año por año a la hacienda pública este regalo. Igualmente informen cuantos impuestos deberemos pagar todos los chilenos adicionalmente para que esas personas gocen gratuita y graciosamente de ese beneficio.

Lo que es una inmoralidad y un engaño demagógico, es confundir aquello con la previsión social. Porque es exactamente lo contrario de previsión social. Eso es beneficiar y estimular la imprevisión social. ¿Puede ser aquello legítimo y formar parte de la subsidiaridad positiva del Estado? Es discutible, pero podría ser.

Lo que es un monstruoso engaño, asaz de un des incentivo a los ahorrantes previsionales, financiar la imprevisión social, con el dinero de los previsores, es decir financiar las pensiones gratuitas con el dinero de quienes a través de su trabajo han ahorrado su dinero, no importa que ese ahorro sea forzoso. Es como obligar que el alumno aplicado ceda parte de su buena nota al porro para que este pase de curso. Eso no es justicia distributiva. Eso es directamente un robo.

2.       De qué manera el Estado asegura al que trabaja y ahorra, que la unidad de medida de ese trabajo, que será siempre el dinero, no sufra deterioro. ¿Cómo podría sufrir deterioro? A través de la inflación y del endeudamiento de la hacienda pública. También hay que señalar y trasparentar al ahorrante, que aquello es condición necesaria pero no suficiente de la estabilidad del valor del dinero, porque vivimos una circunstancia histórica donde las grandes potencias monetarias (EEUU, China y UE) hacen todo lo posible por reventar el sistema mundial de estabilidad monetaria a través del endeudamiento uniformemente acelerado y emisión inorgánica. Esto último ha conspirado contra la rentabilidad de las AFP chilenas, que son sin dudar un género de las instituciones mundiales técnicamente más sofisticadas y eficientes para conservar e incrementar valor del dinero de los ahorrantes.

La propuesta del gobierno aceptada por la seudo oposición, es financiarla con deuda pública que soportarán los propios ahorrantes previsionales. ¿Cómo pagará esa deuda pública inorgánica el Estado en una economía que no crece (o decrece)? Pues con emisión y más deuda pública que tendrá el efecto de licuar el ahorro previsional. ¡Genial!

3.       Que los administradores de los fondos previsionales, sean expertos de altísima calificación capaces de hacer permanentemente un análisis prospectivo de la economía local y mundial, a fin de determinar cuál es el óptimo destino de ese ahorro y que cuiden, como hueso de santo esos ahorros, del principal depredador de la liquidez de los ahorrantes, que en los tiempos que corren es sin género de dudas los Estados nacionales. En el caso nuestro, tratar en lo posible de que el portafolio de deuda pública sea el menor posible.

¿Cuál ha sido la propuesta de nuestra visionaria clase política?: que parte (menor por ahora (pero in crescendo con certeza) del ahorro previsional se transforme automáticamente en deuda, tal como hicieron los peronistas en argentina, hasta que no quede ningún peso previsional sin la pringa del Estado, para entonces darle el manotazo definitivo bajo la justificación que la deuda es impagable.

Relato una anécdota personal ilustrativa de la honorabilidad del Estado para respetar sus compromisos financieros: estudié en el Colegio de los Padres Franceses de Alameda. De niño en las mañanas de invierno en la entrada del colegio, veía que al frente, en alameda esquina Brasil, hacían una cola de dos cuadras de los pensionados del Servicio de Seguro Social, para recoger mensualmente sus pensiones reducida por la inflación a niveles bajísimos. Cuando me hablaban de “los pobres” mi mente infantil evocaba a esos pensionistas. Eran los beneficiarios del sistema de reparto. Años más tarde cursando cuarto año de leyes, uno de los primeros trabajos dignos como procurador, fue estudiar los títulos que un cliente del abogado para quien trabajaba, que quería comprar un elegante departamento ubicado en un edificio en Alameda al costado oriente del Ministerio de Defensa. Construido en la década del 1940-50, de 160 metros cuadrados por departamento, lujosos accesos y terminaciones, artefactos importados de lujo etc. Los títulos indicaban que había sido construido con un crédito del Servicio de Seguro Social. Es decir, con el dinero de aquellos desamparados que hacían cola. Aparecía en la historia de los títulos, que varios honorables senadores de la época habían comprado con un generoso crédito de la Caja de Ahorros en pesos. En buen castellano: El esfuerzo de ahorro de los obreros que cobraban pensiones miserables, había ido a parar a las faltriqueras de los honorables. Lo que sucederá con este “préstamo al Estado” de los ahorrantes previsionales, lo podemos entonces pronosticar como pronosticamos la lluvia cuando sopla el viento norte.

Quiero hacer una expresa reserva dentro de la clase política, para el ex ministro del trabajo militante del Partido Socialista, don Osvaldo Andrade. Él no se ha conducido como un chanta. Por el contrario, gentilmente ha reconocido en un programa de la TV lo que se encuentra en juego en esta discusión política: Ha dicho, no es tanto las pensiones lo que está en juego, lo que está en juego es quién administra las pensiones, es decir quien tiene el poder, si es el Estado o los particulares.

En el otro extremo, la expresión récord en demagogia, falsía  y burla hacia la inteligencia de los ciudadanos, está Evelyn Matthei quien ha sostenido que el Senador Galilea es un héroe por haber tenido el “coraje” de ceder y contrariar lo que les prometió a sus electores: que jamás permitiría que el Estado administrara sus ahorros previsionales.

La clase política ha venido comportándose de una manera escandalosamente auto complaciente con sus propios intereses que se confunden con los intereses patrimoniales del Estado, incrementando el gasto y la deuda pública a niveles exorbitantes, y refractaria a los intereses de los ciudadanos de a pie. Pero el proyecto de ley de modificación de pensiones es, creo yo, la gota que rebalsó el vaso.

Si el electorado se conduce no digo ya con lucidez, sino con un mínimo de instinto de conservación, tendrá que votar por cualquier opción que suponga desalojar del poder a la casta más corrupta de la historia de la república en la próxima contienda electoral, sean estos de derecha o izquierda que en esta materia han obrado “amarraditos los dos”. Si no es así; si jóvenes y trabajadores cotizantes los reeligen, quiere decir que en Chile puede volar un Rinoceronte.

Enero 2025

viernes, 3 de enero de 2025

¿GUERRA CULTURAL O CONTIENDA DE UTOPÍAS?[1]

 


Se expresa, a veces con grandilocuencia, la existencia de una guerra cultural en curso que confrontaría visiones del mundo y del hombre, radicalmente contrapuestas. Según esta versión, la reciente elección presidencial en los Estados Unidos sería una batalla relevante en esta guerra.

Este análisis parte de la premisa de la buena fe de los que esgrimen estas ideas, sabiendo que ellas las pueden proclamar de mala fe de lado y lado, actores políticos demagógicos, afectando defender principios que les sirven de cazamariposas de voluntades, quienes se vestirán con la ideología que se lleve según el momento, para conquistar y conservar al poder por el poder. Son los volteretas, que abundan en todo el espectro ideológico. Haré la abstracción de ellos para efectos del análisis, asumiendo que los actores obran de buena fe.

Volviendo al ejemplo de EEUU, Al menos en este round del combate, habría vencido una de las fuerzas en pugna[2] que sería la nueva derecha, conservadora de valores tradicionales, defensora de la familia, de la religión, de la vida del que está por nacer, de la libertad económica, reaccionaria al exceso de regulaciones que trastornen al mercado como asignador de recursos, que rechaza el derecho a migrar como un derecho que impone un deber a los Estados-Nación sin deberes para el migrante, y, en consecuencia promueve el combate a la migración incontrolada, defensores de la soberanía nacional de cada Estado-Nación como la mejor opción para alcanzar el bien común, y, en consecuencia promover desprenderse de regulaciones impuestas por la burocracia del Sistema de Naciones Unidas, del fin al mito del cambio climático como talismán para regular y promover un supuesto ideal energético no contaminante.

Las “ideas” de la libertad se estarían pues imponiendo sobre las “ideas” colectivistas, globalistas y de fronteras abiertas, socialistas y comunistas, promotoras del conflicto entre géneros, del sostenimiento de la agenda de cambio climático sin importar el deterioro social y económico, basado en la premisa que el hombre se encuentra en conflicto permanente con la naturaleza.

Algunos auguran un cambio de ciclo y el inicio de la derrota “definitiva” de las nefasta revolución e curso. Es un hecho social comprobable fácticamente que en nuestro país y en occidente existe un proceso revolucionario[3] en curso, que se ha venido perfilando en sus contornos y objetivos desde la revuelta de París en 1968. Una revolución en parte solidaria y en parte reaccionaria a las ideas marxista leninistas, que en décadas precedentes demostró estar en franca decrepitud. Esta nueva ola revolucionaria le trajo oxígeno a la que entonces agonizaba, solidarizando y larvadamente ocultando el reguero de sangre, muerte, pobreza y terror que su hermana mayor había sembrado a través del mundo. Gramsci, la Escuela de Frankfurt, Sartre, la Beauvoir, Foucault, Lacam y otros proceres, serían sus inspiradores. Sus agentes y promotores se atrincheraron por décadas en los organismos de la burocracia de Naciones Unidas y dieron nacimiento, primero larvadamente y luego con expresiones más desembozadas, a un poder anejo al de la Asamblea General de las Naciones Unidas, llamado Sistema de Naciones Unidas, con progresiva mayor influencia sobre las políticas internas de los Estados miembros, especialmente de los pequeños y no hegemónicos como el nuestro. La dialéctica de estos neo revolucionarios archivó el marxismo clásico, pero conservó el materialismo dialéctico como principio explicativo que le diera sustento a su hermano mayor, proponiendo en sustitución a la lucha de clases, otras formas de lucha[4], nuevos elementos de conflicto que importan la destrucción (deconstrucción es el sustantivo más soft para hacerlo digestivo a las masas) de la familia, del sexo (vocablo también suavizado con el nombre de género) y un colectivismo económico, que ahora no sería de Estado, como el del marxismo clásico. El concepto de Estados-Nación soberano, nacido en la paz de Westfalia y reforzado por el modelo Bismarkiano de burocracia racionalista, sustentado por estructuras coercitivas militares y policiales propias, mutaría para convertirse en una estructura jurídica meramente territorial, ejecutora de un control solo mandatario de los genuinos detentadores del poder: una difusa y compleja burocracia internacional sostenida jurídicamente por normas que ella misma crea e interpreta, en alianza a megacorporaciones transnacionales “progresistas”, que, a través de ONG, bombean recursos financieros para un mayor y mejor control de La Vida de los Otros[5], a través de los medios tecnológicos de última generación.

Esta nueva fórmula coercitiva soft, permitiría desterrar un odioso totalitarismo tosco de represión física, al estilo del siglo XX, por otro que reprime de una manera Huxeliana[6] a través de las nuevas tablas de la ley que son Los Derechos Humanos, y con la activa supresión de la inteligencia y del juicio individual y personal, a través de la imposición, a macha martillo, de un relato histórico, político, ético, religioso, imperativamente acrítico, que no importa cuánto tenga de verdad ni de coincidencia con la realidad, deconstructor de los valores clásicos urdidos a través de siglos de civilización occidental.

Para aceitar las fricciones y resistencias inducidas por voluntades reaccionarias, el dinero ha fluido abundante y generosamente, a través de subvenciones larvadas a la prensa, a la academia, al cine, control de radio y televisión por empresas transnacionales, editoriales globales que aplastan la competencia a través de acciones predatorias de mercado, y al sistema crediticio creado para el efecto (Banco Mundial), asegurando políticas de Estado, dóciles a estos relatos. En resumen, una represión soft del juicio crítico, imponiendo de manera asfixiante la seudo ética del bien pensar de lo políticamente correcto, siendo excluida siempre, y en ocasiones de modo grotesco, la disidencia y la producción intelectual genuina. Si algún día la prensa, las editoriales de difusión de cultura, la academia, el cine, la televisión; fueron arietes de la crítica racional y orientadores hacia la verdad, la justicia y la belleza; en este orden político de la revolución en curso en cambio, no son más que un engranaje de formación de la opinión unívoca que excluye la disidencia del relato revolucionario.  Un totalitarismo light incruento, pero brutalmente represivo.

Quienes ya pasamos a la tercera edad, y quienes como el que suscribe, hemos sido sempiternos reaccionarios a las revoluciones colectivistas, debiésemos respirar tranquilos conforme al relato “conservador” de cambio de ciclo: la revolución socialista 2.0 sería nuevamente derrotada. Tal optimismo parece bastante ingenuo.

Evaluando las expresiones de motivaciones de los heterogéneos líderes de esta reacción conservadora a la revolución en curso, por ahora incruenta, estimo que no se dan las condiciones para tal cambio de ciclo. Es más, no creo siquiera que haya cambio de ciclo si hubiese una reacción cruenta y violenta, que supusiese la aniquilación de la facción enemiga, al estilo de aquellas del siglo XX. La experiencia demuestra que, la aniquilación física del enemigo político no ha tenido el efecto de “cambiar la historia” en términos relevantes[7] en un mundo ultra comunicado. En todos estos conflictos del siglo XX hay un dispendio de energía y vidas humanas que han ido a parar al tacho de la basura de la historia sin cambiar un ápice su curso. El hombre sigue apegado a los mismos errores desde los albores de la modernidad por allá por los fines del siglo XVII.

Durante la modernidad se han escrito bibliotecas completas, que teorizan sobre los ciclos históricos, que con mayor o menor audacia profetizan lo que sucederá en el futuro, y luego cuando lo profetizado no se produce, ellos mismos o sus discípulos, explican por qué lo profetizado no sucedió, amparados en los mismos principios explicativos con que hicieron su prospectiva. Carlos Marx, Osvaldo Spengler, Arnoldo Toynbee y muchos más, son ejemplos de ello.  

¿De dónde nace este sistemático fracaso para anticipar la realidad futura? ¿Por qué occidente parece perpetuar un karma de acciones y reacciones que no dan con la anhelada estabilidad?

Hay un llamativo telón de fondo de estos fenómenos sociales, que es la expansión inédita de la técnica, que ha provocado mutaciones aceleradas de las formas materiales en que la vida humana se desenvuelve, mutación que ha ido de la mano de la expansión de las ciencias naturales, esto es, del conocimiento, manejo y control que el hombre ejerce sobre el medio físico. Asombrados por tal expansión los filósofos y estudiosos de las ciencias del espíritu occidentales, han pretendido la extrapolación del método de las ciencias naturales al conocimiento del alma humana y de la totalidad de lo que existe[8], lo que en parte es responsable del fenómeno que paso a teorizar.

Creo, hay un error común en buena parte de nuestra tradición intelectual occidental. ¿En qué se funda este error? Pues en la creencia devota al extremo –beatería podría llamarse-, sobre la potestad de las ideas como ordenadoras de la realidad. Me explico:

Las ideas, los conceptos, las palabras y el habla en general, son representaciones más o menos precisas de la realidad. Las ideas, son valiosas herramientas al igual que el idioma. Constituyen un arsenal intelectual que nos ha permitido distinguirnos en el reino animal. Los conceptos son mecanismos del intelecto para interpretar y comprender la realidad. Logros que magníficos hombres y mujeres de sucesivas generaciones han cuajado en ideas, de las cuales somos herederos gratuitos, sin las cuales comprenderíamos poco y nada del mundo. Y desde esa admiración por las ideas, nace la tendencia viciosa a caer en la beatería de las ideas. Es decir, nos sorprenden de modo tan favorable estas lúcidas representaciones de la realidad, que una porción demasiado importante de la humanidad, pasa a creer que las ideas son la realidad. Y desde esa distorsión, estamos a un paso de creer en el gran error: que la realidad social es susceptible de ordenarse por las ideas

Este gran error del idealismo, es el que ha dado lugar a las grandes utopías mundanas, que el hombre occidental persigue como el burro a la zanahoria, que, cuanto y como avance, jamás conseguirá darle el anhelado mordisco.

La realidad humana se forma y conforma, se ordena y se desordena, por causa de las conductas. El bien y el mal en una colectividad y en individuo, es condicionado por la calidad de las conductas, que siempre, pero siempre, tienen consecuencia. Ya nos los prescribió el Hijo del Hombre: “por sus obras los conoceréis”.

El mito y la utopía en lo que trasciende a la existencia terrenal, es una respuesta intelectual obvia y comprensible. No hay forma alguna de representarnos fácticamente lo trascendente y la fe en esa existencia extra mundana, le da sentido a nuestra existencia mundana. 

El error de la agnosis o ateísmo contemporáneo es extrapolar la escatología transcendente, a lo inmanente. Este utopismo intramundano es incluso promovido por creyentes en Dios. La Compañía de Jesus fue fundada en esta utopía política intramundana. Los Ideales del progreso, el comunismo, la sociedad libre, la sociedad de individuos iguales, la justicia social; todas creencias inmanentes, representan la zanahoria frente al burro insatisfecho, y son en sí, la fuente de conflicto, polémica, guerra y destrucción.

Hay incluso intelectuales que reconocen la idealidad utópica como inalcanzable, pero la promueven alegre e irresponsablemente como si fuesen dioses inmanentes sin los cuales la vida carecería de sentido. La porfiada realidad empírica nos demuestra, contra todo voluntarismo que pretenda arrollarla, que las utopías idealistas son un manantial de conflictos, violencia, guerra y muerte. No solo pérdida física de vidas, sino que condena al vacío existencial a individuos y a colectividades.

¿Cuándo nace la beatería de las ideas? Difícil determinarlo. Responderlo trasciende el alcance de estas letras. Pero se hace evidente desde el siglo XVII[9] especialmente con la ilustración, con su devoción por las ideologías. Desde entonces que somos “partidarios” de la idea equis, o zeta. Desde entonces occidente, los pensadores humanistas ya no reflexionan sobre la realidad, sino sobre las ideas de la realidad[10].

No digo que las formulaciones teóricas o principios explicativos sean innecesarios o inútiles. Lo son para comprender realidades complejas de las cuales carecemos de la experiencia respecto ellas – en especial la conciencia individual más allá de la muerte-. Lo que digo es que, ponen la carreta delante de los bueyes y desatienden la realidad al poner los principios explicativos como tamiz a través del cual se observa la realidad. Particularmente, cuando las colectividades humanas se ven zamarreadas por bruscos cambios en sus circunstancias, como al que hoy nos someten los avances tecnológicos, esa modalidad para comprender la realidad, es especialmente distorsionadora y violenta las voluntades sin un resultado práctico efectivo.

De ahí nace la parálisis de la filosofía moderna, que ya no filosofa. No ejerce el oficio propiamente filosófico. Ya no practica la alethia[11] griega que le dio vida y la legitimó como un ejercicio intelectual necesario e imprescindible para la vida colectiva. Ya no está interesada en develar la realidad (siempre novedosa, cambiante ante nuestros ojos y ante nuestra limitada capacidad de entendimiento). Con el advenimiento de los “grandes” sistemas filosóficos de los beatamente respetados, Kant, Hegel, Marx, Schopenhauer, Heidegger, lo que se disputa con tecnicismo abstruso, son refutaciones cruzadas, algunas formalmente geniales, pero apartadas de las preguntas genuinamente filosóficas: de dónde venimos antes de la vida, como debemos comportarnos en la vida, cuáles son nuestras potencias y límites vitales para asegurar las condiciones de posibilidad de la vida en común, qué hay después de la vida.  La filosofía moderna no es el limpiaparabrisas que abate la lluvia y el barro permitiéndonos ver claramente el camino cuando conducimos nuestras vidas. No es aquel manual del usuario de la vida humana, que hoy en occidente, es una máquina que no sabemos manejar. Vegeta la filosofía en un ejercicio de élites, las más de las veces desapegadas de los tópicos que conducen a la sociedad, arrastrando también en ello, a todas las ciencias del espíritu.

Para ilustrar como opera esta deformación, voy a poner un ejemplo caricaturesco: ¿Por qué un perro se puede rascar su oreja con el pie, y un humano no puede hacerlo? ¿Acaso porque el perro concibió mentalmente esa posibilidad y porque el hombre pensó que aquello violaba las buenas costumbres? La respuesta es trivial: porque el perro puede hacerlo y el ser humano dada su morfología no puede.

Ahora un ejemplo práctico histórico: ¿Por qué la mujer ha cambiado de manera evidente su rol en la sociedad moderna, respecto al rol que ocupaba hace 100 años o menos? ¿Acaso porque a la señora Bouvoir se le ocurrió inspirar la ideología feminista? En el mundo probablemente una mujer de cada diez millones haya leído o siquiera escuchado sobre el libro de la Bouvoir o algún pasquín feminista. Acaso una de cada mil sabe remotamente las nociones y fundamentos de la ideología feminista. Pero sucede que casi todas las mujeres en la modernidad en el occidente, se conducen conforme a usos y costumbres completamente distintos de sus abuelas o bisabuelas. La respuesta es más o menos similar al ejemplo caricaturesco: pues porque pueden conducirse de una manera que sus abuelas o bisabuelas no podían conducirse. ¿Por qué? Porque gracias a un artilugio tecnológico llamados métodos de control de la natalidad, las mujeres modernas pueden controlar la natalidad y por consecuencia su sexualidad. Entonces el cambio de costumbres de la mujer precede e inspira la bullada ideología de la “liberación” femenina y no al revés.

¿Cómo se le ocurre a Marx aquello de la superestructura económica que condiciona la cultura, la moral, la religión, la sexualidad etc.? Pues porque vive accidentalmente en una sociedad donde aparentemente eso sucede. Sus proyecciones terminan siendo un tarro con piedras que desata la violencia criminal que les cuesta la vida a ciento cincuenta millones de criaturas de Dios. Usando sus mismas palabras, son “las condiciones materiales” las que inspiran su ideología utópica y totalizadora.

Sostengo que, mientras no desterremos en occidente tal vicio intelectual de pretender ordenar el mundo a los ideales, los problemas y resistencias que nos ofrece la circunstancia contemporánea, serán insolubles y nos debatiremos en un permanente karma oscilante entre utopías opuestas que elevará el nivel de conflictividad hasta el colapso.

Resulta algo grotesco hipotetizar sobre el hombre y el Estado con ideas creadas cuando en la polis no existía el celular ni el nivel de complejidad de relaciones sociales de la sociedad moderna; cuando el hombre debía amanecer sin saber si al ponerse el sol tendría para alimentar a su prole; cuando las cosas necesarias para la vida el hombre se las proveía por sí mismo y el comercio era marginal en su vida diaria. No es que esas ideas no tengan en absoluto valor de verdad. Sucede que eran relativas al siglo II antes de Cristo. Lo mismo es válido para las teorizaciones hechas por Kant, Sartre, Marx etc.

Pero, ¿qué es aquello de utopía? Sucede que las ideologías que dominan el espectro intelectual de occidente, en el afán de imponer una receta por el cual ordenar la sociedad, padecen de ese vicio. Son utópicas porque en el afán de sustituir la escatología cristiana trascendente, dibujan un desiderátum inmanente, un paraíso terrenal, al cual debiésemos llegar necesariamente si se aplicasen las fórmulas ideológicas que cada una de ellas prescribe. Desprecian en su análisis el dato central que es la naturaleza humana caída e imperfecta, sometida a apetitos, pasiones y limitaciones radicales.

Así sucede con la izquierda socialista, que pregona la igualdad y la seguridad a la que llegaremos si se aplican los principios de solidaridad socialista. Despreciando de tal forma la realidad a niveles grotescos, a la naturaleza humana verdadera y efectiva, que tenemos como resultado los socialismos reales donde burócratas sátrapas se apropian del Estado en beneficio propio, ¿por qué? Por la misma razón que el perro se rasca la oreja con su pata: porque pueden. Desprecian la estructura de la realidad y generan la corrupción con que el poder degrada los espíritus.

Quienes se dicen de derecha son algo más pragmáticos, pero igualmente caen en este idealismo, usando también utopías mentirosas, como la libertad individual y el derecho a una soberanía individual sin límites, que no existe ni puede existir, donde se cuelan corruptos o simplemente hombres no virtuosos para sus felonías y rapiñas. Desprecian la evidencia que, cuando los gobernantes y poderosos no ponen la virtud personal como base de su conducta, el resultado es la explotación del hombre por el hombre, la destrucción del mercado por la concentración de poder económico, construyendo sociedades plenamente desarrolladas donde el individualismo personalista destruye la naturaleza humana generando un vacío existencial nihilista del que somos testigos. En la derecha la existencia de la codicia y la avaricia como conductas destructoras de la sociedad, está fuera del radar de sus ideologías.

El bien común de la colectividad; desde la sociedad más primitiva hasta la más compleja y tecnológica; estará asegurado cuando los que mandan sean hombres virtuosos, cuyo fin sea que los gobernados alcancen, mejores niveles de virtud personal. No son magos que al aplicar un “modelo” traigan el bienestar y la justicia. Eso no sucede ni sucederá. El bienestar económico no depende ni jamás dependerá de las dádivas del estado ni de la caridad. Dependerá del esfuerzo y trabajo de cada cual. Así es la naturaleza humana. Las redes de solidaridad jamás se extienden horizontalmente y solo alcanzan a nuestros próximos.

El gobernante deberá velar por que la interacción de los miembros de la colectividad se manifieste en un ámbito de justicia predecible y anticipable. El dar a cada uno lo suyo no es cuestión de recetas y modelos. Será responsabilidad del gobernante virtuoso, estabilizar las condiciones de desarrollo social a un nivel que los cambios no quemen el esfuerzo acumulado de los individuos. Habrán fórmulas más efectivos que otras, pero siempre en un ámbito relativo, donde lo que importa es el resultado y no la receta. El cienticismo matemático de la política y de la economía, a menudo demuestra querer quitarle el bulto a las cuestiones fundamentales que son, prudencia en el mando y justicia en el resultado. Todo ello en un concepto de la imperfección moral intrínseca de los gobernados que determina que el imperio de la justicia siempre demandará la presencia del gobernante y la coerción de conductas insociables. No existe el paraíso en la tierra que pregona cierto jesuitismo que ha impregnado la política. La sociedad está indefectiblemente pringada de insociabilidad y conflicto. El gobernante prudente y justo lo sabe y el que no lo sabe o simula no saberlo, no debe gobernar.

La adhesión a principios, expresados en ideas sobre la realidad, serán muy importantes. Por ejemplo, un líder que dice respetar el derecho a la vida de un inocente que está en el vientre materno, el derecho de propiedad del fruto del esfuerzo individual, la protección de los débiles frente a la fuerza y violencia arbitraria y sin ley, el respeto al estado de derecho que impone la obligación de gobernantes y gobernados a respetar normas establecidas legítimamente, la dignidad humana potencial sin importar la raza o clase social etc. será muy importante y lo hace elegible. Pero resulta suicida para la convivencia política conferirle credibilidad a un líder cuando en su vida personal y pública ha defraudado esos principios, o ha desarrollado conductas más triviales como, aprovechárse en beneficio propio de información a los que otros no tienen acceso por su estancia en el poder, ejercitar de ayudista al terrorismo, hurtar en supermercados, mentir evidente y públicamente y contradecirse entre lo que dice, haciendo lo contrario; será aquello aún más importante que los principios que dice abrazar.

Este eterno karma de “visiones del mundo” existirá, en tanto sigamos eligiendo democráticamente personas que carecen de virtudes personales, siendo solamente figuras o figurines atractivos o portavoces de ideas geniales, sean estas más o menos atinadas hacia el porvenir.

No. No creo que haya una genuina Guerra Cultural y ni siquiera la teutona Kulturkampf que en idiomas latinos -más profundos en humanidades que el inglés- pudiese traducirse como choque de culturas o más bien, lucha de hegemonías culturales. Porque la kampf, que pretendió entablar Bismark, masón modernista y progresista, era contra los restos de la cristiandad qué en el siglo XIX ya declinaba y estaba permeada por el jesuitismo inmanente. El inmanentismo en la Iglesia quiere decir que el reino de la justicia perfecta puede obtenerse en el mundo y eso contradice el genuino mensaje evangélico. El bien común general que propone Santo Tomás es un destilado de la conducta tanto de gobernantes como de gobernados, es el producto aquel bien común general, de que en la polis, gobernantes y gobernados practiquen las virtudes cardinales. El bien común general no se obtiene como pretendían los jesuitas, cambiando los órdenes políticos, La contra reforma no fue una reacción religiosa sino política, que usó la misma lógica de la reforma: la hegemonía política y después de esa hegemonía, hablamos de virtudes. Los falansterios utópicos creados por la Compañía de Jesús en América fueron, se sabe, un fracaso. Pero no lo fueron solamente como el relato histórico instalado por los jesuitas pretende, porque hombres malos derrotaron a hombres buenos que vivían en una arcadia gobernada por la orden. Fracasaron porque eran una tiranía que violentaba los espíritus coercitivamente sometidos a conductas de bondad y virtud que los padres jesuitas no pudieron, no supieron o no alcanzaron a transmitir a sus gobernados. ¿Cómo concluyo una inferencia tan poco informada? Por una razón muy simple: eliminada la coerción jesuita, esas supuestas arcadias se hicieron humo. Sus primitivos partícipes volvieron a sus hábitos que les eran nativos. Es decir, los padres jesuitas pusieron la carreta delante de los bueyes, carreta que es el orden público coercitivo y bueyes que son las virtudes humanas. Se ha dicho que el Concilio Vaticano Segundo destruyó una Iglesia santa y salvífica. Es verdad que representó un escalón descendente más en el inmanentismo de la Iglesia que hoy se debate en la completa inanidad. Pero esa Iglesia preconciliar ya venía permeada de mundanidad y había cedido ya a la tercera tentación que Satanás le ofrece a Cristo en Mateo 4:9: Y mostrándole todos los reinos del mundo la dijo: Todo esto te daré si postrado me adorares. La prueba de ello son las cartas de los pontífices de los siglos XIX y XX que apuntan a la justicia social, que Cristo ya advirtió reiteradamente que no existía sino como destilado de la justicia personal, de aquella única realidad radical de la conciencia humana que es uno mismo. El mensaje Tomista apunta a ello.

¿Cómo quebrar este Karma? Me parece a mí recuperar el sentido profundo de las virtudes desarrollado por Santo Tomás y la conciencia en una perfección del orden universal y de la vida humana que forma parte de ese orden universal. La vida nuestra, es la realidad radical desde la cual proyectamos todas las demás realidades para la conciencia humana. Si esa vida nuestra está pringada por el vicio y el pecado, todo la realidad social se verá corrompida.

Estamos en una sociedad maravillosamente informada de las realidades históricas y del producto de siglos y siglos de inteligencia. Como nunca antes, esa información está a disposición de la inteligencia. Y como Ortega nos enseña inteligencia se deriva del latín eligentia y esta es la raíz también de elegancia. Es decir, saber elegir, refinar el arte de elegir, depurar el arte de desear.

Prudencia, justicia, templanza y fortaleza; debiese ser la regla primera con que en democracia electoral como la vigente, medimos a los candidatos quienes pretendan gobernarnos.  ¿Cómo hacerlo? La vieja prescripción evangélica: por sus obras los conoceréis. Es una buena fórmula casi infalible como infalible es errar con alguien que se ha expresado u obrado de manera corrupta. Si pasan dicho examen, veamos recién cuáles son los principios explicativos de la realidad que dicen sostener. En mi perspectiva personal, aquellos congruentes con la naturaleza humana y con el orden universal que algunos creemos, viene de Dios.

Enero 2025

 



[1] Estas letras están inspiradas en la doctrina de José Ortega y Gasset expresada en sus obras, Reflexiones sobre la Técnica, El Hombre y la Gente, Que es la Filosofía y En torno a Galileo.

[2] Confieso al lector que, en esta coyuntura, es de la preferencia de quien suscribe estas letras.

[3] Proceso revolucionario entendido como un cambio de las estructuras sociales inducido por una élite política que pretender que los gobernados cambien sus modos de vida, valores y objetivos de vida.

[4] Algo adelanto al respecto Federico Engels, socio y mentor de Carlos Marx, en su libro La Sagrada Familia.

[5] La cursiva es nuestra para recordar el título de aquella célebre película alemana que reveló el tipo de control que se ejercía sobre los individuos en la Alemania comunista. Medios que hoy parecen cavernarios comparados con la sofisticada tecnología audiovisual electrónica.

[6] Aventuro este neologismo para referirme a la distopia descrita en la obra de Aldous Huxley, Brave New World, obra a mi juicio mal traducida al español como, Un Mundo Feliz. Debiese conservar el sentido traduciéndole como Un Desafiante Nuevo Mundo.

[7] Por esa razón los revolucionarios la han ido paulatinamente abandonado conforme las prescripciones de Gramsci.

[8] En el prefacio de su obra Crítica a la Razón Pura, Inmanuel Kant así lo expresa al buscar “nivelarse” a los científicos de la naturaleza

[9] Coincidente con el tiempo desde que el hombre progresivamente va controlando los elementos de la circunstancia que los rodea y va abandonando la idea de un Dios que manda, prohíbe o permite.

[10] Mi hijo que estudió antropología en la Universidad, me sorprendió cuando me mostró un trabajo sobre un determinado tema, que lo encontré muy bien desarrollado para un joven de 19 años, y me informó que el profesor – muy calificado con cientos de publicaciones indexadas - lo había rechazado, porque no se enmarcaba en un marco teórico desde donde analizar el problema. Importaba más que analizar y dilucidar una realidad, montarse en una idea preconcebida sobre ese tema y ordenar esa realidad a la luz de la idea previa. Resulta difícil estudiar humanidades para un joven interesado en ellas, cuando el cuadro académico está interesado, mas que en el estudio e investigación, en confirmar los relatos ideológicos de los que son “partidarios”.

[11] Alethia era el nombre que los filósofos griegos daban a su ciencia, y se traduce como develamiento.

martes, 10 de diciembre de 2024

LOS CAMBIOS BRUSCOS Y EL FRAUDE

 


En nuestra pubertad, nuestro sistema endocrino impulsa bruscos cambios corporales que generan perplejidades en nuestra conducta. Todos quienes hemos llegado a la edad adulta hemos conocido esa condición. Y la adolescencia y juventud son etapas peligrosas de la vida. Surge en ella, la expansión desordenada de expectativas de toda índole (sexuales, de independencia de nuestros padres etc.) la que nos hace propicios a caer en los fraudes o caminos fáciles para superar las resistencias que opone la existencia. La omnipresente delincuencia en nuestro país, demuestra que son los jóvenes pre y post adolescentes, quienes más fácil descarrían el camino hacia conductas transgresoras y despreciativas del orden social y de las conductas empáticas y respetuosas hacia la convivencia.

El cine, que induce conductas de las mentes más débiles, hace varios años viene a través de la ficción o a través de la historia de hombres perversos, haciendo apología de conductas delictuales y antisociales. No escuchado a ningún político o centro de estudios dedicado a la criminología, denunciar este elefante que tenemos dentro de la pieza y que nadie ve.

Incluso, tenemos ocupando el cargo de Jefe del Estado, a un individuo que ha llevado muy mal su adolescencia y se ha convertido en su edad adulta, en un hombre descarriado que ha hecho alarde de su voluntad y conducta disruptiva, con la sexualidad y la convivencia social, que son nada menos, los pilares sobre los cuales construimos nuestra personalidad y nuestro ethos social.

¿Por qué digo esto? Pues porque ha manifestado histéricamente su solidaridad con quienes desprecian el orden público y con individuos y organizaciones perversas. Recordarán Ud. distinguido lector cuando se le “ocurrió” la "buena idea", de solidarizar con un individuo terrorista, visitandolo cuando se encontraba en un proceso de extradición en París; o cuando se comprometió a defender el legado de una banda de asesinos terroristas[1].

Es pues en la etapa de los bruscos cambios cuando somos más propicios a caer en fraudes, engaños, en soluciones mágicas que eliminen las resistencias que nos opone la realidad, por arte de magia.

Mi análisis apunta a destacar que la convivencia social de nuestra modernidad tardía, se encuentra afectada, como los adolescentes, por bruscos cambios de paradigmas o formas de relacionarnos entre quienes integramos la polis o colectividad. En efecto, la irrupción en muy pocos años de la tecnología de las comunicaciones nos tiene en un estado de perplejidad que se manifiesta en dos efectos: 1) las expectativas (como en el caso de los adolescentes) de cosas que deseamos individual y colectivamente se ha desordenado. Esas expectativas se han elevado cualitativa y cuantitativamente de modo exponencial y la ansiedad por las resistencias que opone la realidad para satisfacer esas expectativas, torna la convivencia social, conflictiva y eventualmente violenta. 2) La sociedad toda se encuentra en un estado propicio a creer en los fraudes de las soluciones fáciles y mágicas inspirados por demagogos: los derechos sin deberes correlativos y el largo etcétera que se deriva de esa simple fórmula.

Los problemas de Chile no solo se expresan en estar gobernados por un individuo y grupo demoledor de los valores que hacen posible la convivencia. Nuestro problema se manifiesta en las razones (o más bien pulsiones), que han hecho posible llegase a la primera magistratura de la nación un individuo de tal calaña por la vía democrática. Demuestra con ello el nivel de extravío de nuestro Chile, que, como nación relativamente pequeña en el concierto mundial, desde hace una centuria es campo de experimentación de ingenierías sociales varias.

Volver la voluntad de un adolescente al riel de lo posible, es la agotadora tarea de los padres. El problema es que esta colectividad humana llamada occidente cristiano, no tiene padre ni madre. Nuestra cultura occidental tenía una madre que era la Iglesia Católica. En los días que corren, esperar que la Iglesia nos oriente, es como pedirle peras al olmo. La Iglesia Católica, no es capaz por ahora, de orientar a nadie.

Para devolver a Chile al carril de la convivencia es menester hacerlo retornar al camino de lo que es posible. ¿Por dónde empezar?

Lo primero, desalojar del poder político y judicial a la zalagarda[2] de payasos, demagogos e individuos moralmente descarriados. ¿Cómo? 1) Hacerlos pagar las consecuencias legales de sus latrocinios y prevaricatos; 2) Volver al respeto de la ley jurídica y moral que nos legaron las generaciones que nos precedieron; 3) Denunciar y castigar la demagogia de políticos y jueces que mienten y prevarican para hacerse populares frente a una masa de individuos con expectativas descarriadas, masa que se conduce de una manera que hace imposible la convivencia social. El lema debiese ser: nadie tiene derechos legales mientras no cumpla con sus deberes legales. Nadie tiene privilegios morales mientras no se conduzca moral y empáticamente.

Lo segundo, siendo la política el arte de lo posible, es preciso que los líderes nuevos que surjan, obren de buena fe e induzcan conductas de los ciudadanos que vayan en congruencia con nuestra realidad, intelectual, moral y económica. Por consecuencia de lo anterior, que erradiquen la demagogia omnipresente en los estrados del poder político.

Si usted estimado lector ha tenido hijos adolescentes y ha tenido la experiencia de orientarlos, inhibir sus conductas autodestructivas, hacerles saber que las resistencias que mundo les opone son ineludibles y que ellos son los únicos que pueden superarlas; le hará sentido lo que señalo. Chile necesita liderazgos paternales y maternales. Como se ve, no resulta nada fácil.

diciembre de 2024

 



[1] En noviembre de 2018 el diputado Boric y la diputada Orsini, viajando a costa de todos los chilenos, visitaron en Paris al asesino de Jaime Guzmán, Ricardo Palma Salamanca para expresarle su solidaridad. El 3 de enero de 2018 en las afueras del congreso nacional, Gabriel Boric manifestó a la prensa su voluntad de defender el legado del grupo terrorista Frente Manuel Rodriguez.

[2] Zalagarda es una pendencia fingida de individuos de mala vida acompañada de griterío y estruendo. Eso es en general el debate político hoy: una simulación fingida de reyerta, cuyos pendencieros están, en el fondo, de acuerdo en sus latrocinios.

lunes, 2 de diciembre de 2024

DEMENTES POR LA GUERRA Y AMNÉSICOS POR LA PAZ

 

La historia real del gobierno militar que gobernó entre 1973 y 1990, ha sido universalmente deformada. El proceder de sus gestores e impulsores, cometió el pecado de contradecir todos los relatos vigentes. Su praxis no fue coincidente con ninguna verdad utópica revelada de las que, a los tumbos, se ha alimentado un occidente espiritualmente decadente. El común denominador de esos relatos dominantes, ha sido denostar a sus gestores e impulsores. ¿Cómo? con expediente muy simple: mentir y torcer la realidad de los acontecimientos, para hacer sostenible aquel relato, cuando el bote de nuestra cultura occidental hace agua por todos lados. Si la realidad no coincide con el relato, pobre realidad.

El hábito de deformar la historia deliberadamente no es nuevo. Los anglosajones desde principios del siglo XVII han sido maestros en la manipulación de verdades históricas colectivas por afán hegemónico. Las logias masónicas francesas e inglesas, desde entonces, aprendieron diestramente a mentir e imponer relatos falsos que hoy dominan el horizonte infracultural de occidente.

Pero volviendo al gobierno militar, peyorativamente bautizado: La Dictadura. No obstante todo lo que se ha mentido sobre su gestión, hay un episodio sobre el cual resulta imposible mentir sin pillarse los dedos. Me refiero a aquel que tuvo a Chile y Argentina al borde de la guerra, en los años 1977 y 1978.

¿Cómo sucedieron los hechos?: Una cofradía de dementes[1] de opereta gobernó Argentina desde 1974 a 1983, pretendiendo transformarla en una potencia mundial militar del siglo XXI. En un afán utópico-nacionalista, comenzaron a desarrollar un plan para convertir a Argentina en una nación bioceánica que abarcase desde las islas Shetland del Sur hasta el Océano Pacífico y sus respectivas proyecciones antárticas. Hay documentación histórica que así lo demuestra. Lo que la diplomacia binacional argentino-chilena tejió con esfuerzo y sacrificio en años anteriores, estos dementes lo hicieron añicos cuando declararon en 1977, insanablemente nulo, el fallo del laudo arbitral de Su Majestad Británica, que le daba la razón jurídica a Chile, laudo al que la nación transandina se había comprometido respetar, conforme los cánones civilizados. Declaración esta, que debe estudiarse en todas las academias diplomáticas del mundo, como la aberración jurídica y prudencial más delirante de la historia.

El cálculo afiebrado de aquel gobierno militar argentino, se equivocó en todo; particularmente en su capacidad de imponerse militarmente a Chile y al Reino Unido de la Gran Bretaña. En 1978 organizaron una ofensiva militar contra Chile con nombre de sainete: Operación Soberanía. Dieron orden de ataque el 22 de diciembre de 1978, y a minutos de materializar dicho ataque, llegaron a la conclusión que la escuadra naval chilena los destrozaría, abortando vergonzosamente la operación. Lo que digo, cualquier profesor de cualquiera academia naval del mundo lo puede corroborar con la misma precisión de dos más dos son cuatro: Si entraba en operaciones ofensivas, la flota de guerra argentina, tenía asegurada la derrota.

¿Vocación pacifista del gobierno militar argentino? Ninguno. ¿La prueba de ello? La invasión de las Falkland y posterior vergonzosa, humillante y total derrota que les infringió el Reino Unido. Congruente con su vocación belicista, en términos prácticos, no acataron el segundo fallo, esta vez, del Papa Juan Pablo II, que nuevamente le daba la razón jurídica a Chile[2]. Fue el colapso por implosión del gobierno militar argentino y la ruina económica y social que precipitaron ellos mismos, los que obligaron al posterior gobierno de Raúl Alfonsín a agachar el moño a través de un plebiscito en que la cordura del pueblo argentino afloró, y se aprobó por abrumadora mayoría aceptar los resultados de la mediación papal, sometiéndose a la cruda realidad de haber sido gobernados por dementes, que permitieron se humillara a su digna y más que centenaria nación.

¿Quién pues fue el gestor de la paz? ¿Cuál fue la causa suficiente y necesaria de la paz? No puede caber duda alguna: La conducta del gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden de Chile y, en especial, el sagaz talento militar y diplomático del Presidente Augusto Pinochet Ugarte, quien debió jugar un póker con muy pocos ases, e incluso con la tácita resistencia de su camarada y amigo, presidente de la Junta de Gobierno, José Toribio Merino, quien conocía la ciencia bélica naval y le asistía la prudente certeza que la escuadra de guerra chilena derrotaría a la flota de mar argentina.

¿Qué la paz se materializó a través de la brillante intervención de SS Juan Pablo II y su plenipotenciario el Cardenal Samoré? Es verdad. Pero el que repartió las cartas para que así sucediera, fue Pinochet y nadie más que él. Esta gigantesca verdad no se podrá tapar con el dedo jamás.

Se cumplían hace algunas semanas cuarenta años de la suscripción del tratado de paz y amistad en 1984, tardíamente aceptado por el gobierno y el pueblo argentino, luego del fallo del mediador Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Si usted señor lector, busca en Wikipedia o cualquier otra fuente del mainstream que gobierna el relato políticamente correcto, se encontrará con la azorante sorpresa que el Tratado de Paz y Amistad se firmó ante el Papa, pero nada dice que fue gestado por la actitud pacifista pero inclaudicable de Chile y del valiente espíritu de justicia de San Juan Pablo II. Pareciera que el acuerdo nació de la benevolente actitud de ambos países, lo que es perfectamente falso.

¿Por qué tal olvido? Muy sencillo de responder: ¿Qué tienen en común El Papa Juan Pablo II y don Augusto Pinochet? ¿No será su anticomunismo y su condición de campeones en la derrota de esa nefasta ideología en el siglo XX? Cualquier recuerdo con un relato serio del evento (no como el de Wikipedia) les dará a ambos próceres benefactores de la paz, los laureles que les corresponden. Pero eso, el mainstream de la revolución en curso, no puede permitirlo.

¿Se entiende entonces la amnesia del gobierno revolucionario del presidente Boric? A mayor abundamiento, para el presidente Milei, el evento supone escarbar una herida que aun duele: la humillación doble para su pueblo. En consecuencia, tampoco tiene voluntad e interés en recordar.

Queda pues castrada la historia con la versión falsamente edulcorada con la amarga hiel de la mentira, donde un día se juntó el canciller Caputo con el canciller Del Valle e iban pasando accidentalmente por el Vaticano donde firmaron un papel.

En el enésimo intento del presidente Pinochet de urdir una paz negociada en Puerto Montt en 1978, no habiéndose logrado ningún acuerdo por la vergonzosa falta de autoridad del mandatario argentino, el presidente Rafael Videla le dijo a don Augusto Pinochet: No se preocupe tanto por esta guerra presidente, pues será corta e incruenta. Pinochet le contestó: Se equivoca gravemente usted presidente: si llegamos a la guerra, esta será larga y sangrienta e involucrará a tres generaciones de chilenos y argentinos. Conozco a los chilenos como usted no los conoce.

Queda pues velado y deformado deliberadamente el episodio diplomático más relevante del siglo XX, que salvó miles de vidas. Porque no se puede revelar su autoría.

Diciembre de 2024

 

 

 



[1] Un demente es una persona carente de juicio. Se puede obrar de forma demente en todos o en algunos aspectos de nuestra conducta.

 

[2] No olvidar el discurso del Presidente Galtieri anunciando la invasión de las Falkland: Este es solo el comienzo de la recuperación de los terrenos irredentos. Discurso efectuado cuando ya se tenía el fallo de Su Santidad a favor de Chile.

martes, 19 de noviembre de 2024

LOS BIENPENSANTES Y LA RENUNCIA AL JUICIO

 


El hombre se forma una representación del mundo conforme a la experiencia que le ha tocado vivir que impacta en su ser íntimo. Ese ser íntimo es un complejísimo universo conformado de fortalezas y debilidades nativas, sean estas físicas, afectivas, intelectuales e incluso endocrinas. Para quienes creemos ser criaturas del Dios creador del universo, existe, una especie de código de barras divino que nos inscribe una misión en el mundo y una especie de combo divino u oferta de fin de temporada: el cultivo de las llamadas virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) reservado para quienes obtienen suficientes puntos en la prueba de aptitud humana, que consiste en el cultivo perseverante y consciente de las virtudes cardinales: justicia, prudencia, fortaleza y templanza.

No hay duda de que el individuo es libre de abrirse o cerrarse a estímulos diversos. – El conductismo es hoy una doctrina ñoña y pasada de moda-. Libre de abrirse o cerrarse, a lo que, por antonomasia, es el máximo misterio de la existencia humana: el bien y el mal. El Génesis nos relata a través de Caín y Abel, los primeros hijos de mujer, aquella disyuntiva eterna del género humano.

Y en este complejo proceso que es el vivir, nuestro tiempo histórico nos va nivelando con características singulares. Tenemos un sesgo o sello histórico conforme a la circunstancia o entorno que nos ha tocado vivir. Es lo que algunos filósofos o ensayistas han llamado las generaciones. Reaccionamos de forma relativamente similar con nuestros pares generacionales, cuando iguales son nuestras circunstancias.

Hoy, vivimos en un mundo ultra tecnológico que nos priva de algunas vivencias, que otras generaciones tuvieron al verse sometidas a resistencias y dificultades, que para nosotros resultan pueriles o inexistentes. Ejemplo evidente; la sexualidad: Nuestras abuelas repetían un mantra moralista muy criollo a los jóvenes y jovencitas, impetuosos por ceder a los encantos del amor erótico: Entre santo y santa, pared de calicanto. Muchos encontrarán hoy ridícula aquella prescripción, en un mundo liberado de ataduras sobre el sexo y otras prescripciones de moderación moral. Pero en verdad esa liberación de las costumbres sexuales no viene, como repite el relato modernista, de haber entrado en razón que dichas prescripciones eran ataduras sin sentido. Lo real es que el individuo de hoy, especialmente la mujer, no percibe en las relaciones sexuales algo que tenga consecuencias fatales en la construcción de la personalidad; equivocadamente desde luego, porque precisamente así sucede. Y ello por la circunstancia que existen métodos anticonceptivos que ofrece el mundo tecnológico. Este ejemplo, es extrapolable a muchos otros que sería largo enumerar.

Y de este modo es como se ha deteriorado la percepción de la realidad, cuando la tecnología nos ofrece la ilusión que somos de una naturaleza superior a lo genuinamente humano, despreciando modos, usos, costumbres y normas de nuestros antepasados. Algunos más audaces ya suscriben el credo que Dios está obsoleto porque somos pequeños dioses. Es lo que Roger Scrutton bautizó como la falacia del mejor escenario posible.[1] Pero la poética de Calderón refuta aquello cuando dice, En el mundo en conclusión/ todos sueñan lo que son/ aunque ninguno lo entiende[2].

La actitud sabia para vivir humanamente es la vigilia prudente. La vida de los santos y de los héroes es la historia de esa vigilia prudente y permanente. Estar con las luces encendidas para enjuiciar las circunstancias que la vida nos ofrece. Lo recomienda Krishna al príncipe Arjuna en el dialogo inicial del Baghavad-Gita, texto que es el pilar fundamental de la sabiduría hindú. El daño colateral que causa en el alma humana el llamado por los economistas, pleno desarrollo, es que se baja la guardia frente a las circunstancias de la vida y te tragas sapos que, de seguro, te caerán muy mal.

Tuve de visita un compañero de curso del colegio, que migró hace muchos años a los Estados Unidos y es hoy un pudiente ciudadano norteamericano. Profesional exitoso ha hecho su américa en California, donde goza de una calidad de vida de “país desarrollado”. Él, como muchos californianos adinerados votó por Kamala Harris, fundamentalmente para que un energúmeno como Trump no llegase al poder. No ponderó que la candidata demócrata afectaría directamente sus intereses económicos al punto de trastornar su cómoda existencia. Tampoco ponderó que afectaría sus convicciones morales sobre la intangibilidad de la familia como base de la estructura social norteamericana. Simplemente quería impedir que un hombre safio que despreciaba explícitamente la manera de ser del rico norteamericano sofisticado, accediera al poder. Para él, Trump había ganado porque la mayoría de sus ahora compatriotas norteamericanos, son como él, grotescamente rústicos y no piensan más allá de sus narices. ¿No será acaso que representan la sabiduría ancestral del pueblo norteamericano, de la familia, el trabajo, el sacrificio, la religión como guía de vida; sin la cual esa nación se precipitaría a la disolución y el caos?

Pero no veamos la paja en el ojo ajeno. Nuestras élites que han alcanzado el pleno desarrollo las de los guetos del bienestar, marcan preferencia para las próximas presidenciales por la señora Evelyn Matthei, quien siendo senadora, presentó junto a Fulvio Rossi un proyecto de ley para liberalizar el aborto, que suscribe la ideología de género e iza la bandera LGBT junto a la que sirvió de mortaja a nuestros héroes; una señora que dice ser de la UDI solo porque la expulsaron de Renovación Nacional, que se dedicó al espionaje político y para trepar en su partido, y que en entrevista televisada sostuvo que en realidad, su pensamiento es de izquierda; una gobernante de la ex comuna estrella de la capital, Providencia, que mientras se cae a pedazos, ella circula entre programas de farándula y entrevistas con La Fiera, Pamela Díaz. Más sobre su prontuario relatado por Francisco Cancino, en el link al pie de página[3] .

¿Qué moviliza esa preferencia por quien a todas luces es una lápida sobre el ataúd de la República? Alguien que ha sido incapaz de gobernar adecuadamente la comuna de Chile más fácil de gobernar, ¿podrá gobernar un país devastado por la izquierda revolucionaria?

Estas letras no son para enjuiciar a la Matthei, sino para enjuiciar a quienes la prefieren para ocupar el cargo de Presidente de Chile. Más específicamente de aquellas personas que por cultura formal tienen elementos de juicio, pero, como mi amigo californiano, se niegan a ejercer el juicio. Mi hipótesis es que será difícil que cambien de opinión porque han adoptado ya una decisión: no quieren tener juicio.

Quienes por aversiones a otros o para que nadie los mueva de sus espacios de comodidad y poder, votan por Kamala Harris o lo harán por Evelyn Matthei, representan una subcultura: la de los bien pensantes. Aquellos a quienes las bondades del bienestar les obnubilan y bloquean el juicio. Aquellos que no se quieren hacer responsables de la consecuencia adversas de sus actos, no solo respecto de sus prójimos, sino, he aquí lo más azorante, tampoco de la consecuencias adversas respecto de ellos mismos, de sus hijos, de sus nietos, de sus pares en los guetos de bienestar.

Con Matthei seguirán las persecuciones judiciales de la izquierda a Carabineros -pieza fundamental de la revolución legal en curso- que es la causa suficiente y necesaria del caos del orden público y criminalidad que campea en las calles. Eso es evidente porque para girar el timón de la revolución por avante y dirigirse en sentido inverso, se necesitan convicciones y talentos que evidente y manifiestamente carece la Matthei. Pero a los bien pensantes no les preocupa: volveremos al crecimiento económico y todo seguirá funcionando, porque siempre funciona.

Afortunadamente son minoría, como en Estados Unidos, y conforme surjan liderazgos reales, esas figuras serán desplazadas haciendo trizas, una vez más, las encuestas de opinión.

noviembre de 2024



[1] En “Las Bondades del Pesimismo” R, Srutton.

[2] Pedro Calderón de la Barca en “La Vida es Sueño” Jornada 3, escena 19 verso tercero