El talentoso periodista Mosciatti
ha movilizado la opinión pública al entrevistar al candidato don Johannes
Kaiser. El periodista es un celoso conservador de la narrativa dominante en
virtud de la cual la contra revolución del 11 de septiembre de 1973, fue un
episodio arbitrario donde unos militares gorilas genocidas derribaron el gobierno del
demócrata Salvador Allende y se hicieron del poder. Talentoso es el adjetivo que
uso porque el periodismo es y será una mercadería de audiencias y es lo que
busca el periodista; no la verdad, sino la audiencia.
La respuesta honesta, responsable
y orientadora para la opinión pública del candidato Kaiser, es que apoyaría la
decisión de aquel movimiento contra revolucionario cuando las circunstancias fuesen idénticas. Ello ha causado revuelo y una
ola de opiniones adversas que amenazan incluso con defenestrar al candidato de
su calidad de diputado de la República, por el solo hecho de manifestar su
opinión.
El candidato Kast, cuya opinión sobre
el 11 de setiembre de 1973 es idéntica a la de Kaiser -me consta-, en
entrevista al El Mercurio se ha apresurado a negarse a entrar en esta y otras polémicas declarando que: no vamos a hablar de temas que no sean hoy las urgencias sociales de
la gente.
Quienes tienen la
cabeza para pensar, y saben que el pronunciamiento militar fue lo que fue: un
movimiento legítimo solicitado por amplisima mayoría ciudadanía y por todos los poderes públicos
para evitar una guerra civil, que la izquierda revolucionaria habría ganado, pero
no conocen la mecánica de los procesos revolucionarios a través de la historia
dicen: bueno… ahí tienes la diferencia entre Kast y Kaiser. El primero es un
político sagaz y responsable y Kaiser en cambio, impulsivo y visceral.
Cabe hacerse dos preguntas: ¿qué
importancia tiene quedarse enredado en lo que sucedió hace más de 50 años, pero
concita tanto interés en el día de hoy? ¿Cómo es posible que esta versión del
episodio descrita en el primer párrafo sobreviva, en circunstancias que los datos reales dicen otra cosa? Pues toda la
importancia del mundo. El sostener la verdad este punto es la madre de todas
las batallas políticas en nuestro Chile. Me explicaré.
¿Qué es un proceso
revolucionario? Consiste en desmontar un orden establecido, muchas veces
que goza de perfecta legitimidad, para reemplazarlo por otro orden normalmente utópico e
ineficaz, que los revolucionarios tienen en mente. Nada es más manipulado y
falseado a través de la historia, que la narrativa de los procesos
revolucionarios.
La primera falacia es que las
revoluciones las lideran y las gatillan los carenciados, los pobres, el pueblo
hambriento y harto de injusticias. Las revoluciones se desencadenarían cuando
aquel pueblo “no aguanta más” esas injusticias. Lo real es exactamente lo
contrario. Siempre las revoluciones se desencadenan cuando las sociedades gozan
de bienestar económico y esto permite que se articulen las fuerzas que
propician su destrucción. Jamás las revoluciones son impulsadas por los
carenciados sino por burgueses que disponen de recursos para hacer la
revolución.
Comprándose esa falacia, Kast y
toda la derecha superficial y ignorante, lleva 35 años replegada
en su castillo de privilegios económicos, entregando y claudicando en la batalla por
la narrativa. Así sostiene en las contiendas electorales que: dedicará sus
esfuerzos a las urgencias sociales, de los problemas reales de la gente, a
bien gestionar el aparato del Estado para que esos carenciados que anhelan la
revolución, cambien de parecer. Esa sería la actitud “prudente” demostrando con
ello que nunca han leído la doctrina escolástica que describe la virtud de la
prudencia ni saben lo que es una revolución.
Vivimos en Chile hace 35 años
entregados a la narrativa abominablemente falsa de la izquierda revolucionaria.
Los partidos de centro, que taxativa y expresamente apoyaron aquella
contra revolución, a los dos años de acontecida, dándose cuenta lo difícil que era contradecirla, se dieron vuelta la chaqueta y
se plegaron a la mentira. Pero, insisto, ¿tiene importancia aquello?
El único candidato en este
torneo electoral que cultivando la virtud de la prudencia conoce cómo funciona
la mecánica revolucionaria es Johannes Kaiser. La revolución nace y se
sustenta sobre una narrativa. Si no eres capaz de desmontar es narrativa jamás
derrotarás la revolución, y el país seguirá cuesta abajo en la rodada hasta
conseguir lo que los leninistas denominan las condiciones objetivas
propicias pare el caos y el asalto al poder. Por lo tanto, el único candidato
capaz de derrotar el proceso revolucionario en curso que vivimos en Chile es Johannes
Kaiser.
El país está en un estado de
alteración no por carencias económicas que siempre las hay pero que no resultan
suficientes como caldo de cultivo para lo que los comunistas quieren: el asalto
al poder total para imponer, como lo reconoce a los cuatro vientos su líder
Carmona[2],
su utopía totalitaria. De hecho, basta salir un fin de semana a las calles y
plazas de los barrios populares, para constatar que no están dadas las condiciones para una revolución. La gente en
general vive en paz, aunque acosada por la delincuencia y al ocultarse el sol
debe encerrarse en sus casas.
¿Qué hacen entonces los
revolucionarios para obtener esas condiciones objetivas?
1.
Que la narrativa siga viva. Por ningún motivo
que venga un Jaime Guzmán o un Johannes Kaiser a alterarla. Como en química, esa
narrativa es el catalizador que permite deteriorar la vida práctica de la población
pero por justicieros.
2.
Usar la novísima arma de destrucción masiva del
siglo XXI orquestada por jesuitas, activistas de derechos humanos, y el régimen
comunista de Venezuela: propiciar la entrada masiva al país de migrantes, que alteren la convivencia y aumenten la tensión
social.
3. Que sus activistas en el Ministerio Público y el Poder Judicial con sus decisiones, permitan que los delincuentes estén en la calle y que los que nos protejan o nos han protegido estén presos o imputados. Usar la fuerza legítima del Estado sería una violación “sistemática” de los derechos humanos.
4.
Llevar a cabo un plan económico suicida que
propone la candidata Jara que creará pobres donde no los hay, evitando que en
Chile haya trabajo, ahorro e inversión.
¿Pero, cómo cloroforman a las
masas para que les den la preferencia? Pues a través de la narrativa seudo
moralista de los derechos humanos, sembrando de excrementos verbales las
murallas de todas las ciudades de Chile, cooptando y si es menester comprando
al periodismo. Cuando todo esto no alcanza, asesinando a quienes se les
resisten.
Julio 2025
[1] ¿Por qué razón el diario más importante de la nación
donde supuestamente el comunismo era el gran enemigo propició esa narrativa?
Esa es otra larga historia que prometo acometer en otra columna.
[2]
Qué es bastante estúpido de su parte reconocerlo.
Su estatura intelectual es harto inferior a la de sus predecesores. Por la boca
morirá el pez afortunadamente. La incontinencia por gozar del paraíso
socialista lo traiciona.
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