Se ha dicho
que los acuerdos Boeninger / Cáceres de 1989, hicieron posible la transición
del gobierno militar a la democracia, sin accidentes ni conflictos. Aquellos
acuerdos se tradujeron en la modificación constitucional aprobada el 30 de
julio de 1989 por el 85,7% del padrón electoral, fueron el fruto de
negociaciones entre el Ministro del Interior del gobierno militar y el delegado
del líder de la Concertación para la Democracia.
Entre otras
cosas, aquella modificación constitucional eliminó el famoso artículo 8
del texto original de la Constitución de 1980, norma existente en casi todas
las constituciones europeas, por el cual se prohibía la existencia del
Partido Comunista[1].
Yo discrepo
de esa apreciación. A mi juicio, lo que hizo posible la transición, no fue ese
acuerdo. Fue en realidad una circunstancia azarosa para Chile: en el período
que medió entre el plebiscito de 1988 que ganó el NO a la continuidad del gobierno de Pinochet y la asunción al poder de la izquierda
democrática en marzo de 1990, se desplomaron los socialismos reales. Esa fue la
razón real de la paz y el consiguiente progreso de Chile durante 30 años.
Según los
expertos negociadores de la derecha de entonces, el comunismo tambaleaba
irremediablemente en todo el mundo y no era factor que comprometiera el orden
institucional. Los hechos parecían darles la razón: en noviembre de ese año
cayó el muro de Berlín y dos años después, el 23 de agosto de 1991 se ilegalizó
el Partido Comunista nada menos que en Rusia.
Que existiese
un artefacto surrealista llamado Partido Comunista en Chile, era algo
así como que existiese un Partido Carlista en España[2].
Algo del pasado que no comprometería este orden unipolar que nacía, regido por
EE. UU victorioso de la Guerra Fría. Se cerraba, de manera definitiva, se
decía, un aciago episodio de la historia de la humanidad. Además, los países
cultos de occidente en 1974 habían conocido la realidad y horrores del
comunismo cuando se publicó Archipiélago Gulag. En Rusia, en 1990, un
año antes de la ilegalización del comunismo en Rusia, se publicaba en su idioma
nativo aquella trascendental obra literaria de Alexander Solhenitzyn. Las
élites cultas y letradas de aquella enorme Nación no lo dudaron: proscribieron
la existencia del PC como una forma de exorcizar sus crímenes.
Pero Chile
es, qué duda cabe, un país muy especial: treinta y siete años y once meses
después de la banalización constitucional del mal que el PC representa, la
izquierda chilena le da el apoyo como su opción presidencial a la abanderada de
aquella agencia criminal.
Las leyes,
aunque sean de rango constitucional, no nos protegen de la banalidad
intelectual, la vulgaridad de las costumbres y la insoportable levedad de la
derecha chilena. Creo que, la prohibición del artículo 8 mencionado, de
haberse conservado, habría servido al menos para que los jóvenes se
preguntasen. Oye, ¿por qué el comunismo es inconstitucional y está proscrito?
Sostengo, sin
temor a equivocarme, que la circunstancia que el PC sea una opción presidencial
es principalmente responsabilidad de lo que sociológica, política y
económicamente se identifica como La Derecha Chilena.
Que la
izquierda apoye una opción presidencial del PC no resulta tan extraño. Desde la
lamentable frase de Frei Montalva: “Peor que el Comunismo es el
anticomunismo”, los que conocemos la historia, sabemos que el único móvil
de la izquierda ha sido detentar el poder. ¿Para qué? Pues para sí mismos. No
son solo culpables de acompañar una candidata comunista para alcanzar el poder.
Son culpables de anhelar el poder no importa a que costo. Siempre. Por un azar,
para bien de Chile, se transmutaron en lo que ellos califican de neoliberales.
En el marco de una involución cultural global, le dieron al menos treinta años
de prosperidad económica al país. Si ahora hay que plegarse al comunismo,
propiciar que Chile tenga alianzas con Irán o Rusia, pues venga no más. La cosa
es flotar como corcho. Si hay que estimular el resentimiento, vamos, si la
ignorancia, vamos también. La cosa es estar en el poder.
Entonces, ¿cómo
se derrota al comunismo en una sociedad donde casi un tercio padece del veneno
del resentimiento y dos tercios, incluido el anterior, son ignorantes e
irresponsables de la consecuencia de sus actos?
Hay tres
opciones en la próxima papeleta presidencial:
La primera,
es la de Chilevamos y la derecha económica partícipe del proyecto de
someternos a un gobierno mundial. Aquello es lo más cómodo. Propio de su
raigambre de comodidad burguesa, continuar el repliegue ideológico bajo el lema
Ceder y Conceder Para No Perder. Ese ha sido la enseña de los Partidos
de Chilevamos desde 1989. Leer la declaración de principios de la UDI escrita
por Jaime Guzmán, debiese poner colorados a sus dirigentes. En Renovación
Nacional fundada por aquel gigante patriota que fue Sergio Onofre Jarpa, al
menos han sido más honestos y cambiaron sus principios al estilo Groucho Marx[3].
Evopoli es un micro partido sin historia ni futuro, fruto de un intento de
ingeniería política que a estas alturas es intrascendente y que grosso modo es
una cabeza de playa del progresismo dentro de la derecha política. Resumen: Chilevamos
es más de lo mismo que nos ha conducido a donde nos encontramos donde la
revolución ha hecho grandísimos avances en su tarea de zapa destructora de la
chilenidad.
La segunda es
la del Partido Republicano. Es un partido que nació como un partido de
principios a reacción de la praxis manifestada por la derecha de Chilevamos. Su
líder, José Antonio Kast, al administrarla de manera personalista dejó claro
que no era un partido democrático en su ordenamiento interno. Eso pudiese ser
tolerable en la medida que fuese un genio político. El problema es que, si
sumas a tu personalismo una discreta capacidad para dar lectura atinada de los
acontecimientos, tenemos un partido que por los errores de su líder ha perdido
más de la mitad de los militantes y que al corto andar se manifestó como una
continuación del lema Ceder y Conceder Para No Perder. ¿Cómo así?
Triunfador de la primera vuelta presidencial, sin necesidad alguna, se
manifestó como continuador de la obra de Sebastián Piñera lo que movilizó un
millón setecientos mil votos a votar en contra de él. Ganancioso de las
elecciones de entrada para el segundo fraudulento segundo proceso
constitucional, su partido arrasó con el discurso de mantener el estatus quo
constitucional y rechazar su reemplazo. Lo lógico era pues rechazar un proyecto
constitucional envenenado por un discurso globalista y racista que aseguraba la
fragmentación territorial ya rechazada por los chilenos. De manera increíble
para un político talentoso, dinamitó ese holgado triunfo y presionó a sus
electos representantes para aprobar como “mal menor”. Todo ello supuestamente,
por evitar el conflicto y conquistar la paz, en circunstancias que el resultado
práctico habría sido el mismo de la ley indígena: avivar el conflicto
administrado nada menos que por el Partido Comunista
La tercera
opción, la del Partido Nacional Libertario, es derrotar la opción
revolucionaria liderada por el partido comunista de manera efectiva. ¿Cómo? Reconquistar
el relato de la historia real de nuestro país y de occidente, recuperar
la operatividad del Estado como administrador exclusivo y excluyente de la
fuerza legítima para imponer la ley y el Estado de Derecho. No ceder un
milímetro a las mentiras históricas. No ceder un milímetro a quienes quieran
violar la constitución, la ley y el estado de derecho. ¿Quién es el que
asegura esta opción? Don Johannes Kaiser y los candidatos al parlamento del
Partido Nacional Libertario.
Si usted
estimado lector no es resentido y está dispuesto a informarse, si usted
cree que una sociedad se funda en deberes y no en derechos, en trabajo efectivo
y no en pitutos públicos, en orden y no en caos, en libertad y no en
servidumbre debe saber que, la oferta electoral de la derecha de Chilevamos y
el Partido Republicano, representará un nuevo escalón descendente de nuestra
república, tal como representó los gobiernos del finado Sebastián Piñera.
La izquierda
democrática llegó con la primaria de la izquierda, al último escalón
involutivo. En el evento improbable que su candidata comunista gane la
presidencial serán sin lugar a duda ninguneados por un PC que como aquello
perros de mandíbula inferior protuberante, cuando cogen la víctima, no hay
quien le destrabe la mordida. ¿Por qué no tienen un intervalo lúcido y apoyan
en el balotaje al candidato más sensato, responsable y respetuoso con las
agendas democráticas como lo es Johannes Kaiser? Para ellos la reducción del
Partido Comunista a los trastos de la historia de Chile es cuestión de vida o
muerte. Kaiser asegura con una agenda responsable que sí se puede. Se puede
convivir con diferencias y disensos respetando la verdad, verdad que es como la
luz para los murciélagos: Los hace desaparecer.
Julio 2025
[1] Su texto era: Todo acto de persona o grupo
destinado a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la
violencia o una concepción de la sociedad del Estado o del orden jurídico, de
carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito y contrario al
ordenamiento institucional de la República.
Las organizaciones y los movimientos o partidos políticos que por sus
fines o por la actividad de sus adherentes tiendan a esos objetivos, son inconstitucionales.
[2] Los Carlistas españoles fueron una facción en las
llamadas Guerras Carlistas, conflicto que enfrentó a españoles por la sucesión
dinástica entre facciones de la dinastía borbónica en el siglo XIX.
[3]
Cómico norteamericano que hizo su célebre chiste
al decir: Yo soy un hombre de principios; pero si no os parecen, tengo otros.
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