La palabra gentileza como
adjetivo, nos describe la actitud del locutor para con el auditor. La gentileza
es la conducta virtuosa del locutor porque es condición necesaria para dar luz
a sus palabras y por consecuencia al entendimiento del auditor. En un oficio
como la política, la filosofía o la ciencia, resulta importante el darse a
entender hacia los auditores. La gentileza entonces es lo que distingue al
político, filósofo o científico virtuoso, del demagogo o vendedor de pomada.
Lo que la cultura popular ha estigmatizado como el chanta.
En el debate sobre la reforma al
sistema previsional lo que ha faltado es gentileza y lo que ha sobrado es chanterío.
Me explico:
El dinero es el fruto de
una técnica inventada por el hombre en sociedad. Pretende ser un reflejo de
valor para el intercambio de bienes y servicios. Pero la pretensión más
problemática de este invento de la técnica, es ser reservorio de valor,
es decir que la acumulación de dinero en el tiempo nos sirva para conservar
valor para las necesidades de bienes y servicios que tendremos en el futuro.
Supone pues una estabilidad de ese reflejo de valor. En términos simples: si ganamos
dinero con el cual comprarnos un kilo de carne de vacuno en 1980 cuando
teníamos 20 años y lo conservamos en el tiempo, aspiraríamos que ese dinero nos
sirviera para comprar un kilo de carne de vacuno el año 2040, cuando nos falten
las fuerzas para trabajar.
Como eso nunca ha sucedido, por
cuanto el dinero es un muy imperfecto reservorio de valor por razones históricamente
muy complejas y heterogéneas, se han inventado técnicas de ahorro, que van
desde el otorgamiento de un valor ficticio objetivo a alguna sustancia como el
oro, a la inversión del dinero que obtenemos en actividades productivas que
generen valor.
La palabra previsión nos
habla de una visión previa. Una anticipación del futuro que nos permita prever
hoy lo que probablemente sucederá mañana. Hay culturas previsoras y ahorrativas
donde el individuo es autovalente por sí mismo para prever el futuro, ahorrar,
invertir y conservar valor de su trabajo para su futuro. Nuestra cultura
mediterránea no se caracteriza por tener esa fortaleza de espíritu. El Estado,
es decir la nación jurídicamente organizada, crea pues sistemas
previsionales para inducir coercitivamente a la población a ahorrar para la
vejez o para los eventos en que el individuo no pueda costear sus gastos de
vida. Es llamado por ello ahorro forzoso. Es algo parecido lo que sucede
con la educación obligatoria. Los padres debiesen ocuparse de ello, pero si no
se ocupan el Estado a través de la subsidiariedad positiva, obra coercitivamente
para alcanzar así el bien común.
El tema previsional es muy
complejo y por eso se valora tanto a los políticos y técnicos
expertos, cuando tienen la gentileza de dejar claro cuales son los
dilemas reales que debe soportar un sistema previsional. Del mismo modo, resulta
muy repulsivo que tengan autoridad y opinión sobre este complejo problema los
ignorantes y los demagogos que opinan sin saber o que sabiendo eludan
referirse a lo que realmente persiguen con sus opiniones y propuestas
legislativas. Hemos escuchado un desfile de opiniones vagarosas de los
políticos quienes se manifiestan urgidos para que mejoren las pensiones.
Para ello señalan que han llegado a acuerdos que serían el vehículo para
alcanzar dicho fin. Un escrutinio de aquellas aparatosas declaraciones deja a
la clase política una vez más al desnudo en su obscena demagogia.
¿Cuáles son los dilemas
principales para que un sistema previsional exista y cumpla con el objetivo
de asegurar, de la mejor forma posible, que el que trabaja conserve ahorros que
le permitan, cuando ya no pueda hacerlo por ancianidad o incapacidad, tener recursos
para sus gastos de vida?
1.
Que este sistema esté referido exclusivamente
para los que trabajan productivamente y ahorran sea forzosamente y/o
voluntariamente. Aquí se florean los demagogos chantas. Confunden
deliberadamente el sistema previsional de seguridad social, con la asistencia
social para los desamparados. Se habla del Derecho Humano a la Previsión
social que no es otra cosa que la caridad pública que los políticos
pretenden hacer con el dinero ajeno, a fin de que se les gratifique con el voto
y la preferencia electoral.
¿Quieren gobernantes y gobernados que los que no han
trabajado productivamente, o no han ahorrado lo suficiente tengan una pensión
asignada graciosamente y a todo evento? Pues díganlo con exacta claridad. Y
transparenten cuales son las condiciones para ello: edad, situación social de
los beneficiarios y cuánto le costará aquello año por año a la hacienda
pública este regalo. Igualmente informen cuantos impuestos deberemos pagar
todos los chilenos adicionalmente para que esas personas gocen gratuita y
graciosamente de ese beneficio.
Lo que es una inmoralidad y un engaño demagógico,
es confundir aquello con la previsión social. Porque es exactamente lo
contrario de previsión social. Eso es beneficiar y estimular la imprevisión social.
¿Puede ser aquello legítimo y formar parte de la subsidiaridad positiva del
Estado? Es discutible, pero podría ser.
Lo que es un monstruoso engaño, asaz de un des
incentivo a los ahorrantes previsionales, financiar la imprevisión social, con
el dinero de los previsores, es decir financiar las pensiones gratuitas con
el dinero de quienes a través de su trabajo han ahorrado su dinero, no importa
que ese ahorro sea forzoso. Es como obligar que el alumno aplicado ceda parte
de su buena nota al porro para que este pase de curso. Eso no es justicia
distributiva. Eso es directamente un robo.
2.
De qué manera el Estado asegura al que
trabaja y ahorra, que la unidad de medida de ese trabajo, que será siempre el
dinero, no sufra deterioro. ¿Cómo podría sufrir deterioro? A través de la
inflación y del endeudamiento de la hacienda pública. También hay que señalar y
trasparentar al ahorrante, que aquello es condición necesaria pero no
suficiente de la estabilidad del valor del dinero, porque vivimos una
circunstancia histórica donde las grandes potencias monetarias (EEUU, China y
UE) hacen todo lo posible por reventar el sistema mundial de estabilidad
monetaria a través del endeudamiento uniformemente acelerado y emisión
inorgánica. Esto último ha conspirado contra la rentabilidad de las AFP
chilenas, que son sin dudar un género de las instituciones mundiales técnicamente
más sofisticadas y eficientes para conservar e incrementar valor del dinero de
los ahorrantes.
La propuesta del gobierno aceptada por la seudo
oposición, es financiarla con deuda pública que soportarán los propios
ahorrantes previsionales. ¿Cómo pagará esa deuda pública inorgánica el Estado
en una economía que no crece (o decrece)? Pues con emisión y más deuda pública
que tendrá el efecto de licuar el ahorro previsional. ¡Genial!
3.
Que los administradores de los fondos
previsionales, sean expertos de altísima calificación capaces de hacer
permanentemente un análisis prospectivo de la economía local y mundial, a fin
de determinar cuál es el óptimo destino de ese ahorro y que cuiden, como hueso
de santo esos ahorros, del principal depredador de la liquidez de los
ahorrantes, que en los tiempos que corren es sin género de dudas los Estados
nacionales. En el caso nuestro, tratar en lo posible de que el portafolio de
deuda pública sea el menor posible.
¿Cuál ha sido la propuesta de nuestra visionaria clase
política?: que parte (menor por ahora (pero in crescendo con certeza) del ahorro
previsional se transforme automáticamente en deuda, tal como hicieron los
peronistas en argentina, hasta que no quede ningún peso previsional sin la
pringa del Estado, para entonces darle el manotazo definitivo bajo la
justificación que la deuda es impagable.
Relato una anécdota personal
ilustrativa de la honorabilidad del Estado para respetar sus compromisos financieros:
estudié en el Colegio de los Padres Franceses de Alameda. De niño en las
mañanas de invierno en la entrada del colegio, veía que al frente, en alameda
esquina Brasil, hacían una cola de dos cuadras de los pensionados del Servicio
de Seguro Social, para recoger mensualmente sus pensiones reducida por la
inflación a niveles bajísimos. Cuando me hablaban de “los pobres” mi mente
infantil evocaba a esos pensionistas. Eran los beneficiarios del sistema
de reparto. Años más tarde cursando cuarto año de leyes, uno de los primeros
trabajos dignos como procurador, fue estudiar los títulos que un cliente del
abogado para quien trabajaba, que quería comprar un elegante departamento
ubicado en un edificio en Alameda al costado oriente del Ministerio de Defensa.
Construido en la década del 1940-50, de 160 metros cuadrados por departamento,
lujosos accesos y terminaciones, artefactos importados de lujo etc. Los títulos
indicaban que había sido construido con un crédito del Servicio de Seguro
Social. Es decir, con el dinero de aquellos desamparados que hacían cola. Aparecía
en la historia de los títulos, que varios honorables senadores de la época
habían comprado con un generoso crédito de la Caja de Ahorros en pesos. En buen
castellano: El esfuerzo de ahorro de los obreros que cobraban pensiones
miserables, había ido a parar a las faltriqueras de los honorables. Lo que
sucederá con este “préstamo al Estado” de los ahorrantes previsionales,
lo podemos entonces pronosticar como pronosticamos la lluvia cuando sopla el
viento norte.
Quiero hacer una expresa reserva
dentro de la clase política, para el ex ministro del trabajo militante del
Partido Socialista, don Osvaldo Andrade. Él no se ha conducido como un chanta.
Por el contrario, gentilmente ha reconocido en un programa de la TV lo que se
encuentra en juego en esta discusión política: Ha dicho, no es tanto las
pensiones lo que está en juego, lo que está en juego es quién administra las
pensiones, es decir quien tiene el poder, si es el Estado o los particulares.
En el otro extremo,
la expresión récord en demagogia, falsía y burla hacia la inteligencia de los
ciudadanos, está Evelyn Matthei quien ha sostenido que el Senador Galilea es un
héroe por haber tenido el “coraje” de ceder y contrariar lo que les prometió a sus
electores: que jamás permitiría que el Estado administrara sus ahorros
previsionales.
La clase política ha venido
comportándose de una manera escandalosamente auto complaciente con sus propios intereses
que se confunden con los intereses patrimoniales del Estado, incrementando el
gasto y la deuda pública a niveles exorbitantes, y refractaria a los intereses
de los ciudadanos de a pie. Pero el proyecto de ley de modificación de
pensiones es, creo yo, la gota que rebalsó el vaso.
Si el electorado se conduce no
digo ya con lucidez, sino con un mínimo de instinto de conservación, tendrá que
votar por cualquier opción que suponga desalojar del poder a la casta más
corrupta de la historia de la república en la próxima contienda electoral, sean
estos de derecha o izquierda que en esta materia han obrado “amarraditos los
dos”. Si no es así; si jóvenes y trabajadores cotizantes los reeligen, quiere
decir que en Chile puede volar un Rinoceronte.
Enero 2025
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