Francisco Antonio Encina, Edwards Vives, Gonzalo Vial
Correa, Edwards Bello; lo denuncian en sus páginas: el gran defecto de la
nacionalidad chilena es la frivolidad de sus élites. Esto es, una actitud
frente a la vida y sus circunstancias, ligera, veleidosa y superficialmente
sensual.
La revolución del 91 tiene como condición
de posibilidad, la actitud veleidosa y liviana de toda la clase política, que
entonces se confundía con una oligarquía sin suficientes méritos de riqueza.
También la frivolidad de Balmaceda que busca, a lo bestia, romper con esa
inercia, sin respetar las reglas básicas de la política. El resultado es una
tragedia colosal. En el caso de Salvador Allende, a mi juicio su peor pecado no
fue pretender una utopía socialista que probaría con el tiempo ser fracasada.
Su gran pecado fue la frivolidad de pretender imponerla con los compañeros de
viaje que tenía. El epítome del pije frívolo fue su camarada Altamirano,
criado entre algodones y presumiéndose de guerrillero al estilo Mao. No los
comparo; el uno dignamente se pegó un tiro; el otro huyó deshonrosamente
dejando en la estacada a quienes seguían sus delirantes prescripciones.
En páginas económicas de El
Mercurio un mercader ex supermercadista, pontifica de política diciendo que debemos
hacer lo necesario para que gane Boric. Mientras su deseo se cumple, él se
dedicará a navegar en yate por la antártica o jugará golf en otras latitudes
fuera de la jurisdicción nacional.
Tenemos un presidente de la
república, exitoso agiotista, que cuando la república es sometida a un ataque coordinado
y planificado, él califica la asonada del 18 de octubre como la voluntad del
pueblo donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario y abre
grandes caminos de futuro y esperanza. ¿Apego a la realidad de los
acontecimientos? No importa. La frasesita suena cool.
Tenemos un candidato a la
presidencia de la república que nos ofrece un programa coloreado de rosado (no
es un decir) con gráfica del movimiento hippie de los años 60, plagado de
lugares comunes de la onda progre, proponiendo como base de la gobernabilidad
del país que la población haga lo único que él ha hecho en su vida: la
movilización y la protesta como motor del cambio social. Su programa -hoy
retirado de la página web- es una oda a la frivolidad conceptual de cabo a
rabo. ¿Cómo gobernará? No importa compañeros y compañeras; después se verá. Levantando
los deditos con su voz atiplada, siempre encontrando un aburrido argumento
sacado de la academia de moda.
No. No estamos hablando de la
frivolidad afectada de un Wilde que pretende ocultar una profunda preocupación
por la naturaleza humana trascendente y reírse de ella. No; es una frivolidad
rasca, que oculta todos los defectos de la naturaleza humana y ninguna de sus
virtudes: Cobardía, carencia de empatía y de caridad por el prójimo.
¿Por qué estamos en el abismo
social y político en que nos encontramos? Si escarbamos un poco la
encontraremos: la frivolidad de la solución fácil. La de la derecha política de
acomodarse: que gobiernen ellos mientras nosotros ganamos plata. La de
una oligarquía dada a lo superfluo que enterró en el olvido a cualquier idea de
trascendencia. Aquella que fue emplazada por un Gonzalo Vial Correa cuando
todos se festinaban del crecimiento económico, mientras la familia de sectores
populares era pulverizada. ¿De donde salieron estos infelices que queman y
llenan de excrementos verbales la ciudad? Pues de esas familias pulverizadas.
Los años locos de los 15 a los 30
del siglo pasado, pavimentaron la crisis social que hundió al país en la
pobreza del segundo cuarto de siglo. Mientras una oligarquía desdeñosa se
construía palacetes y hacia fiestas de amanecida, cundía la subalimentación en
las clases populares. Hoy gracias a Dios, no hay hambre. Pero el crecimiento de
la riqueza criolla ha ido acompañado con la destrucción de la familia, a causa
de la promoción de un estilo de vida frívolo; un american way of life pero
a la chilena; sin los valores de la honesty anglosajona; lo que ha sido
condición de posibilidad de la actual generación nihilista que tiene en jaque el
futuro de todos.
Empecé estas letras radicando en
las élites el vicio de la frivolidad. Pero como el país ha cambiado su
estructura social y se ha hecho posible la movilidad social, la frivolidad
también ha sido permeada por toda la sociedad.
¿Qué representa el fenómeno de la
candidatura de Gabriel Boric? Pues el de una generación ultra frívola hasta la
demencia: Aceptan e incluso propician la guerra interna, pero rechazan y se
escandalizan con las consecuencias de la guerra.
Dios salve a Chile.
Octubre de 2021
Excelente artículo. Precisa fotografía de una densa realidad.
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