Uno de los grandes defectos del
espíritu español es el pecado de Caín – la envidia-. Francisco Franco
Bahamonde, Generalísimo por la Gracia de Dios, como él se tituló, fue uno
de los principales estadistas del siglo XX, y ha sido objeto de todo tipo de
denostaciones falsas o tendenciosas sobre sus cualidades espirituales y
militares por parte de sus nativamente envidiosos connacionales. Y el relato más
absurdo que he escuchado, es la idea que Francisco Franco fue un mal militar. ¿Lo
real?: Ganó dos guerras, contra todo pronóstico; sus tácticas y estrategias guiaron
las ejecutadas por el alto mando alemán en la segunda guerra mundial. La famosa
táctica de la blitzkrieck o guerra relámpago que los alemanes aplicaron contra Francia,
fue ideada y aplicada por Franco en la guerra civil española en las ofensivas
desarrolladas por unidades livianas, que cruzaban las líneas enemigas y creaban
pequeños frentes de combate en la retaguardia enemiga. ¿Qué pretendía con ello?
Lo que Franco Bahamonde llamaba la magnética atracción del fuego. ¿A qué
fin? Distraer. Ganar, lo que el denominaba, la principal arma de la guerra: El tiempo.
Franco fue un maestro de la distracción, para el logro de sus objetivos militares
principales. Era un general irritantemente meticuloso a la hora de ordenar una
ofensiva. Los planes de combate que solicitaba a sus comandantes debían ser
detalladísimos. Y los ejecutaba cuando el enemigo había sido suficientemente
desgastado por sus tácticas de distracción.
No obstante el título de estas
letras, no es mi intención negar la importancia que tiene la disyuntiva que se
plantea en septiembre próximo en el sentido de aprobar o rechazar, un documento
que pretende ser una constitución política para la república. Digo pretende,
porque dada la técnica jurídica usada, la confusión idiomática, la imprecisión
de sus pretendidos conceptos, la carencia genérica de las más básicas técnicas
legislativas y la inexistencia fáctica de sus premisas fundantes[1];
me asiste la convicción más completa que, de ganar la opción apruebo, ese
documento jamás tendrá ni imperio, ni eficacia jurídica ni legitimidad. En
otras palabras, no regirá jamás. Quizá algunos de sus redactores y promotores del
apruebo, es lo que pretenden en su nihilista visión del mundo. Me asiste
también la convicción, que el triunfo de la opción rechazo, no alineará
voluntades. Los demagogos que manejan todos los partidos políticos que hoy se
disputan el poder político, para justificar su rechazo a la propuesta, ya
elucubran tácticas populistas para ganar prosélitos, sin la más mínima atención
a que el país recupere la gobernabilidad perdida. ¿Mi opinión? Si gana el apruebo
nos espera el caos absoluto; si gana el rechazo, el mismo relativo caos que
estamos viviendo -que se ira agravando mientras no se ataquen sus causas-
porque quienes han causado este caos (la clase política) siguen enquistados en
el poder.
Quienes realmente manejan el
poder en el mundo han promovido en nuestro país el intento de suicidio
colectivo del 18 de octubre de 2019[2].
No digo que la causa suficiente de este fenómeno socio político complejo, haya
sido la influencia de los poderes que actúan en el mundo. Es un fenómeno de
causalidades múltiples y complejas. Solo digo que lo han promovido. The
Economist, revista que representa la opinión y la intención de aquellos
poderosos, ha ondulado entre la promoción del proceso de reforma
constitucional cantando loas a su desarrollo y eventuales beneficios, a su
denostación en su último número, cuando han descubierto, lo que
cualquier persona con una inteligencia mediana sabía desde los orígenes del
proceso: que las disposiciones del borrador propuesto son augurio de caos y disolución
de la delicada trama social que nos une, lo que era de presumir sin dudas por
la calidad de los integrantes de la Convención Constituyente.
El relato – Una nueva
constitución es lo que clama el pueblo oprimido - parte de la premisa que
las normas jurídicas son capaces de formatear y preformar una realidad social.
Como esa idea es falsa y está condenada sistemáticamente al fracaso porque jamás
una norma jurídica crea ni cambia condiciones sociales, la promoción de
la idea de Una Nueva Constitución es una idea sustancialmente
falaz que consume las energías de la nación chilena sin ningún beneficio para
nadie.
Volviendo a Franco Bahamonde; ¿Qué
debes hacer para derrotar a tu enemigo? Distraerlo. ¿Para qué? Pues para que no
vea donde está la verdadera ofensiva. ¿A que fin? A objeto que cuando esa
ofensiva se despliegue, las resistencias estén de tal modo desgastadas que
puedas hacer un avance incruento y victorioso.
El país se desgasta en un debate radicalmente
falso. Políticos que andan leyendo encuestas todos los viernes, para saber pa´
donde va la micro son los impulsores de este debate inane. Esa clase
política conformada por personajes intelectual y moralmente de poca monta,
incapaces de leer la realidad y enfrentarla para guiar a sus gobernados hacia
el bien común general, buscan cual corchos mantenerse a flote. Causa entre risa
y vergüenza ajena las volteretas de un Lagos, Frei, Macaya etc. con sus “si
bien es cierto, no es menos cierto”.
Mientras tanto, el verdadero
poder en el mundo, aquel que ha sido capaz de cambiar la cara de nuestro mundo
y ha generado el caos económico ad portas, tiene sus trayectorias y disyuntivas
sustanciales, que el infantil nivel del debate interno no es capaz de
identificar. ¿Y que nos propone ese poder global? Pues la agenda 20-30 que está
escrita, es explícita. ¿Quién la impulsa? Una burocracia dorada llamada Sistema
de Naciones Unidas que ha crecido al amparo de una organización que
originalmente fuera una asociación de naciones soberanas y que hoy es
financiada por los generosos aportes de una gerontocracia de millonarios
nihilistas obsesionados con reducir la población humana en el planeta. Esta
burocracia a través de sus organismos está dinamitando el pretil que significan
las soberanías nacionales que paradojalmente le dieron vida. Promueven un orden
mundial excluyente de esas soberanías, de la familia como núcleo fundante de la
sociedad, de la libertad individual y de la tradición cultural. Un orden social
utópico que no tiene correlato empírico, que nace y se funda en la mente de sus
ideólogos.
Lo más sorprendente: está
ofensiva totalitaria no está en el debate público. El hombre de la calle no se ha pronunciado de
que los padres pierdan la patria potestad, que seamos más pobres, pero más
felices, que nos obliguen a inocularnos a nosotros y a nuestros hijos las
sustancias que una oligarquía mundial disponga, que la libertad sea restringida
por poderes supranacionales etc. etc. etc. Las encuestas la mayoría financiadas
por estos generosos patriarcas bíblicos, no preguntan la opinión sobre esas
cosas.
Es hora de que seamos capaces de sacudirnos
de las maniobras distractivas que ocupan el espacio público para enfrentar
la agenda globalista promovida activamente por este organismo paralelo y muchas
veces contario a la voluntad de la Asamblea General de las NU, financiada por
mega empresas globales a través de fundaciones de beneficencia, por los omnipresentes
consorcios de “información” que no lo son tal sino de adoctrinamiento, por las
miríadas de ONGs que financian las universidades que promueven ideas favorables
a esa agenda globalista que compromete cuando no destruye los valores de
libertad personal, soberanía nacional, patria potestad sobre nuestros hijos.
¿Estoy viendo fantasmas? Pido al
lector -le imploro- que haga el ejercicio de informarse en la página web de las
Naciones Unidas. Está todo lo que digo explícitamente a disposición del que
quiera informarse. Hasta las fuentes de financiamiento. Un ejemplo -solo un
ejemplo- son los instructivos para disuadir, aterrorizar y convencer a la
población en torno a inocularse sustancias experimentales invasivas de nuestro
orden genético cuales son las inyecciones que, violando el acuerdo de Nuremberg
de Naciones Unidas que condenó los experimentos humanos de los Nazis,
supuestamente pretenden combatir un virus nacido en un laboratorio chino. No
hay una letra que se refiera a la fundamentación científica de la iniciativa.
Solo a la metodología totalitaria para reprimir la disidencia[3].
Pero insisto, es urgente informarse en que consiste la agenda 20-30 para poder
desentrañar sus falacias.
Filósofos contemporáneos de la
talla de Hanna Arendt, Gabriel Marcel o Julián Marías nos pusieron sobre aviso
de la metodología del totalitarismo para aislarnos de nuestros prójimos
e inducirnos de manera cruenta o incruenta a hacer de nuestras vidas lo que un
poder ajeno y lejano a nosotros quiere que hagamos de ellas. Intuyo que la
sensación de malestar que ha inducido a algunos a dinamitar el orden social que
nos unía, está en la percepción de verse liado en esa red totalitaria de
información y la percepción que estamos perdiendo el control de nuestras vidas
y de las vidas de nuestros hijos y cercanos. Sin instruirnos en esos filósofos que
son experiencias vitales profundas del drama de nuestros tiempos, poco o nada
podremos entender sobre el mundo que nos rodea. Si solo nos informamos por el
martilleo cerebral de la televisión o de los diarios controlados por la
uniformidad de la versión oficial, somos ignorantes y por consecuencia seremos
esclavos.
Julio 2022
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