Recordará el lector que la pregunta que intitula estas letras es la que se
hacen las víctimas de los villanos en El Chapulín Colorado, del inmortal
Bolaños. Aparecía el torpe superhéroe respondiendo; ¡yo! Y luego cometiendo
todo tipo de chambonadas con infinita torpeza, pero siempre de buena fe. En el
desarrollo de la comedia, nunca solucionaba nada y por lo general agravaba los
problemas.
Los resultados del plebiscito de salida, previsible en su preferencia por
el rechazo, ha sido imprevisto en cuanto a la magnitud de ese rechazo. Toda la
orquesta financiada desde hace mucho por dinero de fundaciones globalistas,
dinero de los impuestos de usted estimado lector, y la desembozada vocación de
la clase política de cuidar exclusivamente su pega y espacio de poder, no
fueron suficientes. El votante, ante el peligro de perder la soberanía de Chile
reaccionó masiva y lúcidamente, especialmente en los sectores más desposeídos. La
derecha se esmeraba en que el resultado fuese estrecho en favor del rechazo
para legitimar sus cesiones y concesiones a la izquierda que busca “cambiar el
modelo”. Y por ello entre esa casta ilegítimamente privilegiada pande el
cúnico como decía nuestro Chapulín.
Mi referencia al Chapulín pretende prevenir la infinita torpeza que
significaría hacerse la pregunta desde la perspectiva pasiva del mundo y de la
vida; y ahora ¿quién podrá defendernos? Al hacernos esa pregunta,
aparecerán los chapulines de la clase política diciendo; ¡yo! Y, al
igual que Chapulín, no harán otra cosa que chambonadas, pero en este caso de
mala fe, tal como El Acuerdo por la Paz y la Democracia de noviembre de
2019. Y ello porque, metaforizando nuestra circunstancia, es un hecho
que la clase política no ha dado el ancho, y le faltan palos para el
puente para encontrar la solución. Y por eso seguirán metiendo la pata en
el balde como los tres chiflados hasta que los desalojemos y los reemplacemos.
Si nos comportamos como adultos y como demócratas, debemos pues cooperar en
la formulación de las preguntas desde una perspectiva activa sin esperar que
los chapulines políticos continúen con sus cambonadas. Propongo para empezar:
a.
¿De
dónde viene el malestar?,
que lo causó y que hizo posible el apoyo popular del 19 de octubre de 2019. No
se trata desde un principio de condenar o justificar la o las causas. No
importa inicialmente concluir que esas causas sean torpes, irracionales, sean justas
o injustas, sean legítimas o ilegítimas. Se trata primeramente de identificarlas.
La clase política encargada de hacerlo ha errado sistemáticamente impulsada
por el temor y se ha visto arrastrada perrunamente en un relato de la izquierda
revolucionaria. Tampoco en este ejercicio salgamos por la ventana del problema,
señalando que la causa suficiente y necesaria ha sido una mega conspiración
terrorista diseñada por extranjeros perversos. Y conste que yo conjeturo que puede
haber existido tal asonada terrorista intermediada por una conspiración. Pero lo
que no creo es que sea la causa suficiente y necesaria de la crisis. Tampoco
descansemos cuando desentrañemos una causa. Porque la vida nunca ha sido
sencilla y este complejo fenómeno que afecta a nuestra patria – el malestar- tiene
sin duda varias causas inmediatas y mediatas.
b.
¿Hacia
dónde podemos conducir ese malestar para superarlo? Antes de respondernos a esa pregunta, debemos
tener presente que hay dos puntos de partida. Dos premisas radicalmente distintas
para transitar en la búsqueda de la verdad. Esos dos caminos radicales son
el que se funda en la concordia como posibilidad, y el segundo que se funda en el
conflicto como fatalidad. Los hombres y mujeres de buena voluntad, debemos
oponernos tenaz y militantemente como respuesta al conflicto como fatalidad, y
debemos transitar generosamente por el camino de la concordia. Pero hay que
decir que con solo tomar la opción de la concordia no habremos dado respuesta a
la pregunta. Pero al menos sabremos por donde no debemos conducir ese malestar.
El del conflicto como fatalidad sigue la tradición bíblica del primer hijo
de mujer, que levantó la quijada de un burro y la dejó caer contra su hermano
Abel, llegando así a la síntesis del primer conflicto dialéctico de la
historia. El materialismo dialéctico, que es la representación racional de la
emoción de Caín – alguien, que no soy yo, es culpable de mi adversa
condición -; es una emoción omnipresente en el género humano y basta
acicatearla como hacen los marxistas para que prenda como el fuego en el pasto
seco. Fue así como esa nefasta doctrina seudo filosófica, parió en el siglo XIX
al comunismo marxista. Como en Chile pocos leen y menos entienden lo que leen, aún
existe un partido comunista chileno - el único políticamente activo en el
mundo- sin tener en cuenta sus militantes y simpatizantes, las lecciones de Solyenitzin
en Archipiélago Gulag o del Libro Negro del Comunismo Chileno escrito
por el profesor Mauricio Rojas, o de El Rescate de Chile de Eudocio
Ravinés y un largo etcétera de testimonios y relaciones sobre los horrores
provocados por esta ideología homicida. Pero aparentemente “superadas las
síntesis” de los horrendos genocidios comunistas, el materialismo
dialéctico ha parido otros engendros de menor peso conceptual, pero no de menor
capacidad para hacer daño: la ideología de género, el indigenismo, el ecologismo
y otros victimismos varios; todos ellos promoviendo el conflicto como partero
de la historia.
El conflicto es inherente al género humano, pero su uso sistemático en
política no le da la virtud de ser el partero de la historia como decía el
fatal Carlitos, sino más bien el panteonero de la historia. La parálisis intelectual
que padece nuestra derecha política, fruto de una fatal mezcla de estulticia y
de frivolidad, no sabe, no conoce y no quiere saber estas cosas. Por eso se
deja arrastrar hacia el abismo que los únicos que hacen política en nuestro país
los arrastran: los comunistas.
Objetado pues el conflicto como camino de liberación, estaremos –
que no quepa duda- sin el concurso y la cooperación de quienes han obliterado o
sellado sus mentes con las premisas del materialismo dialéctico y obraremos con
su resistencia. Esta disposición inspirada por la virtud de la fortaleza es la
que les ha faltado a nuestros mediocres dirigentes políticos.
La tarea entonces será cuesta
arriba y consistirá en discernir cuál es el camino de concordia y
cooperación que haga posible suprimir ese malestar y expandir la inteligencia,
la libertad y la prosperidad de los chilenos, teniendo presente esos
objetivos escalonados y en ese orden.
Respondiéndonos esas y otras preguntas enfocadas por la concordia a
impulsar a nuestro querido Chile, crearemos lo que hoy está ausente del debate:
la opinión pública, mediada por la razón, y no por la prensa y las
empresas de encuestas, compradas ambas por agendas globalistas de los dueños
del dinero mundial.
Septiembre de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario