viernes, 21 de noviembre de 2014

DEMOCRACIA, CIUDADANIA, VOLUNTARIEDAD DEL VOTO

DEMOCRACIA, CIUDADANIA, VOLUNTARIEDAD DEL VOTO Y
JUICIO CRÍTICO DE LA REALIDAD

El populismo y los sistemas cesaristas envueltos en paquetes de democracia formal electoral, se han ido generalizando y se irán propagando por todo el mundo en las décadas próximas. En la práctica este fenómeno representa el gradual empobrecimiento de la soberanía popular. Y no solo en naciones con carencias materiales se dará este fenómeno. Desde el episodio de las torres gemelas en Nueva York, asistimos a la entronización del cesarismo de hecho en los llamados países del primer mundo.

Las irrefrenables olas de migración de carenciados desde países pobres hacia naciones opulentas, hará más “parejo” el mundo. Carenciados y opulentos vivirán bajo un mismo techo en una relación que tiene muy poco que ver con el mundo de clases sociales de proletarios y burgueses que intuyo Carlos Marx en el siglo XIX. Las sociedades se harán progresivamente más desiguales. No obstante que la bandera de la igualdad pretende sintetizar de manera fácil e intuitiva el fenómeno, la superficialidad de sus conceptos y la vocación populista de los soldados contra la desigualdad aseguran que este fenómeno se seguirá agudizando y las políticas contra su propagación necesariamente convergerán hacia su completo fracaso.

Las causas de este fenómeno son naturalmente complejas y múltiples. Pero básicamente se podrían sintetizar en dos tendencias: El facilismo de la vida cotidiana y la complejidad de la sociedad moderna.

Por facilismo me refiero a que, sin gran esfuerzo personal, el hombre contemporáneo es capaz de sobrevivir donde el habitante de siglos pretéritos desaparecía aplastado por las carencias. El alimento, el acceso a la salud, el vestirse, el desplazarse; exigían al habitante del siglo XVIII grandes sacrificios y esfuerzos. Hoy están a la mano.

El contrapunto de lo anterior es que la sociedad se ha tornado mucho más compleja. Sus equilibrios más precarios; y la posibilidad de los individuos de salirse de la red de interdependencia, se ha tornado progresivamente más difícil. Vivimos con mayor comodidad que antaño, pero en cierto sentido como los peces en una red de arrastre de esos barcos de pesca industrial. La energía, la producción masiva de alimentos, las megalópolis, las redes portuarias, el calentamiento global. Todos son fenómenos colosales que requieren de control cesariano para su funcionamiento.

En esta circunstancia los espacios de la libertad personal y de la soberanía popular se reducen. La democracia se reduce a elegir a quienes no queremos elegir, porque son delegados de maquinarias de poder que superan y soslayan la voluntad de los individuos.  Los llamados movimientos sociales “espontáneos”, son también la mayoría de las veces creaciones de las máquinas de movilización de opinión.

¿Qué hacer para revertir esta tendencia? Propongo algunas ideas enfocados a refinar los conceptos de ciudadanía para revertir o mitigar el fenómeno del empobrecimiento de la soberanía popular. Por otra parte, se trata de sincerar en la sociedad a las personas que tiene vocación de gobernar sus vidas de aquellas que simplemente quieren pasar por la vida guiados por los demás. De hecho resulta injusto que tengan idéntica potestad quien no se interesa en gobernar y gobernarse, que el que si lo tiene. Todos deben tener igual derecho a participar, Pero solo los que optan por hacerlo deben tener la potestad.

El pensamiento, la voluntad y el juicio son las tres actividades mentales básicas[1]. A mi entender las dos segundas son consecuencia de la primera si y solo si, la intención del ser pensante es el conocer genuinamente la realidad. Por ello incluyo en el título de la presente reflexión, el juicio crítico de la realidad.
Me refiero a “crítica” como la actividad de análisis radical de un problema que impone la existencia. No me refiero al uso vulgar del vocablo, cual es, actividad dialéctica orientada a la refutación.

Me refiero a “juicio” tanto como como el acto de distinguir y por lo tanto, también opinión, pensamiento, valoración o ponderación entre ideas opuestas; como la facultad que hace posible ese acto.

Democracia, es un sistema de gobierno de una colectividad, que se define como el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Por “pueblo” debemos entender a los “ciudadanos” definidos por la constitución, quienes se representarán personalmente y sin derecho a las reglas de la representación estipuladas por el Código Civil.

Ahora bien, la circunstancia que la democracia sea el gobierno “por” el pueblo, impone la necesidad que ese pueblo quiera y pueda gobernarse. Si no es así, la democracia como sistema de gobierno, no pasa de ser una parodia donde los poderosos manipulan a las personas como números, simplemente para imponer su voluntad propia.

Ejemplo vívido de democracias semánticas, son, no solo las repúblicas “democráticas” de tinte totalitario, tales como la fenecida Alemania Oriental y la aun sobreviviente República democrática de Corea del norte; también esta parodia se hace presente en los regímenes populistas de cualquier sesgo, o regímenes sostenidos en el culto a la personalidad. Parodias de elecciones de voto popular se efectúan con el solo objeto de consolidar máquinas de poder que tienen fines totalmente paralelos y a veces reñidos con la genuina voluntad popular.

El remedio a esta situación es posible y supone una colosal revolución de las conciencias en la búsqueda de un mejor gobierno. ¿Parecen muy desapegadas de la realidad contingente estas reflexiones? En absoluto. Tienen una relevancia cotidiana y esbozo cursos de acción que podrían hacer operativas estas ideas. La refutación escéptica dirá que la democracia genuina nunca podrá hacerse realidad porque las personas se conducen ordinariamente de modo inconsciente y que, particularmente en Chile casi nadie tiene cultura y menos cultura cívica.

Se ha desarrollado en Chile debate sobre el voto voluntario o del voto obligatorio. También se ha planteado la necesidad del financiamiento público de campañas políticas y de partidos políticos. Todos estos temas se relacionan con este tópico cual es la radicación efectiva de la soberanía en las personas.

Querer gobernar los elementos y la propia existencia, es una condición volitiva de la esencia de la condición de ciudadano. No es una cuestión baladí o abstracta. Es relevante para la calidad del resultado del ejercicio democrático. 

Para explicarme hago una analogía:

Una de las cargas públicas que define la constitución, es que los mayores de 18 años formen parte de la reserva militar de la Nación. La cuestión es un poco “demodé” en un mundo de ejércitos con mecanismos operacionales más tecnológicos que de tropa, y deviene de un atavismo de siglos anteriores en que los ejércitos defensivos u ofensivos, requerían de gran cantidad de hombres adultos en estado de portar armas, para el logro de sus fines propios. La condición de “reservistas” de las fuerzas armadas se consuma, luego de la instrucción militar, a través del juramento a la bandera, por el cual el reservista pasa a ser parte de las fuerzas armadas en dicha condición. El juramento a la bandera es la asunción de un compromiso personal con la defensa física de la Nación.

Pues bien, siguiendo el ejemplo de dicha carga pública, propongo que la condición de ciudadano se adquiera luego de un juramento o promesa de compromiso al ejercicio de ciudadanía. La asunción de la condición de ciudadano debiera ser estrictamente voluntaria, pero una vez ejercida la opción, y materializado el compromiso de ejercicio de la soberanía, deberá imponerse a los ciudadanos, la estricta obligación de participar en las cargas públicas que impone la democracia.

Pero señalábamos que para participar en el gobierno por el pueblo, además de querer gobernar, hay que poder gobernar. Aquello supone una condición potestativa mínima.

Volviendo a la analogía de la carga pública de la reserva militar, el reservista antes de prestar juramento a la bandera requiere adquirir una destreza mínima en el arte de la guerra que en ese caso se adquiere por la instrucción militar.

Otro ejemplo: para conducir un vehículo motorizado en la vía pública, se debe obtener una licencia. Esa licencia se obtiene luego de un examen de idoneidad de conocimientos mínimos. La exigencia es severa pero justificada por cuanto el conductor de un vehículo pone en riesgo la seguridad de los que transitan en la vía pública.

En el caso de la ciudadanía, no se trata de que el ciudadano sea un Tallyerand o un Kissinger en la comprensión del arte del gobierno del Estado. Se refiere a la condición potestativa derivada de la condición volitiva de querer formarse un juicio de la realidad en base al análisis crítico de la misma. En otras palabras, el ciudadano debe ser una persona que está dispuesta a reflexionar sobre los problemas en base a la realidad, y de esta manera desterrar el hábito perverso que existe en la democracia moderna, en que las personas son “concientizadas” al estilo orweliano en base a la propaganda enajenante. Más específicamente, se trata de desterrar la democracia ofrecida como pasta dentífrica como sucede cotidianamente hoy.

¿Cómo hacer realidad lo anterior?: Para poder gobernar se necesitan por un lado, conocimientos básicos, sobre lo que es la constitución, los derechos y deberes fundamentales, las instituciones básicas de la República y sus fines propios. Para adquirir la condición de ciudadano, se debería imponer la exigencia de rendir un examen de idoneidad básico sobre lo que es Chile, lo que es su sistema de gobierno y respecto cuales son las instituciones que la rigen. Para ejercer la condición de ciudadano el interesado debería contraer un compromiso formal, de formarse juicios como fruto de un juicio crítico de la realidad, y evitar los prejuicios formados y deformados por la propaganda enajenante.

Lo anterior permitiría desterrar la democracia de “las figuras” o en base al people meter y recomponer la democracia de los liderazgos reales. Una condición “activa” y no pasiva de los ciudadanos desterraría los caciques y los liderazgos irracionales.

Adicionalmente, y relacionado con el reciente debate del derecho a voto de los expatriados, estimo que la tercera condición de la ciudadanía debería ser en términos muy amplios, pagar impuestos de cualquier tipo en un período de tiempo reciente. Cualquiera que fuere incluso el impuesto al valor agregado (tributo que afecta a cualquier consumidor en el territorio nacional. Incluso sin obligación de declarar anual o mensualmente ante la autoridad impositiva. Por el solo hecho de pagarlo. Quien no concurre en el esfuerzo de recaudación fiscal, no le afecta el destino de la República. Es absurdo tener un derecho sobre determinar el destino de la República, sin que ello afecte en absoluto.

Noviembre 2014



[1] Hanna Arendt “La Vida del Espíritu”

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿PARA QUE EXISTEN LOS LIDERAZGOS?

FUTURO, CONFIANZA Y LIDERAZGO

La mente y el espíritu humano están condicionados por el tiempo. Nuestra condición humana nos impone ser conscientes de la existencia del tiempo sin haber experimentado el futuro. Desde el día que nacemos, derivamos por el tiempo hasta el día de nuestra muerte. Sabemos o tenemos impresiones de lo que nos ha sucedido en el pasado; pero no podemos tener certezas absolutas sobre el futuro. Nuestro radar espiritual y mental, da por sentado que el futuro existe; entonces aspiramos a estar presentes y conscientes cuando dicho futuro llegue, y aspiramos a disfrutarlo y no sufrirlo.

Las opciones son tres, y dos de ellas nos angustian: O creemos que el futuro nos depara algo bueno, o creemos que el futuro nos depara algo malo o no sabemos ni creemos nada concreto sobre lo que nos depara ese futuro. Tanto la certeza del mal futuro, como la incerteza absoluta sobre el mañana, generan angustia en cualquier humano medianamente consciente de sí mismo. Y como consecuencia de esa angustia,  fluye el sufrimiento. Si bien es posible adormecer esa angustia por los placeres mundanos, con las vanidades humanas, con “los cuentos” que nos contamos de nosotros mismos; esa incerteza, como un cáncer espiritual, soterradamente va carcomiendo por debajo nuestro espíritu, y nos deteriora con neurosis más o menos manifiestas.

La fe cristiana y el budismo, conforme sus dictados, pretenden suprimir esta incerteza del futuro, pero como dijo el buen Jesús, si tuviéramos una fe, tan pequeña como una semilla de mostaza, podríamos decirle a un árbol frondoso: arráncate de raíz y plántate en el mar, y nos obedecería. Lamentablemente no conozco a nadie que haya logrado esa proeza.

En este contexto cabe preguntarnos ¿para qué existen los liderazgos sociales, políticos, religiosos, sindicales, gremiales y de todo tipo? ¿Cuál es su razón de ser?; ¿Acaso para satisfacernos gratuitamente una necesidad actual o futura?; ¿Acaso para asegurarnos la entrada al paraíso después de nuestra muerte? ¿Quizá para asegurarnos que tendremos trabajo remunerado en el futuro?; ¿Acaso para asegurarnos buenos momentos y situaciones, independientes de nuestra conducta? La respuesta que yo me doy a esta pregunta es harto más modesta: Los liderazgos existen para brindarnos las certezas en el futuro, que nosotros mismos no somos capaces de darnos.

Entonces pues, la relación nuestra con el liderazgo es una relación de confianza. Les creemos a los líderes en cuanto a tales. Y los creemos capaces de brindarnos mayores certezas a nuestras existencias, con relación al futuro.

A propósito del estado actual de los liderazgos (religiosos, políticos, empresariales, sindicales), queda en evidencia que algo muy nocivo está pasando en la realidad nacional. Se percibe una desconfianza multilateral, de todos hacia todos, especialmente a los liderazgos y en especial hacia los líderes políticos en carrera electoral. Los medios masivos de comunicación social, por regla casi general, buscan enervar esas desconfianzas e incluso crearlas cuando no existen. La desconfianza pasa a ser la regla. Todos los líderes sociales son objetos de implacables escrutinios e implacables críticas. A esa conducta muchas veces desordenada y sin fundamento legítimo, se le ha bautizado como empoderamiento social, y casi todos dicen celebrarlo, como si fuese algo muy positivo y “evolucionado”.

Desde el lado de quienes pretenden liderazgos sin tener méritos para ello, se estimulan a tambor batiente desconfianzas en fulano o en zutano, en tal o cual grupo o referente social. Su premisa parece ser pisar espaldas para saltar al estrellato. En una ciudadanía receptiva a la mirada hostil, el suelo es fértil para esta semilla de maldad. Se pregona que todo lo que se ha hecho está mal y hay que cambiarlo. El cambio y la demolición del presente es la llave para un futuro esplendor. Por ejemplo, hubo una candidata presidencial “testimonial” (como hoy se le llama a quienes no tienen ningún liderazgo real), que si creyera ciertas la mitad de las cosas negativas que pregonaba, desde luego ya se habría suicidado. El discurso deprimente es la fórmula para conquistar voluntades deprimidas.

Es interesante relacionar este fenómeno de desconfianza, con la conciencia de la incerteza humana respecto del futuro, referida en estos primeros párrafos. Leí por ahí un pensador del siglo pasado decía; en el siglo XVIII se creía en Dios; en el siglo XIX se creía en la razón. En el siglo XX no se cree en nada. Algo de eso hay en el fenómeno descrito.

Decíamos que los liderazgos existen para brindarnos las certezas en el futuro, que no somos capaces de darnos por nosotros mismos. Y en la última parte de esa frase está la clave. La gran parte de las certezas que uno requiere en la vida para poder seguir viviendo con un mínimo de sanidad espiritual y mental, se los tiene que brindar uno mismo. Y es ahí, creo yo, donde está la explicación de la disconformidad casi generalizada de los ciudadanos, feligreses, y miembros de entes colectivos, con sus respectivos líderes. Les piden a los liderazgos un volumen de certezas imposibles de obtenerlas externamente. Certezas que los mismos individuos tienen la obligación de darse a sí mismos. Al ser imposible para los liderazgos brindar esas certezas, entonces sobreviene la rebelión.

La modernidad cuajada de “indignados” y “empoderados”, como el escorpión se ataca asímisma con su aguijón de ponzoñosas frustraciones. ¿El remedio? Definitivamente no está en dañar y reñir lo que en el mundo genuinamente funciona. El remedio está en volver sobre sí mismos, en un esfuerzo de comprensión de los por qué de las existencias y expectativas personales; aventurarse en los cursos de acción para conseguirlas. Nadie puede salvarse desde la inconsciencia. Una sociedad de inconscientes, es una sociedad de esclavos. Y en esto nada tiene que ver la riqueza. Conozco esclavos ricos.

Esta “american way of life” en la que se ordena la vida moderna me parece que nos ha alejado las viejas relaciones de vecindad, de familia, de matrimonio, de pareja, donde cada uno crece a partir del otro pero no a costa del otro; No le pidamos a los líderes lo que los líderes no nos pueden otorgar, y quienes aspiren al liderazgo no ofrezcan lo que son incapaces de entregar. El bienestar personal no lo entrega el Gobierno, la Iglesia o el Estado; se lo labra cada uno.

EMOCION Y RAZONAMIENTO

LIDERAZGO POLITICO; EMOCION Y RAZONAMIENTO

La democracia doctrinariamente es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.  En consecuencia y en teoría, quien postula a un cargo debe poner a disposición del pueblo (los que votan) las disyuntivas que existen respecto del futuro, y proponer cursos de acción para enfrentar esas disyuntivas.

La razón es el medio más sofisticado que las personas individual y colectivamente tienen para escoger correctamente. La emoción también es un medio para decidir; pero gobernarse y resolver disyuntivas a través de la emoción, por regla casi general, nos lleva a soluciones menos eficaces.

Diremos algo que por sabido se calla y por callado se olvida. La democracia falla crónicamente, por cuanto la percepción generalizada de las audiencias masivas surge de la emoción o del acto reflejo más que de la razón, porque el proceso de la comunicación social (o masiva), a diferencia de cómo la asume la mayoría de las personas, implica en éste los conceptos de ética (verdad) y epistemología (conocer). Pero como decía Winston Churchill “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”.

Se ha popularizado en la industria, en la agricultura y las relaciones laborales en general, el concepto de “las buenas prácticas”. Son indicaciones o pautas de conducta que van más allá de lo legal imperativo, pero que se consideran buenas porque ponen de manifiesto lo importante que es en esas áreas del desarrollo social, la empatía. Esto es; ponerse en el lugar del vecino al resolver como se encara una conducta propia.

De esta manera pudiéramos describir “las buenas prácticas” en la competición democrática enumerando un código de conductas que pudieran estimarse condiciones éticas mínimas que un “buen” líder político debería aplicar al exponerse a la mayormente razonable decisión de los electores. Buenas prácticas que obligan éticamente al candidato a invitar a las audiencias masivas, más a la reflexión que a la emoción:

1.    Formular cuales son las disyuntivas de gobierno de la Nación. Todos los matemáticos dicen que la parte más complicada de un problema matemático, es formularlo. Resolverlo cuando está bien formulado es cuestión de tiempo. En política pareciera ser igual.

2.   Tener una opción y decisión clara sobre esas disyuntivas de gobierno. Desterrar aquellas frases tales como “si bien es cierto, no es menos cierto”. Si se toma la decisión de postular a un cargo existe la obligación ética de saber que voy a hacer en el cargo.

3.   Decir clara y taxativamente lo que se piensa sobre los tópicos de gobierno, en especial aquellos en que existe una disyuntiva actual o futura. No eludir el bulto de las decisiones dolorosas. Las naciones son igual que las personas. A nadie le gusta privarse de las comidas y bebidas que nos agradan para bajar de peso. Pero cuando bajar de peso es un imperativo de salud, se debe abordar esa acción desagradable. Propiciar la subida de la tasa de interés cuando medio mundo está endeudado, no resulta agradable. Pero si es lo conveniente al bien común, hay que decirlo clara y taxativamente.

4.     Dar razón de lo que se piensa y de lo que se quiere respecto del Chile actual y futuro. Aquí está lo que comúnmente se llama ideales o deber ser del hombre y de la comunidad que conforma la Nación. Nadie puede pretender gobernar si no tiene en su mente un ideal o un óptimo.

5.    No evitar ni eludir la contienda de las ideas con los contendores. Aquella conducta es cobardía moral. Nadie que manifieste cobardía moral debería gobernar.

6.       Evitar las convocatorias puramente basadas en la emoción de los electores. Es esto a mi juicio lo que tiene corrompida la democracia chilena: las figuras, más que las personas. Hay un candidato que tiene un montaje cinematográfico sobre su persona. A mí me parece que aquello es coger una picota y demoler las bases del sistema democrático. La democracia es efectiva y justa, cuando los delegados del pueblo lo son en cuanto tales y no son meramente imágenes, contenedores emocionales de pasiones del pueblo.

Ojalá los lideres políticos a la hora de sostener su liderazgo y los ciudadanos a la hora de votar o adherir a los líderes, tuviesen presente aquello. Ojalá los partidos políticos honran sus idearios a la hora de formular soluciones a los problemas de la Nación y de la Región. Ojalá los líderes honraran su pertenencia a los partidos políticos e ideales que dicen representar.
La democracia de los maniquíes, y de las figuras, es un sistema de gobierno débil y precario. La democracia de los delegados del pueblo que formulan, optan, expresan y dan razón de los tópicos de gobierno, es un sistema de gobierno que perdurará y que no degenerará en populismos y tiranías.

SABER, CREER Y OBRAR

SABER, CREER Y OBRAR

Vivimos en una época en que la información es mucha. El público auditor y espectador no persevera en los temas porque no le alcanza el tiempo para procesar tanta información. De una noticia saltamos a otra de manera que el emisor de información le cuesta mucho hacer que sus espectadores y auditores contengan y mantengan la atención en los temas. Esta dinámica determina que los medios de comunicación social y los emisores de información en general, deban relatar los acontecimientos con características cada vez más chillonas y llamativas para contener la volátil atención de los auditores. Para los auditores-espectadores, esta dinámica es agotadora y una proporción muy grande de los receptores de información caen en la apatía y en el desinterés por agotamiento.

El calentamiento global, la primavera árabe, el posible ataque de EEUU a Siria, el bloqueo fiscal norteamericano, el default del sistema fiscal europeo, los errores de los sistemas económicos, la crisis energética, la contaminación ambiental, los alimentos transgénicos etc. etc. etc. ; todos estos acontecimiento son relatados de un modo tal que nos convocan a una excitación del ánimo. Pero a la vez, esta excitación resulta algo tan trivial que no alcanzamos a ponderar si los hechos relatados son realmente relevantes, o simplemente forman parte de una escalada informativa destinada a mantener el interés de los consumidores de información o de “manejar” a las masas de seres humanos pseudo informados, para obtener de esas masas reacciones que algún poder superior desea.

¿La humanidad y nuestro país, caminan en un sentido positivo o negativo? ¿Cómo individuos o como sociedad, somos mejores o peores que hace 5, que hace 10 que hace 50 años? ¿El mundo va hacia  el deterioro o hacia el progreso? ¿Qué es realmente el progreso?

La respuesta deberían darla con algún grado de credibilidad los liderazgos sociales. Pero estos liderazgos se encuentran en Chile y en el mundo, muy desacreditados. Las utopías socialistas cayeron hace rato en el descrédito, las iglesias cristianas, sea por inoperancia o por confusión, ya no conducen a la grey; la derecha, la izquierda, los ecologistas, los nacionalistas, los musulmanes, tienen infinitamente más detractores que defensores.

Y paradojalmente este ambiente de desorientación y falta de convicciones, va acompañada de una realidad social inédita por la cantidad y calidad de la información que se encuentra a nuestra disposición. El internet, esta mega biblioteca de Alejandría, a disposición de todos y al instante, nos debería aproximar a la sabiduría y al entendimiento; lo que no sucede.

En un breve y brillante opúsculo, Inmanuel Kant nos señala que solo una minoría de los seres humanos opta por la ilustración. Entiende por ilustración la observación crítica de quien pretende formarse propias convicciones. Hay un acto voluntario en el optar por pensar, reflexionar y contrastar la realidad con la imagen que de ella tenemos; opción que desarrolla esa minoría. Según filósofo alemán, la mayoría renuncia a la ilustración simplemente por pereza. Esa pereza intelectual lleva a la mayoría de la humanidad a “adherir” a líderes carismáticos, utopías construidas en base a ideologías cerradas que contienen toda la “verdad”, a religiones que nos dan toda la verdad universal. La aventura del pensar, reflexionar y contrastar la realidad cotidianamente, es agotadora, solitaria y a veces atemorizante. Saber que después de la muerte no podemos tener certeza de que nos espera, es algo que quisiéramos simplemente evitar.

El ex pontífice y filósofo Joseph Ratzinger, pone los puntos sobre la ies a quienes pretenden confundir y suprimir el conocimiento, por la fe cristiana. Señala que la fe cristiana no compite con el saber científico. La fe se vincula al hombre en un plano distinto: el del amor cristiano. Es decir, nuestro sabio pontífice no le regala ninguna “tranquilidad” intelectual a quienes busquen la fe como opio que los adormezca.

¿Qué nos queda entonces en este ambiente de perplejidad? Un teólogo católico, Leonard Boff le preguntaba con su “que” al Dalai Lama cual era según él la mejor religión. Éste, sin “pisar el palito” le contestó: La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al Infinito. Es aquella que te hace mejor”. Entonces Boff le replicó, ¿Qué es lo que me hace mejor? Respondió el Dalai Lama; “Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético...”

Entonces nos confrontamos que el conocimiento y sabiduría, que en nuestra juventud aspiramos que fuese una especie de llamarada que baja de los cielos y nos “transformara”, al final del día se vincula con una realidad bastante aburrida y trivial: portarse bien con los demás. La ética; es vieja ciencia inventada por Aristóteles.

Y es aquí donde se encuentra la clave de nuestra confusión moderna: Los referentes intelectuales de la modernidad han abandonado y despreciado de la ética como herramienta o como ambiente necesario para la obtención del conocimiento del universo.

Ejemplos: Louis Althusser, filósofo francés, referente de lo que hoy se denomina el neo marxismo; asesinó a su mujer porque le hacía la vida imposible. La maquinaria judicial del eurocomunismo lo salvó en base a una tesis de “locura temporal” y la ¡academia de Francia! principal referente de la intelectualidad gala, lo integró a sus filas. Martin Heidegger, referente indiscutido de la modernidad intelectual, adhirió al nacionalsocialismo y desde la academia purgó su universidad de quienes, según la ideología dominante estaban contaminados por ser judíos. Incluso algunos de sus ex colegas fueron a dar al cadalso. Michel Foucault; miembro de la academia de Francia, referente actual del neo marxismo, padre de la ideología gay, agresivo promotor de cualquier clase de desviaciones sexuales; sostuvo en sus obras que la normalidad sexual no era más que un elemento de dominación social y cultivó como conducta práctica todos los excesos y desviaciones sexuales que pudo; practicó y defendió el consumo del LSD en la juventud. Todo ello antes de morir de Sida. Es hoy referente teórico de quienes pretenden legitimar como algo bueno y bello, las desviaciones sexuales.

¿Da lo mismo el obrar bien que el obrar mal para alcanzar el conocimiento? Para alcanzar el conocimiento y la sabiduría, ¿Da lo mismo aspirar y cultivar la belleza y a la justicia; que obrar conforme tus espontáneos apetitos sin consideración al bien del prójimo y aunque ello desemboque en conductas aberrantes?

Me quedo con el viejo Platón: el bien, la verdad y la belleza, son inseparables.

LOS HEREJES CONTEMPORANEOS

LOS HEREJES CONTEMPORANEOS

En la España de los siglos XV al XVIII los herejes eran procesados por la Santa Inquisición; organismo investigador y sentenciador de las faltas a la pureza de la fe católica. Hoy nos causa entre hilaridad y horror los motivos y procedimientos que utilizaba ese Tribunal eclesiástico. La Iglesia  post conciliar de hoy, definitivamente no condena a los herejes, los cuales no eran más que detractores de la fe cristiana católica. Recientemente el Arzobispo de Santiago, antes de expresar su punto de vista sobre el aborto, les pedía perdón a los que pensaban que el aborto debiera de ser lícito. En el siglo XV en vez de pedirles perdón, los habría enviado a la hoguera. Son otros tiempos se entiende.

Los procesos de la Inquisición terminaban con un Auto de Fe, que era una especie de conciliación para evitar una sanción más grave, en la cual el hereje confesaba su herejía, expresaba su contrición, manifestaba su arrepentimiento y el deseo de no perseverar en el error del pecado, y finalmente aceptaba la sanción. No es verdad que las sanciones eran siempre la hoguera. Las penas de menor gradación eran mucho más comunes. La hoguera era para los pecados gordos.

La realidad del siglo XV a XVIII, tiene una extraordinaria similitud con los procesos de “auto crítica”  que propiciaba el comunismo soviético y el régimen de la Revolución Cultural de Mao en China. En estos verdaderos  autos de fe del siglo XX, los disidentes, desviacionistas, contrarrevolucionarios, y otros pecadores, debían expresar su arrepentimiento en documentos explícitos que al leerlos hoy día nos parecen ridículos. Más ridículo aun nos resulta constatar que contemporáneos nuestros hayan defendido y practicado esa inquisición, y que existan quienes hasta hoy se sienten orgullosos de llamarse comunistas. Precisamente esa es el arma del comunismo: el sopor intelectual; que ha permitido el olvido de sus perversos procedimientos.

Pero no vaya a creer el lector que el reino del totalitarismo y de la intolerancia ha sido erradicado de nuestra cultura. No señor; solo han cambiado las herejías. A nadie se le ocurre quemar a quienes sacan la suerte con naipes ni pedir autocríticas al estilo soviético. Pero ante nuestros ojos vemos a muchos que consideran moralmente bueno el destruir y aniquilar a quien piense distinto sobre alguno de los dogmas de la modernidad.

Pregúntense: ¿Por qué están presos y humillados militares a quienes se les ha imputado violaciones a los derechos humanos durante el gobierno militar? ¿Por violar derechos humanos de sus víctimas acreditadas judicialmente? si así fuere ¿por qué no están presos otros violadores a derechos humanos que han sido de signo político distinto, tales como los asesinos de Jaime Guzmán quienes algunos de los cuales son incluso remunerados con fondos del estado? ¿Se recuerdan ustedes que el gobierno del gran inquisidor, y autor intelectual de la figura delictual mítica del secuestro permanente, Patricio Aylwin Azocar, concedió asilo por razones “humanitarias” a Erich Hoencker, tirano perverso que violó los derechos humanos y oprimió a millones de alemanes en la desaparecida Alemania del este? ¿Se recuerda algún chileno que la también violadora de derechos humanos que fue su asistente, jerarca del régimen, amante y posterior esposa, Margot, quien está viva, vive en Chile y aún mantiene dicho estatus de asilada política por razones humanitarias? ¿Alguien es capaz de sostener seriamente que están presos esos militares por lo que hicieron u omitieron? ¿No es posible hablar de perdón por razones humanitarias para ellos?

La verdad se nos viene encima y nos aplasta: No están presos por lo que hicieron, lo cual es completamente secundario y las convicciones judiciales que los condenaron, por decir lo menos, espurias. Están presos por lo que representan. Ellos son los modernos herejes. La personificación del mal. Cualquier acto de humanitarismo para con ello hace peligrar la certeza de las verdades rebeladas de la democracia versión actual. Si fuera posible habría silicio, garrote y hoguera en contra de ellos. Lamentablemente para los gestores de la vindicta solo pueden estar presos.

Su presencia y su existencia, sus convicciones, deben ser borradas y suprimidas. Su libertad comprometería aquello. Su imagen humillada cotidianamente.

Confesaré mi herejía: La existencia de este verdadero tumor pestilente de la Patria, que representan los militares presos por causa de las violaciones a los derechos humanos, me hace avergonzarme de mí mismo, de mi patria, de mis jueces y de mis gobernantes.

Y como esta declaración hereje nace de convicciones y de verdades, no estaré disponible para autos de fe ni para  procesos de autocrítica.

PESIMISMO TRAGICO DE CHILE

MES DE LA PATRIA; CHILE Y EL LADO OBSCURO DE LA FUERZA

¿Han escuchado aquel chilenismo que señala que fulano anda pateando la perra? Nos ilustra al eterno pesimista que siempre ve todo mal. Hay en esa frase algo endógeno de la nacionalidad. Los chilenos somos en buena parte, trágicos y masoquista. Como que las malas noticias nos gustan. Enrique Mac-Iver, abogado y político del 1900, que hizo harto poco por el progreso y bienestar de sus prójimos, se hizo sin embargo célebre con un discurso sobre la crisis moral. Nos dice tristemente don Enrique: “Me parece que no somos felices; se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez, la energía para la lucha de la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en decepciones.”. Nos decía un humorista, que al encontrarse dos chilenos, se saludan con manos en bolsillos, en voz baja, por sus defectos “Hooola guatón”. Al encontrarse dos argentinos en cambio, se saludan abrazándose efusivamente y a gritos: “¡¡Hola querido!!”. Del arte chileno ni hablemos; después de leer el poema de Fernando Alegría (que ironía el apellido) “Viva Chile Mierda”; dan ganas de suicidarse.

Vivimos hoy una situación, a pesar de algún deterioro económico, nadie seriamente y con fundamentos puede calificar de negativo: crecimiento, empleo, ingreso, niveles de nutrición, escolaridad, capitalización de bienes públicos como caminos, mejoras urbanas etc. etc. Hemos edificado entre todos, un mecanismo de convivencia democrática que ha permitido convergencias inéditas en la historia de la República, y que es celebrada desde otras naciones. Habitamos un país maravilloso que se encuentra fuera de las tensiones bélicas que afectan al medio oriente y en general a Eurasia.

Pero la mayoría repara en lo malo “del sistema” económico. Y hastiados de la concordia presente ponemos el énfasis en las discordias pretéritas. El 11 de septiembre es tan importante para nuestra convivencia actual, como las disputas entre O´Higgins y Carrera; entre balmacedistas y anti balmacedistas; entre clericales y anticlericales. Probablemente si no hubiésemos tenido la discordia del 11 de septiembre y sus causas, hoy estaríamos tramados por alguna de aquellas disputas más antiguas aun. Y para peor, como está lleno de políticos sin liderazgo real, que tratan de estar siempre “en onda” con el people meter, buscan cada cual, amplificar esta caja de resonancia del pesimismo trágico de Chile.

Algún lector se dirá hoscamente asimismo, este que escribe así es de los privilegiados. Aquello es verdad. Lo soy. Mi privilegio es precisamente ser chileno y vivir libre, haberme ganado la vida, creer que la vida tiene un sentido y que Chile es un País de oportunidades.

El mal de ojo es una antigua tradición cultural que se remonta a la Roma antigua. La palabra envidia, viene justamente del latín haciendo mención implícita al mal de ojo, dado que se proyectaba la en-vidia por los ojos, deseando el mal a la persona envidiada. Recomendaban los sacerdotes de Vesta, un talismán fálico (si: un pequeño falo colgado en el cuello) para neutralizar el mal de ojo.  Quizá en esos hierofantes se inspiró sin saberlo nuestro célebre puntero derecho Patricio Yañez, cuando le hizo ese recordado gesto al público del Rimac que le expresaba poco cariño.

Propongo entonces celebrar el mes de la patria haciéndole  nuestro chilenísimo “Pato Yañez” a quienes infestan la convivencia con discordias pretéritas.  Propongo detenernos a valorar lo que tenemos. Propongo transmitir a niños y jóvenes que ser chilenos es honroso, que haber tenido diferencias en el pasado también lo es; recordarles que nuestros antepasados de la república y de la colonia, han hecho mucho por Chile; que la  generación contemporánea que está entregando el testimonio en la posta de la historia, también lucho por Chile. Y que la prueba de ello es el País que tenemos, disfrutamos y disfrutarán las generaciones venideras. Digamos, el “Viva Chile” sin la “Mierda”  del amargo Fernando Alegría, sino aquel Viva Chile sin ninguna excreción, que nace del genuino amor por lo que somos y nos ha regalado Dios.

IGUALITARISMO, INDIGNACION Y ENVIDIA


IGUALITARISMO, INDIGNACION Y ENVIDIA

Eurípides, poeta griego del siglo quinto antes de Cristo, hace una apología de la clase media en su obra Suplicantes, señalando: “Hay tres clases de ciudadanos: los potentados, que son inútiles y siempre deseosos de poseer más; los que carecen de medios de subsistencia que son terribles y, entregándose a la envidia la mayor parte de su vida, clavan sus aguijones en los ricos, engañados por las lenguas de malvados demagogos. De las tres clases, la de en medio  es la que salva a las ciudades, pues guarda el orden que imponen los Estados.”

Como se ve, nada nuevo bajo el sol. Eurípides ya los tenía “rochados” a nuestros ricos. En Chile los ricos no se interesan por el pensamiento. No tienen tiempo. Están muy ocupados en el “mundo real” de los negocios. Cuando un hijo les dice que quiere ser sacerdote, profesor primario o filósofo, se viven verdaderas tragedias familiares. “Pero este niño tiene que estudiar algo útil por Dios”. La actual clase adinerada en Chile prosperó desde la condición de arruinados el año 1973 a opulentos en 30 años, gracias al fin del caos demagógico a que había llevado al País la clase política. Desde el año 1945, todos (derecho centro y derecha) sometieron a Chile a la tensión de todo tipo de experimentos y recetas fracasadas que sus autores esconden hoy con malabarismos idiomáticos de toda especie. El pragmatismo y realismo del gobierno de las fuerzas armadas que heredó y ejecutó la concertación, es la verdadera bofetada en el rostro de nuestros diletantes ideólogos que llevaron al caos integral al país el año 73. Y no me refiero solamente a la UP. Izquierdistas y derechistas están de acuerdo con tapar la verdadera historia, con toneladas de críticas por violaciones a los derechos humanos, cuyas causas reales no interesan. Pareciera que de pronto y sin causa alguna, perversos militares de puro malos que son, se pusieron a violar los derechos humanos de pobres víctimas. Varios de los hombres más ricos de Chile son dueños de los medios de comunicación masivos que dan cobertura a esta “orquesta”. Uno de ellos fue Presidente de la República quien ya nos tiene acostumbrados a sus imprecisiones lingüísticas, condena a los “cómplices pasivos” de las violaciones a los derechos humanos, siempre indefinidas,  siempre en beneficio de la izquierda, y jamás en beneficio de los agredidos por la izquierda.

¿Quién defiende la implacable y silente verdad derivada de los factores que generaron el golpe militar? No hay tiempo viejito… dicen los ricos. Mientras la macroeconomía siga en su lugar, que la verdad sea manipulada es hasta buen negocio.

Los pensadores franceses neo marxistas Althusser y Derrida han brindado la receta: El idioma debe ser usado para demoler la sociedad (deconstrucción es su consigna). Ya no hacen falta aquello de “pueblo conciencia y fusil”. Tradiciones, valores, creencias; todo debe saltar en pedazos. ¿Cómo? Con el idioma suficientemente deformado. Palabras, carentes de significado real y cargadas de emociones imprecisas deben ser usadas como espadas al servicio de la revolución (o de la deconstrucción).

Doy un ejemplo de ella: Combate a la desigualdad. Las “lenguas malvadas de los demagogos” que nos habla Eurípides cargan de sentimientos y emociones un concepto que nadie ha definido. La izquierda dice “El sistema genera desigualdades; Las desigualdades son malas; ergo el sistema debe ser reemplazado”. ¿Qué es “el sistema”? ¿Aquello que posibilita que hallan talentosos y no talentosos; esforzados y no esforzados? cri cri cri … nadie contesta. La derecha contesta; la solución: “mayor educación”. ¿Educar qué? ¿Instruir como pegarle a un clavo con un martillo? ¿Cómo construir una bomba atómica? ¿Cómo amar al prójimo? ¿Cómo ser justo, prudente, empático, honrado? cri cri cri nadie contesta. Y cuando digo nadie; nadie.

Cuando Pedro Aguirre Cerda decía “gobernar es educar”, sabía lo que decía. Medio Chile existe hoy gracias a la educación normalista formadora de valores. Cuando nuestra actual clase dirigentes dice; educar, nadie precisa lo que están diciendo. La derecha porque está contaminada de pragmatismo economicista; la izquierda porque está contaminada de ideologías vacías y equivocadas.

Somos pues víctimas de un cúmulo de medias verdades o medias falsedades que hoy cuesta refutar por culpa de la dictadura de lo “políticamente correcto” en que todos nuestros líderes de opinión deben enfrentar las verdades que nos acosan, dando rodeos y pisando huevos. Nadie quiere pagar su honestidad intelectual a lo Sócrates, tomando cicuta. La “brillante” intervención del ex Presidente sobre los “cómplices pasivos” debería extrapolarse a quienes con su inmenso poder económico participan de esta orquestada demolición de la inteligencia nacional. Son estos los verdaderos cómplices pasivos. Lenin decía que la burguesía le vendería la cuerda con que la ahorcaría. Estos genios del mega poder económico, ni siquiera la venden: ¡la regalan!

Y que hacen los desposeídos que no son dueños y señores de sí mismos: son pasto de la demagogia que nos habla Eurípides. Se hizo célebre en España a consecuencia de la crisis económica de la madre patria, el movimiento de los indignados. El paisano de Eurípides, don Aristóteles, nos hace la diferencia en su “Ética Nicómaco” entre indignados y envidiosos. “El indignado es el que se aflige de la prosperidad de los que no la merecen, el envidioso de la de todos”. 

LOS ESPARTANOS EXPLOTADOS POR LOS ILOTAS

UN NUEVO MUNDO, LOS ESPARTANOS EXPLOTADOS POR LOS ILOTAS

Lacedemonia o Esparta, era uno de los países de la magna Grecia, donde mandaban los célebres espartanos. De niño mi padre cuando me quejaba, me regañaba diciéndome que los niños espartanos eran heroicos y estoicos ante los sufrimientos, y no se quejaban jamás (reconozco que entonces odiaba su superioridad implícita). Cuenta la historia mítica, que los espartanos cimentaban su grandeza en base a la expoliación de un pueblo que vivía en el mismo País; los Ilotas. Estos  eran esclavos públicos, propiedad del Estado espartano, formando parte integrante de los bienes rurales de la nación. Menos talentosos que los espartanos, eran muy superiores en número a ellos. Pero los ilotas nunca pudieron sacudirse de su condición de servidumbre, por causa de la superioridad guerrera de los espartanos que se mantenían atentos a cualquier revuelta para sofocarla a punta de espada. Así descrita, pareciera bastante cruel e inhumana la organización social de Lacedemonia.

Leo la crónica económica y me entero que los griegos modernos, adscritos a la Comunidad Económica Europea, no podrán cumplir con sus metas fiscales y que la CEE deberá nuevamente, inyectarles miles de millones de euros para que puedan sobrevivir. Se da entonces la paradoja que los países más poderosos y productivos de Europa; Alemania y Holanda, donde sus ciudadanos se levantan más temprano, trabajan de sol a sol, son más ingeniosos en la creación de nuevos bienes y servicios, más celosos en el cumplimiento de sus obligaciones laborales, pagan puntualmente sus impuestos como no lo hacen los europeos del sur, son más respetuosos de los derechos de los trabajadores etc.; deben además esforzarse para sostener a sus vecinos del sur que son algo así como las cigarras europeas. Incluso deberán soportar esos ciudadanos ejemplares, ver la televisión y escuchar a los “indignados” de los países del sur de Europa sindicando a los ricos del norte como los causantes de sus “desgracias”.

Además, las pobres hormigas nor-europeas, deberán soportar que sus dirigentes políticos nacionales y continentales callen o derechamente mientan, sobre la real causa de la crisis europea: La improductividad de quienes ganan mucho y producen poco, o lo que es lo mismo, de la gran cantidad de europeos que no se ganan la calidad de vida que tienen. Decir lo anterior, es el desiderátum de lo políticamente incorrecto. ¡Vivan las cigarras indignadas! ¡Mueran las hormigas abusadoras! ¡Pobre de las hormigas que reclamen! Serán acusadas de racistas, fascistas, explotadoras etc.

Este curioso fenómeno, determina una inversión de los roles respecto la antigua grecia: Los espartanos son los esclavos y los ilotas los beneficiarios de esta explotación.

Esta dinámica global se replica en Chile. Tenemos también nuestros ilotas “indignados” que destruyen la propiedad pública, interrumpen el trabajo productivo de los demás, queman siembras y propiedades en la Araucanía, se toman colegios y universidades destruyéndolas en la pasada. Y ¿Qué le aportan al país? Nada, porque ellos son “víctimas” de un sistema que “históricamente” los ha condenado a ser ilotas. Son los espartanos los que deben pagar la cuenta; sostener a través de sus impuestos la hacienda pública; tomarse en muy de mañana el auto o la locomoción colectiva e ir calladitos y estoicamente al trabajo, pagar el 19% de impuestos por todo lo que compran, pagar el impuesto a la renta cada vez mayor, que se les descontará mensualmente de su sueldo, o deberán provisionarlo religiosamente si tienen empresas; pagar por la educación de sus hijos; si ahorraron y compraron una propiedad, deberán pagar impuesto por ello en rangos que casi parece un arriendo al estado. Espartanos chilenos: están para pagar, pagar y pagar. Y lo que es más duro aun,  resistir deprimentes noticiarios todos los días que los sindican como los causantes de la situación de los ilotas locales. Resumiendo: los que cumplen con la sociedad lo pasan peor que los que no cumplen con ella y se aprovechan de prebendas o impunidad que esta les ofrece.

Digámoslo aunque sea políticamente incorrecto: hay demasiados chilenos adultos que no se ganan debidamente la calidad de vida que tienen. Quizá sea menos que en Europa. Pero existen y cada vez representan una carga más pesada para las hormigas criollas. Hay demasiada impunidad con las conductas lesivas al interés general que desarrollan los ilotas criollos. Hay uso y abuso del esfuerzo de quienes no hacen más que jalar el carro cada vez más pesado por la carga de ilotas que van a bordo.

CAMBIO, REVOLUCION, Y PERPLEJIDAD

CAMBIO, REVOLUCION, Y PERPLEJIDAD

Leía en un matutino de la capital, una columna de doña Pilar Romanguera, decana de la facultad de educación de una universidad de nuestro país, en la cual, da cuenta del enorme, e insondable aun, cambio que se “nos vino encima” en materia de educación universitaria, con motivo de la irrupción de las tecnologías de la información. Su conclusión es que la educación y sus instituciones y conductores, como hoy le conocemos, probablemente cambien radicalmente en los próximos años si es que ya no lo han hecho. Qué estudiar, donde estudiar, como calificar y valorar los grados académicos; resulta una incógnita a futuro.

Este fenómeno en la educación, extrapolable a cualquier ámbito de la vida moderna, digo “se nos vino encima”, para ilustrar que ningún líder, tendencia política, filosófica o religiosa lo ha motivado, y lo que es más inquietante; nadie en particular lo ha previsto con mediana precisión. Existen profesiones o disciplinas que su función es prever lo que sucederá en adelante; militares, futurólogos, economistas etc. Casi nadie de esas disciplinas puede leer algún pronóstico de más de diez años de antigüedad, que le dé en el clavo con el mundo que nos está tocando vivir, y que le corresponderá vivir a las generaciones venideras. Por allá por los años 80 Alvin Toffler y su libro la Tercera Ola, intuyó algunos aspectos del mundo que hoy vivimos. Pero las conclusiones de quien algunos en esa década calificaban de lunático extravagante, resultan francamente pueriles para ponderar la envergadura del cambio real.

Desde la revolución francesa hasta la caída del muro de Berlín, existió el consenso intelectual, que los cambios en la sociedad los articulaban los teóricos de la revolución y los ejecutaban los líderes revolucionarios. Así lo aprendimos en el colegio quienes hoy pintamos canas. Todo ello marcaba la senda del progreso al que la iluminación racional nos congregaba. Al decantarse la polvareda que causan las revoluciones, y con las perspectiva de lo que ha sucedido después de la caída de los llamados socialismos reales, parece pueril y presumida dicha teoría del cambio social.

Sorprende constatar que el cambio social, normalmente no ha sido causado por quienes han querido cambiar la sociedad. Los revolucionarios de todo color, nacionalidad, ralea mueven sus manitos como pequeños pigmeos que la historia se va tragando, algunos sin digerirlos siquiera. Tampoco hay lugar para los reaccionarios; aquellos que quieren volver al pasado bajo la facilista conclusión de que todo tiempo pasado fue mejor. La tromba de la historia también los arroya.

El cambio social en sí, no es ni bueno ni malo. O bien, puede ser bueno o malo. Nos ofrece potencialidades magnificas para la toma de conciencia de las personas, pero ha generado la posibilidad del egoísmo sin límites para los individuos. Socialmente ha permitido el desarrollo de una sociedad más amigable con el hombre de paz, pero también ha generado herramientas de dominación aterradoras en manos de quienes no son dignos de conducir a la humanidad; que permitirían a un Hitler o Stalin del siglo XXI, efectuar fechorías como estos ni se soñaron.

El internet y el acceso a la información que contiene, es como una biblioteca de Alejandría elevada a la potencia, instantánea y al alcance de todos, que permite este vértigo de cambios. Los medios de transporte, a disposición de casi todos, empequeñecen el mundo físico. El control de la natalidad, ha hecho a las personas teóricamente dueñas de sus respectivas historias, que pueden planificar a voluntad. Los términos de relación entre sexos han cambiado.

¿Y qué le ha ocurrido a consecuencia de esto al individuo, como yo, como usted, como todos?: Estamos perplejos. Es decir, dudosos, inciertos, quizá irresolutos, tal vez confundidos. La perplejidad desde el punto de vista filosófico es un estado de conciencia deseable, porque es lo que precede a las conclusiones nuevas. La perplejidad en sicología, es un estado de conciencia indeseable que nos lleva  a la ansiedad y a veces a la infelicidad.
Aquí no hay opciones. Es el tiempo que nos tocó vivir. No valen esas pretensiones  poéticas al estilo Tolstoi: “detengan el tiempo que yo me bajo”. Todos los que lo han pretendido hacer han fracasado. Estamos condenados a vivir nuestro tiempo. Y lo que representa un imperativo categórico; estamos obligados a hacer a nuestro maltratado planeta, mejor y más apto para la humanidad del hombre.

¡Perplejos unidos, jamás serán vencidos!

LA SOCIEDAD MODERNA COMO FANAL



Un fanal es un artefacto que se había pasado de moda, pero últimamente lo he visto en algunas tiendas de departamento, como un elemento “retro” para decoración. Cuando no existían refrigeradores, los fanales eran populares y útiles. Consiste en una especie de campana de vidrio para la protección de alimentos, que permite mantenerlos libres de insectos y manos usurpadoras.

Este artefacto me permite imaginar analógicamente al mundo moderno, donde el interior del fanal es la sociedad en que nos ha tocado vivir: compleja, interdependiente, protectora, tecnológica, donde bienes y servicios están disponibles para todos; y el hombre moderno como residente beneficiario-prisionero dentro del fanal: aséptico, amparado y protegido de los peligros que acechan fuera de la campana de vidrio, pero evidentemente limitado a conocer el medio ambiente que se vive fuera.

Aunque de lo que se sabe, dentro del fanal se está más cómodo que fuera de él, las rebeliones contra el orden establecido, o contra el sistema, generalmente no vienen desde fuera del fanal, sino desde dentro.

Los revolucionarios post modernos aspiran a quebrar el fanal y respirar aire puro. Gozar de la libertad que se siente de ser dueño de su propio destino, denunciar y destruir  lo que les impide vivir más naturalmente. Pero paradojalmente, no existe mucha conciencia de cómo se vive realmente fuera del fanal, ni voluntad honesta de hacerlo.

Ejemplos de conductas que reflejan lo anterior hay muchas. Doy dos: La cruzada contra los llamados peyorativamente “cultivos transgénicos” y la cruzada por las “energías no convencionales”.

El esfuerzo de genetistas, agricultores, científicos y fabricantes de maquinarias agrícolas, permite hoy en el mundo y en nuestro país, que la población se alimente mejor. Y cuando digo mejor, digo; mayor consumo de proteínas y calorías per-cápita. El hambre que era hasta hace unas décadas atrás, compañero inseparable de una importante proporción de la humanidad, hoy se bate en retirada ¿gracias a quién?: A los odiados y vilipendiados alimentos transgénicos. En la opulenta Francia los activistas anti transgénicos dan curso a un populista e intransigente discurso, donde la imagen bucólica del buen primitivo que con su arado y sus bueyes proveía de lo necesario, quiere reemplazar a las malditas transnacionales productoras de semillas que nos privan de aquel maravilloso estilo de vida pretérito. Sostienen sin ningún asidero científico, que los transgénicos nos podrían estar envenenado o pudriendo nuestros genes. Si acaso el retorno de la añorada agricultura tradicional tiene por consecuencia el alza de precios de los alimentos, escases de los mismos y el hambre; eso ya no es problema de estos caballeros cruzados.

El fundamentalismo de las energías no convencionales en tanto - definidas jurídicamente con sorprendente arbitrariedad e imprecisión-, es algo que para Chile ha tenido consecuencias bastante más dramáticas. El ataque contra todos (digo todos) los proyectos de energías convencionales que han propuesto inversionistas a las autoridades nacionales en la última década, reviste el carácter de una ópera prima de opiniones sin responsabilidad ulterior para el emisor. Todo en un ambiente de fanatismo irreflexivo que le costará muy caro al País y bajo la premisa de; me opongo y la solución no es mi problema. Ataques contra el modelo de desarrollo sin proponer otro, festivales de opiniones sobre fuentes de energía sin ningún sustento empírico, son solo parte de esta verdadero “trastorno de la personalidad” colectivo.

Un par de ingenieros comerciales (que de energía saben tanto como de cohetería) tenían en venta un proyecto de central solar que bombearía agua de mar en Iquique y después la lanzaría desde las alturas para generar energía hidroeléctrica. ¡ pero cómo no se nos había ocurrido antes!! Otros hablan de las centrales de paso y no saben que es lo que son. Un candidato presidencial decía que él estaba por “la regulación de precios” de la energía sin que ningún entrevistador le recordara que los precios de la energía son regulados desde el gobierno del general Ibañez hasta hoy. En resumen: todos opinan y casi nadie entiende lo que dice.

Los conductores políticos, y los medios de comunicación, en vez de conducir a la opinión pública a la cordura, se dejan arrastrar por los “sentimientos” de los anti-todo, en aras de la no muy clara cosecha de votos y/o rating. Los jueces por su parte se dejan influir por visiones escatológicas y catastrofistas de los apóstoles del “me opongo”.

Lo que necesita el País es recuperar la capacidad reflexiva, la aptitud de escuchar razones y no compulsiones; dejar hablar a los que saben; reconocer que todas las decisiones que adoptamos en la vida desde que nacemos, se someten a la balanza de los costos y los beneficios. Si después de conducirnos de esa forma, llegamos a la conclusión que lo mejor es una sociedad autárquica y pastoril sin energía eléctrica, asumir en toda su extensión el costo que eso tendría.

Romper el fanal y vivir en estado de naturaleza, debería ser una decisión colectiva y no de elites seudo intelectuales. Si los que no quieren vivir bajo el fanal no son mayoría, siempre tendrán el derecho a vivir fuera de él, pero no tienen derecho a quebrarlo.