LOS HEREJES
CONTEMPORANEOS
En la España de los siglos XV al XVIII
los herejes eran procesados por la Santa Inquisición; organismo investigador y
sentenciador de las faltas a la pureza de la fe católica. Hoy nos causa entre
hilaridad y horror los motivos y procedimientos que utilizaba ese Tribunal
eclesiástico. La Iglesia post conciliar
de hoy, definitivamente no condena a los herejes, los cuales no eran más que detractores
de la fe cristiana católica. Recientemente el Arzobispo de Santiago, antes de
expresar su punto de vista sobre el aborto, les pedía perdón a los que pensaban
que el aborto debiera de ser lícito. En el siglo XV en vez de pedirles perdón, los
habría enviado a la hoguera. Son otros tiempos se entiende.
Los procesos de la Inquisición
terminaban con un Auto de Fe, que era
una especie de conciliación para evitar una sanción más grave, en la cual el
hereje confesaba su herejía, expresaba su contrición, manifestaba su arrepentimiento
y el deseo de no perseverar en el error del pecado, y finalmente aceptaba la
sanción. No es verdad que las sanciones eran siempre la hoguera. Las penas de
menor gradación eran mucho más comunes. La hoguera era para los pecados gordos.
La realidad del siglo XV a XVIII,
tiene una extraordinaria similitud con los procesos
de “auto crítica” que propiciaba el
comunismo soviético y el régimen de la Revolución Cultural de Mao en China. En
estos verdaderos autos de fe del siglo
XX, los disidentes, desviacionistas, contrarrevolucionarios, y otros pecadores,
debían expresar su arrepentimiento en documentos explícitos que al leerlos hoy
día nos parecen ridículos. Más ridículo aun nos resulta constatar que
contemporáneos nuestros hayan defendido y practicado esa inquisición, y que
existan quienes hasta hoy se sienten orgullosos de llamarse comunistas.
Precisamente esa es el arma del comunismo: el sopor intelectual; que ha
permitido el olvido de sus perversos procedimientos.
Pero no vaya a creer el lector que
el reino del totalitarismo y de la intolerancia ha sido erradicado de nuestra
cultura. No señor; solo han cambiado las herejías. A nadie se le ocurre quemar
a quienes sacan la suerte con naipes ni pedir autocríticas al estilo soviético.
Pero ante nuestros ojos vemos a muchos que consideran moralmente bueno el destruir
y aniquilar a quien piense distinto sobre alguno de los dogmas de la
modernidad.
Pregúntense: ¿Por qué están presos
y humillados militares a quienes se les ha imputado violaciones a los derechos
humanos durante el gobierno militar? ¿Por violar derechos humanos de sus
víctimas acreditadas judicialmente? si así fuere ¿por qué no están presos otros
violadores a derechos humanos que han sido de signo político distinto, tales
como los asesinos de Jaime Guzmán quienes algunos de los cuales son incluso
remunerados con fondos del estado? ¿Se recuerdan ustedes que el gobierno del
gran inquisidor, y autor intelectual de la figura delictual mítica del secuestro permanente, Patricio Aylwin
Azocar, concedió asilo por razones “humanitarias” a Erich Hoencker, tirano perverso
que violó los derechos humanos y oprimió a millones de alemanes en la
desaparecida Alemania del este? ¿Se recuerda algún chileno que la también violadora
de derechos humanos que fue su asistente, jerarca del régimen, amante y
posterior esposa, Margot, quien está viva, vive en Chile y aún mantiene dicho
estatus de asilada política por razones humanitarias? ¿Alguien es capaz de
sostener seriamente que están presos esos militares por lo que hicieron u
omitieron? ¿No es posible hablar de perdón por razones humanitarias para ellos?
La verdad se nos viene encima y nos
aplasta: No están presos por lo que hicieron, lo cual es completamente
secundario y las convicciones judiciales que los condenaron, por decir lo menos,
espurias. Están presos por lo que representan. Ellos son los modernos herejes.
La personificación del mal. Cualquier acto de humanitarismo para con ello hace
peligrar la certeza de las verdades rebeladas de la democracia versión actual. Si
fuera posible habría silicio, garrote y hoguera en contra de ellos. Lamentablemente
para los gestores de la vindicta solo pueden estar presos.
Su presencia y su existencia, sus
convicciones, deben ser borradas y suprimidas. Su libertad comprometería
aquello. Su imagen humillada cotidianamente.
Confesaré mi herejía: La existencia
de este verdadero tumor pestilente de la Patria, que representan los militares
presos por causa de las violaciones a los derechos humanos, me hace
avergonzarme de mí mismo, de mi patria, de mis jueces y de mis gobernantes.
Y como esta declaración hereje nace
de convicciones y de verdades, no estaré disponible para autos de fe ni para procesos de autocrítica.
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