IGUALITARISMO, INDIGNACION Y ENVIDIA
Eurípides, poeta griego del siglo quinto antes
de Cristo, hace una apología de la clase media en su obra Suplicantes,
señalando: “Hay tres clases de
ciudadanos: los potentados, que son inútiles y siempre deseosos de poseer más; los
que carecen de medios de subsistencia que son terribles y, entregándose a la
envidia la mayor parte de su vida, clavan sus aguijones en los ricos, engañados
por las lenguas de malvados demagogos. De las tres clases, la de en medio es la que salva a las ciudades, pues guarda el
orden que imponen los Estados.”
Como se ve, nada nuevo bajo el sol. Eurípides
ya los tenía “rochados” a nuestros ricos. En Chile los ricos no se interesan
por el pensamiento. No tienen tiempo. Están muy ocupados en el “mundo real”
de los negocios. Cuando un hijo les dice que quiere ser sacerdote, profesor
primario o filósofo, se viven verdaderas tragedias familiares. “Pero este niño tiene que estudiar algo útil
por Dios”. La actual clase adinerada en Chile prosperó desde la condición
de arruinados el año 1973 a opulentos en 30 años, gracias al fin del caos
demagógico a que había llevado al País la clase política. Desde el año 1945,
todos (derecho centro y derecha) sometieron a Chile a la tensión de todo tipo
de experimentos y recetas fracasadas que sus autores esconden hoy con
malabarismos idiomáticos de toda especie. El pragmatismo y realismo del
gobierno de las fuerzas armadas que heredó y ejecutó la concertación, es la verdadera
bofetada en el rostro de nuestros diletantes ideólogos que llevaron al caos
integral al país el año 73. Y no me refiero solamente a la UP. Izquierdistas y derechistas
están de acuerdo con tapar la verdadera historia, con toneladas de críticas por
violaciones a los derechos humanos, cuyas causas reales no interesan. Pareciera
que de pronto y sin causa alguna, perversos militares de puro malos que son, se
pusieron a violar los derechos humanos de pobres víctimas. Varios de los
hombres más ricos de Chile son dueños de los medios de comunicación masivos que
dan cobertura a esta “orquesta”. Uno de ellos fue Presidente de la República quien
ya nos tiene acostumbrados a sus imprecisiones lingüísticas, condena a los
“cómplices pasivos” de las violaciones a los derechos humanos, siempre
indefinidas, siempre en beneficio de la
izquierda, y jamás en beneficio de los agredidos por la izquierda.
¿Quién defiende la implacable y silente verdad
derivada de los factores que generaron el golpe militar? No hay tiempo viejito…
dicen los ricos. Mientras la macroeconomía siga en su lugar, que la verdad sea
manipulada es hasta buen negocio.
Los pensadores franceses neo marxistas
Althusser y Derrida han brindado la receta: El idioma debe ser usado para
demoler la sociedad (deconstrucción es su consigna). Ya no hacen falta aquello
de “pueblo conciencia y fusil”. Tradiciones, valores, creencias; todo debe
saltar en pedazos. ¿Cómo? Con el idioma suficientemente deformado. Palabras,
carentes de significado real y cargadas de emociones imprecisas deben ser usadas
como espadas al servicio de la revolución (o de la deconstrucción).
Doy un ejemplo de ella: Combate a la
desigualdad. Las “lenguas malvadas de
los demagogos” que nos habla Eurípides cargan de sentimientos y emociones un
concepto que nadie ha definido. La izquierda dice “El sistema genera
desigualdades; Las desigualdades son malas; ergo el sistema debe ser
reemplazado”. ¿Qué es “el sistema”?
¿Aquello que posibilita que hallan talentosos y no talentosos; esforzados y no
esforzados? cri cri cri … nadie contesta. La derecha contesta; la solución: “mayor
educación”. ¿Educar qué? ¿Instruir como pegarle a un clavo con un martillo?
¿Cómo construir una bomba atómica? ¿Cómo amar al prójimo? ¿Cómo ser justo,
prudente, empático, honrado? cri cri cri nadie contesta. Y cuando digo nadie;
nadie.
Cuando Pedro Aguirre Cerda decía “gobernar es
educar”, sabía lo que decía. Medio Chile existe hoy gracias a la educación
normalista formadora de valores. Cuando nuestra actual clase dirigentes dice; educar, nadie precisa lo que están
diciendo. La derecha porque está contaminada de pragmatismo economicista; la
izquierda porque está contaminada de ideologías vacías y equivocadas.
Somos pues víctimas de un cúmulo de medias verdades
o medias falsedades que hoy cuesta refutar por culpa de la dictadura de lo
“políticamente correcto” en que todos nuestros líderes de opinión deben
enfrentar las verdades que nos acosan, dando rodeos y pisando huevos. Nadie
quiere pagar su honestidad intelectual a lo Sócrates, tomando cicuta. La “brillante” intervención del ex Presidente
sobre los “cómplices pasivos” debería extrapolarse a quienes con su inmenso
poder económico participan de esta orquestada demolición de la inteligencia
nacional. Son estos los verdaderos cómplices
pasivos. Lenin decía que la burguesía le vendería la cuerda con que la
ahorcaría. Estos genios del mega poder económico, ni siquiera la venden: ¡la
regalan!
Y que hacen los desposeídos que no son dueños
y señores de sí mismos: son pasto de la demagogia que nos habla Eurípides. Se
hizo célebre en España a consecuencia de la crisis económica de la madre
patria, el movimiento de los indignados. El paisano de Eurípides, don
Aristóteles, nos hace la diferencia en su “Ética Nicómaco” entre indignados y
envidiosos. “El indignado es el que se aflige de la prosperidad de los que no
la merecen, el envidioso de la de todos”.
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