Dentro del imaginario histórico
republicano, se denominó La Democracia de los Acuerdos aquel
período que media entre el fin del gobierno militar y el inicio del período presidencial
de Patricio Aylwin. Desplomado el comunismo en el mundo, el gobierno militar
creyó conveniente flexibilizar algunas disposiciones que impedían el acceso de
los comunistas al juego democrático, a cambio de que los ex promotores de la
reforma agraria, de la economía centralmente planificada, del sistema
arancelario de aislamiento del comercio internacional y de la transformación de
Chile en una sociedad socialista, aceptasen el sistema republicano dotado de
barreras a la incontinencia legislativa, y del sistema económico de mercado abierto
al mundo, con un respeto irrestricto a la propiedad privada. El pueblo soberano
aceptó aquel acuerdo. Se materializó, a través de la primera modificación de la
constitución de 1980, aprobada por plebiscito celebrado el 30 de julio de 1989,
por el 92% de los votos, habiendo participado el 94% del padrón electoral.
Ambas partes debieron tragarse un
jarabe con tachuelas. La Concertación de Partidos por la Democracia liderada
por Aylwin renunció al socialismo, y significó la transformación de Chile en la
nación económicamente líder en América Latina. El gobierno militar, debió abrir
las compuertas a los totalitarios al derogarse el artículo 8 de la primitiva
constitución, y significó que los comunistas iniciaron lentamente una tarea de
zapa, que les ha venido a redituar desde 2016 en adelante, en que han dispuesto
lo necesario para fracturar cultural, económica y jurídicamente a la República.
La derecha carente de liderazgos
e ideario, permitió que ascendieran a través de las plataformas de sus partidos
Renovación Nacional e Unión Demócrata Independiente, personajes que hoy hacen
revolcarse en sus tumbas a sus fundadores. De talante moral conocidamente deficiente,
el multimillonario Sebastián Piñera, a punta de codazos y zancadillas a sus
camaradas, trepó insistentemente por el palo encebado hasta instalarse como
candidato triunfante para el bicentenario de la república. Ni su sórdido pasado
como ejecutivo bancario, ni sus últimos actos como senador, que le significaron
una multa de la CMF por uso de información privilegiada, que él pagó
reconociendo su peculado, no les pareció objetable a las cúpulas partidarias para
que siguiese adelante su carrera a la primera magistratura. Su total y completa
falta de escrúpulos, incultura, e interés por defender principios morales y
jurídicos, que hicieron posible la recuperación de Chile luego de la desastrosa
década de los 70 del siglo pasado, hicieron posible que la izquierda revolucionaria
hiciera lenta pero eficazmente su tarea de demolición. Los segundos períodos de
Bachelet y del mismo Piñera, sellaron la demolición. Las barreras morales para la
instalación de la cleptocracia, se habían desplomado.
Surgió la desafortunada
generación milenial, que ganó primero el poder parlamentario por walkover de la
izquierda democrática, y después la presidencia gracias a la tibieza y falta de
claridad de la derecha. El gobierno del egresado de derecho Boric, de la mano
experta de los comunistas, puso en marcha el proceso revolucionario iniciado
desde 2019. Para peor desgracia de los chilenos, adherido este proceso a un
proceso revolucionario oligárquico globalista. No encontraron nada mejor esta
patota juvenil, que, copiando a sus camaradas sudamericanos Lula y Kirchner,
montar o mecanismo de defraudación del dinero público, sin ponerse
colorados. Su desprecio por el derecho de propiedad, no alcanza a tanto, y se
permiten hacerse dueños de los recursos de todos los chilenos ad maiora gloriam
de la revolución. Señoras y señores académicos tomen nota: se da inicio al
primer gobierno cleptocrático[1]
chileno de nuestra historia.
Pero la patota juvenil y sus ponderados
maestros comunistas, no están solos. La millonaria y también beneficiaria de la
cleptocracia de este gobierno, Verónica Michelle Bachelet Jeria, está con ellos.
A su jubilación como burócrata de las Naciones Unidas, sus 13 millones de pesos
mensuales que el bolsillo de los chilenos pone a su disposición por su calidad
de expresidente, se suma los ciento y tantos (uno ya se pierde con tanto
latrocinio) millones de pesos transferidos a su fundación contratada por el
Gore de Concepción, para enseñar a tejer a palillo, urdir cestos de mimbres o
no se que imbecilidad por el estilo, para “beneficiar a los pobres”. Poniendo
su carita de mami dolorida, aboga ante los micrófonos para que la derecha
desalmada permita que les roben a los chilenos sus ahorros previsionales para
subirle cincuenta lucas a los jubilados.
Pero la frutilla de la torta la
ha puesto Miguel Juan Sebastián. Pasado el susto de Sebas que lo encarcelaran gracias a nombramientos en las altas esferas, ha restañado viejas heridas
verbales que le propinara el egresado de derecho, y, aceptando su generosa
invitación a viajar a costa de todos los chilenos, con su sonrisa franca y
honesta, se ha manifestado disponible a dialogar con Gabrielito, para sacar
adelante su agenda de destrucción de la economía, la familia y la dignidad de
los chilenos. Sí el estimado lector había imaginado que la derecha chilena
había topado fondo, los hechos develan que su hundimiento es unlimited.
Señoras y señores, se inicia un
nuevo período en la historia política de la república: La Cleptocracia de
los acuerdos.
Para bien o para mal el 92%
aprobó la Democracia de los Acuerdos en 1989. Estimado Lector: en diciembre tenemos
la oportunidad de someter a plebiscito si sigue adelante la Cleptocracia de los
Acuerdos. Yo por lo menos no quiero, y por eso votaré ENCONTRA de la nueva
constitución que es la Casa de Muñecas de los partidos políticos partícipes de
la demolición de la república. En Diciembre ENCONTRA
Agosto 2023
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