El Irenismo fue una doctrina que
nació en el seno de la iglesia de los primeros padres, que buscaba, en base al
diálogo y la concordia, superar las diferencias doctrinarias. La filosofía
absorbió dicho concepto, y según la enciclopedia Herder, en el contexto
filosófico el irenismo es la tesis que sostiene que la paz, es el estado normal
de la sociedad, y que, por tanto, las guerras son fruto, bien de desórdenes
irracionales, bien de la malignidad de los políticos.
El pensamiento racional se forma
desde las emociones. Montados en nuestros deseos, motivados por afecciones o
desafecciones, ordenamos racionalmente la realidad para formarnos un juicio de
ella. Resumen: Pensamos y enjuiciamos lo que “queremos” pensar o enjuiciar.
Quizá escandalice este aserto a quien funge de racionalista a todo evento. Debería
para convencerlo desarrollar la idea, lo que no es posible en estas breves
reflexiones. Pero para efectos de este discurso, sírvase el lector aceptar en
principio esta proposición.
Si fuésemos habitantes de las
cavernas y lo normal fuese la hambruna y la escasez de mujeres con quienes
perpetuar la especie, obviamente la tesis filosófica transcrita por el
diccionario Herder, sería una completa falsedad: el estado normal sería la
guerra. Ahora bien, en el mundo moderno, la cuestión es más discutible. En cualquier
caso, aquello que el estado normal de la sociedad sea la paz, a la luz
del análisis histórico, es harto discutible.
Pero como señalé, nos formamos un
juicio según lo que queremos, y de ahí que sea tan usual entre analistas y
personas comunes, confundir lo que el mundo es, con lo que el mundo debe ser,
conforme a nuestro parecer. Porque cuando concebimos un deber ser de las cosas,
inmediatamente queremos que las cosas sean así. Queremos que la paz sea el
estado normal de la sociedad y pasamos, por debilidad, por pereza o por
cobardía, a creer que eso es así. ¿Por qué? Porque en general quienes, gracias
a Dios, tenemos un bienestar satisfactorio, familia y armonía en nuestro
entorno, vivimos infinitamente mejor que los hombres de las cavernas, y
queremos conservar esa condición.
Pero alguien que ostenta cargos
de representación popular y responsabilidades republicanas debe manejar
capacidades de abstracción y análisis que estén por sobre su apreciación personal.
Un diputado, un senador, un consejero constitucional, un ministro o presidente
de la república, debe distinguir lo que quiere que sea la realidad, con lo que
la realidad efectivamente es. Y en esto, estimado lector, los que hacen la pega
en Chile, son los representantes de la izquierda revolucionaria. El centro izquierda
y la derecha no hacen esta diferencia. Confunden cotidianamente la realidad,
con lo que ellos quisieran que fuese la realidad. Ven paz y buenas intenciones
en sus contendores políticos, en circunstancias que esa es una realidad
ilusoria y es el reflejo de sus deseos. A diferencia de ellos, el
revolucionario de izquierda, quiere transformar la sociedad, sea como el
Partido Comunista porque la odia, o sea como otros revolucionarios más light, porque
están imbuidos de un optimismo normalmente utópico y creen que pueden hacerlo.
Entonces deben estudiar, y trabajar para hacer su tarea de zapa y destrucción
eficientemente conforme a sus doctrinas. Siempre la izquierda revolucionaria
está más despierta a la realidad que la derecha.
Y como la izquierda sabe de esta
crónica falencia de la derecha y el centro político, le llaman a dialogar, usan
la apostura, la simulación, la mentira, el engaño, la amenaza implícita o
explícita y casi siempre ganan. La derecha estimado lector, es fatalmente irenista[1].
Y lo es porque sus representantes, en general y en promedio son perezosos,
cobardes o fatalmente optimistas[2].
El presidente Boric llama a la
oposición a dialogar para sacar a flote su gobierno que se está hundiendo en la
ineficacia y en la inanidad. Se hunde no por culpa de la oposición sino porque
él, con su incontinencia verbal expresa ideas contradictorias, proyectos irrealizables
y objetivos que con los medios que propone son imposibles. Dialoguemos y seamos
amigos. Alegres y sonrientes salen los políticos haciendo mención que fue un diálogo
franco y respetuoso.
Del mismo modo, el oficialismo en
la convención constituyente, donde son la inmensa minoría llama a
dialogar a la derecha. Pero la inmensa mayoría de derecha, que no
necesita conciliar, sino solo votar en el hemiciclo para que el texto de la
constitución que sus electores quieren, sea el que los chilenos podrían aprobar
en el plebiscito de diciembre, no lo hace. Con su utopía irenista a cuestas, la
derecha, acepta contenta y feliz esta invitación. El jefe de la bancada
republicana Luis Silva, que según declaró a la prensa, estimaba que la
constitución que actualmente nos rige es mejor que la propuesta, declara que está
dispuesto a ceder y conceder ante los dialogantes a pesar de tener mayoría. ¿Se
entiende?
Ambas partes dialogantes optan
por desarrollar este diálogo sottovoce; es decir, en sordina, en la completa
opacidad, callampin bombin, a espaldas del pueblo elector. No en el debate
público del hemiciclo como ordena la norma que los eligió. ¡No! ¡Como se te
ocurre! Podrían pensar que somos intransigentes y que queremos pasar la
aplanadora. Somos demócratas dialogantes. Además se aduce que dialogar
pa´callao, es una mejor forma de limar asperezas. Hoy por mí, mañana por ti,
pareciera ser el lema.
La palabra elegida: diálogo, está
mal empleada. Esconde una maña, y pretende dar a entender que existe una
cordialidad y comunidad de fines. La política, es la continuación de la guerra
por otros medios. Es el enfrentamiento de voluntades conciliables, a diferencia
de la guerra que son inconciliables. La conciliación debiese ser el fruto de la
comprensión de las mejores razones, siempre y cuando existe comunión con los
fines y estos fines apunten al bien común general. ¿Qué pasa cuando no es así? ¿Qué
pasa cuando una de las partes quiere cambiar los pilares fundamentales de la
sociedad? ¿Qué pasa cuando una de las partes no respeta la propiedad privada? ¿Cuándo
una de las partes no respeta el derecho excluyente de los padres a educar a sus
hijos? ¿Cuándo una de las partes no respeta la vida en el vientre materno? ¿Cuándo
una de las partes no respeta el principio de igualdad ante la ley, proponiendo
privilegios por sexo o por raza? ¿Es posible un diálogo?
Lo que sí es posible, y más que
posible, obligatorio y vinculante para los constituyentes, es que, en el
hemiciclo, de cara ante los ciudadanos, exista, no un diálogo, que aquello es
para los amigos y los miembros de camarillas; digo, exista una discusión para
mostrar y fundamentar sus razones en función de los principios declarados ante
quienes los eligieron. Y ante la contradicción de fines encontrados, como por
ejemplo el derecho a la vida del que está por nacer, versus los partidarios de
legalizar el aborto, exista la polémica, la batalla de las ideas. Eso es la
política. No acuerdos sottovoce entre chirigotas y sonrisas, hoy por mí mañana
por ti.
Estimados señores políticos
electos: Aparte de la injusticia en los beneficios pecuniarios que ustedes
mismos se han fijado, ¿por qué razón creen ustedes que el 98% de la población
no los estiman confiables?
Justamente por esto: porque los
políticos desde la centro izquierda hasta la derecha son en general irenistas, aman
la paz, utópicamente la asumen como una realidad, y deliberadamente no
enfrentan a los revolucionarios. Aman la paz, no como una condición del bien
común, sino por pereza, ignorancia, cobardía o corruptela. La paz es un valor,
pero no es una realidad gratuita y por defecto, menos cuando el contendor te ha
declarado explícitamente la destrucción de tus valores más caros. La política
es resistir y acometer. La política es solo para valientes. Si se condujesen de
tal forma les aseguro que la aprobación de la ciudadanía subiría del 2% actual.
Agosto 2023
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