A riesgo de ser lapidado por la
comunidad erudita quiero provocar al lector a reflexionar, de qué manera la erudición
y el academicismo contemporáneo nos tiene sumidos en un pozo de confusiones. Todos
conocemos el apotegma socrático “solo sé que nada sé” supuestamente
expresado por Sócrates, el famoso tábano[1]
de Atenas; obviamente una hipérbole del petiso ateniense para desnudar la
arrogancia intelectual de los sofistas. Estos últimos personajes de Atenas que hoy
podríamos ver representados en la academia por doctores, doctorandos, Phd, post
doctorandos y otras subespecies de eruditos.
Luego de la formidable proeza
intelectual del otro pequeño gigante, Inmanuel Kant, la filosofía alemana se
desborda en pensadores que han legado a la humanidad algunas ideas luminosas,
pero también bastantes confusiones. Muchos de ellos despreciando o derechamente
abandonando la claridad [2]
y por consecuencia el respeto hacia el lector; sea de manera deliberada o por
falta de destreza en el uso del idioma. El resultado de esta obscuridad es que algunas
“célebres” obras -por causa de esta confusión- sirven para un barrido y un
fregado. Es el caso de Hegel, quién a mi juicio inicia una carrera, que
tiene a la filosofía contemporánea sumida en la confusión más patética; donde
la erudición pareciera que se mide en la aptitud para confundir más que para
iluminar. A través de su obscuridad Hegel sirvió de fundamento tanto para un
neo espiritualismo, como para la genocida doctrina del comunismo.
En efecto, es Hegel el que genera
una implícita jerarquía de los pensadores, donde los más eruditos pretenden ser
los creadores de Sistemas de Pensamiento. Estos sistemas son las cuevas protectoras
que nos permiten una sensación de control intelectual sobre la confusa realidad;
esa que se encuentra allá afuera de la cueva. Los sistemas de pensamiento son aquello
que nos permite tener una supuesta respuesta para todos los fenómenos de la
realidad. En estos oscuros pero protegidos refugios, es donde afloran esos
gigantescos hongos que son las ideologías. El último estadio del refinamiento
de los sistemas de pensamiento, que provocan la esclerosis del entendimiento
hacia la realidad circundante y el desprecio intelectual hacia ella.
También hay filósofos que al
igual que el pequeño Sócrates, pretenden ser nuestros tábanos contemporáneos,
pero la academia se encarga de darles una cicuta mucho más amarga que la que
debió soportar el ateniense: el azote de la indiferencia, el olvido; el
desinterés hacia ellos por haber cometido el pecado de tironear hacia fuera de
la caverna a sus lectores. A veces se les cita de nombre para demostrar respeto
reverencial hacia ellos, pero se ocultan e ignoran sus ideas y obras. Todo el
que no se cobije dentro de un sistema, y dialogue bajo el paraguas de un “marco
conceptual”, está fuera de la academia. Estos parias forman legiones en el
mundo. En Chile por nombrar alguno: el ignorado Jorge Millas.
El desiderátum de esta confusión
de hierofantes de la filosofía, lo representa la escuela autodenominada post
estructuralista francesa[3].
Si la obra de Hegel es confusa y da para más de una interpretación, lo de los hierofantes
franceses de la filosofía contemporánea es una verdadera adicción a lo confuso.
“Que cada uno saque las conclusiones que quiera” pareciera ser el lema. Es así
como algunos ven una cosa y otros otra en Foucauld o Derridá [4].
Pero gracias a haberme dado “la lata” de intentar nadar en sus cenagosas y
turbias aguas, reconozco su idioma o más bien su jerigonza.
¿Pero qué importancia tienen para
nosotros chilenos, lo que digan este ramillete de diletantes franceses?
Al leer el programa de gobierno
del candidato presidencial Gabriel Boric, elaborado según él, por más de 450 “expertas
y expertos”[5]
según el postulante a la dignidad presidencial, me encuentro con esta jerigonza
y reconozco entonces el “marco conceptual” en el que se desenvuelven los auto declarados
expertos.
Cuando estos adictos a la
confusión semántica se encuentran encerrados en la academia, no causan más pérdidas
que el patrimonio de los padres que pagan la universidad y el tiempo de los
pobres alumnos que los escuchan. Pero cuando este verdadero paquete de
virutilla conceptual accede o pretende acceder a la primera magistratura de la
nación la cuestión nos afecta a todos.
Lo que se reconoce en el programa
del señor Boric, es un total y completo desprecio por los datos que nos provee
la realidad empírica en aras a un relato más o menos trasnochado pero adobado
con la novísima doctrina de género. Todo bajo un envase y una falsa
épica como de novela. Una gráfica donde aparece un Kombi Volkswagen que fue el
símbolo de la revolución de las flores californiana de los 60 ¡del siglo
pasado! rodeado de montañas de colores. Una visión onírica de un socialismo que
fracasó hace 50 años en Chile, y a través de datos taxativamente erróneos de la
realidad empírica se pretende envolver una propuesta fácticamente totalitaria
de gobierno globalista, sin respeto a la soberanía nacional, bajo le égida de
la agenda 20-30, patrocinado por la burocracia totalitaria de las Naciones
Unidas y sus generosos dinosaurios ultra capitalistas. Tiene también algunos
aderezos de comunismo maoísta y muchas, muchas, muchas; intenciones sin una
descripción de cursos de acción para lograrlas.
Si los electores se dejan engatusar
por este tratado de demagogia sofista, quiere decir que se merecen ser
gobernados por tiranías burocráticas que propone Gabriel (así se le nombra). Espero
que los tábanos chilenos hagan su trabajo de desnudar que el rey Boric va
desnudo.
Gabriel; repite conmigo: solo sé
que nada sé.
Junio 2021
[1] Así le decían por perturbar la tranquilidad intelectual
especialmente de los sofistas
[2] Al decir de Ortega y Gasset "claridad es la gentileza de los filósofos"
[3] Se disputa mucho entre los sabios de la academia sobre
los nombres, categorías y subespecies de estas “escuelas”
[4]
Foucauld es el único -quizá no tan confuso en su
retórica, pero sí en sus conclusiones- que me he dado el trabajo de leer una
obra hasta el final, porque Derrida, Guatarí y Lacan a un tercio o menos de sus
“reconocidos” aportes intelectuales, he abandonado su lectura bajo la convicción
que me estaban tomando el pelo
[5] Esto de repetir los dos géneros de los artículos es de
una irritante monotonía como cuando los musulmanes repiten allhu akbar entre
cualquier frase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario