Estas letras están dirigidas a
mis amigos de derecha, que observan alegremente el devenir político, creyendo
en la papilla masticada de las encuestas electorales, satisfechos entonces,
porque Evelyn Mathei las encabeza y será la próxima presidenta.
El Frente Amplio es el partido
político con mayor cantidad de militantes registrados en el padrón electoral. Transcurridos
tres cuartos del período de la administración presidencial liderada por ese
partido, que, conforme a variables objetivas de gestión, ha sido desastrosa
para el interés nacional y para el bien común de los chilenos, según encuestas mantiene
sin embargo un porcentaje de adhesión ciudadana sorprendente –entre un cuarto y
un tercio-. Habría que validar la metodología y la intencionalidad de esas
encuestas, pero asumo que reflejan una realidad emocional más que racional, y de
manera pública y notoria la subcultura que encarna el FA, se ve reflejada en
los espacios públicos de las grandes ciudades de nuestro país y en aquellas
donde hay una alta proporción de universitarios.
La subcultura que encarna el
Frente Amplio, está replicada en casi todas las megalópolis de occidente: una
generación con una marcada ambigüedad sexual, enemiga de la que ellos llaman
sociedad capitalista heteropatriarcal, reivindicadora de una subjetividad
estética y ética radical, que excreta su confusión existencial en los
omnipresentes grafitis, expresiones y vestimentas. Su asociación electoral con distintas
vertientes de las izquierdas del siglo XX ha sido solo instrumental y
circunstancial.
En Chile tenemos, gracias a las
dádivas económicas que le proveyera el gobierno de Patricio Aylwin, y la
sobrevivencia de satrapías centroamericanas, un dinosaurio pleistocénico
llamado Partido Comunista, que encarna casi en solitario, el añoso ideario del marxismo
leninismo que deben ocultar como antaño las familias burguesas ocultaban al
niño retardado. Ha sido a la rastra, compañero de ruta del Frente Amplio en el
actual gobierno. También, y luego del desastroso resultado electoral del
mamarracho constitucional indigenista que fuera el portaestandarte del FA, ha
sido acompañado por la izquierda socialdemócrata. Aquella izquierda recelada
por los compañeres del Frente Amplio por su adhesión al odiado neoliberalismo,
en sus casi 25 años de gobierno.
Esa izquierda del siglo XX al
menos en Chile, se encuentra en vías de extinción como un pájaro dodo, por el
que suspiran sus intelectuales y operadores. El Frente amplio en cambio,
pareciera gozar de buena salud, o más bien desde mi perspectiva, es un virus en
pleno y activo desarrollo.
Los compañeres del Frente Amplio encarnan
una revolución, pero no en el sentido que esta palabra ha tenido en occidente
desde 1789 hasta 1968[1]:
violencia, sangre, resistencia e imposición cruenta. Sus condiciones de
posibilidad se asientan en una sociedad ultra tecnológica, donde se cotiza a la
baja – para hablar en términos económicos- el trabajo duro, la testosterona, la
virilidad, el espíritu masculino, la fuerza física del hombre, su rol de padre
proveedor y líder del núcleo familiar, la feminidad, la fertilidad y
disposición de la mujer para criar y proteger a la prole numerosa; y como no,
la carencia de toda religiosidad trascendente.
La vida en familia se sustituye
por la tribu urbana, o derechamente por la soledad. Su arquetipo es el
individuo mónada, ambiguo sexualmente, sin vocación de hacer familia ni de
ahorrar, que trabaja poco, lo suficiente para disponer de una bicicleta, una
tarjeta de transporte público, una conexión a internet y una tarjeta de crédito
para pagar el pedido de comida rápida. El ideal expresado por la burocracia de
Naciones Unidas: no tendremos nada y seremos felices.
La izquierda anuncia una primaria
para elegir su candidato presidencial. Mi pronóstico es que el joven Winter
triunfará en esas primarias, por amplísima mayoría.
Le ganará a la candidata
comunista que ha sido escogida a regañadientes por el Comité Central de aquella
arcaica tienda política. Con un look de huasa bonachona de la zona central,
cara limpia sin trazos de resentimiento social, que baila cumbia como un
trompito y vive austeramente en una casita, muy linda y chiquita; no. No
convence al comunista típico de ojos capotudos, mirada torva y discurso odioso.
Para peor, su opción la asesinó el socialdemócrata Carlos Peña con sus
alabanzas.
Derrotará también a la candidata
PPD. La incombustible ex decenas de cargos en la nomenclatura, desempeñados en todos
ellos de manera estrictamente ineficiente, como buena izquierdista que es, cuyo
liderazgo se sostiene en su apellido que hasta ahora le había servido cual talismán,
pero cuyo poder mágico se ha evaporado luego de media centuria al igual que su
partido.
Se impondrá, por último, a la
iracunda presidenta del Partido Socialista, que luego de la auto demolición de
su mítico santo laico Salvador Isabelino, sólo votarán por ella sus desmoralizados
parientes y los parientes de la nomenclatura partidaria que son muy pocos. No
estará para auxiliarla el formalizado ex Alcalde de San Ramón articulador de
las huestes narco, que lanzara al liderazgo del partido a Chapo Elizalde destructor
del único liderazgo real que han tenido: Ricardo Lagos.
Pero ¿Quién es el Joven Winter?
Desde luego no es el bobo
estigmatizado por las redes sociales. Frente a las cámaras se presenta como un
adiestrado y aventajado demagogo, con una red de influencias nada
despreciables: nieto del finado Alfredo Etcheverry abogado de la CIA y de la
embajada norteamericana en Chile, hijo de Maria Elena Etcheverry Court, dueña
de un estudio de abogado próspero y representante de fondos de inversión
transnacionales, sobrino de Leonor Etcheverry abogada integrante de la Corte
Suprema, ex alumno del Verbo Divino el mismo colegio de Piñera, y de la Escuela
de Derecho de la U. de Chile. Es decir, la creme de la creme.
A los 37 años ha descubierto su
vocación de padre y las bondades de formar familia. Nunca es tarde. Sin lugar a
duda forma parte de aquella execrada sociedad capitalista heteropatriarcal y paradójicamente
su debilidad electoral, es que no forma parte genuina de las tribus urbanas que
representa. No se irá a vivir a Santiago poniente ni nada de eso. ¿Cómo remedia
esta “falencia”? Pues con una labia descomunal, el apoyo de todos los amiguis
del mainstream de medios de prensa progresista, y las bien aceitadas relaciones
transnacionales que lo transforman en el protegido de la oligarquía
internacional que pretende una gobernanza global.
Yo conozco mucho a su familia
y él estuvo en el Verbo Divino; es el comentario condescendiente de un
conocido mío, perteneciente a aquella otra tribu urbana que se encierra en
guetos a que alude el humorista argentino Micky Vainilla. ¿Se ha percatado estimado
lector que, “conocerse” en Chile, es algo así como un certificado de buena
conducta e intenciones? Es el resultado de décadas de parálisis intelectual de
nuestra seudo élites.
Estimo que Gonzalo Winter
Etcheverry, de llegar a la primera magistratura -cuestión que es perfectamente
posible-, será un revolucionario mucho más dañino que el actual compañere. Tiene
más talento que el actual inepto, lo que no es mucho decir. No padece de
trastornos de personalidad como el actual. Con Winter, Chile descendería varios
escalones en la deconstrucción de nuestra identidad nacional, de su moral
pública y privada, de su prosperidad, de la destrucción de las fuerzas armadas
y de orden, de la convivencia pacífica. Continuará la licuefacción entre el
bien y el mal, entre víctimas y victimarios, entre delincuentes y los que nos
defendemos de ellos. Es decir: inclinará aun más la nariz del avión hacia el
suelo.
¿Acaso Chile Vamos cree que con
una candidata manifiestamente inepta podría derrotar en una segunda vuelta a
Winter? En su dorada y opaca imaginación ¿creen acaso que la izquierda “moderada”
votará por quien ha ocultado por décadas su falta de capacidad tras otro
apellido talismán, odiado íntimamente por esa izquierda? ¿Creen acaso, que a
fuerza de disfrazarse de izquierdistas concitarán voluntades de ese sector?
¿Mi pronóstico? A la velocidad en
que Mathei devela su falta de prudencia, o no llegará a la papeleta y si lo
hace no llegará al balotaje.
Ah, pero tenemos a Kast. Él fue
discípulo de Jaime Guzmán y es de una familia conocida. ¿Se han preguntado del
por qué de la conducta de Kast cuando es apremiado por dilemas lo lleva a
cometer errores tan evidentes? En el trance de la reciente segunda vuelta
presidencial, en lugar de hacer campaña, fue a solicitar certificado de buena
conducta a EE. UU. y luego de haber obtenido una aplastante mayoría que
rechazaba el propósito de reemplazar la constitución de 1980, se dio vuelta de
carnero para propiciar su aprobación contradiciendo la voluntad de sus propios
votantes. Hoy su partido está transformado e un micro partido en vías de
extinción. ¿Gracias a quién? A él mismo.
Estimados amigos de derecha: por
sus obras los conoceréis. Si quieren ayudar a enderezar el vuelo de nuestro
país y que la nariz del avión apunte al cielo, voten por Johannes Kaiser el 16
de noviembre. Revisen su ideario, su conducta y los principios de su partido.
Patriotas de las sin duda
fallidas candidaturas de Mathei y Kast: por amor a la patria bajen sus
candidaturas y posibiliten restaurar la república en noviembre.
Abril 2025
[1]
Refiérome al período que se inicia con la toma de la Bastilla y da inicio a la
nefasta Revolución Francesa y cambia de paradigma con la también nefasta Primavera
de París en 1968, revuelta estudiantil que revoluciona la revolución con su
lema, Prohibido Prohibir.