miércoles, 9 de abril de 2025

REUNIRSE BAJO EL ESTANDARTE

 

 


ROCROI, EL ÚLTIMO TERCIO (2008) - Augusto Ferrer Dalmau[1]

Hay que defenderse de esa incapacidad tan nacional, para desnudar la raíz de las cosas y verlas y comprenderlas antes que cubrirlas con la bruma de los adjetivos con que se descargan nuestros prejuicios y pasiones. Jorge Millas[2]

Un miedo común une incluso a los mayores enemigos. Aristóteles[3]

El mal se hace todo junto y el bien se administra de a poco. Maquiavelo[4].

El Jefe de Estado de los EE. UU. le ha dado un batatazo al avispero del orden mundial y tiene a quienes fungen de ser la inteligencia mundial, en estado de perplejidad. Todo induce a pensar que, lejos de ser sus políticas decisiones irracionales de un loco narcisista, es un plan muy meditado que apuesta por un cambio basado en el reconocimiento implícito que los órdenes del mundo contemporáneo, se encuentran agotados y él y su nación quieren liderar un cambio radical que beneficie a una porción de sus votantes que vegetan en la pobreza material y moral. No deseo beatificar sus conductas. Muy por el contrario. El sentido de estas letras es advertir que, los cambios inducidos y planificados auguran normalmente caos, porque, como nos enseña Maquiavelo en la frase citada, destruir demanda una proporción ínfima de las unidades de esfuerzo humano, que se necesitan para construir.

Chile manifiesta culturalmente lo que parece ser una fatalidad: ser el país probeta de occidente. Fuimos pioneros en instaurar el socialismo marxista leninista por vía democrática de triste resultado. Luego, desde 1973, el orden liberal que imperó exitosamente por casi cuarenta años en el mundo; y en 2019 nos adelantamos al caos que se avizora hoy en todo occidente: un fenómeno de masas, de manera emocional y sin ninguna premisa racional, anunció compulsiva y violentamente un estado de inconformismo con el orden imperante. Tal evento fue instrumentalizado por varios padres impostados[5]: los revolucionarios sesenteros neo marxistas, los comunistas con sus recetas añejas, y los novísimos utopistas globalistas que pretenden un gobierno mundial huxeliano que promete una sociedad de ciclistas asexuados, veganos, pacíficos y felices, gobernada por multi trillonarios. 

Sin embargo, todas aquellas imposturas ideológicas se encuentran desconectadas de la circunstancia real que induce esta pulsión de disconformidad. El resultado está a la vista: ninguna de las vagarosas y desordenadas ansiedades de las masas han sido satisfechas por los revolucionarios de piscola que nos gobiernan, ni por comunistas anacrónicos, ni por ideólogos de la ideología de género, globalista etc. Por el contrario, la ansiedad se incrementa como consecuencia del caos social. La demolición lenta pero sistemática de lo que habíamos construido en 50 años, zozobra ante el buenismo de los derechos humanos, la consecuente expansión de la delincuencia de todo género y la pérdida del orden público más básico. Resultado: se expande y generaliza la anomia y la ilegitimidad del poder político, judicial, económico etc.

Antes de nuestra crisis, en 2016, un joven abogado norteamericano, James David Vance, escribió una auto biografía[6] que describe una dramática crisis social latente en el corazón de los Estados Unidos que tiene como una de sus causas más relevantes, un orden político y económico profundamente injusto para quienes, durante tres o cuatro generaciones, aportaron lo mejor de sí para transformar a EE. UU. en la potencia mundial que hoy es. Esa crisis invisibilizada por los medios sostenedores del establishment del poder global, se hace cada vez más generalizada. Nueve años después ese joven abogado se transformó en vicepresidente de la nación más poderosa del planeta y lidera junto a Donald Trump un giro copernicano del orden mundial.

Hoy, el liderazgo de esa nación hegemónica representa la disconformidad de esa clase social mayoritaria que describe Vance, ha dispuesto cambios que desmontarán en el corto y mediano plazo, un orden económico mundial que se había construido en los últimos cuarenta años y que permitió a Chile el progreso económico más importante de su historia. Este evento, muy probablemente, nos afectará adversamente como nos afectaría un terremoto.

Esa es nuestra circunstancia y punto. De poco sirve quejarse como lo hace el que ocupa indignamente el sillón de O´Higgins, tal como si estuviera perorando en el patio de la escuela de derecho de Pio Nono. Es como reclamar contra la sequía. Lo racional es buscar los cursos de acción para enfrentar y superar esa adversidad.

Las masas irracionales primero, y los líderes poderosos después, parecen coincidir en que el orden social y económico mundial y nacional, no da a cada cual lo suyo. Es decir, estiman que el mundo está bajo un orden que es injusto. Esta realidad es azorante. Los que se presentan en los medios como los expertos, no atinan con los vaticinios ni las soluciones porque lo que enfrentamos es una realidad nueva y desconocida para ellos. Es cuestión de leer los diarios. Se imposta una sabiduría y precognición del futuro que a las dos semanas sucede que no es más que un rebuzno.

¿Qué hacer cuando el caos y la adversidad asoma en el horizonte? A Maquiavelo se le adjudica la frase con que intitulo estas letras: unisciti sotto la insegna. Refiérese que, ante la adversidad, lo razonable es ponerse a disposición del líder. El lienzo que acompaño a estas letras es del maestro Ferrer Dalmau; retrata a los Tercios Españoles reunidos bajo la enseña en Recroix, e ilustra esa actitud en las peores circunstancias. Espero que en Chile no debamos llegar a ese extremo.

Pero ¿Quién es capaz de portar la enseña alrededor de quien debemos reunirnos? ¿Qué características debe tener el líder que demandan los tiempos? ¿Quién será capaz de resistir y acometer para defender los intereses de empresarios y trabajadores nacionales, la seguridad pública, la seguridad nacional? ¿Quién será capaz de resistir las presiones de una oligarquía y burocracia internacional que aun no cede en sus pretensiones de instaurar un orden mundial gobernado desde las Naciones Unidas? ¿Quién será capaz de defender a nuestros Carabineros y Fuerzas Armadas cuando deban lesionar o neutralizar a infractores de la ley para cumplir su deber de recuperar el orden público y la integridad territorial?

¿Serán acaso alguno de tantos demagogos camaleones que se han candidateado dos, tres y hasta cuatro veces? ¿Serán acaso los que han liderado esta borrachera decadente del actual gobierno que han abierto las compuertas de nuestras fronteras y promovido la subversión y la violencia terrorista? ¿Será acaso la que representa a esa derecha del ceder y conceder para no perder y terminan cediendo y perdiendo? ¿Serán acaso la representante de esa derecha que promovió, cuando fue gobierno, la industria de querellas y condenas a ancianos que participaron por su deber militar en la lucha antisubversiva de 1973? ¿Será acaso aquel quién en el último intento de derribar nuestra institucionalidad, lideró el sostén de nuestra constitución de 1980, pero cuando se vio en mayoría cedió para encabezar el proceso del gobierno globalista que cedería nuestra soberanía?

No parece en realidad. Necesitamos algo más que eso. La tarea es demasiado ardua.

Abril 2025



[1] https://www.arteinformado.com/galeria/augusto-ferrer-dalmau/rocroi-el-ultimo-tercio-30427

[2] Citado por Pablo Paniagua Prieto en Atrofia.

[3] Ibidem

[4] Nicolás Maquiavelo El Príncipe

[5] En las protestas de 2018, esos proceres eran “funados” por las masas protestantes

[6] Hillbilly Elegy. J.D. Vance

martes, 25 de marzo de 2025

TAPAR EL SOL CON EL DEDO

 

La élite política en Chile y en el mundo occidental se esfuerza en tapar el sol con el dedo. Se resiste a reconocer que el sistema de creencias que estructuró el orden político occidental desde 1945, se encuentra fatalmente agotado. Una metástasis irremediable descompone todos sus fundamentos.

La doctrina de los derechos humanos, que habiendo desechado la moral trascendente que ordenaba a occidente hasta entonces -precariamente, hay que decirlo-, fijó fronteras entre los buenos y los malos, de la mano de la Princesa Leya de entonces, Eleonor Roosvelt, quien cual Moisés bajó del Monte Sinaí, y nos legó con el pomposo título de Declaración Universal de los Derechos Humanos, un corpus pretendidamente universal y jurídico, pero con un tufillo a moralina kantiana y anglosajona. Conceptualmente precario y superficial, al cabo de pocas décadas ha degenerado en un grotesco medio de hegemonía política que induce a una permisividad sin obligaciones, incompatible con las básicas normas de convivencia. Este corpus y sus ramificaciones, es hoy incapaz de asegurar la seguridad y el orden público y por consecuencia la vida humana en sus manifestaciones más básicas.

Igualmente agonizan los acuerdos sobre la libertad de comercio, Breton Woods, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional etc. Un orden económico mundial basado en la hegemonía de una nación, que entonces era modelo de ciudadanos trabajadores que honraban sus compromisos. Aquel orden se ahoga hoy sin oxígeno, bajo la presión de una deuda privada y pública impagable, en un contexto de expectativas económicas desbocadas de una población masificada. Paradojalmente la población, como nunca en la historia conocida, goza de bienestar material, pero el sistema les impide acceder a la propiedad de cosas reales como una vivienda propia. La domus, requisito primordial para ser señores y no esclavos, les es inalcanzable. Población que demanda y presiona desordenadamente por más seguridad y mejores bienes y servicios, instigados por demagogos que la agitan como lo han hecho desde los albores de la historia. Un caldo en ebullición que avizora inestabilidad social creciente. No tendréis nada y seréis felices, como pregonabla don Joaquín Lavin Infante.

Tal como esos matrimonio de pueblo chico en que los cónyuges son infieles mutuamente, pero se presentan en sociedad como la pareja ideal, cuando todos saben del timo, la élite política y económica que disfruta del status quo, encerrada en sus guetos mentales y materiales, sigue agitando los brazos narcotizados por sus propias mentiras y autoengaños, pretendiendo que el gatopardismo es la solución: que todo cambie para que todo siga igual. Simulando revoluciones y contra revoluciones de niños bien, al estilo del Frente Amplio o de Evopoli, con líderes sonrientes que brillan en los matinales de TV, cegándose deliberadamente a ver la creciente sordidez de las megalópolis donde la miseria moral, la violencia, los narcóticos (que muchos de ellos mismos consumen) atraen la delincuencia como las moscas a la basura, mientras la imposibilidad de acceder a la vivienda propia, hacer familia y tomar el control de sus vidas, asfixian a la mayoría de la población.

¡Cuantas veces ha sucedido esto en la historia!

Entonces, cuando surgen liderazgos que, despreciando la moralina de códigos de conducta caducos, ofrecen un camino de solución práctico que salve la convivencia, donde los jóvenes puedan prosperar y retomar el control de sus vidas, esta élite gatopardezca se alinea de capitán a paje para denunciarlos como populistas, fascistas, extremistas, aparecidos, sin trayectoria etc. A veces estas élites embriagadas por sus propias mentiras, tienen éxito gracias a que las masas están también narcotizadas por este falaz espíritu del Gatopardo, como sucede en Francia, España, Gran Bretaña y especialmente en Alemania, donde el ejercicio de la soberanía popular más parece una ceremonia de suicidio colectivo al estilo Jim Jones.

Entonces, al surgir líderes como los que ha levantado Donald Trump en los EEUU, Marcos Rubio o J.D. Vance, personas que se distinguen por la calidad de sus conductas, en síntesis: hombres virtuosos, la élite debe renovar su arsenal de epítetos para concitar el desprecio de las masas.

En Chile, bajo el manto protector de la Virgen del Carmen, surge en el horizonte un hombre joven que parece encarnar ese género de liderazgo: Johannes Kaiser.

No hay que ser un politólogo repleto de estudios de post grado, para darse cuenta de que él, obtendrá una mayoría electoral que bien podría, Dios mediante, ser una mayoría abrumadora que aplastase el espíritu gatopardezco de las élites. Él, parece encarnar aquel liderazgo inmortal de quienes, desde los confines de la historia, recuperan la convivencia pacífica de los pueblos, bajo la fórmula de propiciar la elevación de la calidad de las conductas de gobernantes y gobernados. Aquel inmutable principio republicano que en los albores de Chile independiente nos legó el inmortal Portales: sumisión a la ley escrita promulgada con antelación a las conductas y ejercitar, gobernantes y gobernados, el respeto de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Cuando la carne está algo añeja, los cocineros la rocían de especias para ocultar su añejez. En esta contienda electoral surgen esos cocineros facinerosos de la mano de los mass media, empresas de encuestaje, dinero de empresarios prebendarios etc. En nuestro caso, de nada servirá. La podredumbre de la élite es demasiado grotesca y evidente para ocultarla con aderezos. Por otra parte, no se puede tapar el sol con el dedo: el corpus de creencias que animó a occidente yace en el suelo cual cristal roto.

El triunfo electoral de J. Kaiser será imposible de evitar por esas élites caducas. La tarea posterior será pues monumental: recuperar el respeto a la ley de autoridades y ciudadanos, moderar las expectativas de las masas disconformes, seducir a aquellas personas para que dejen de ser masas y pasen a tener el control de sus vidas, reconquistar los espacios públicos para las familias y para los hombres y mujeres de buena voluntad, orientar el orden económico para que los jóvenes, en base al trabajo y esfuerzo personal,  tengan un horizonte de expectativas razonables donde puedan prosperar haciendo familia, acabar con el victimismo y recordar el principio que cada cual es responsable de la consecuencia de sus actos.

Marzo 2025

jueves, 13 de marzo de 2025

EL RESENTIMIENTO Y LA DEMAGOGIA

 

En medio de los portentosos acontecimientos mundiales, diría yo, más relevantes incluso que la caída del muro de Berlín, me refiero a nuestro drama local que no está desde luego ajeno a aquellos acontecimientos.

Como la crónica de una muerte anunciada, el gobierno de Gabriel Boric, vegeta entre el acelerado deterioro de la convivencia social y la inanidad para formular y en consecuencia  solucionar, las causas de ese deterioro. Lo dijimos en una crónica al iniciar su mandato[1] en julio de 2021: el problema de Chile no es Boric y sus compañeres de ruta. El problema de Chile es que un número significativo de chilenos votaron por quienes manifiestamente carecían y carecen de las cualidades morales y destrezas mínimas para gobernar una sociedad compleja. ¿Quiénes y por qué lo votaron a pesar de dicha evidencia?, y peor aún: si las encuestas de opinión tienen un mínimo de certeza, ¿quiénes y por qué ¡aun lo siguen apoyando! ante la constatación de su incompetencia?

Válido y urgente es hacerse la pregunta, porque las perspectivas de una renovación profiláctica en el poder, apuntan a que existe un razonable optimismo de que nos aproximamos a una derrota de la izquierda revolucionaria. En efecto, una prospectiva imparcial señala que Johannes Kaiser se convertirá en el próximo Presidente de la República.

Pero los problemas que aquejan a la convivencia nacional son de tal envergadura, que para torcer el timón de la república y redireccionar la decadencia social de nuestra patria, se requiere no solamente un líder. Se precisa un grupo de líderes apoyados por una mayoría contundente, que permita desalojar a personajes que integran los poderes ejecutivo legislativo y judicial y reemplazarlos por personas virtuosas y que no padezcan del cáncer metastásico del resentimiento. Y del mismo modo, desalojar a quienes en las últimas décadas han manifestado la desordenada avidez por el poder que caracteriza a los demagogos. Es decir, cooptar los poderes de estado por quienes, además de la claridad de diagnóstico, principios y fortaleza moral, poseean la honestidad de intenciones expresadas, al proponerse como nuevos conductores de la república.

Gregorio Marañón, intelectual español del siglo XX, en un ensayo sobre el fenómeno del resentimiento[2], nos provee de algunos elementos de análisis para identificar esa pútrida pasión humana que yo diría, en buena parte explica la plataforma de apoyo del desafortunado y autodestructivo gobierno que nos encamina hoy al abismo del caos.

Históricamente todos los fenómenos sociales que se identifican como revoluciones, han sido liderados y apoyados por resentidos. El resentimiento se encuentra en las antípodas de la generosidad. La generosidad nace de la comprensión del mundo que nos rodea. El supremo y perfecto generoso es Cristo, el Hijo del Hombre. Él, y no nosotros, simples mortales, es capaz de comprender cada uno de los entresijos de la existencia humana y de su circunstancia material. Por eso, es Él, el supremo amador. Nos prescribe con perfecta conciencia de nuestra relativa incapacidad: ámense… como yo los he amado[3]. Quiero decir con esto que, en toda creatura imperfecta subyace la dialéctica entre, la generosidad del que conoce los fenómenos que le opone su circunstancia y los enfrenta amorosamente, y el resentimiento que se rebela desordenadamente contra esas circunstancias.

Los problemas de la siquis y de la convivencia humana, surgen cuando es el resentimiento el que impera sobre la generosidad. Más aún, cuando a través de las ideologías, el resentimiento se hace un imperativo moral y se alinean los resentidos como una subcultura. Existe una especie de solidaridad entre resentidos, solidaridad que incluso podría confundirse con afecto e incluso con amor. Pero es solo una repugnante máscara[4]. Quien es gobernado radicalmente por el resentimiento, es un ser mal dotado para el amor. La capacidad de amar surge de una musculatura moral templada y tonificada, que permite la conexión y comprensión del mundo y de nuestros prójimos.

Si las encuestas no están “ensobradas” -como dice Milei para referirse a los sobornos que la prensa y empresas de encuestas-, casi un tercio de la población apoya a un gobierno de personajes integrados por quienes han demostrado ser explícita y manifiestamente corruptos, destructores de la convivencia y muchos de ellos desquiciados. ¿Cómo se explica aquello? Esta realidad -presunta- es más azorante incluso que la votación de hace tres años, porque una parte de los votantes suponemos, no sabían cuan corruptos e ineptos serían. Estimo que es un reflejo de la solidaridad del resentimiento referido en el párrafo precedente. Algo muy preocupante que es menester extirpar para que que la convivencia se haga posible.

En mi artículo que cité de 2021, comparaba a nuestro malhadado primer mandatario con el personaje de Crimen y Castigo, Rodión Romanovich Raskólnikov. En su genialidad anticipatoria de los trágicos acontecimientos que se sucederían en Rusia, Dostoievsky inventó un nombre propio que abarca una intención: la destrucción del orden establecido por los Romanov como supremo bien. La destrucción como bien. Es la inversión absoluta de los valores. Dirán sus parciales: Boric y sus compañeres serán corruptos, incompetentes e impotentes para solucionar los problemas, pero estamos hermanados en el resentimiento. Por eso el Frente Amplio, el Partido Comunista y todos sus compañeres, odian la historia, porque los une el odio a la tradición, esto es, a lo que ha sido y por consecuencia, es Chile.

Es aquí donde se encuentra estimo la madre de todas las batallas en el campo político hoy en nuestro país. La convivencia social asolada por la delincuencia, la apertura deliberada de las fronteras por omisión, la fealdad de los espacios públicos, la ineficiencia desastrosa de la salud y educación pública, la persecución de los justos (los Carabineros) por parte de una justicia desquiciada (fiscales y jueces), son todos fenómenos consecuenciales de la primacía del resentimiento por sobre la generosidad. La tarea política pues es combatir no tanto a los resentidos -que en determinadas circunstancias hay que combatir también- sino al resentimiento social como tal. En dos palabras: la tarea del próximo gobierno libertario que se avizora en el horizonte, debe ser principalmente cultural. Una Kulturkampf.

Alguien, bajo un prurito ideológico liberal equívoco podrá objetar que aquel es un campo de la moral sobre el cual la política, lo público, no puede inmiscuirse o que el Estado es ineficaz para hacerlo. No lo creo. La prueba de que aquello es posible y necesario, es constatar lo que han hecho nuestros enemigos, amantes del resentimiento, la revolución, el caos y la destrucción. Ellos, a través de la cultura han sembrado, cultivado y cosechado el resentimiento. ¿Con qué medios? A través de cooptar la prensa, el cine, los medios, la gran empresa con antivalores. A través de una conducta, ética y estéticamente promotora del resentimiento y una deliberada y activa destrucción de los elementos que representan la generosidad, que en una sociedad es la frágil argamasa que nos une y nos vincula: la tradición, la devoción a nuestros antepasados y -lo que hoy está a la mano- el conocimiento que permita abrirle los ojos al mundo que nos rodea, sacándole el tarro que ponen sobre las cabezas de los gobernados, los medios de comunicación, revolucionarios y demagogos. Una antropología del hombre y de la mujer que es la nuestra, la verdadera, la que construye familias, comunidades, naciones y la paz verdadera. Las viejas virtudes cardinales que son las únicas vigas maestras que sostienen la convivencia.

La política debe estar a la altura de los tiempos como decía Ortega. Vivimos en la era del Cesarismo, de la política de masas, de la tecnología invasiva; época de las grandes megalópolis y de la comunicación tecnológica sin fronteras donde, quiérase o no, el espacio de Lo Político (Carl Schmitt dixit) se ha expandido sin contrapesos. En tal sentido viajamos contracorriente porque conforme lo que nos enseña Marañón, el resentimiento es una pasión que florece preferentemente en las grandes ciudades.

Y en este escenario Cesariano, el otro gran enemigo es la demagogia. Y esto se combate de una manera mucho más sencilla: haciendo al demagogo responsable penalmente de sus conductas mentirosas. Nadie puede ser juez si falla contra derecho explícito por seguir lo políticamente correcto o por corrupción. Si lo hace debe pagar penalmente. Ningún político puede hacer un acto jurídico público o privado que sea taxativamente contrario a lo que su partido político proclama o a lo que él haya sostenido para ser ungido democráticamente. Ningún militar puede traicionar su juramento a la bandera. Si así lo hiciere, debe pagar penalmente. La mentira de un niño se castiga con un cucurucho mirando la pared. La prevaricación de un juez, la mentira de un político, la traición de un militar debe castigarse con cárcel. El imperio del derecho es lo único que nos salva en los tiempos turbulentos que enfrentamos.

Esperamos que el despertar que se avizora pueda obrar como un rompehielos y no solo como una tabla de surf que nos haga caer cuando la ola nos envuelva.

Marzo 2025

 



[2] Tiberio. Historia de un resentimiento.

[3] Juan 13:34

[4] El partido Comunista de Chile tiene todos los inicios de año una fiesta de secta que ellos llaman la Fiesta de los abrazos. Se me figura que la mayoría de esos abrazados gustarían de acompañarse de un puñal. Ver comunistas abrazándose es como ver a una pantera abrazando a un león. Algo no cuadra.

martes, 21 de enero de 2025

LOS GENTILES Y LOS CHANTAS EN EL DEBATE SOBRE PREVISION SOCIAL

 

La palabra gentileza como adjetivo, nos describe la actitud del locutor para con el auditor. La gentileza es la conducta virtuosa del locutor porque es condición necesaria para dar luz a sus palabras y por consecuencia al entendimiento del auditor. En un oficio como la política, la filosofía o la ciencia, resulta importante el darse a entender hacia los auditores. La gentileza entonces es lo que distingue al político, filósofo o científico virtuoso, del demagogo o vendedor de pomada. Lo que la cultura popular ha estigmatizado como el chanta.

En el debate sobre la reforma al sistema previsional lo que ha faltado es gentileza y lo que ha sobrado es chanterío. Me explico:

El dinero es el fruto de una técnica inventada por el hombre en sociedad. Pretende ser un reflejo de valor para el intercambio de bienes y servicios. Pero la pretensión más problemática de este invento de la técnica, es ser reservorio de valor, es decir que la acumulación de dinero en el tiempo nos sirva para conservar valor para las necesidades de bienes y servicios que tendremos en el futuro. Supone pues una estabilidad de ese reflejo de valor. En términos simples: si ganamos dinero con el cual comprarnos un kilo de carne de vacuno en 1980 cuando teníamos 20 años y lo conservamos en el tiempo, aspiraríamos que ese dinero nos sirviera para comprar un kilo de carne de vacuno el año 2040, cuando nos falten las fuerzas para trabajar.

Como eso nunca ha sucedido, por cuanto el dinero es un muy imperfecto reservorio de valor por razones históricamente muy complejas y heterogéneas, se han inventado técnicas de ahorro, que van desde el otorgamiento de un valor ficticio objetivo a alguna sustancia como el oro, a la inversión del dinero que obtenemos en actividades productivas que generen valor.

La palabra previsión nos habla de una visión previa. Una anticipación del futuro que nos permita prever hoy lo que probablemente sucederá mañana. Hay culturas previsoras y ahorrativas donde el individuo es autovalente por sí mismo para prever el futuro, ahorrar, invertir y conservar valor de su trabajo para su futuro. Nuestra cultura mediterránea no se caracteriza por tener esa fortaleza de espíritu. El Estado, es decir la nación jurídicamente organizada, crea pues sistemas previsionales para inducir coercitivamente a la población a ahorrar para la vejez o para los eventos en que el individuo no pueda costear sus gastos de vida. Es llamado por ello ahorro forzoso. Es algo parecido lo que sucede con la educación obligatoria. Los padres debiesen ocuparse de ello, pero si no se ocupan el Estado a través de la subsidiariedad positiva, obra coercitivamente para alcanzar así el bien común.

El tema previsional es muy complejo y por eso se valora tanto a los políticos y técnicos expertos, cuando tienen la gentileza de dejar claro cuales son los dilemas reales que debe soportar un sistema previsional. Del mismo modo, resulta muy repulsivo que tengan autoridad y opinión sobre este complejo problema los ignorantes y los demagogos que opinan sin saber o que sabiendo eludan referirse a lo que realmente persiguen con sus opiniones y propuestas legislativas. Hemos escuchado un desfile de opiniones vagarosas de los políticos quienes se manifiestan urgidos para que mejoren las pensiones. Para ello señalan que han llegado a acuerdos que serían el vehículo para alcanzar dicho fin. Un escrutinio de aquellas aparatosas declaraciones deja a la clase política una vez más al desnudo en su obscena demagogia.

¿Cuáles son los dilemas principales para que un sistema previsional exista y cumpla con el objetivo de asegurar, de la mejor forma posible, que el que trabaja conserve ahorros que le permitan, cuando ya no pueda hacerlo por ancianidad o incapacidad, tener recursos para sus gastos de vida?

1.       Que este sistema esté referido exclusivamente para los que trabajan productivamente y ahorran sea forzosamente y/o voluntariamente. Aquí se florean los demagogos chantas. Confunden deliberadamente el sistema previsional de seguridad social, con la asistencia social para los desamparados. Se habla del Derecho Humano a la Previsión social que no es otra cosa que la caridad pública que los políticos pretenden hacer con el dinero ajeno, a fin de que se les gratifique con el voto y la preferencia electoral.

¿Quieren gobernantes y gobernados que los que no han trabajado productivamente, o no han ahorrado lo suficiente tengan una pensión asignada graciosamente y a todo evento? Pues díganlo con exacta claridad. Y transparenten cuales son las condiciones para ello: edad, situación social de los beneficiarios y cuánto le costará aquello año por año a la hacienda pública este regalo. Igualmente informen cuantos impuestos deberemos pagar todos los chilenos adicionalmente para que esas personas gocen gratuita y graciosamente de ese beneficio.

Lo que es una inmoralidad y un engaño demagógico, es confundir aquello con la previsión social. Porque es exactamente lo contrario de previsión social. Eso es beneficiar y estimular la imprevisión social. ¿Puede ser aquello legítimo y formar parte de la subsidiaridad positiva del Estado? Es discutible, pero podría ser.

Lo que es un monstruoso engaño, asaz de un des incentivo a los ahorrantes previsionales, financiar la imprevisión social, con el dinero de los previsores, es decir financiar las pensiones gratuitas con el dinero de quienes a través de su trabajo han ahorrado su dinero, no importa que ese ahorro sea forzoso. Es como obligar que el alumno aplicado ceda parte de su buena nota al porro para que este pase de curso. Eso no es justicia distributiva. Eso es directamente un robo.

2.       De qué manera el Estado asegura al que trabaja y ahorra, que la unidad de medida de ese trabajo, que será siempre el dinero, no sufra deterioro. ¿Cómo podría sufrir deterioro? A través de la inflación y del endeudamiento de la hacienda pública. También hay que señalar y trasparentar al ahorrante, que aquello es condición necesaria pero no suficiente de la estabilidad del valor del dinero, porque vivimos una circunstancia histórica donde las grandes potencias monetarias (EEUU, China y UE) hacen todo lo posible por reventar el sistema mundial de estabilidad monetaria a través del endeudamiento uniformemente acelerado y emisión inorgánica. Esto último ha conspirado contra la rentabilidad de las AFP chilenas, que son sin dudar un género de las instituciones mundiales técnicamente más sofisticadas y eficientes para conservar e incrementar valor del dinero de los ahorrantes.

La propuesta del gobierno aceptada por la seudo oposición, es financiarla con deuda pública que soportarán los propios ahorrantes previsionales. ¿Cómo pagará esa deuda pública inorgánica el Estado en una economía que no crece (o decrece)? Pues con emisión y más deuda pública que tendrá el efecto de licuar el ahorro previsional. ¡Genial!

3.       Que los administradores de los fondos previsionales, sean expertos de altísima calificación capaces de hacer permanentemente un análisis prospectivo de la economía local y mundial, a fin de determinar cuál es el óptimo destino de ese ahorro y que cuiden, como hueso de santo esos ahorros, del principal depredador de la liquidez de los ahorrantes, que en los tiempos que corren es sin género de dudas los Estados nacionales. En el caso nuestro, tratar en lo posible de que el portafolio de deuda pública sea el menor posible.

¿Cuál ha sido la propuesta de nuestra visionaria clase política?: que parte (menor por ahora (pero in crescendo con certeza) del ahorro previsional se transforme automáticamente en deuda, tal como hicieron los peronistas en argentina, hasta que no quede ningún peso previsional sin la pringa del Estado, para entonces darle el manotazo definitivo bajo la justificación que la deuda es impagable.

Relato una anécdota personal ilustrativa de la honorabilidad del Estado para respetar sus compromisos financieros: estudié en el Colegio de los Padres Franceses de Alameda. De niño en las mañanas de invierno en la entrada del colegio, veía que al frente, en alameda esquina Brasil, hacían una cola de dos cuadras de los pensionados del Servicio de Seguro Social, para recoger mensualmente sus pensiones reducida por la inflación a niveles bajísimos. Cuando me hablaban de “los pobres” mi mente infantil evocaba a esos pensionistas. Eran los beneficiarios del sistema de reparto. Años más tarde cursando cuarto año de leyes, uno de los primeros trabajos dignos como procurador, fue estudiar los títulos que un cliente del abogado para quien trabajaba, que quería comprar un elegante departamento ubicado en un edificio en Alameda al costado oriente del Ministerio de Defensa. Construido en la década del 1940-50, de 160 metros cuadrados por departamento, lujosos accesos y terminaciones, artefactos importados de lujo etc. Los títulos indicaban que había sido construido con un crédito del Servicio de Seguro Social. Es decir, con el dinero de aquellos desamparados que hacían cola. Aparecía en la historia de los títulos, que varios honorables senadores de la época habían comprado con un generoso crédito de la Caja de Ahorros en pesos. En buen castellano: El esfuerzo de ahorro de los obreros que cobraban pensiones miserables, había ido a parar a las faltriqueras de los honorables. Lo que sucederá con este “préstamo al Estado” de los ahorrantes previsionales, lo podemos entonces pronosticar como pronosticamos la lluvia cuando sopla el viento norte.

Quiero hacer una expresa reserva dentro de la clase política, para el ex ministro del trabajo militante del Partido Socialista, don Osvaldo Andrade. Él no se ha conducido como un chanta. Por el contrario, gentilmente ha reconocido en un programa de la TV lo que se encuentra en juego en esta discusión política: Ha dicho, no es tanto las pensiones lo que está en juego, lo que está en juego es quién administra las pensiones, es decir quien tiene el poder, si es el Estado o los particulares.

En el otro extremo, la expresión récord en demagogia, falsía  y burla hacia la inteligencia de los ciudadanos, está Evelyn Matthei quien ha sostenido que el Senador Galilea es un héroe por haber tenido el “coraje” de ceder y contrariar lo que les prometió a sus electores: que jamás permitiría que el Estado administrara sus ahorros previsionales.

La clase política ha venido comportándose de una manera escandalosamente auto complaciente con sus propios intereses que se confunden con los intereses patrimoniales del Estado, incrementando el gasto y la deuda pública a niveles exorbitantes, y refractaria a los intereses de los ciudadanos de a pie. Pero el proyecto de ley de modificación de pensiones es, creo yo, la gota que rebalsó el vaso.

Si el electorado se conduce no digo ya con lucidez, sino con un mínimo de instinto de conservación, tendrá que votar por cualquier opción que suponga desalojar del poder a la casta más corrupta de la historia de la república en la próxima contienda electoral, sean estos de derecha o izquierda que en esta materia han obrado “amarraditos los dos”. Si no es así; si jóvenes y trabajadores cotizantes los reeligen, quiere decir que en Chile puede volar un Rinoceronte.

Enero 2025