El presidente electo Gabriel
Boric, le ha “hecho” las vacaciones a algunos veraneantes de Las Brisas,
Cachagua, Zapallar y de los lagos del Sur que buscan pensar positivo. Aquella
derecha cedente y concedente a la demolición de las bases de convivencia proyectada
por la izquierda revolucionaria, tiene así su merecido respiro. Marcel
es el próximo ministro de hacienda. La bolsa sube, el dólar baja y todo camina sobre
ruedas. Dirigentes gremiales se manifiestan conmovidos con una poesía declamada
por Boric en la Enade - que da cuenta su inocultable resentimiento social -. Y muchos
hacen afectados votos de confianza sobre la moderación del electo.
Pero quiero incomodar a esos
optimistas veraneantes para destacar otra señal que quiso dar Boric urbi et
orbi, y que pasó colada: Fue a reunirse con el nonagenario sumo sacerdote del
fracaso socialista en Chile, Jaques Chonchol Haít, para rendirle un merecido
homenaje. Le pide consejos como lo haría un aprendiz de brujo con el hierofante
máximo, y el electo revela ante periodistas ignorantes de nuestra historia, que
fue un gran transformador. Para las generaciones nuevas, recordaremos quien
es Chonchol motejado Atila por la revista Topaze, pues donde pisaba no
crecía más nada. Fue el inspirador de la reforma agraria de Eduardo Frei y de
Salvador Allende. Funcionario de ambos gobiernos por cuanto en las postrimerías
del gobierno demócrata cristiano, sintió la llamada de la selva y migró al
movimiento revolucionario de izquierda marxista MAPU, parte de la Unidad
Popular, la coalición de Allende. En entrevista publicada en el libro Reforma
Agraria Chilena de Angela Cousiño y María Angélica Ovalle, le preguntan, cual
fue el objetivo de la reforma agraria, a lo que Chonchol responde; Terminar
fundamentalmente con el dominio de la hacienda y con el poder de los
latifundistas. ¿Desarrollar el agro, superar la pobreza, aumentar la
producción? Nada. A confesión de parte, relevo de prueba. Ya antes se había
efectuado en la Unión Soviética este experimento con la colectivización forzosa
llamada la Deskulaquisación (los Kulak eran los hacendados). Como la
Unión Soviética tenía peor clima que Chile, murieron de hambre 6 millones de
inocentes solo en los campos como consecuencia del experimento. En Chile, la magnífica
obra de Chonchol hizo que el presidente Allende nos advirtiera el 9 de
septiembre de 1973 que había trigo (importado) para tres días y ahí se acababa
la cosa. La agricultura chilena se encontraba arruinada. Sin contar los
expolios, arbitrariedades, muertos y violencia que la mentada reforma agraria sembró
en la comunidad humana del agro chileno. Los militares intervinieron dos días
después. Arreglaron el desastre; y de la reforma agraria nunca más se supo.
En la obra citada le preguntaron
a Chonchol si había trabajado alguna vez en el campo, y contestó que sí: un año
en un fundo de Pirque cerca de Santiago. Le consulté a mi fallecido amigo
Eduard Simón chileno francés, esforzado creador de una estancia modelo en
Aysén, compañero de curso en agronomía de Chonchol, si había leído el libro
comentado. Me contestó que sí, pero que Chonchol mentía. El año que dice
haber trabajado en un predio particular era la práctica profesional a la cual
todos los alumnos de agronomía estábamos obligados. Entonces ahí hay una identidad con el
presidente electo: ambos nunca le han trabajado un día a nadie fuera de la
burocracia estatal.
La izquierda ha sido
históricamente diestra para generar relatos para transformar la basura en oro y
viceversa. Pero con la reforma agraria no lo han logrado. Fue un fracaso
demasiado evidente, económico y social; y sus únicos frutos fueron, discordia,
pobreza, violencia y muertes.
Esta señal, mal que les pese a
los cómodos veraneantes, exhibe al verdadero Boric. Aquel de la primera vuelta
presidencial, que al ver que su mensaje revolucionario a las compañeras y
compañeros lo llevaba al despeñadero, agiornó su discurso y convocó al millón
de votantes identificados con las grandes demandas insatisfechas.
Con la visita a Chonchol, Boric
envía una señal a ese millón adicionales de ingenuos que votaron por él,
y a esos empresarios conmovidos con los versos resentidos del poeta Linh: las
demandas de los votantes seguirán insatisfechas; las esperanzas de los
empresarios se verán frustradas. ¿Saben por qué? Porque Boric es un
revolucionario que quiere cambiar el mundo y las expectativas no solo no se
verán satisfechas, sino que las consecuencias de mesianismos al estilo
Chonchol, son devastadores para todas las sociedades en todo tiempo.
Enero 2022
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