miércoles, 6 de octubre de 2021

¿ES EL PODER CAUSA DE ESTUPIDEZ, O LA ESTUPIDEZ FUENTE DE PODER?

 


 

El poder a través de la historia tiene buena prensa. Nos emocionamos y tendemos a admirar a los poderosos históricos. Julio Cesar tenía su Twitter propio. Gustaba de decir frases para el bronce; Vini vidi vinci; Alea Jacta Est; Vade Vinci; etc. Napoleón algo parecido. Pero el fenómeno del poder está también lleno de contradicciones no suficientemente estudiadas por los historiadores y filósofos de la historia. Alejandro murió en una borrachera sin sentido. Hernando de Magallanes ahogado por hacerse el valiente frente a sus inferiores y después de un almuerzo regado. Hegel – a mi juicio mayormente un charlatán – sostenía que había una inteligencia histórica que conducía al mundo del espíritu. Yo desde mi humilde punto de vista creo lo contrario que Hegel; hay una estupidez que guía la historia de los poderosos. Ojo que digo de los poderosos, no de la humanidad. En la administración del poder la necedad es la regla; la excepción es la inteligencia. La humanidad está compuesta de pequeños grandes hombres que construyen: el que inventó las herraduras de los caballos, el agua corriente y el escusado, la rueda, los microchips, el derecho romano, etc.; y grandes hombres que se aprovechan de lo que construyen los pequeños y normalmente (hay excepciones) con su ambición lo deterioran o en el extremo lo destruyen.

El hombre necio del evangelio es calificado de tal solo por llenar sus graneros. Pregunto al lector: ¿De qué sirve poseer un patrimonio superior a los 100 millones de dólares después de los 60 años de edad? Si razonamos correctamente llegaremos a la respuesta: De absolutamente nada. La pregunta está formulada en el título de estas letras: ¿El poder causa estupidez, o la estupidez es fuente de poder con su avidez insana?

Su Excelencia el presidente de la República, parece darnos una pista para su caso; el poder sería la causa de su estupidez. Piñera da una conferencia de prensa, entero, vigilante, asertivo, despierto, sagaz; para explicarnos según él, la evidente cuadratura del círculo. El no tienen nada que ver ni ninguna relación, con el hecho que de un acto de gobierno que él preside se derivaría una ganancia para su familia – es decir para él mismo- de 157 millones de dólares. No lo habíamos visto así hace muchos meses. Para referirse a los actos del gobierno del Estado se le notaba afectado, dubitativo, deteriorado físicamente y casi siempre con mascarilla. Aquí, a rostro descubierto nos da su “verdad” categórico y rejuvenecido.

¿Puede ser fruto de la inteligencia querer ganar 157 millones de dólares más, cuando se tienen entre dos mil y tres mil millones, y aquella ganancia le reporte necesariamente su ruina moral? No. No lo es. Como abogado he asistido a cierres de negocios donde las partes disputan minucias hasta altas horas de la madrugada, solo para sentirse ganadores. Mi profesor de derecho procesal don Juan Pomés contaba que, oficiando de juez partidor de una herencia, una comunera hereditaria cogió a la fuerza el anillo de brillante de su madre, y le amenazó con lanzarse por la ventana de su oficina si él, como juez partidor, no se lo adjudicaba.

La avidez de dinero y el poder por sobre las capacidades humanas, genera estupidez. No hay duda. En el caso de Piñera, su estupidez no solamente lo daña a él mismo. Daña a todo el país; al Estado del que es jefe; a la juventud de Chile; a sus parciales y a sus contendores.

Las óperas wagnerianas nos emocionan con la caída de los héroes. Sigfrido muere como héroe y la música de su funeral nos conmueve. La caída de Piñera será como una cumbia villera: rasca, fea, de mal gusto. No nos dejará ninguna enseñanza y mucho daño.

Que pena por Chile.

Octubre de 2021

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