martes, 7 de septiembre de 2021

LAS ABEJAS, LOS HOMBRES, EL MUNDO ARTIFICIAL Y EL CORONAVIRUS

 


Soy apicultor aficionado. Tengo colmenas y he estudiado a estas maravillosas criaturas, más que por afán productivo, por el placer de sorprenderme con su organización. Cuando despunta el verano, luego de una primavera pródiga en flores, se produce un cambio de conducta en las abejas que los apicultores describimos como “fiebre de enjambre”. La abeja reina acelera su secuencia de postura, y las abejas nodrizas empiezan a alimentar mayor número de larvas con jalea real, alimento que permite a esas larvas desarrollarse como abejas reinas. Lo que su adaptación de millones y millones[1] de años les ha enseñado, es que cuando la naturaleza es pródiga deben expandirse. Es la oportunidad de crecer y hay que prepararse para esa opción. El apicultor debe estar atento a este fenómeno para crear con nuevas reinas y abundante población de abejas obreras, nuevos núcleos. Si no lo hace pierde las abejas y estas se van al bosque a vivir en colmenas naturales inaprovechables para el hombre. A la inversa, si la primavera ha sido seca y pobre en floración, esa conducta no se manifiesta. Conservan su población y no se expanden. Las abejas viven en función de las expectativas, tal como enseña la ciencia económica.

La modernísima agricultura ha creado cultivos artificiales como el rap, insumo para aceites comestibles. ¿Han visto los cultivos de rap en flor? Es algo maravilloso: una explosión de flores amarillas que se puede observar desde los satélites del espacio. La sorprendente inteligencia humana ha creado esta realidad artificial que le permite obtener decálitros de aceite vegetal en extensiones relativamente pequeñas de cultivo, gracias a las semillas genéticamente adaptadas y a procedimiento de cultivo sofisticados. Los productores de rap contratan apicultores para que instalen colmenas en los contornos de la siembra. Las abejas, a través de su trabajo, aceleran y homogenizan la floración de las plantas; ambos, requisitos para el éxito del cultivo. Pero para los apicultores, esta prestación de servicios ha sido un quebradero de cabeza. ¿Por qué? Sucede que las abejas ven esta floración exuberante y procesan que la naturaleza toda, ha sido pródiga en la temporada. Su condicionamiento milenario, no les permite entender que es este un cultivo artificial. Y se produce la fiebre de enjambre elevada a la potencia, lo que genera graves pérdidas para los apicultores, porque no hay capacidad posterior para alimentar a la gran cantidad de nuevos núcleos que se podrían formar. Incluso las abejas se distraen de su trabajo ordinario en su equivocado afán de reproducirse.

Con el hombre y las colectividades humanas está sucediendo, desde hace cuatro siglos, un fenómeno similar; y en el mundo contemporáneo este fenómeno se ha acelerado exponencialmente. La técnica humana ha generado un mundo artificial que ha beneficiado a toda la humanidad, pero paradojalmente a consecuencia de ello el hombre padece, una crónica desadaptación. El vértigo de la capacidad creadora del hombre fruto de la racionalidad humana, no ha ido acompañado de una aceleración de su capacidad racional de adaptación a esas realidades artificiales. En efecto, el hombre se comporta como si las creaciones de la técnica fuesen parte de la naturaleza, y olvidando su precariedad existencial desordena su vida lo que genera angustias personales y crisis colectivas.

Hemos pagado en el transcurso de estos cuatro siglos un alto precio cuando el poder político confunde el mundo artificial de la técnica con el mundo real. Aristóteles hace muchos siglos hizo saber que la virtud de la prudencia era la que debe primar en el arte de la política, esto es en el arte del buen gobierno. Este mundo artificial deprime esa virtud.

La reacción del poder político con la llamada pandemia covid 19 es un ejemplo de este fenómeno de confusión de planos de la realidad. Esa reacción ha causado un grave daño colateral por las consecuencias que ha tenido y tendrá en el futuro en la sociedad occidental. La secuencia de acontecimientos es la siguiente: 1) El aparato burocrático del sistema mundial de salud -que generan un gasto corriente de billones y billones de dólares- se auto legitima como los guardianes de los peligros de la salud mundial y se manifiesta capaz de vencer a la muerte por enfermedad; 2) Crean una serie de protocolos[2] de reacción ante el surgimiento de una pandemia mundial. 3) Para legitimar su presencia y gastos incrementales, por protocolo bajaron la definición de pandemia hace 6 años atrás, quitándole el requisito como causante de una “mortalidad significativa”. 4) Apareció un presunto nuevo virus[3] – como la naturaleza los viene creando desde que apareció la vida en el planeta- que enferma a un porcentaje muy menor de la población mundial, con un compromiso respiratorio que es difícil de identificar de otros virus que generan ese mismo síntoma. Además de enfermar efectivamente a un ínfimo porcentaje de la humanidad, su letalidad es aun menor y hasta ahora no supera las muertes anuales por tuberculosis, sin que se haya declarado la tuberculosis como pandemia. 5) Como el porcentaje es muy menor, la burocracia sanitaria para legitimar su proceder considera infectados, a quienes dan positivo con un examen – el PCR- cuyo inventor reconoció que no es idóneo para identificar virus. El resultado es que el numero de supuestos infectados que no están enfermos es calificado de tales en condición de asintomáticos[4] y se les obliga a obrar como apestados. 6) Se autoriza la aplicación masiva de vacunas en condición de prueba, sin control estadístico y con carácter obligatorio, violando el derecho internacional civilizado contenido en la declaración de Nuremberg sobre la aplicación de medicinas y vacunas de prueba. 7) Se somete a la población a una ingeniería social de concientización a través del terror, en la operación de propaganda política más extensa e intensa que se tenga registro. Se les obliga a llevar mascarilla, un artilugio que científicamente no sirve para nada fuera de un quirófano. 8) Se ocultan y tergiversan datos estadísticos para ocultar el monstruoso fracaso de la campaña de inoculación de vacunas. Hasta ahí vamos.

Nuestra estructura neuronal, fruto de un largo proceso de adaptación, está conformado por tres capas responsables de los mecanismos de reacción ante los estímulos del medio: la arquicorteza, responsable de las respuestas automáticas y reacciones fisiológicas que hacen posible la supervivencia; la paleocorteza, responsable de las reacciones sensitivas y emocionales; y por último la neocorteza responsable del pensamiento racional, mecanismo este último, que los humanos han desarrollado como ninguna otra especie lo ha hecho.

Tenemos la racionalidad que suponemos no tienen las abejas, pero en esta maraña de protocolos sanitarios casi nadie es capaz de ejercitar esa racionalidad. El resultado será el mismo de las abejas: sufriremos un deterioro poblacional y de salud pública incalculable de momento. Sufriremos un empobrecimiento también imposible de calcular. El endeudamiento mundial ha llegado a límites que ponen en jaque el orden económico mundial. El tren sigue veloz y el abismo está ahí; a unos pocos kilómetros de distancia. La creencia de los líderes, al igual que Greespan antes de la crisis sub prime, es que las cosas se arreglarán solas y por último, nadie de los responsables estará ahí cuando llegue la hora de pagar la cuenta.

Hombres libres y racionales: ¡Despertemos!

Septiembre 2021

 

 

 



[1] Se estima que las abejas son 100 veces más antiguas que el homo sapiens. Los ápidos existirían hace 30 millones de años y el homo sapiens hace 300 mil años

[2] Esta palabreja en política es la negación per se, de la virtud de la prudencia, aquella que obliga a ponderar TODAS las consecuencias de nuestros actos. Las abejas tienen como señalé un protocolo; abundante floración=incremento en la postura y la población de abejas reinas.

[3] Digo presunto porque hasta la fecha de hoy, el Sars 2 cov19, no ha podido ser aislado tal como la virología exige para ser identificado como tal.

[4] Este es un concepto casi delirante porque los asintomáticos son enfermos que no están enfermos y es el fundamento de esta febril fantasía tendrá devastadoras consecuencias en el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario