viernes, 24 de abril de 2015

COMENTARIOS AL LIBRO LA DERECHA EN LA CRISIS DEL BICENTENARIO DE EDUARDO HERRERA

COMENTARIOS AL LIBRO LA DERECHA EN LA CRISIS DEL BICENTENARIO
DE HUGO EDUARDO HERRERA

Ordenado y lúcido trabajo en los ámbitos que abarca y con las premisas con que aborda el problema.
 En ese aspecto el autor hace un descreme de lo que ha sido la breve historia intelectual de lo que entendemos por sector socio cultural de la derecha en Chile. El resultado es bastante desolador por lo breve de este historial de creación intelectual; y la conclusión que se deriva de esa brevedad, es que no hay nada nuevo bajo el sol  en cuanto al supuesto por el autor apagón cultural que vivimos hoy. Coincido con el autor que Edwards Vives, Encina, Guzmán, Góngora, son las excepciones que confirman la regla. A mi juicio el sector sociocultural que representa la derecha goza hoy del mismo escueto bagaje cultural humanista que la ha acompañado desde siempre.

Su interesante intento de adentrarse en el contrapunto, entre progresismo lineal y concepciones cíclicas del mundo y de la historia, resulta demasiado breve; seguramente porque excede la frontera de su trabajo. Pero profundizar en ello para entender el tópico en que el autor avanza en el libro, es demasiado necesario para haberlo tocado sin profundidad.
Y cuando analiza el supuesto liderazgo intelectual de la izquierda en el Chile contemporáneo, olvida el autor que este sector es más pobre aun en su creación autóctona. Porque la “creación” intelectual de la izquierda chilena es históricamente casi nula. Ramírez Necochea, Marta Harnecker ¿ y …?

Ante esta implícita evidencia de la pobreza intelectual chilena para entender nuestra realidad nacional, el autor no se hace cargo, de lo que resulta tal vez la tara intelectual por antonomasia de las clases pensantes en Chile: su comodidad a dejarse influenciar sin juicio crítico por la avasalladora realidad global que nos rodea. Solo menciona en su exégesis de los autores que cita las influencias intelectuales foráneas que han permeado a cada uno.

Porque el liderazgo intelectual de la izquierda chilena contemporánea, supuesto por el autor, surge evidentemente del ambiente cultural internacional y de la dramática parálisis ideológica de occidente, donde las ideas progresistas campean por el absoluto olvido de premisas que son la base del sustento filosófico de quienes por mera intuición, defienden el orden social, el esfuerzo personal como imperativo categórico, la nación y familia como núcleos de construcción de la libertad verdadera.

Este progresismo del que además se hacen eco con una uniformidad sorprendente los medios de comunicación de masas y el control de los centros de creación intelectual más poderosos, es la clave del liderazgo ideológico de la izquierda. Existen evidencias que los centros de poder mundial en el ámbito de las ciencias humanas solo promueven la visión del mundo funcional a dichos centros de poder. El progresismo en Chile hoy entonces, se nutre de ello, y se ha sustentado en los últimos 100 años en Chile.
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Porque “las modas” intelectuales de occidente (Europa occidental y Los Estados Unidos de Norteamérica) ha condicionado, más que nosotros mismos, el devenir nacional hasta en sus más mínimos detalles desde Almagro hasta la fecha, y han pauteado a los intelectuales hasta el límite de ver un país irreal en el afán de reducirlo a la realidad foránea. Aquel chiste que se le atribuye a Barros Borgoño que señalaba “permuto país largo, lejano y accidentado por uno más pequeño, de preferencia próximo a París”  identifica a nuestra inteligentzia nacional.

Tampoco toca el fenómeno de la relación; creación y expresión intelectual, y poder. La creación formal intelectual, se relaciona con el discurso público; y este se relaciona con el poder. Es aquí donde hay que darle un punto, al análisis de Carlos Marx que siempre hemos combatido, para entender el por qué de la parálisis intelectual occidental, que deviene en parálisis intelectual chilena.

La segunda gran observación que hago al trabajo de Herrera – que no creo que sea una omisión del autor – es que no parte por definir que es la derecha; cual son sus fronteras valóricas, su visión del mundo y del hombre; condiciones necesarias según mi punto de vista, para calificarlo de grupo de referencia. Digo que no creo que sea una omisión sino más bien un deliberado olvido en el afán de llevar más agua al molino de la derecha. Porque en verdad meter a Góngora y a Luis Larraín en un mismo saco, parece un ejercicio harto forzado.

Finalmente coincido con el autor en una idea fuerza expresada tenuemente: la confrontación izquierda- derecha, la ven parte de los actores contemporáneos, en la lógica de la guerra fría, donde el imperativo era suprimir al “enemigo”. Aquella confrontación en el ámbito nacional, tan importada y ajena a nuestra realidad propia como las batallas entre clericales y anticlericales en el siglo antepasado, hacen necesaria para la intelectualidad que pretenda influir en los destinos de Chile, a “resetearse”. Esa humildad intelectual que emana del libro de Herrera, creo yo, es lo más valioso.

El resultado de este vacío intelectual que campea en la política, si bien no ha alcanzado para desmoronar su evolución cotidiana, gracias a que el gobierno militar y los primeros tres gobiernos de la concertación depuraron el orden institucional, mantiene los graves desafíos del futuro en una nebulosa total. Y en el ámbito de la elección de los liderazgos está teniendo un efecto devastador en un régimen republicano esencialmente presidencial y cesariano como el nuestro.

Alguien por ahí en la derecha descubrió que para conquistar el gobierno de la república, no hacían falta líderes. Bastaba con figuras. Porque la “pega” la hacían los técnicos. La candidatura de Hernán Büchi, de Arturo Alesandri Besa, de Joaquín Lavin Infante y finalmente de Sebastián Piñera, fueron el fruto de esa idea fuerza. Los líderes de la derecha rechazaron como opciones, a líderes de la talla de Sergio Onofre arpa o de José Piñera Echenique, por personalistas (léase por ser líderes políticos en el cabal sentido de la palabra).

La izquierda, cuando casi perdió la elección de su mejor líder, Ricardo Lagos Escobar, decidió replicar esta idea fuerza de la derecha: no más líderes. Solo figuras.

Sebastián Piñera, quien en todo su gobierno hizo gala de su superficialidad, tuvo a mi juicio su cenit, en la patética petición del Jefe del Estado de Chile, hecha al presidente de los Estados Unidos, de sentarse, cual escolar impúber, en la silla de la sala oval de Barak Obama. Eso es lo que es Piñera. Un corredor que quiere ganar. Nada más. Un exitoso atleta del Verbo Divino.

Michelle Bachelet, escondió su total falta de liderazgo en su primer gobierno, dado que la burocracia estatal y líderes en la izquierda ayudaron a la continuidad de los exitosos gobiernos precedentes. La inercia la salvó. No pudo evitar empero su patética falta de liderazgo en el terremoto, que costó más vidas por su total parálisis emocional. Pero como el aplausómetro la impuso, la candidateo nuevamente la izquierda y el resultado se encuentra a la vista. Su “equipo” político y ella misma, están como el gallego en medio de un cuarto color blanco con una puerta negra: no saben cómo salir de este laberinto.

Quiero decir con lo anterior que lo peor de la política chilena en estos últimos años es su total e impúdica superficialidad, para buscar entender el mundo, a su país, a sus raíces, sus valores; superficialidad nacida desde los cuadros de la derecha y desde ahí exportada a la izquierda, y que tiene como dramático resultado que sus liderazgos son incapaces de encarar los desafíos urgentes de la Nación.

El libro cae justo cuando con los “escándalos” del financiamiento empresarial a todos los sectores de la política chilena, dan cuenta de liderazgos comprados en la esquina y pagados con las dádivas generosas de las personas jurídicas con fines de lucro.
Coincido con el autor: no son los tiempos del activismo, menos aún del activismo reactivo. Si la derecha quiere influir en el futuro de la República, deberá autodefinirse, pensar en los fenómenos que están cambiando al mundo y por consecuencia a Chile; y especialmente enjuiciar como el hombre con su humanidad y su alma trascendente, puede montarse en este mundo velozmente mutante.

Gracias a Hugo Eduardo Herrera por su aporte.

Abril 2015   


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