sábado, 5 de julio de 2025

DEL ROMANTICISMO DEL FRENTE AMPLIO AL PRAGMATISMO DEL PARTIDO COMUNISTA

 


El romanticismo es un fenómeno intelectual que invita a romper con los cánones, reglas y normas que provienen de la tradición y, en el caso de la política, reemplazarlas por utopías. Tradición no es una ideología ni menos una utopía que nos invita a vestirnos de medioevales. No es más que un conjunto de datos que las generaciones se entregan a través de la historia. La palabra lo dice; viene del latín tradere que es entrega.

La historia conoce como la Revolución Burguesa o la Revolución Romántica, aquella serie de acontecimientos ocurridos en Europa en 1848 que intentaron destruir el orden monárquico, y que fracasaron en casi todas las plazas donde se manifestaron.

Modelo de romántico es nuestro compatriota Guillermo Matta Goyeneche quien escribió en 1854, precisamente inspirado por aquellos acontecimientos de 1848. Toda revolución es un nuevo desarrollo, una nueva manifestación de la verdad; es un mundo de ignorancia que cae y otro que se levanta; en una palabra, es la inauguración de una idea más grande y la exaltación de un principio más noble.[1] Matta, hijo de un riquísimo minero de Copiapó, era lo que Ortega identificaba como el señorito satisfecho; aquellos quienes el destino puso en una condición privilegiada y tienen una perspectiva del mundo desde esa condición privilegiada.

Los revolucionarios románticos por lo general fracasan al poner en práctica sus utopías. Así pasó con Matta. Así pasó con la revolución burguesa de 1848 en Europa. Ello por una razón bien simple: porque cuando la demolición propiciada comienza a hacerse efectiva, los románticos recienten la pérdida de sus privilegios que distorsionaban su visión de la realidad. Fatalmente, aserruchan la rama donde están sentados.

Boric y el Frente Amplio han sido de esta estirpe de revolucionarios. Criticaron lo que ellos llamaban el neoliberalismo y prometieron su destrucción, pero otra cosa era con guitarra, porque sin “neoliberales” que se levantan temprano para hacer mover el país, pronto la economía se resiente, cae la recaudación fiscal y se acaba la plata. Y lo que menos quieren los compañeres es perder sus privilegios de consumidores sofisticados de restoranes, smartphone o de viajes a EE.UU., Europa o el Caribe, para observar in situ cuan perverso es el neoliberalismo. Dentro de otras cosas, por eso capotó la candidatura de Gonzalo Winter y el Frente Amplio en las elecciones primarias de la izquierda.[2]

Hagamos un poco de historia: La izquierda socialdemócrata que sucedió al Gobierno Militar, suspiraba por un estado socialista. Pero con la caída del muro de Berlín tuvo que conformarse desde 1990 hasta 2010 con administrar el odiado neoliberalismo.

Pero cuando en 2006 aparecieron los pingüinos, aquellos jóvenes que con discursos románticos encendidos propios de la revolución de 1848 que encarnó en su tiempo Matta Goyeneche, les volvió “el alma al cuerpo”. Afloró nostálgicamente el romanticismo revolucionario de aquellas élites. Enjugando lágrimas de emoción, regaron la plantita de aquel grupo de impulsivos jóvenes que formarían lo que después fue el Frente Amplio.

Su madre protectora Michel Bachelet en 2014, se encargó que le “donaran” una diputación por Santiago al joven calvo de ojos lánguidos Giorgio Jackson, quien fungía hace 10 años de filántropo moralmente superior, y cuando fue gobierno, se reveló como un experto en latrocinios de la plata de todos los chilenos, quien mediante sofisticados auto robos de pruebas que le inculpaban, tendió una red de impunidad escandalosa.

¿Qué le va quedando a la izquierda democrática para cumplir su sueño romántico? Nada… Absolutamente nada, excepto el pragmatismo del incombustible Partido Comunista de Chile. Así lo han demostrado las elecciones primarias de esta izquierda agónica.

Pero sucede que el espíritu revolucionario del PC, nada tiene que ver con romanticismos. Su praxis se alimenta de aquella energía volcánica que es el resentimiento social, que proviene del pecado de la envidia, que nació con Caín y acompaña a la humanidad desde siempre. Resentimiento que es el peor veneno que atenaza a nuestra raza[3].

Esa es la primera razón por qué en Chile existe un Partido Comunista, verdadera pieza de arqueología política, homónimo y heredero de la ideología que ha asesinado a 150 millones de seres humanos a lo ancho del mundo, como consecuencia directa de su praxis criminal. Lo que no es un decir discursivo sino una realidad empírica.

La segunda razón por la cual existe el PC en Chile, es la parálisis intelectual y analfabetismo práctico de nuestra población y especialmente de nuestra élite, que por desidia o incapacidad de relacionar ideas, no conoce las “proezas” del comunismo a través de la historia. Recomendaría como jarabe para superar esta parálisis, la lectura de, Archipiélago Gulag de Solzhenitsin, El Libro Negro del Comunismo de varios autores franceses de izquierda, incluidos excomunistas, y Memoria del Comunismo de Federico Jimenez Losantos, solo para empezar.

No. Los comunistas cuando tienen poder no comen guaguas como caricaturizan para inhibir las evidencias de los crímenes que los sindican como lo que son. Los comunistas cuando tienen poder, matan. Y matan mucha, mucha gente. Cuanta sea necesaria y cuánto les permita el poder que tengan para hacerlo. En los años recientes lo han hecho en Chile, a través de sus brazos armados en la Araucanía o a través del Frente Manuel Rodríguez.

Los románticos pasan. Jackson desaparecerá de la historia como Matta Goyeneche desapareció. Pero los comunistas no desaparecen aun de la historia de Chile, mientras siga envenenada nuestra alma nacional por esas dos lancetas con rebarba que son el resentimiento y la ignorancia.

Julio de 2025



[1] Citado por Claudio Véliz Rojas y Sebastián Gutierrez Lillo en, https://www.scielo.cl/pdf/alpha/n52/0718-2201-alpha-52-31.pdf.

[2] Bastante cooperó también la discreta inteligencia de su candidato.

[3] En sus vertientes españolas y aborígenes especialmente.

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