El hombre históricamente ha hecho
lo que puede hacer. No más que eso. Como todos los mamíferos, busca, desde su
emancipación de su condición de cachorro, expandir su influencia y poder. Para
expandir su influencia y poder, amen de actuar por acción directa sobre la
circunstancia, busca concertar voluntades de su entorno. Pretende hacer que
otros hagan lo que su voluntad propia desea que hagan. Hasta aquí ninguna
diferencia con el reino animal y en especial con los mamíferos que son nuestros
primos hermanos.
Pero dispone de algo que nos
distingue del reino animal: conciencia del tiempo y del espacio que nos
trasciende. Disponiendo de esa perspectiva supra animal, busca disponer de ese
tiempo para estar en el mundo, de una forma diferente. Busca estar mejor en el
mundo. Aspira transformar su mundo para estar mejor instalado en él. A
consecuencia de ello nace la técnica. El fuego, la rueda, navegar sobre un
elemento que le es ajeno como el agua, o el aire; primero individualmente,
luego asociativamente, busca mejorar su estadía en el espacio tiempo al que ha
sido lanzado, sin que medie su voluntad.
El animal no tiene técnica. No la
tiene porque carece de lo que nos entrega la conciencia humana: la certeza que
hay un tiempo y un espacio, que nos trasciende. Un espacio tiempo que no es el
aquí y el ahora. La vaca no tiene un antes y un después. No tiene historia. No
la necesita. Por esa razón sus relaciones de poder, y en general las relaciones
de poder de todos los animales, son relativamente simples comparadas con el
hombre.
Dije que el hombre solo hace lo
que puede hacer. Pero sucede que tiene conciencia que se pueden hacer mañana
otras cosas que no puede hacer hoy, y si domina la circunstancia presente lo
conseguirá. El hombre es futurizo nos dice Julián Marías. Y la dramática
consecuencia de eso es que sus relaciones de poder son muy sumamente complejas,
porque dentro de sus circunstancias, están los otros. Así, muchos hombres
quieren dominar la voluntad de muchos hombres porque quieren hacer realidad una
realidad que no existe. Esa es la naturaleza humana sin galas ni pormenores.
Por eso existe en nuestras
relaciones humanas, lo que los griegos arcaicos bautizaron como el pólemos, y
que hoy llamamos dialéctica; cuyas dos caras más evidentes son la política y la
guerra. Entre los animales, existe la dialéctica, pero esta es simple. Y es más
simple porque no está presente entre ellos, la técnica. Los bovinos overos
rojos no van a organizar una guerra contra los bovinos overos negros, para
disputar un territorio, porque no saben hacerlo. Los hombres si, porque tienen
la técnica para hacerlo.
Por esta complejidad de las
relaciones de poder, el hombre ha creado estructuras de poder y legitimidad que
permitan administrar colectivamente las circunstancias. Si no existiesen esas estructuras
su vida sería un caos. La familia, los señoríos medioevales, la monarquía, el
burgo, las reglas del comercio, el estado moderno, la democracia representativa;
son expresiones de esa voluntad de ordenar, y contener las voluntades
desordenadas a reglas de conducta. La ética, la moral, las reglas del comercio,
las normas jurídicas; son límites que importan controles para el ejercicio
formal del poder. Son esas reglas, el fruto de arduos esfuerzos humanos por
compatibilizar la vida de unos con la vida de los demás. Esos ordenes morales y
jurídicos tienen como telón de fondo lo que el hombre es capaz de hacer,
dada la evolución de la técnica. Julián Marías en sus libros Antropología
Filosófica e Introducción a la Filosofía, ha denominado este
fenómeno, la instalación del hombre en la circunstancia.
Pero cuando el hombre le imprime
a la técnica saltos cualitativos, estas fórmulas de compromiso o estructuras de
poder legítimo, se trastocan, se fracturan y aflora la conflictividad. Dos
ejemplos: No es verdad que la revolución francesa tuvo por causa las ideas de
la ilustración. La ilustración fue inspirada en los descubrimientos de la
ciencia física y en los avances de la tecnología de entonces. Esa técnica fue la
que generó las condiciones de posibilidad de la revolución francesa. Las ideas
suceden a los hechos, no los preceden. No es verdad que la liberación femenina
se produjo – o se está produciendo – gracias a que una señora se sentó con un
lápiz en la mano y escribió ideas sobre la liberación femenina o el derecho a
voto de las mujeres. Aquello simplemente no es verdad. La liberación femenina
tiene como condición de posibilidad, la píldora anticonceptiva, que niveló la
sexualidad entre hombres y mujeres y trastocó la estructura social que colocaba
a la mujer en una posición determinada, dadas las fragilidades existenciales
que imponía a ella la sexualidad y la maternidad.
El gran error del idealismo
marxista ha sido pretender que las ideas preceden a los fenómenos, en el
sentido que a través de un diagnóstico de una realidad estática en el espacio
tiempo, se podría inferir una mecánica universal de la evolución social humana.
Ese error impuso la necesidad de oprimir – hasta el día de hoy – a pueblos
completos en aras de hacer efectiva esa realidad ideada en los textos
doctrinarios, inexistente e irreplicable en la realidad, y de paso exterminar a
más de ciento cincuenta millones de seres humanos. Un “pequeño” error como se ve…
¿Cuál es nuestra situación
presente? Un caos contenido. ¿Por qué? Pues porque los avances de la medicina
han cambiado la instalación del hombre en el mundo; la tecnología de las
comunicaciones interpersonales ha cambiado la instalación del hombre en el
mundo; la tecnología del transporte ha cambiado la instalación del hombre en el
mundo; la píldora anticonceptiva -ya mencionada- ha cambiado la instalación del
hombre en el mundo. Lo nombrado tiene implicancias que derivan en un largo
etcétera.
Este mundo que ha irrumpido a
causa de estos cambios tecnológicos y las relaciones interpersonales y con el
poder que está inspirando, es tan distinto del de nuestros abuelos, como el
mundo de nuestros abuelos se distinguía de la estructura social del año mil.
¿Exagero? Analícese la vida cotidiana de unos y otros y encontrareis sentido a
lo que afirmo.
¿Cuál es a mi juicio el cambio
más radical? El de la información. El famoso apotegma kantiano del Sapere Aude,
digámoslo… era una pretensión absurda. Porque para saber no solo basta con atreverse
a saber. Hay que tener la información para poder ilustrarse sobre los
fenómenos del mundo. Y el hombre real y ordinario (el hombre de a pie como se
dice hoy en día) en el siglo XIX y XX, no disponía de esa información. La
democracia, erigida por la ilustración como una panacea, no ha sido más que una
burla, un sarcasmo, frente a un demos casi analfabeto y casi siempre
ignorante. Hoy sigue siéndolo, pero existe la posibilidad de superar esa
condición y transmutarse en efectivamente ilustrado.
¿Qué nos espera? Pues creo yo,
tiempos muy sumamente conflictivos, donde la democracia representativa, los
estados nacionales, el comercio internacional, las guerras; tal como la
conocimos hasta hace veinte años, sufrirán trastornos derivados de la
tecnología de las comunicaciones, y de la capacidad de acumular y procesar
datos sobre la realidad.
¿Cuál es el mayor peligro? Que el
mayor poder que proporcionan los datos, solo los manejen las élites para someter
a las masas. Muchos políticos, empresarios poderosos, autoridades religiosas y
la prensa institucional (que aún quiere mantener el cartel internacional de la
información sin que nadie los amague), creen que a las masas se les puede
someter y conducir, al estilo que lo hacía Joseph Goebbels. Sospecho que
aquello es una pretensión fallida. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado de la época del
ministro nazi? Sencillo: así como la capacidad de dominación de las élites se ha
incrementado gracias a la tecnología de las comunicaciones y del procesamiento
de los datos, así también la capacidad de maniobra de los gobernados lo ha hecho
por tener disponible casi la misma tecnología. He aquí un factor de altísima
conflictividad.
Los aprendices de brujo revolucionarios,
qué en estas circunstancias históricas, irrumpen con fórmulas ideológicas envasadas,
diseñando estructuras sociales revolucionarias sin correlato con la realidad ni
con la naturaleza humana, sembrarán discordia, pero no podrán cosechar “el
nuevo orden” pretendido. Eso fue posible en el siglo XX. La propaganda política
unifocal y gozando del monopolio de la emisión, podía formatear realidades a
las prescripciones ideológicas que en el largo plazo fracasaban, pero en el
corto y mediano imponían su hegemonía.
Actualmente tenemos una propuesta
que se pretende imponer como hegemónica: La agenda 2030. Compuesta de
principios inmaculados nos recuerda ese adagio que reza: el camino al
infierno está plagado de buenas intenciones. En este momento burócratas poderosos
se alían con, socialistas revolucionarios, empresarios locales neoliberales, cleptócratas
de todas latitudes, turbocapitalistas transnacionales; todos unidos en busca
de un mundo mejor. Todos ellos en una perspectiva bastante chata de lo que
es el hombre, la religión, la familia, la nación y el arte. En un concepto: la
naturaleza humana.
Aterrorizados por la supuesta
sobrepoblación humana buscan diseñar una nueva realidad social global, poblada
de andróginos alegres y despreocupados, impotentes para reproducirse, suprimiendo
estructuras sociales basales como la familia y la nación. El bienestar que ellos
propician en su agobiante listado de objetivos sustentables, es radicalmente
mentiroso. No busca logros para las masas. Busca logros para las élites: un
mundo sin sucios desarrapados que tengan familias de muchos hijos, que
atiborran los balnearios y los viajes transoceánicos y locales, que llenan los centros
de comercio, con sus hábitos despreciables para esas élites.
Recientemente estuvieron los
inspectores, especie de curia burocrática globalista en nuestro país. Funcionarios
de la comunidad económica europea. El Senador Chahuan los recibió y les
prometió a sus patrones portarse a la altura y sacar adelante la Buena y
Nueva Constitución después del traspiés del mamarracho 1.0 abrumadoramente
rechazado por el electorado y patrocinado por esos mismos burócratas.
Luego fue el turno de la elegante
y aristocrática, Úrsula Van del Leyen, quien oficia de burócrata máxima de la
CEE. Vino a chequear que su mono del organillo, nuestro lamentable individuo que
ostenta el cargo de presidente de la república, esté cumpliendo su misión
orientada a este nuevo orden. Úrsula es madre de siete hijos, vuela en jet
privado, pero es una propagadora de las energías verdes y del aborto, es
decir, asesinato de los bebés de los desarrapados, indeseables para su orden
oligárquico pretendido. Propone proyectos energéticos absurdos, económicamente inviables
que provocarían, en caso de imperar, el colapso de las economías donde se cumplieran
los objetivos de sustentabilidad.
Nunca imaginé un tal ramillete de
cretinos manejando las relaciones entre estados. Ver al desarrapado e inestable
adolescente crónico Boric, al lado de esta señora pituca, que con seguridad
jamás ha hecho una cama o fabricado un plato de comida, pontificando de lo que
no saben, sobre NUESTRO futuro, es un espectáculo grotesco asaz de irritante.
Curso de acción estimado lector:
con un lápiz el próximo diciembre infrinjamos un nuevo trastazo a estos
ingenieros sociales de pacotilla. En diciembre vote EN CONTRA.
junio de 2023