LA MUSICA Y EL CRECIMIENTO ECONOMICO
Ricardo
Lagos figura señera de la renovación socialista, durante la campaña
presidencial se despachó el siguiente apotegma: “El crecimiento económico es lo importante; lo demás es música”.
En la
derecha, Sebastián Piñera y las cúpulas partidarias, implícitamente
coincidiendo con lo sentenciado por Lagos, centraron su discurso para acceder a
la primera magistratura y a la mayoría en el parlamento, en crear las
condiciones para retomar la senda del crecimiento, creando más y mejores
empleos, tal y como la lógica del crecimiento dicta; mejorando las pensiones, y
promoviendo la alegría que el confort y la prosperidad económica de las clases
populares les prodiga. La alegría del mall, del automóvil propio, de las
vacaciones en Miami. Arriba los corazones
porque vienen tiempos mejores.
El
discurso de José Antonio Kast, centrado en el derecho a creer en Dios y
profesar esa creencia, en la justicia hacia los militares presos o en vías de
estarlo a quienes se les ha negado ella sin fundamento, en la defensa del que
está por nacer, en los contenidos valóricos de la educación, en la protección y
promoción de la familia – la única que existe – formada por el matrimonio entre
un hombre y una mujer, en enfrentar a quienes propician la descomposición de
aquellos valores; fue calificada por varios personeros de la campaña de Piñera,
como “darse un gustito”. La derecha debe
ser inclusiva, declaraba el piñerismo. ¿Quieren casarse los homosexuales?
Pues en que afecta eso el crecimiento económico. En nada y por ende ¿para qué
oponerse? ¿En que afecta el crecimiento económico que la mayoría quiera el
aborto y el homicidio del que está por nacer? En nada, pues hagámosle una
verónica al tema a través de la principal funcionaria de Piñera, ahora en el
Tribunal Constitucional, de manera de hacer posible que se legisle sobre esta modernización. ¿En que afecta al
crecimiento económico que a los militares que participaron en la guerra
subversiva hace más de cuarenta años se les persiga políticamente y se le
niegue lo que todas las convenciones de derechos humanos le conceden a todos
los habitantes del planeta? En nada. Por el contrario, el people meter apunta que la chusma aún quiere venganza, de manera que
es funcional a ganar las elecciones, no solo aceptar esta miserable iniquidad,
sino que promoverla con discursos superficiales y medias frases.
Todas
esas banderías son música. No hay
tiempo de convencer sobre la justicia de esos temas, al pueblo preocupado del
auto propio, del mall, del acceso a las clínicas luminosas cuando se enferman y
de la pensión de jubilación. Aquella que el oráculo, Carlos Peña, identificó
como mayoría incontrastable. No hay tiempo para la música ni darse gustitos.
Centrarse en lo importante: el crecimiento económico.
La
izquierda laguista por su parte, prisionera del pragmatismo y con discursos
desgastados, agoniza. La democracia cristiana en la UCI. ¿Por qué? Pues porque
irrumpe la tercera fuerza que extrae adeptos principalmente de esos sectores. El
Frente Amplio. Un movimiento heterogéneo y disruptivo de los valores y
procedimientos de la izquierda convencional. Una heterogénea conjunción de
voluntades que quieren cambios no está muy claro de qué y hacia que lugar. Los
partidarios del pearcing, de la estética confrontacional, de los grafitis
chocantes, del feísmo, de la permisividad sexual sin límites; aquella que en
España ha dicho podemos; la izquierda
de los derechos sociales sin límites, aquella que apela a la letra de la música
de Queen; “I want it all; and i want it
now”. ¿Qué su relato no funciona porque la sociedad rápidamente se arruinaría?
No señor; si se puede es su lema de
combate. Es cosa de quitarle a los ricos para darle derechos a los que
resienten de los valores de los ricos. ¿Es que los ricos ya no serán ricos o se
llevarán su riqueza? Nada. ¡Vamos no más! Las cosas se arreglarán en el camino.
Vivan las chicharras. Mueran las hormigas pareciera ser su lema. ¿Qué fue del
proletariado y sus ansias de redención a través de la revolución socialista
popular y proletaria? Son cosas del pasado. Ahora todos apelamos a derechos de
hacer lo que se nos antoje. La política es música y no crecimiento económico.
Una música harto disruptiva e inarmónica por lo que se puede apreciar.
¿Dónde
está el error de Lagos, de Piñera y de Carlos Peña para interpretar este
fenómeno? ¿Cuál es la o las emociones fundantes del español Podemos y del chileno Frente Amplio? ¿Por qué el activismo
tipo lavinista y el aburrido, repetido y alegremente falso, discurso de Piñera,
no concita apoyo ni el interés siquiera de quienes lo apoyan? ¿Por qué el dedo
de Lagos ya no tiene efecto de emocionar a nadie? ¿por qué el partido socialista
democráticamente se hizo el haraquiri privándose de su carta para ganar las
elecciones presidenciales en primera vuelta con el apoyo incluso de toda la
derecha económica?
Conjeturo
dos causas que podrían traer luz sobre estas preguntas. La primera dice
relación con el extravío del genuino arte de hacer política. La segunda
con la existencia de una crisis de los deseos en el contexto de nuestras
sociedades opulentas.
¿Qué
es la política? Pues el arte de gobernar de modo que los conducidos hagan lo
que la voluntad del conductor quiere. Las elites políticas chilenas
-principalmente las de derecha- son culturalmente pobres en sus visiones del
hombre abstracto y concreto, ni les ocupa formarse convicciones claras sobre el
sentido de la existencia humana. Por eso los liderazgos reales son escasos en
Chile y normalmente apabullados por la fronda apegada a sus superficiales
aspiraciones. Fue la derecha la que inauguró la doctrina de supresión de
liderazgos para ser reemplazados por figuras. Había que conducir el País como
una empresa: por un gerente general con un perfil satisfactorio. Refiriéndome a
los candidatos presidenciales como ejemplo que se replica hacia abajo; la
primera figura fue Büchi. Luego fue Arturo Alessandri. Ambos sin liderazgo real.
Seguidamente fue Lavín. Este último fue refinado en cuanto a su perfil de
gerente general, se hizo atractivo y locuaz como hacedor de cosas y casi derrotó al líder por excelencia de la
izquierda, Ricardo Lagos. La izquierda aprendió la lección y desde entonces
solo se casa con figuras; no con liderazgos. Doña Michel se vistió de tanquista
con su dulce sonrisa, y gobernó Chile durante 8 años. Ahora levanta al
mediático lector de noticias Guiller. ¿Quién es el hombre Guiller? No interesa;
conque apunte bien en las encuestas basta. Piñera en tanto, es el gerente
general por excelencia. El Lee Giacoca chileno. El que sabe cómo se hacen las
cosas en una empresa y un Estado no es más que eso: una empresa grande. ¿su
visión del mundo y del hombre? No interesa. Y la que vagamente explicita no es
congruente con su trayectoria de vida. Pero da lo mismo. Eso es música solamente como dice Lagos. Y
además los temas trascendentes hay que eludirlos porque pueden restar votos.
Aquello es ineficiente. Entonces pues, la derecha y la izquierda abandonan la
política en sí. El arte de conducir; y lo reemplazan por el arte de ganar las
elecciones. En base a matices y recetas más o recetas menos, proponen solo el
anhelado crecimiento económico. La música los tiene sin cuidado.
Así
las cosas, los dueños de Chile, (como
los calificó la candidata del Frente Amplio en la noche de la elección, en un
discurso que más pareció confidencias a su psicoanalista), han traicionado la
esencia de la política entendida esta como el arte de conducir. ¿Conducir a
quién? No a un hommo economicus, sino a
un ser dotado de una existencia trascendente del panne lucrando. ¿Y cuál es la
consecuencia de este traicionar la esencia de la política? Pues el desafecto.
El que quiere ser conducido a la hora de escoger a su conductor debe
identificarle como un líder. Al líder se le tiene afecto porque le devela, le
ilumina un camino que a al gobernado le es abstruso u obscuro. Piñera y Guiller
no son amables en el sentido exacto
de la palabra. Son un recetario de cosas demasiado triviales. Guiller un poco
más conectado con la realidad antropológica que señalo, reconoce implícitamente
no tener esa lámpara para iluminar el camino. Si fuere honesta su exhortación expresada
en su discurso después de la elección de primera vuelta, donde convoca a todos para fijar el derrotero de su
futuro gobierno estamos en graves problemas, porque querría decir que no se
sabe muy bien hacia dónde va la micro. Todo en su discurso son adjetivos, y
obviamente aquella convocatoria viola la ley de gravedad de la política: el
líder conduce a los liderados y debe por ende conocer el camino y el objetivo
anticipadamente. Lo que está diciendo Guiller a través de su convocatoria
implícitamente es; no me importa por
donde y a donde vamos, lo relevante es que yo vaya en el puente de mando.
¿Cuál es la emoción que anima a los podemistas y
frenteamplistas? Está descrita hace más de 90 años en los capítulos VI, VII y
VIII de “La Rebelión de las Masas” por Ortega. Esa emoción no es inédita; fue
la que animó París del 68. La perfección
misma con que la modernidad ha dado una organización a ciertos órdenes de la
vida, es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como
organización, sino como naturaleza. Así se explica y define el absurdo estado
de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar, y, al
mismo tiempo, son insolidarias de las causas de ese bienestar[1]
El reformismo frenteamplista no arranca de una épica
destructora y necesariamente de reemplazo como lo fuera el marxismo leninismo.
Se trata de apropiarse, ojalá pacíficamente, de los frutos edénicos que la
modernidad ofrece. No hay una querella contra la modernidad ni necesariamente
contra el capitalismo. Se trata de disfrutar la modernidad sin el tedioso y fatigoso
camino de ganarse sus frutos. Y su eslogan no es absurdo ni imposible como
creía Ortega. La modernidad y su técnica ha hecho posible la gratuidad del
bienestar. La técnica del facilismo hace posible aquello. Por eso creo, el
frenteamlismo y el podemismo español concita tanta adhesión. Cuando Ortega
escribió La Rebelión, aquello era efectivamente un absurdo.
¿Pero cuál es a mi juicio el problema? Que la gratuidad,
aunque hoy pudiera ser posible, afecta dos aspectos profundos de la
arquitectura de la sociedad y de la interioridad del espíritu humano; hace
necesaria la expoliación de algunos; y aquello, pónganle el nombre o el adorno
que quieran, es coerción y violencia. Y según nos enseña Machiavello, causa de
resentimiento imprescriptible. Y lo segundo, la gratuidad viola el principio
básico que hace posible la mejora personal del hombre: ser gestor de su destino
y amo de sus frutos. Hace dependiente e impotente al hombre para manejar su
destino. No hay precedente de la utopía de la gratuidad universal, porque nunca
fue posible a través de la historia. Hoy, si bien es posible, debe mirarse su
posibilidad con recelo y evaluarse sus consecuencias que yo las creo
antropológicamente devastadoras.[2]
Con relación a la crisis de los deseos, se conjuran dos
vertientes para hacer que este fenómeno sea particularmente grave en nuestra
cultura chilena: por una parte, una densidad culturar débil, fruto de una
nación joven que nace como una sumatoria de mundos culturales diversos, como
todas las naciones latinoamericanas; pero que en el caso particular nuestro, al
ser nuestra colectividad algo más metódica que el resto de nuestros pares
continentales, nos rodea una prosperidad que nos encumbra casi al nivel de
nación “rica”. Entonces la crisis de los deseos se manifiesta como la describe
a quien cito nuevamente; José Ortega y Gasset: Desear no es faena fácil. El nuevo rico no sabe tener deseos. En su
secreto fondo advierte que por sí mismo es incapaz de orientar su apetito y por
eso busca un intermediario que le oriente, y lo halla en los deseos
predominantes de los demás.[3] Este
fenómeno afecta vistosamente al mundo contemporáneo y en mayor medida de
nuestro país por la señalada fragilidad cultural. La sociedad de consumo no
representa para sus afectos una emancipación como pretenden sus inductores; es
una esclavitud, no propiamente hedonista según la definición de Epicuro. Es la
esclavitud de los deseos obligados por la carencia vital de deseos propios. Ortega
va más allá: Si eso esto acontece en la
órbita del desear que se refiere a lo que ya hay, imagínese hasta qué punto
será difícil el deseo propiamente creador, el que postula desear lo inexistente, el que anticipa lo que aún
es irreal.[4] En
este punto es donde radica el desafecto hacia los liderazgos tradicionales de
la política chilena: no hay convocatorias a deseos creadores de cosas y
situaciones no existentes. Solo invitar a la prosperidad económica. Y eso
obviamente no basta.
En síntesis, la rebelión de los necios -como se la ha
motejado despectivamente en España- que representa la irrupción de los
frenteamplistas, se explica fundamentalmente por carencias de los liderazgos
tradicionales. Quienes lean la altura de los tiempos y propongan una misión
congruente con nuestra condición de chilenos del siglo XXI, harán desaparecer
estos liderazgos por omisión, que a mi juicio es la condición del Frente Amplio
y de Podemos en España. La convocatoria y los niveles de adhesión de los
cuadros frenteamplistas son muchísimo más débiles que la de los comunistas de
los años 60, cuando aun la utopía de los socialismos reales estaba vigente.
Así pues, se equivocan Lagos, Piñera y Peña; lo que importa
en política y concita adhesiones reales es precisamente aquello que
despectivamente se le motejó como la
música. Una música que concitare adhesiones que hagan desaparecer el feísmo
frenteamplista y podemista, será una llena de armonía, que ponga en el centro,
el verdadero ser del hombre y su relación con la armonía del universo, que creo
yo, crea, inspira y permite Dios.
Noviembre 2017